"Cuando en el Cuzco generalmente se levantaron los indios contra los cristianos no había más de ciento y ochenta españoles de a pie y de caballo. Pues estando contra ellos Mango Inga, con más de doscientos mil indios de guerra, y durante un año entero, milagro es grande escapar de las manos de los indios; pues algunos dellos mismos afirman que venían algunas veces, cuando andaban peleando con los españoles, que junto a ellos andaba una figura celestial que en ellos hacía gran daño, y vieron los cristianos que los indios pusieron fuego a la ciudad, la cual ardió por muchas partes, y emprendiendo en la Iglesia, que era lo que deseaban los indios ver desechos, tres veces lo encendieron y tantas se apagó de suyo."

Pedro de Cieza de León
en el capítulo CXIX de La crónica del Perú
Tomada del libro Seres y lugares en los que usted no cree de Jesús Callejo y Carlos Canales, página 98


"Estando yo en este pueblo de Lampaz, un jueves de la Cena vino a mí un muchacho mío que en la iglesia dormía, muy espantado, rogando me levantase y fuese a bautizar a un cacique que en la iglesia estaba hincado de rodillas delante de las imágenes, muy temeroso y espantado; el cual estando la noche pasada, que fue miércoles de Tinieblas, metido en una guaca, que es donde ellos adoran, decía haber visto a un hombre vestido de blanco, el cual le dijo que qué hacía allí con aquella estatua de piedra. Que se fuese luego, y viniese para mí a volverse cristiano. Y cuando fue de día yo me levanté y recé mis horas, y no creyendo que era así, me llegué a la iglesia para decir misa, y lo hallé de la misma manera, hincado de rodillas. Y como me vio se echó a mis pies rogándome mucho le volviese cristiano, a lo cual le respondí que sí haría, y dije misa, la cual oyeron algunos cristianos que allí estaban; y dicha, lo bauticé, y salió con mucha alegría, dando voces, diciendo que él era cristiano, y no malo, como los indios. (…) Muchos indios se volvieron cristianos por las persuasiones de este nuevo convertido. Contaba que el hombre que vio estando en la guaca o templo del diablo era blanco y muy hermoso, y que sus ropas asimismo eran resplandecientes."

Pedro de Cieza de León
Tomada del libro El muñeco humano y otros artículos de Andreas Faber-Kaiser, página 88



"La segunda vez que volvimos por aquellos valles, cuando la ciudad de Antioquía fue poblada en las sierras que están por encima de ellos, oí decir que los señores o caciques de estos valles del norte buscaban por las tierras de sus enemigos todas las mujeres que podían; las cuales, traídas a sus casas, usaban con ellas como con las suyas propias y si se empreñaban de ellos, los hijos que nacían los criaban con mucho regalo hasta que tenían doce o trece años; y de esta edad, estando bien gordos, los comían con gran sabor, sin mirar que eran su sustancia y carne propia; y de esta manera tenían mujeres para solamente engendrar hijos en ellas para después comer; pecado mayor que todos los que ellos hacen. Y para tener por cierto lo que digo, ved lo que pasó con el licenciado Juan de Vadillo (que en este año está en España; y si le preguntan lo que digo, dirá ser verdad): y es que la primera vez que entraron cristianos españoles en estos valles, que fuimos mis compañeros y yo, vino de paz un señorete que tenía por nombre Nabonuco, y traía consigo tres mujeres; y viniendo la noche, dos de ellas se recostaron encima de un tapete o estera, y la otra atravesada para servir de almohada; y el indio se echó encima de los cuerpos de ellas, muy tendido; y tomó de la mano a otra mujer hermosa, que quedaba atrás con otra gente suya, que luego vino. Y como el licenciado Juan de Vadillo le viese de aquella suerte, preguntóle que para qué había traído aquella mujer que tenía de la mano y, mirándolo al rostro el indio, respondió mansamente que para comerla y que si él no hubiera venido, lo hubiera ya hecho. Vadillo, oído esto, mostrando espantarse, le dijo: “¿Pues cómo, siendo tu mujer, la has de comer?” El cacique, alzando la voz, tornó a responder diciendo: “Mira, mira; y aun al hijo que pariere comería”. Esto que he dicho pasó en el valle del norte, y en el Guaca, que es el que queda atrás; oí decir a este licenciado Vadillo que algunas veces, como supo por dicho de algunos indios viejos, por las lenguas que traíamos, que cuando los naturales de él iban a la guerra, a los indios que prendían en ella hacían sus esclavos, a los cuales casaban con sus parientas y vecinas; y los hijos que hacían en ellas aquellos esclavos, los comían, y que después que los mismos esclavos eran muy viejos y sin potencia para engendrar, los comían también aquellos. Y la verdad, como estos indios no tenían fe ni conocían al demonio, que tales pecados les hacía hacer, cuán malo y perverso era; no me espanto de ello, porque hacer esto más lo tenían ellos por valentía que por pecado." 

Pedro de Cieza de León
Parte Primera de la Crónica del Perú hecha por Pedro de Cieza, cap. 12, ed. de Anvers 1554, hoja 30 y siguientes.



"Los chachapoyas son indios blancos de una hermosura digna de soberanos, con unos ojos azules, los cuales son más blancos —⁠de piel⁠— que los españoles."

Pedro de Cieza de León
Tomada del libro La maldición de los exploradores de Lorenzo Fernández Bueno, página 137


"Poco después de que viniera al mundo el hijo mayor de Huayna Cápac, se afirma que ese príncipe hizo hacer una especie de cable, o para decirlo mejor, una cadena de oro que era tan gruesa y pesada, al decir de quienes la vieron, que se necesitaban más de doscientos indios para levantarla, y mucho que les costaba. Y agrega poco después: Si se pudiera tener nuevamente todos los tesoros encerrados en el Perú, no sería posible ponerles precio, y lo que tienen los españoles es muy poca cosa en comparación de lo que ha quedado. De donde puede verse que se han perdido una infinidad de tesoros y que si la venida de los españoles no hubiera obligado a los indios a ocultarlos, seguramente los habrían ellos ofrecido al diablo o puesto en las tumbas de los muertos."

Pedro Cieza de León
Tomado del libro de Robert Charroux, Tesoros ocultos, página 65



"Pregunté a los nativos si esos edificios (de  Tiahuanaco) se habían construido en la época de los incas. Se echaron a reír ante mi pregunta, afirmando que habían sido construidos mucho antes del reinado inca y que… según los relatos transmitidos por sus antepasados, todo cuanto se veía allí había aparecido súbitamente de la noche a la mañana…"

Pedro Cieza de León
Tomado del libro de Graham Hancock, Las huellas de los dioses, página 79



"Tiaguanaco no es pueblo muy grande, pero es mentado por los grandes edificios que tiene que cierto son cosa notable y para ver. Cerca de los aposentos principales está un collado hecho a mano armado sobre grandes cimientos de piedra. Mas adelante deste cerro están dos ydolos de piedra del talle y figura humana muy primamente hechos y formadas fayciones, tanto que paresce que se hiziera por mano de grandes artífices o maestros. Son tan grandes, que parescen pequeños gigantes... y mucha destas piedras que digo, están labradas de diferentes maneras: y algunas dellas tienen forma de cuerpos de hombres, que debieron ser sus ydolos... Lo que yo más noté, quando anduve mirando y escribiendo estas cosas, fue que destas portadas tan grandes salían otras mayores piedras sobre que estaban formadas: de las cuales tenían algunas treinta pies en ancho y de largo quinze y más..."

Pedro Cieza de León
Tomada del libro Las piedras de los dioses de Miguel Labrador, página 108










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