El prisionero

"Ya oigo la voz del río y su conjuro,
ya la rosa levísima presiento,
ya al ave escucho de lejano acento,
y con mis manos ensangriento el muro.

¡Recobrar, recobrar el reino puro!
¿No me reclama el río, claro y lento?
¿No me nombra la rosa desde el viento?
¿No me responde el pájaro en lo oscuro?

Pájaro que no sé sí me responde,
si canta en mi o a incógnita distancia
Intima rosa que no sé si esconde
en la fronda o el sueño su fragancia.
Río que llega ya no se de dónde,
si de su sierra azul o de mi infancia."

Roberto Ibáñez



Narciso estéril

"Allí al cielo cristales de la fuente.
Al sueño, allí, da al ruiseñor cristales 
¡Oh perfección que enamorada sales 
a pedir testimonio transparente

¡Ay no saldrás de tu dominio ardiente!,
¡Lloro en la luz tus muertos esponsales, 
que velando sus diáfanos umbrales 
niega el cristal imagen a mí frente!

Como el cristal morada a esta mirada, 
al árido esplendor de mí belleza 
rehúsa el ruiseñor su melodía.

Orfebre sólo de mí oscura nada, 
hoja ya soy donde el otoño empieza, 
¡Ay, cuánta muerte en esta muerte mía!"

Roberto Ibáñez



Ser

"Como una gota el mar de donde brota,
dice esta vida sin menguante.
Pregona eternidad, y es un instante.
Proclama infinitud, y es una gota.

Pródigo de tu lumbre sin derrota,
soy tu mínimo rayo, oh Sol gigante,
y hacia ti vuelo, oh Música radiante,
me identifico en ti, como una nota.

Sólo es olvido de tu amor la muerte,
desesperanza de tu absorto día,
que es no morir, pensarte y conocerte,

Yo estaba en ti, como en la fuente ignota,
equivocando patria y agonía.
Y soy en ti, como en el mar la gota."

Roberto Ibáñez


Viaje por los huesos


"Ahora viajo de incógnito por el haz de mis huesos
Por planicies unánimes de horizontes ilesos.
Entre blancuras solas,
¡ah, qué música inerte!
Oigo en noche lejana de cedrón y amapolas 
el beso original que fundó tanta muerte.

En estos huesos puros, de terrestre destino, 
bajo intemperies lácteas, mi mañana adivino. 
Y en sus solas blancuras
De apariencia esteparia, 
reconocer no puedo mis cenizas futuras, 
mi austera calavera, puntual y solitaria.
Pero ahora en mis huesos, genealógicos, fieles, 
un suave ayer recobro de memorables mieles, 
Con una luz antigua 
de absorta primavera, 
ese candor ingrávido todavía atestigua 
la niñez celestísima, la sonrisa primera

Huesos donde mi muerte infantil reposaba, 
por un tímido ruego contenida su aljaba. 
Desde el ampo risueño, 
aún mí madre me mira.
Ya, con mentón vencido, no calla hasta en el sueño. 
Ya, con semblante alegre, se levanta y respira 
¡Ay huesos, huesos míos, de entornada memoria 
que abro con una clara lágrima expiatoria! 
Tal en una cisterna 
de dócil resonancia, 
en los átomos tibios oigo la voz paterna
como en aquel domingo flamante de la infancia."

Roberto Ibáñez


Ya

"Ya en el vacío que mi mano funda
un tacto de jazmines desespera.
Ya sin mis ojos, en absorta esfera,
degrada el cielo su coral profunda.

Ya una lejana sed de ala iracunda,
la nunca proferida, la extranjera,
designa en mí su pálida frontera
y con ávidas bocas me circunda.

Ya mis huesos intactos acongoja
la vocación terrestre del rocío.
Ya el mar se apaga. Ya la luz aherroja

su secreto radiante. Ya es el frío.
Todo el otoño cabe en una hoja.
Toda la muerte en este cuerpo mío."

Roberto Ibáñez




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