En mis huesos...

En mis huesos está mi trayectoria
persistida de tiempo. Recatada
condensación de vida dolorosa,
hierro de rojos días en la fragua.

Entretejidos huesos de quebranto
de tierra calcinada, nervaduras
perdurables. Urdimbre de sus manos
con fibras de mi llanto y de su música.

Tuétanos que el amor contagia en lava,
astillas que se clavan como un grito
y tibias que el dolor convierte en flautas,

Huesos netos, precisos y encendidos,
me yergo, avizorando la esperanza,
prosigo ardiendo el paso, peregrino.

Rolando Camozzi Barrios



"Patéticos y densos desfilan, pues, años y sucesos en su dura soledad, haciendo a una vida en derrumbe, en ficción. Aunque parece a veces en una rendija de esperanza vislumbrarse una luz, un anhelo de vida inaugural: "Ahora tienes que reconstituir tus fuerzas. Por donde mires estará ese espacio inmensamente azul y prolijamente limpio... Tendrás tiempo todavía para dar una vuelta por tu nuevo cuarto y preparar tus ojos para los nuevos objetos que saldrán a tu encuentro. Ojos nuevos para ver un mundo nuevo. Entonces podrás, en el momento que lo desees, alzar los ojos hacia ese azul no violado y ver la cabellera del cometa desplazándose despacio, con la velocidad que quieren darle tus ojos...
Las uvas madurarán sin que usted desee su crecimiento. Los astros seguirán su curso ajenos a su voluntad. La última vez que usted habló mucho del mal. Me parece que en el fondo usted lo desea, quizá porque se siente demasiado fuerte y necesita un enemigo proporcionado a sus fuerzas. Yo he vivido mucho y nunca he visto eso que usted llama el mal. Amando a la gente me sentí siempre protegido y nunca tuve miedo a nada. Hay que saber aferrarse a la realidad."

Rolando Camozzi
El oscuro


Van marcados mis huesos...

Van marcados mis huesos por colmillos
como de leopardo. Dolorida
numeración de pasos y caminos
con astilladas cifras de mis días.

Descoyuntados huesos minerales
tejidos de nostalgia y de senderos,
contractura de cosmos y paisaje
ardiendo en los tobillos y los tuétanos.

Despojados de carne y de tendones,
aseados y limpios en la víspera,
quebrantados alegres en su hora;

fosforescentes huesos en mi noche
de disgregada muerte. Presentida
pequeña eternidad desde mi sombra.

Rolando Camozzi Barrios







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