Muerto de cerca
Haga lo que haga
me anega la belleza de los ocasos levantinos
del carmín indolente a ese naranja sanguinario
cebado en piedra de afilar
loquero al aire libre
el aire enrarecido
los gatos
son aquí casi tan salvajes como la gente
aquí, donde todos lamemos heridas
manoteamos zarpazos
donde por el solo hecho de deambular
la historia nos convierte
en muertos de cerca
en el abono de la desvergüenza
que clama la tierra
las plantas aguerridas quién sabe
pero las delicadas, nunca tuvieron
intención de reencarnar.
Luisa Futoransky
Razón de anatomía
me he besado con poetas, pintores, cineastas
empleadas, jew princesses, rateros, hippies
ingenieros, tenores, guerrilleros
en mi boca todos los caminos de la vida
es tiempo/ de ocuparme de mis pies
Luisa Futoransky
Reseña
Soy de otra parte, otro cuerpo, otro golfo
para que me entiendan
para que no me entiendan demasiado
por atajos y digresiones
escribo.
A mano limpia. A campo traviesa.
Vivo por circunloquios, espirales, pidiendo disculpas, permiso.
Demasiado.
Tropiezo, desentono, me repito,
adiciono prótesis, me encorvo,
heteróclita, minuciosa, descuidada
descartando a manotazos, boqueando
con notas a pie de página
inverificables.
Desenraizada como tronco de plátano
a merced de la borrasca, puro cráter, pura fragilidad
sin saber echar raíces pero voy
poniéndome en escena, fuera de foco,
por lente cóncavo o convexo
nunca el del arcoiris nunca el del amor correspondido menos furtivo.
El mínimo denominador común del dolor es universal
y su raíz cuadrada esta nuez, este rubí,
que aún alumbra, soberbio, secreto, aunque airado
la palma de mi mano.
Luisa Futoransky
Rima reincidente
Canturrea
vocaliza
se golpea el pecho
relata baladas
sempiternos
adioses y fusiones
el paseo marítimo
los acordes
los murciélagos pasan rasantes,
no los ángeles.
¿Quién me referirá que no quiero verme
en "el grito" de Munch?
Para existir la pasión exige un testigo
un pasante
la caníbal
arma de otoño es
la estrepitosa lucidez.
Luisa Futoransky
Santos lugares
El país no existe.
Después de quince años la calle natal había cambiado de nombre y las casas no sólo eran otras sino que ni siquiera conservaban sus números catastrales.
Sólo la ajada fotografía de mamá con trenzas y el abuelo a su lado, existe.
Mamá no peina trenzas y el abuelo murió hace cuarenta años.
Luisa Futoransky
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