"Curioso, el afecto de un hombre por el objeto que manipula."

Charles Marie Georges Huysmans, más conocido como Joris-Karl Huysmans
Allá abajo



"El hecho es que, cuando la época en que un hombre de gran talento se ve condenado a vivir es mortecina y estúpida, al artista lo cautiva, acaso sin que se dé cuenta de ello, el anhelo nostálgico de otra época. Incapaz de ponerse a tono, salvo en raros intervalos, con su medio y, como ya no encuentra en la inspección de ese medio y de las criaturas que lo soportan suficientes placeres de observación y análisis que lo distraigan, percibe el nacimiento y desarrollo de fenómenos inusitados en su propio ser. Vagos anhelos migratorios surgen entonces y se satisfacen con la meditación y el estudio. Instintos, sensaciones e inclinaciones, que le legaron su herencia, adquieren forma y se afirman con imperiosa autoridad. Le vienen a la cabeza recuerdos de personas y de cosas que jamás ha conocido por sí mismo, y llega un momento en que sale con ímpetu de la cárcel de su siglo y vaga libremente por otras épocas, con las cuales, ilusión culminante, se imagina que habría estado más en armonía."

Joris-Karl Huysmans
A contrapelo




"El progreso es la hipocresía que refina los vicios."

Joris-Karl Huysmans
Allá abajo



"La Historia es la más solemne de las mentiras y la más infantil de las engañifas."

J. K. Huysmans


“Las únicas personas verdaderamente indecentes son los castos.”

Joris-Karl Huysmans


"Los acontecimientos, para un hombre de talento, no son más que un trampolín de ideas y de estilo, puesto que todos se mitigan o se agravan con arreglo a las necesidades de una causa política o según el temperamento del escritor que los maneja. En cuanto a los documentos que los apuntalan, tienen menos valor aún, porque ninguno de ellos es irreductible y todos son impugnables. Cuando no resultan apócrifos, se desentierran más tarde otros, no menos ciertos, que los calumnian, en espera de que a su vez los desvalore la exhumación de otros archivos no menos seguros."

Joris-Karl Huysmans
Tomada del libro Las Moradas Filosofales de Fulcanelli, página 43


"Me hice católico porque soy muy pesimista."

Joris-Karl Huysmans


"Mi alma es un mal lugar; es de mala calidad y de mala reputación."

Joris-Karl Huysmans
En camino



“Nada hay tan bueno como las mujeres que no se consiguen.”

Joris-Karl Huysmans




“Nadie tan interesante de conocer como los santos, los malvados y los locos. Son los únicos cuya conversación puede valer algo. Las personas de buen sentido son forzosamente nulas, ya que cantan la eterna antífona de la vida fastidiosa.”

Joris-Karl Huysmans


"Nuevamente vive en él el paganismo, dejando oír su última fanfarria orgullosa, elevando a su último gran poeta muy por encima de la inundación de la Cristiandad que en seguida va a sumergir por completo el idioma y a ejercer dominio absoluto y eterno sobre la literatura: con Paulino, el discípulo de Ausonio; con el sacerdote español Juvenco, quien parafrasea los Evangelios en verso; con Victorino, autor de los Machabaei; con Sanctus Burdigalensis, quien en una égloga imitada de Virgilio hace que los pastores Egon y Buculus lamenten las enfermedades que afligen a sus rebaños.
Luego están los santos, toda una serie de santos: Hilario de Poitiers, quien fue campeón de la fe de Nicea y mereció ser llamado el Atanasio de Occidente; Ambrosio, autor de homilías indigestas, un tedioso Cicerón cristiano; Dámaso, fabricante de epigramas lapidarios; Jerónimo, traductor de la Vulgata, y su adversario Vigilancio de Comminges, quien ataca el culto de los santos, el abuso de milagros, la práctica del ayuno y ya predica contra los votos monásticos y el celibato del sacerdocio, utilizando argumentos que serán repetidos en el curso de los siglos.
Por último, en el siglo V aparece Agustín, obispo de Hipona. Demasiado bien lo conocía des Esseintes, puesto que era el más reverenciado de todos los autores eclesiásticos, el fundador de la ortodoxia cristiana, el hombre a quien los católicos piadosos consideran un oráculo, una autoridad soberana. Como consecuencia natural de esto ya nunca jamás abría sus libros, por más que hubiera proclamado su asco por este mundo en sus Confesiones y que, en De civitate Dei, con acompañamiento de piadosos quejidos, hubiera tratado de paliar la aterradora zozobra de su tiempo con sedativas promesas de cosas mejores en la vida de ultratumba. Incluso en sus años mozos, cuando estaba estudiando teología, des Esseintes se había cansado hasta el hastío de los sermones y jeremiadas de Agustín, de sus teorías sobre la gracia y la predestinación y de sus luchas contra las sectas cismáticas."

Joris Karl Huysmans
A contrapelo


"-¡Qué época tan extraña! Precisamente en el momento en que el positivismo está en todo su apogeo, se despierta el misticismo y comienzan las locuras del ocultismo.
-Pues siempre ha ocurrido así; los finales de siglo se asemejan. Todos vacilan y se turban. Cuando el materialismo se sobreexcita, se alza la magia. Este fenómeno reaparece cada cien años."

Joris Karl Huysmans
Allá lejos



"¡Qué extravagante es nuestra época; no se cree en nada y sin embargo se engulle todo!"

Joris-Karl Huysmans
Tomada del libro de Paul Choisnard Psicología astral y psicología, página 31


"Se respiraba cierto olorcillo a prostitución en aquellas tiendas donde las miradas de la vendedora debían de abreviar los regateos de los compradores, «‘¡Vamos, zagal, lárgate!’; por otra parte, el centro está cambiando de sitio; ahora, lo único que hacen los anticuarios, los vendedores de libros de lujo de este barrio, es vegetar y, en cuanto termina su contrato de alquiler, se marchan al otro lado del río. ¡De aquí a diez años, en las aceras del quai no habrá más que cervecerías y cafés! ¡Ay, París se está convirtiendo definitivamente en un Chicago siniestro!». Y, embargado por la melancolía, el Sr. Folantin se repetía a sí mismo: «¡Aprovechemos el tiempo que nos queda antes de la invasión definitiva de la espantosa ordinariez del Nuevo Mundo!», y seguía con sus paseos, deteniéndose ante las tiendas de láminas que tenían expuestas estampas del siglo XVIII; aunque, en el fondo, los grabados en color de aquella época y los grabados a la media tinta inglesa, que estaban al lado en la mayor parte de los expositores, no le inspiraban la menor pasión y echaba de menos las estampas de interiores flamencos, relegadas, ahora, a las carpetas, a consecuencia de la locura de los coleccionistas por la escuela francesa.
Cuando se cansaba de zangolotear delante de las tiendas, entraba, para cambiar de entretenimiento, en la sala de noticias de un periódico. Era una sala adornada con dibujos y pinturas de italianas, bayaderas, recién nacidos en brazos de sus madres, pajes de la edad media tañendo la mandolina bajo un balcón…, o sea, una serie destinada al adorno de pantallas. Se daba la vuelta y pasaba más adelante, prefiriendo mirar las fotografías de asesinos, generales y actrices, es decir, la gente que un crimen, una matanza, o una tonadilla ponía en el candelero durante una semana.
Pero aquellas exposiciones, al fin y al cabo, eran poco divertidas, y el Sr. Folantin, salía a la rue de Beaune, donde encontraba más admirable el imperturbable apetito de los cocheros, sentados a las mesas de las tabernas, que, de algún modo, le contagiaba el hambre. Aquellos platazos de carne sobre lechos espesos de col; aquellos estofados con patatas y nabos, rebosando las macizas escudillas; aquellos triángulos de queso brie; aquellos vasos llenos, le despertaban la canina, y aquellos hombres, de mejillas hinchadas por enormes bocados de pan, con sus manazas blandiendo cuchillos, con sus sombreros de cuero, que subían y bajaban al tiempo que sus mandíbulas, lo excitaban. Se largaba de allí, tratando de conservar por el camino aquella impresión de voracidad. Desgraciadamente, en cuanto se instalaba en el restaurante, se le acartonaba la garganta, contemplaba con desconsuelo la carne, preguntándose para qué serviría el palo de cuasia que tenía en la oficina macerándose en una garrafita."

Joris Karl Huysmans
A la deriva


"Sus fantasmas son como los derechos pagados por adelantado sobre una futura sucesión de penas."

Joris-Karl Huysmans
En camino


"Y más lejos, aún más lejos, emergían del círculo de los horizontes adivinados otras cadenas de montañas, cuyos interminables picos rozaban la tapadera de noche del cielo, una tapadera colocada solamente sobre las puntas de clavos de las cimas, aguardando a que algún sobrenatural martillo la hundiese de un golpe para cerrar herméticamente la indestructible caja.
Juguete de una titana inmensa, de una giganta infantil y enorme; enfática caja conteniendo, hechos con azúcar, simulacros de tempestades y de llanuras, rocas de cartón y volcanes huecos, en el agujero de los cuales el hijo de un Polifemo podría meter su dedo meñique y levantar así, en el vacío, la colosal osamenta de este juguete inusitado, la Luna espantaba a la razón, aterraba a la debilidad humana.
Y ahora volvía a sentir Santiago esa pesadez del bajo vientre, esa contracción de la vejiga que ocasiona la angustia prolongada del vacío.
Miró a su mujer. Estaba tranquila, y con sus impertinentes, que no se quitaba de encima, consultaba, igual que una inglesa estudia su guía, el mapa que sostenía desplegado sobre sus rodillas.
Esta quietud y esta evidencia de tener cerca de sí, de poder tocar, si quería, un ser manifiesto y viviente, aplacaron sus zozobras. Ese vértigo, que le sacaba los ojos fuera de los párpados y se los llevaba lentamente hacia el fondo de una sima, se desvanecía ahora que su vista reposaba a dos pasos de él contemplando a una criatura conocida cuya existencia era sensible y segura.
Además, se sentía bajo sus ropas vacío como esos montes tubulosos sin entrañas de metaloides, sin corazones de roca, sin venas de granito, sin pulmones de metal. Se sentía ligero, casi fluido, pronto a volar si los vientos desconocidos de ese astro llegaran a nacer. El frío exasperado de los polos y las consternantes canículas de los ecuadores se sucedían sin transición en torno a él, sin que lo advirtiese siquiera, pues experimentaba la impresión de que por fin se había desembarazado de la envoltura temporal de su cuerpo: pero de repente se revelaba también el horror de ese abrumador desierto, de ese silencio de tumba, de ese mortuorio campaneo mudo. La agonía atormentada de la Luna acostada bajo la piedra funeraria de un cielo le enloqueció. Alzó los ojos para huir."

Joris Karl Huysmans
En rada


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