"Dada la oposición que el sueño ofrece al investigador, podemos decir que es incluso mucho lo que se ha descubierto acerca de él en los últimos años. Algunos de estos hallazgos se han divulgado, pero buena parte dormita entre los miles de estudios científicos que aparecen cada año en Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Japón, Alemania e incluso en Rumania o China. Se acumulan datos y más datos, pero, como ocurre a menudo en la ciencia, faltan obras de conjunto que los glosen y sistematicen."

Dieter E. Zimmer
Dormir y soñar


"Existen indicios de que los sueños residen básicamente en la mitad oriental del cerebro."

Dieter Eduard Zimmer
Dormir y soñar



"Yo mismo dispongo de otra hipótesis del objeto de los sueños. Pero las hipótesis en este ámbito son fáciles; a lo sumo deberían considerarse como posibilidades hoy por hoy prácticamente incontrastables. A mí me seduce la idea de que los sueños (si es que tienen sentido psicológico) no representan el vertedero del cerebro, sino su campo de entrenamiento. Nos vamos a la cama teniendo presentes los contenidos conscientes que durante el día nos parecían más urgentes; ahora, mientras dormimos, seguimos pensando, durante el sueño No REM en forma de ideas incontroladas, durante el REM en forma de «auténticas» escenas. Nosotros mismos participamos en ellas. Nuestras acciones y su entorno devienen más extravagantes, más fantásticas, de episodio REM en episodio REM. Su creciente absurdo podría deberse a la circunstancia de que, según la teoría de Hobson y McCarley, el tronco cerebral envía de vez en cuando a distintas áreas de la corteza cerebral impulsos de excitación; la conciencia del sueño combinaría sus contenidos con estas perturbaciones, incorporándolas así a sus historias. 
¿No podría ser precisamente esto la causa de toda la escenificación? ¿No podrían las corrientes enviadas tener la misión de activar las ideas de la conciencia del sueño, así como de forzarlas a introducir variaciones en torno a un tema principal? La conciencia tendría que intentar llevar a cabo una síntesis entre su «propio» proceso psíquico y los impulsos ocasionales que envía el tronco cerebral. De esta forma, soñaríamos porque sería útil hacerlo en un estado en el que uno se halla «como paralizado» y no puede realmente actuar, haciéndolo sólo de forma aparente y a modo de prueba. 
Los sueños cobran en el transcurso de la noche un carácter cada vez más fantástico. Nuestra cadena de pensamientos cambia su curso cada vez más a menudo e imaginamos nuestros problemas desde diferentes perspectivas, todo ello para averiguar cómo podríamos enfrentarnos a ellos y cuáles serían las hipotéticas consecuencias de nuestra conducta; no se trata de entrenarnos de cara a la realidad, sino de probarnos. Esto explicaría también por qué no nos despiertan la mayoría de los sueños, pero sí lo hacen indefectiblemente algunos de ellos. Normalmente nuestra mente está preparada para las diversas variantes de la realidad que ella misma idea, de forma que no se suelen presentar dificultades especiales, se sigue durmiendo y se olvida de inmediato lo que se ha soñado. Los sueños se desvanecen tras el durmiente como la estela que deja un reactor en 
el cielo. Pero a veces la conciencia del sueño se halla frente a situaciones que no puede prevenir, y esto, naturalmente, en mayor medida cuanto más preocupante e intranquilizadora es la situación existente en la vigilia: el pánico le despierta a uno, que, una vez despabilado. archiva el suceso en la memoria, donde puede seguir siendo analizado. 
Supongamos, por ejemplo, que alguien se acuesta preocupado por la escarlatina de su hijo. Esta preocupación planea sobre el sueño No REM, de una manera borrosa, imprecisa, ajena al pensamiento, y en un momento determinado ese proceso mental entra en el sueño REM. Así aparecen excitaciones casuales que la conciencia del sueño debe integrar en su propio proceso; la consecuencia sería que las ideas se deformarían. Cuanto más intensos y abundantes fueran estos impulsos perturbadores, tanto más se desfigurarían las ideas. El niño ya no estaría en la cama convaleciente de escarlatina, sino que tendría otra enfermedad, un accidente, se hallaría en peligro. habría sido raptado o asesinado. Y como, a consecuencia de los impulsos perturbadores, las ideas -yo ando, corro, asciendo, saltó- se mezclan en la conciencia del sueño, no podemos permanecer como espectadores pasivos, nos vemos obligados a correr y a hacer algo, tenemos que permanecer activos en relación con estas variantes que nosotros mismos inventamos. Cuando el esfuerzo es excesivo, nos despertamos; entonces podemos revisar la historia soñada, y relegarla al olvido si la consideramos un disparate, o bien prepararnos para enfrentarnos a ella. Así, en las fantasías nocturnas nos autoexaminamos cara a las más imprevisibles eventualidades de la vida real."

Dieter E. Zimmer
Dormir y soñar








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