Algunas veces, el poema

Tanteamos en un cuarto a oscuras
esa palabra que alumbre mundos interiores
y testimonie grandeza y miseria
de nuestras pequeñas vidas
pero algunas veces, mientras buscamos,
son otras las palabras que se encienden
(como sueños todavía no soñados por nosotros)
y que iluminan con mayor claridad
más allá de la razón de amor
que empuja a nuestra mano cuando escribe:

y entonces el poema.

Néstor Mux



Poetas de orilla a orilla

Porque consagraron su voz a la melancolía
desde aquella orilla viene un discreto olor
a muertos respetables. Desde esta otra,
en comunión con la tierra de los hombres
sólo intentamos la celebración
de la alegría o la tragedia
porque estamos vivos.

Néstor Mux


Razones

Porque nos hemos resistido a sólo
consumir y prosperar como el resto del mundo.
Porque aún guardamos una memoria
para los muertos que adornan, para nadie,
las zanjas de esta cruel ficción llamada patria.
Porque todavía no se nos mezclan del todo
los variados rostros del verdugo
con el único rostro de la criatura humana.
Porque debemos, a nuestro juicio, lealtad a la palabra
y hablamos cada día con mayores silencios
hay en nuestras mesas alcoholes formidables,
ademanes de patética sinceridad
y risas que dejamos escuchar como pedazos de pan
cayendo al fondo, pero sólo mientras tanto.

Néstor Mux


Sólo fantasmas

Desde lo más hondo
se van abriendo paso impunemente
hasta instalarse en el centro de nosotros.

Como dulces fieras o ángeles pavorosos
vuelven a recobrar los pedazos de sí,
dejándonos a cambio el oprobio
que les dimos o las maravillas efímeras
que a nuestra vanidad se le antojaron inmortales.

Sólo fantasmas recorriéndonos hasta el final,
para que no olvidemos nunca que nuestras vidas
están construidas también con la memoria,
el estupor y la carne borrosa de esas muertes.

Néstor Mux


Y al llegar la noche
nos encontramos con el otro cuerpo,
extendido, húmedo y abierto hacia nosotros
como un pequeño valle de hierba feliz.
Con el rostro asomado a la sed
que nos encuentra con esa frágil eternidad,
tenemos palabras y gestos que quieren perdurar
más allá del tiempo que nos reúne.
Pero el deseo y la sangre
son breves como los instantes más hondos del hombre,
y a pesar del hermoso cansancio
y de lascivos perfumes que se harán familiares,
la soledad vuelve,
regresa inexorablemente con el día,
cuando ya nos creíamos salvados.

Néstor Mux








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