El proceso mental más difícil es considerar objetivamente cualquier concepto que, si se acepta como un hecho, implica desechar toda una vida de formación y experiencia.

Robert Monroe
Viajes Fuera Del Cuerpo, página 3


Pensé que, si este fenómeno no tenía una base física, debería ser una alucinación, una especie de fantasía. Por lo tanto, si volvía a producirse, lo observaría lo más objetivamente posible. Me hizo el favor de «presentarse» esa misma tarde. Empezó unos dos minutos después de acostarme. Esta vez estaba decido a aguantar y ver qué pasaba en lugar de intentar quitármelo de encima. Entonces la «sensación» surgió en mi cabeza y recorrió todo mi cuerpo. No fue una sacudida, sino más bien una «vibración» regular y de frecuencia invariable. Algo así como una descarga eléctrica que recorriera todo el cuerpo sin causar dolor. Además, la frecuencia estaba por debajo de las sesenta pulsaciones, quizás en la mitad. Aguanté lleno de miedo, procurando conservar la calma. Seguía viendo la habitación, pero no podía oír gran cosa aparte del zumbido causado por las vibraciones. No sabía lo que iba a pasar. Y no pasó nada. A los cinco minutos la sensación se desvaneció y me levanté completamente normal. Sólo tenía el pulso acelerado debido a la excitación del momento, lógicamente. El resultado me quitó buena parte del miedo a este fenómeno. En las otras cuatro o cinco veces que se produjo no logré averiguar mucho más. Al menos en una ocasión adoptó la forma de un anillo de chispas de unos 70 centímetros de diámetro, con el eje en el centro de mi cuerpo. Podía distinguir perfectamente el anillo si cerraba los ojos. Empezaba en la cabeza, bajaba despacio hasta los pies y volvía a subir a la cabeza manteniendo un ritmo constante. El ciclo me pareció que duraba unos cinco segundos. Cuando el anillo iba pasando por mi cuerpo yo notaba las vibraciones como si me estuviera atravesando un aro. Cuando pasaba por mi cabeza producía un gran zumbido y yo notaba las vibraciones en el cerebro. Traté de estudiar este anillo llameante de aspecto eléctrico, pero no hallé ninguna explicación, como tampoco acerté a saber qué era.

Robert Monroe
Viajes Fuera Del Cuerpo, página 8


De pronto caí en la cuenta de lo que estaba ocurriendo. Estaba completamente despierto. Podía ver por la ventana el paisaje bañado por la luz de la luna. Podía verme a mí mismo echado en la cama, con las mantas por encima y la almohada debajo de la cabeza y el pecho subiendo y bajando al ritmo de la respiración.
(…)
Era una pared, y yo estaba recostado en el a. Deduje de inmediato que me había dormido y que me había caído de la cama. (No me había pasado nunca, pero, con la cantidad de cosas raras que estaban ocurriendo, cabía dentro de lo posible). Después volví a mirar. Había algo raro. La pared no tenía ventanas, ni muebles apoyados ni puertas. No era la pared de mi habitación. Y, sin embargo, me resultaba familiar. En ese mismo instante la reconozco era una pared, era el techo. Yo estaba flotando en el techo, con un leve balanceo al menor movimiento. Me deslicé por el aire, atónito, y miré abajo. Allí, con la penumbra bajo mi cuerpo, estaba mi cama con dos figuras acostadas en el a. A la derecha mi esposa. Junto a ella, otra persona. Ambos parecían dormidos. Me pareció un sueño extraño. Sentí curiosidad. ¿Quién iba a estar en la cama con mi esposa? Miré más detenidamente y me llevé una fuerte impresión. ¡El otro que estaba en la cama era yo!

Robert Monroe
Viajes Fuera Del Cuerpo, página 11-14


La segunda vez que intenté disociarme deliberadamente también lo conseguí. Volví a subir a la altura del techo. Sin embargo, esta vez experimenté un impulso sexual avasalladoramente fuerte y no pude pensar en nada más. Regresé a mi cuerpo físico avergonzado e irritado conmigo mismo por mi incapacidad para controlar esta oleada de emoción. No descubrí el secreto de dicho control hasta cinco episodios más tarde. La visible importancia de la sexualidad en todo este asunto es tan grande que se tratará con detal e más adelante. Entonces era un exasperante bloqueo mental el que me retenía dentro de los límites de la habitación donde estaba mi cuerpo físico. Como no disponía de otra terminología aplicable empecé a llamar Segundo Estado a esta situación y (Segundo Cuerpo al otro cuerpo no físico que, al parecer, poseemos Esta terminología sigue siendo válida por el momento. Hasta la primera prueba experimental que pudo ser verificada yo pensaba que esto no eran sino ensoñaciones, alucinaciones, una aberración neurótica, una esquizofrenia incipiente, fantasías causadas por autohipnosis o cosas peores. La primera experiencia contrastada fue un auténtico mazazo. Aceptar los hechos afectaba prácticamente a toda mi experiencia vital hasta ese momento, a mi formación, mis ideas y mi escala de valores. Hacía añicos en especial mi fe en la totalidad y certidumbre del conocimiento científico de nuestra cultura. Yo estaba seguro de que nuestros científicos tenían todas las respuestas. Al menos la mayoría. Por el contrario, si rechazaba algo evidente para mí, si bien para nadie más, entonces estaba rechazando algo que me merecía el máximo respeto: que la emancipación y el progreso de la humanidad depende principalmente del avance de lo desconocido a lo conocido mediante el empleo del intelecto y los principios científicos. Ése era el dilema. En realidad, puede que me hayan tocado con una varita mágica o que me hayan concedido un don. Aún no lo sé.

Robert Monroe
Viajes Fuera Del Cuerpo, página 17


¿Qué hace uno cuando se enfrenta con lo desconocido? ¿Dar media vuelta y olvidarlo? En este caso dos factores negaron esa posibilidad. Una, la curiosidad. La otra, que no puede olvidarse ni ignorarse a un elefante en el cuarto de estar. O, mejor dicho, a un fantasma en el dormitorio. Pero eso no eliminaba en mí el conflicto y la ansiedad, que eran muy reales, muy inquietantes. Estaba fuera de toda duda el hecho de que me daba mucho miedo lo que pudiera ocurrirme si persistían estos fenómenos. Me preocupaba más la posibilidad de contraer una enfermedad mental que un deterioro físico.

Robert Monroe
Viajes Fuera Del Cuerpo, página 18


Esta tarde me he acostado para reanudar los experimentos y he decidido esforzarme seriamente en «visitar» a R. W, dondequiera que esté. (En mi caso la regla básica ha sido siempre que tengo más éxito yendo hacia alguien que conozco bien, oportunidad que no se presenta tan a menudo). Me acuesto hacia las tres de la tarde, me relajo, noto el calor (vibraciones potentes) y pienso seriamente en el deseo de «ir» adonde R. W…

Robert Monroe
Viajes Fuera Del Cuerpo, página 47


En cualquier discusión sobre el Segundo Cuerpo y el Segundo Estado una de las preguntas más comunes es: ¿adónde vas? Al evaluar todos los experimentos quedó claro que había tres entornos de Segundo Estado. El primero de ellos, a falta de otra denominación mejor, lo identifiqué como Escenario I. Aunque sería más apropiado l amarle «Aquí y Ahora». El Escenario I es el más creíble. Lo componen las personas y lugares que existen verdaderamente en el mundo material y conocido en el mismo momento del experimento. Es el mundo representado para nosotros por nuestros sentidos físicos, el que la mayoría de nosotros estamos seguros de que existe. Las visitas al Escenario I, mientras se está en el Segundo Cuerpo, no deben contener seres, hechos o lugares extraños. Insólitos quizás, pero no extraños ni desconocidos. Si se da este último caso la percepción queda distorsionada. Por eso los únicos resultados demostrables por métodos estándar de confirmación se han dado moviéndose en el Segundo Cuerpo por el Escenario I.


Robert Monroe
Viajes Fuera Del Cuerpo, página 3


Hay un camino mejor y más rápido. Afortunadamente, parece haber sentidos direccionales si se aprende a utilizarlos. La clave está en el «si...». Como ya se ha dicho, consiste en <<pensar» en la persona que está en el punto de destino; no en el sitio, sino en la persona, y en utilizar el método prescrito. Se llega en cuestión de momentos. Puede verse pasar el paisaje si se desea, aunque es un poco desconcertante cuando hay que lanzarse de cabeza contra un edificio o un árbol y atravesarlo. Para evitar este tipo de traumas hay que olvidarse de ver durante el trayecto. Nunca se quita uno de encima el condicionamiento del cuerpo físico de que las cosas son sólidas. Al menos yo no lo he conseguido. Sigo teniendo tendencia a dirigirme a la puerta para salir hasta que vuelvo a darme cuenta de la situación cuando la mano de mi Segundo Cuerpo atraviesa el pestillo. Irritado conmigo mismo, me lanzo entonces a través de la pared en vez de por la puerta para reforzar mi conciencia de las características del Segundo Estado. Aparte de este oportuno instinto de localización que no se ve afectado por la distancia está el problema de que el sistema de navegación automática es demasiado preciso. Funciona según qué se piensa y en quién se piensa. La más mínima distracción durante un microsegundo provoca una desviación en la ruta. Si a esto se añade que la mente consciente puede estar en conflicto con el superconsciente acerca de cuál debe ser el destino, queda claro por qué han acabado en fracaso tantos experimentos para producir datos probatorios del Escenario I. A veces incluso surge la pregunta de cómo se han podido obtener resultados habiendo tantas dificultades. Como experimento se puede probar a concentrarse durante un minuto en una única acción, hecho o cosa que «disguste» emocional e intelectualmente (con manifestación expresa del superconsciente) sin intromisión de ningún otro pensamiento ajeno. Se descubrirá que requiere cierta práctica.

Robert Monroe
Viajes Fuera Del Cuerpo, página 55


… es interesante, siempre que sea posible, determinar los fallos en la observación de las actividades en el Escenario I mientras se está en el Segundo Estado. Salvo en casos raros, la mayoría de los registros «visuales» son en blanco y negro. Sin embargo, los fuertes contrastes de luces y sombras dan lugar a percepciones erróneas. Por ejemplo, una luz intensa sobre los cabellos oscuros de una persona puede hacer que parezcan rubios en vez de oscuros.

Robert Monroe
Viajes Fuera Del Cuerpo, página 60


Otra de las dificultades de viajar por el Escenario I reside en el factor tiempo. Lo malo es que los mejores momentos para relajarse profundamente, tan necesarios para crear el Segundo Estado, suceden a altas horas de la noche. Por lo tanto, es bastante natural aprovecharlos en la medida de lo posible. Hace falta menos esfuerzo y la separación es mucho más rápida. Sin embargo, las condiciones fisiológicas y psicológicas que contribuyen a inducir este estado son impredecibles y, además, no se las conoce del todo. Este inconveniente ha hecho que muchos experimentos en busca de datos probatorios hayan acabado en fracaso.
(…)
Sin embargo, los experimentos de visitas en el Escenario I son extraordinariamente importantes, quizás más que cualquier otra cosa que pueda intentarse por ahora. Solamente pueden obtenerse suficientes datos probatorios del Segundo Cuerpo y el Segundo Estado a través de este tipo de visitas en el Escenario I. Suficientes en el sentido de incitar a estudios serios llevados a cabo por autoridades científicas de nuestro tiempo. Sólo a través de este tipo de múltiples estudios monográficos puede producirse un cambio revolucionario en relación con el Segundo Cuerpo, aplicable además al conocimiento del ser humano. De lo contrario, y en el mejor de los casos, seguirá siendo un enigma sin resolver o, en el peor, una fantasía ridícula e inaceptable para filósofos y científicos. Por esta razón el tema recurrente en los informes de los experimentos es obtener datos probatorios.

Robert Monroe
Viajes Fuera Del Cuerpo, página 62-63


La mejor presentación del Escenario II es sugerir una sala con un rótulo en el dintel de la puerta: «Por favor, revise aquí todos los conceptos físicos». Si acostumbrarse a la idea de un Segundo Estado es una experiencia incómoda, el Escenario II puede ser difícil de aceptar. Seguro que produce efectos emocionales en la medida en que modifica seriamente lo que hemos aceptado como realidad. Es más, muchas de nuestras doctrinas religiosas e interpretaciones subsiguientes quedan abiertamente en cuestión. Baste decir que sólo una pequeña parte de las visitas al Escenario II a través del Segundo Cuerpo ha proporcionado datos probatorios, pues se trata de visitas que no permiten demostraciones fáciles. Por lo tanto, buena parte del material del Escenario II es una cautelosa extrapolación. Sin embargo, centenares de experimentos en esta área particular han arrojado resultados concluyentes. Si A más B es igual a C sesenta y tres veces, hay un alto grado de probabilidad de que A más B sea igual a C sesenta y cuatro veces. Postulado: el Escenario II es un medio no material con leyes de movimiento y materia relacionadas sólo remotamente con las del mundo físico. Es una inmensidad con unos límites desconocidos (para este experimentador) y una profundidad y dimensión incomprensibles para la mente finita y consciente. En esta inmensidad están todos los aspectos que atribuimos al cielo y al infierno (ver capítulo 8), que no son sino parte del Escenario II. Está habitado, si puede decirse así, por entidades con diversos grados de inteligencia con los cuales es posible la comunicación. Según se expondrá en los análisis de percentiles en un capítulo posterior, en el Escenario II se ven alterados los fundamentos. El tiempo no existe, según los estándares del mundo físico. Hay una secuencia de acontecimientos, un pasado y un futuro, pero no separación cíclica. Ambos continúan existiendo colindantes con el «ahora». Son inútiles las medidas, desde los microsegundos a los milenios. Otras medidas pueden representar estos factores en cálculos abstractos, pero esto no es seguro. Las leyes de la conservación de la energía, la teoría de los campos de fuerzas, la mecánica ondulatoria, la gravedad, la estructura de la materia, todo esto ha de ser demostrado por los más versados en cada uno de estos campos. Parece haber una ley primordial que reemplaza a todas las mencionadas. El Escenario II es un estado del ser donde lo que denominamos pensamiento es la fuente de la existencia. Es la fuerza creadora vital que produce la energía, ensambla la «materia» con la forma y proporciona los canales de percepción y comunicación. Sospecho que el propio ser o el alma en el Escenario II no es más que un vórtice o bucle organizado según esta ley primordial. Se es lo que se piensa. En este medio no hay suplementos mecánicos. No hacen falta coches, barcos, aviones ni cohetes como medios de transporte. Se piensa el movimiento y ya es un hecho. El teléfono, la radio, la televisión y otros medios 33 de comunicación no sirven para nada. La comunicación es instantánea. No se ven tierras de labor, huertas, ranchos de ganado, industrias alimenticias ni tiendas. En ninguna de las visitas experimentales se hizo alusión a la necesidad de energía procedente de la alimentación. No se sabe cómo se repone la energía, en caso de que se consuma. El «mero» pensamiento es la fuerza que cubre cualquier necesidad o deseo, lo que se piensa es la matriz de la acción, situación y posición en esta realidad más amplia. Este es esencialmente el mensaje que la religión y la filosofía han estado tratando de inculcar a través de los siglos, si bien menos claro y, a menudo, distorsionado. Una de las facetas de este medio de pensamiento resulta muy reveladora al respecto: las Preferencias atraen a las Preferencias. No sabía que hubiera una norma que rigiera de un modo tan particular. Para mí no había sido más que una abstracción. Pero al proyectarla hacia fuera se empieza a apreciar la infinita variedad que hay en el Escenario II. El destino parece estar integrado por completo dentro del marco de las más íntimas y constantes motivaciones, emociones y deseos de cada uno. Se puede no ser consciente de querer «ir» a un determinado sitio, pero no hay alternativa. La Supermente es más fuerte y normalmente toma las decisiones por uno mismo. Las Preferencias atraen a las Preferencias. El aspecto interesante de este mundo (o mundos) pensado del Escenario II es que se percibe efectivamente tanto la materia sólida como los objetos comunes del mundo físico. Estos últimos adquieren carta de naturaleza por tres vías. Primera, los productos del pensamiento de quienes han vivido en el mundo físico y siguen conservando sus pautas. Esto se consigue casi de manera automática, sin proponérselo deliberadamente. Segunda, quienes gustaban de ciertas cosas en el mundo físico y las recrean para embellecer el entorno en el Escenario II. Tercera, supongo que es una clase superior de seres inteligentes más conscientes del entorno del Escenario II que la mayoría de sus moradores. Su objetivo parece ser el de la simulación del medio físico (al menos temporalmente) en atención a quienes emergen del mundo físico después de la «muerte». Esto se hace para amortiguar el trauma y el impacto sobre los «recién llegados» presentándoles formas y entornos familiares en las primeras fases de su transformación. A estas alturas ya se puede empezar a entender la relación del Segundo Cuerpo con el Escenario II. El Escenario II es el medio natural del Segundo Cuerpo. Sus principios de acción, composición, percepción y control se corresponden todos con los del Escenario II. Ésta es la razón de que la mayoría de mis intentos de viajes experimentales me llevaran involuntariamente a algún punto del Escenario II. El Segundo Cuerpo no pertenece al mundo físico.

Robert Monroe
Viajes Fuera Del Cuerpo, página 68


En el Escenario II la realidad se compone de los deseos más profundos y los miedos más angustiosos.

Robert Monroe
Viajes Fuera Del Cuerpo, página 74


Sólo se pasa a los innumerables y evidentemente organizados núcleos de actividad del Escenario II cuando se ha superado la fase de «emoción pura». Es imposible transmitir a nadie la «realidad» de esta eternidad no física. Como ya han dicho muchas personas a lo largo de los siglos, hay que experimentarla. Lo más importante es que los habitantes de la mayoría de los lugares visitados «siguen» siendo humanos. Diferentes, en un medio distinto, pero aún con atributos humanos reconocibles.

Robert Monroe
Viajes Fuera Del Cuerpo, página 78


La aparición de actos muy agresivos volvió a confirmarme con claridad que el Escenario II no es precisamente un lugar plácido y sin conflictos.

Robert Monroe
Viajes Fuera Del Cuerpo, página 80


La mayor dificultad es la incapacidad de la mente consciente, educada y condicionada por el mundo físico a la hora de aceptar la existencia de este infinito Escenario II. Nuestras jóvenes ciencias mentales occidentales suelen negar su existencia. Nuestras religiones la afirman en vagos términos abstractos y distorsionados. Las ciencias reconocidas no reconocen esa posibilidad ni pueden demostrarla valiéndose de sus instrumentos de investigación y medición. Pero sobre todo está la Barrera. Nadie sabe a ciencia cierta por qué existe, al menos en el mundo occidental. Es el mismo telón que, cuando despertamos, borra el último sueño o el recuerdo de la visita al Escenario II. Esto no significa que todos los sueños sean producto de visitas al Escenario II. Aunque algunos bien podrían ser traducciones de experiencias en el Escenario II. Esa traducción (simbolización de la experiencia en el Escenario II) no forma necesariamente parte de la Barrera. Al contrario, parece ser el esfuerzo de la mente consciente por interpretar acontecimientos supraconscientes en el Escenario II que rebasan su capacidad de comprensión y representación. La observación mediante el Segundo Cuerpo a través del Escenario I (Aquí y Ahora) demostró que las funciones y acciones más comunes estaban expuestas a malentendidos, sobre todo cuando se observaban fuera de contexto. El Escenario II, un medio totalmente desconocido para la mente consciente, ofrece mucho más margen para los errores de interpretación. Como cabe suponer, sospecho que la mayoría, si no todos los seres humanos, visitamos en algún momento el Escenario II mientras dormimos. No sé por qué son necesarias estas visitas. Quizás algún día, algún año, nuestras ciencias de la vida lleguen a saberlo, y entonces dará comienzo una nueva era para la humanidad. Nacerá toda una nueva ciencia basada en los datos del Escenario II y en nuestras relaciones con este mundo maravilloso. Algún día. Si es que la humanidad puede esperar tanto tiempo.

Robert Monroe
Viajes Fuera Del Cuerpo, página 84


Paradójicamente, los científicos de hoy en día pueden concebir mucho más fácilmente la zona aquí denominada Escenario III que el Escenario II. Porque cuadra con los últimos descubrimientos en física, pequeñas pruebas obtenidas en sus experimentos con el bombardeo de la materia, los aceleradores de partículas, los ciclotrones, etcétera.

Robert Monroe
Viajes Fuera Del Cuerpo, página 85


¡El agujero está poblado! Esta tarde (a las siete, media) he experimentado las vibraciones y el giro de 180 grados. Y en esta ocasión, sin muchas vacilaciones, me he lanzado a través de él y he permanecido erguido. Me sentí inmediatamente en presencia de alguien. Más que verle sentí su presencia (varón, me dio la impresión). Por alguna razón incomprensible que sigo sin entender, aunque lo recuerdo ahora con tranquilidad, me desplomé agradecido ante él y me eché a llorar. Me calmé al momento, retrocedí cauteloso, atravesé el agujero, giré para volver al cuerpo físico y me incorporé. ¿Quién sería? ¿Por qué actué yo tan emocionalmente?

Robert Monroe
Viajes Fuera Del Cuerpo, página 91




Al cabo de una hora de preparativos logré abandonar el cuerpo físico y comencé a viajar a toda velocidad a través de las tinieblas. Durante el trayecto fui gritando mentalmente: «¡Agnew Bahnson!». De pronto me detuve (o me detuvieron). Estaba en una habitación más bien oscura. Alguien me tenía inmovilizado, de pie. Tras un momento de espera salió una nubecilla de gas blanco de un pequeño agujero que había en el suelo. La nubecilla tomó forma y mi sexto sentido me dijo que se trataba del señor Bahnson, aunque no podía verle bien ni identificar sus facciones. En seguida se puso a hablar contento y de manera atropellada. «¡Bob, no te vas a creer la de cosas que me han pasado desde que llegué aquí!».

Robert Monroe
Viajes Fuera Del Cuerpo, página 118


La nube donde se flota está bañada por rayos de luz de tonos y matices en perpetuo cambio, todos buenos mientras uno se baña en ellos, mientras le pasan por encima. Rayos de luz de color rubí o algo más allá de lo que conocemos como luz, porque jamás había visto una luz semejante. Todos los colores del espectro iban y venían constantemente, nunca con brusquedad, proporcionando cada uno de ellos una diferente felicidad apacible o relajante. Es como estar dentro y formando parte de las nubes que rodean un atardecer eternamente resplandeciente y cambiar con cada variación de color vivo. Es como responder y absorber la eternidad de azules, amarillos, verdes y rojos y toda la sutil gama de tonos intermedios. Todos resultan familiares. Aquí se está a gusto. En la Casa.
Al atravesar despacio y sin esfuerzo la nube se escucha música alrededor. No es algo que se capte. Está al í siempre y se vibra en armonía con la música. Es mucho más que la música conocida. Son sólo las armonías, los delicados y dinámicos pasajes melódicos, los contrapuntos corales que evocan al i una profunda emoción incoherente. No hay ramplonería. Coros de voces humanas hacen eco en canciones sin palabras. Es como resonar en infinitas modalidades de cuerdas de todos los tonos de sutil armonía entrelazadas en temas cíclicos a la vez que en fuga. La música no procede de ninguna fuente. Está al i, envolvente, íntima, parte de uno; la música es uno mismo. Es la pureza de la verdad de la que no se ha tenido más que un atisbo. Es el festín, y las diminutas exquisiteces degustadas al í hacen concebir esperanzas en la existencia del Todo. Aquí se colma la inefable emoción, anhelo, nostalgia y sensación de destino que se experimenta al contemplar las nubes de poniente en Hawái, al permanecer mudo entre los altos árboles que se mecen en el silencio del bosque, o cuando un pasaje o fragmento musical o una canción evocan recuerdos del pasado o inspiran una nostalgia ausente de recuerdos o cuando se echa de menos la patria, ya sea ésta una ciudad, un país, una nación o la familia. Uno es la Casa. Se está donde hay que estar. Donde siempre se debería haber estado. Y lo más importante, no se está solo. Hay otros al lado o relacionados con uno. No tienen nombre ni se les percibe por su aspecto, pero se les conoce y se está unido a ellos por un gran conocimiento único. Son exactamente como uno mismo, son uno mismo y, del mismo modo, son la Casa. Se les siente como suaves ondas eléctricas que pasan, como una totalidad de amor de la que todas las facetas que se hayan experimentado no son más que segmentos o porciones incompletas. Aquí es el único sitio donde la emoción no necesita ninguna expresión ni manifestación ostentosa. Se da y se recibe como un acto automático, sin esfuerzo. No existe la necesidad. Desaparece la «condescendencia». El intercambio fluye con naturalidad. No hay conciencia de las diferencias de sexo, cada uno como parte del todo es a la vez masculino y femenino, positivo y negativo, electrón y protón. El amor hombremujer va y viene, padrehijohermanoídolo, idilio e ideal, todo ello interactúa en suaves ondas dentro, en y a través de cada uno. El equilibrio es perfecto porque se está donde hay que estar. Uno es la Casa. Dentro de todo esto, aunque sin formar parte de ello, se es consciente de la fuente de toda la existencia individual y de la inmensidad que rebasa la capacidad personal de percibir y/o imaginar. Aquí se sabe y se acepta fácilmente la existencia del Padre. El auténtico Padre. El Padre, el Creador de todo cuanto existe o ha existido. Cada uno es una de sus innumerables 64 creaciones. Cómo o por qué, no se sabe. No importa. Se es feliz sencillamente por hallarse en el Sitio Idóneo, donde se está verdaderamente a gusto.

Robert Monroe
Viajes Fuera Del Cuerpo, página 133


Tal vez algún día se identifiquen los «ayudantes». Sospecho que la respuesta puede ser sorprendente.

Robert Monroe
Viajes Fuera Del Cuerpo, página 145


Sin embargo, no os entristezcáis todos cuantos me queréis (y espero que seáis muchos) en caso de que haya un accidente así y la interpretación pertinente sea que estoy experimentando la transición hacia la muerte en vez de continuar la vida aquí Porque tengo la íntima convicción de que es una transición y, por mucho que eche de menos las cosas que ya no voy a hacer aquí, la honda nostalgia y añoranza de lo que he intentado realizar aquí creo que se harán realidad si voy a la «Casa». Porque creo más que nunca que el cuerpo físico no es más que una máquina para uso del «Yo». Por lo tanto, una vez que «Yo» haya partido, el cuerpo no significa nada. Ni tumba, ni mausoleo, el cuerpo como tal no importa. «Yo» no estoy en él.

Robert Monroe
Viajes Fuera Del Cuerpo, página 160


Al principio no llegaba con el brazo. Pero seguí intentándolo, hasta que por fin noté en la mano la textura de la pared. De tanto estirarlo, el brazo se había hecho el doble de largo sin que yo notara cambio alguno. Cuando dejé de estirarlo se encogió hasta su tamaño normal. Esto confirma el hecho de que el cuerpo puede amoldarse a cualquier forma que se piense consciente o inconscientemente. Cuando se le deja a su aire recobra la forma humanoide. Si se piensa conscientemente en una determinada forma sospecho que la adopta. Por ejemplo, es posible adoptar temporalmente la forma de un perro o un gato. ¿Podría ser esto el origen de la mitología de los hombres lobo y los vampiros? No estoy seguro de querer intentarlo.

Robert Monroe
Viajes Fuera Del Cuerpo, página 186


La forma del cuerpo físico se reproduce hasta el último poro o cicatriz a menos que se piense en otra forma distinta. Del mismo modo, si los hábitos de pensamiento han ido en otra dirección, puede adoptarse la forma que parezca más conveniente. Sospecho que el Segundo Cuerpo puede modificarse en la forma que se desee, sea cual sea. Una vez rechazado el pensamiento, el Segundo Cuerpo vuelve a su forma humanoide habitual. Esto da pie a cierta especulación sobre la mitología humana. Si alguien quiere experimentar lo que significa ser cuadrúpedo, en el Segundo Cuerpo puede transformarse temporalmente en un gran perro, lo mismo que alguien con visión del Segundo Estado (probablemente hay muchas personas así) puede convertirse en hombre lobo. El resultado también puede ser el de los personajes mitológicos de hombres mitad cabra o mitad cabal o. Se puede «pensar» en alas y volar y transformarse temporalmente en un vampiro. No es tan difícil cuando se experimenta con el poder del pensamiento en el Segundo Estado. Dicho de otro modo, no parece haber nada que no pueda producirse en esta otra vida nueva/vieja. Por eso es obligado subrayar la siguiente advertencia: hay que estar absolutamente seguro del resultado que se desea y controlar constantemente los pensamientos que se tienen.

Robert Monroe
Viajes Fuera Del Cuerpo, página 201


He tenido a menudo la experiencia de soñar que volaba cuando, en realidad, al tomar conciencia de lo que había ocurrido, he estado volando fuera del Segundo Cuerpo. Se trata de un acto involuntario que la mayoría de las veces ocurre sin que medie ningún esfuerzo consciente. Es perfectamente factible el hecho de que muchas personas tengan esta experiencia mientras duermen, sólo que después no la acuerdan.

Robert Monroe
Viajes Fuera Del Cuerpo, página 208


En una serie de estudios recientes sobre el sueño se ha observado que durante el sueño MRO (Movimientos Rápidos de Ojos) los sujetos varones tenían una erección. Esto ocurría con independencia del contenido del sueño. Podía producirse hasta con un sueño sin naturaleza sexual. Es lo más concluyente que ha experimentado la ciencia hasta la fecha. Se saca aquí a colación únicamente porque la reacción física más consistente al regreso del Segundo Estado es una erección. No es más que una pista. Tanto si se trata de una manifestación distinta como de una purificación, la sexualidad del Segundo Estado no es igual que su eco físico, ni siquiera después de abandonar los hábitos y prejuicios de este último. Las barreras originadas y continuamente reforzadas por los condicionamientos sociales no son más que la mitad del problema. Ya no intervienen los elementos físicomecánicos. La mente sigue traduciendo durante mucho tiempo la secuencia atracción –acción- reacción como si fuera igual en el mundo no físico. Las diferencias van haciéndose patentes a medida que se intensifican la percepción y el control. La primera y más evidente es que no existen pruebas de interpenetración hombre -mujer. Vistos retrospectivamente, los intentos de expresar las necesidades de modo tan funcional resultan patéticos. Se produce una frustración al descubrir que las cosas no funcionan así en el Segundo Estado. Además, está ausente por completo la sensualidad surgida por la forma del otro sexo, puesto que no cabe distinción de forma física ni a la vista ni al tacto. Entonces, ¿cómo es?, ¿qué es lo que pasa? Recurrimos una vez más a la analogía entre los polos opuestos. Hay una conciencia clara de la «diferencia», semejante a la radiación (tal vez lo sea) solar o al fuego cuando se está aterido de frío. Es una dinámica de atracción y necesidad. Atracción cuya intensidad varía de unas personas a otras. (Definir qué hace que una persona sea más atractiva sexualmente que otra va más allá de lo físico). Puede tratarse de líneas o flujos magnéticos. El «acto» como tal no es propiamente un acto, sino un estado de shock rígido e inmóvil en el que ambos se funden en todas sus dimensiones, átomo por átomo, a través de todo el Segundo Cuerpo, y no a un nivel superficial y limitado a determinadas partes del cuerpo físico. Es un breve flujo mutuo y sostenido de electrones. Se alcanza un éxtasis insoportable al que siguen la tranquilidad y el equilibrio; eso es todo. No sé por qué sucede esto ni por qué se necesita, igual que el polo positivo de un imán tampoco entiende por qué necesita al polo negativo de otro imán. Sin embargo, la diferencia estriba en que podemos percibirlo objetivamente y preguntarnos «por qué». Una cosa es cierta: el acto es igual de necesario en el estado físico que en el Segundo Estado. En ciertas zonas del Escenario II es tan normal como un apretón de manos.

Robert Monroe
Viajes Fuera Del Cuerpo, página 217


… en el Segundo Estado no existe en absoluto el mal.

Robert Monroe
Viajes Fuera Del Cuerpo, página 226


A lo largo de este libro he efectuado numerosas referencias a un hecho incuestionable: la posibilidad de que una persona reconozca la realidad del Segundo Cuerpo y la existencia dentro de él. Está claro que no hablaríamos así de ello si fuera cosa fácil. Sospecho que sólo mediante una curiosidad innata pueden superarse los obstáculos que se interponen para conseguirlo. Se han registrado múltiples casos de existencia experimentada fuera del cuerpo físico, pero la mayoría (al menos en el mundo occidental) han sido casos aislados y espontáneos, en momentos de tensión o en los que se han sufrido problemas físicos. Estamos hablando de algo totalmente distinto, que puede ser investigado objetivamente. El experimentador ha de proceder de tal forma que obtenga resultados coherentes, quizás no en todos los casos, aunque sí tan a menudo como para corroborar su hipótesis con entera satisfacción. Creo que cualquier persona es capaz de experimentar la existencia en el Segundo Cuerpo si su deseo es suficientemente intenso. No entro a valorar si es algo deseable o no. Las pruebas me han llevado a creer que la mayoría de los seres humanos, si no todos, abandonan el cuerpo físico con diferentes niveles de intensidad durante el sueño. Lecturas ulteriores me han demostrado que esta idea tiene miles de años de antigüedad en la historia de la humanidad. Tratándose de una premisa válida, el estado en cuestión no es algo antinatural. Por otra parte, la práctica consciente y deliberada de separación del cuerpo físico podría parecer contraria a este patrón a la luz de los limitados datos disponibles. Los efectos físicos perjudiciales de tal actividad están por determinar. Yo no he detectado (tampoco lo ha hecho ningún médico) cambios fisiológicos positivos ni negativos que puedan atribuirse directamente a la experiencia fuera del cuerpo. Lo que sí he advertido son muchos cambios psicológicos, aparte de que probablemente hay muchos otros más que se me han escapado. Ahora bien, ni siquiera mis amigos psiquiatras han aventurado que sean negativos.

Robert Monroe
Viajes Fuera Del Cuerpo, página 226


Conviene avisar aquí a quienes estén interesados en experimentar de que, una vez abierta la puerta a esta experiencia, ya no puede volver a cerrarse. O, mejor dicho, ya no se puede vivir con ella ni sin ella. La actividad y conciencia resultantes son bastante incompatibles con la ciencia, la religión y las costumbres de la sociedad en que vivimos. La historia está repleta de mártires cuyo único delito era el inconformismo. Si este tipo de intereses e investigaciones llega a ser de dominio público se corre el riesgo de ser tildado de monstruo, farsante o, peor aún, ser condenado al ostracismo. Pese a todo, se perdería algo vital si no se prosiguiera con las exploraciones e investigaciones. Queda meridianamente claro en los innumerables períodos de «secano» en los que no se obtiene ningún resultado por muchos esfuerzos que se hagan. Se sufre una intensa sensación de marginación y agotamiento de una fuente de gran significado para seguir viviendo.

Robert Monroe
Viajes Fuera Del Cuerpo, página 227


La barrera del miedo Existe un gran obstáculo para la investigación del Segundo Cuerpo y el entorno en el que opera. Quizás sea la única barrera de entidad. Al parecer, afecta a todas las personas sin excepción. Puede estar oculto bajo capas de inhibiciones y condicionamientos, pero el obstáculo sigue ahí aun cuando desaparecen las capas que lo ocultan. Se trata de la barrera del miedo ciego e irracional. A poco que se le empuje, se convierte en pánico y pasa a ser terror. Quien franquee conscientemente la barrera del miedo habrá superado un hito en sus investigaciones. Estoy razonablemente seguro de que esta barrera la franqueamos inconscientemente muchos de nosotros por las noches. Cuando se impone la parte de nosotros que cae más allá de la consciencia queda fuera de la inhibición causada por el miedo, aunque parece seguir bajo el influjo del pensamiento y la acción de la mente consciente. Parece estar acostumbrada a operar más al á de la barrera del miedo, y comprende mejor las normas de la existencia en este otro mundo. Cuando la mente consciente se retira por las noches ocupa su puesto la Supermente. El proceso de investigación del Segundo Cuerpo y su entorno parece ser una mezcla entre la mente consciente y la Supermente. Si se logra, se supera la barrera del miedo. La barrera del miedo presenta muchas facetas. Los más intrépidos de nosotros creemos que no existe hasta que, con gran sorpresa por nuestra parte, la reconocemos dentro de nosotros mismos. Ante todo, está el miedo a la muerte. Como la separación del cuerpo físico se parece mucho a lo que se cree que es la muerte, las primeras reacciones ante esta experiencia son automáticas. Se piensa: «¡Vuelve inmediatamente al cuerpo físico! ¡Te estás muriendo! ¡La vida está ahí, en el cuerpo físico, vuelve a meterte en él!». Estas reacciones aparecen a pesar de nuestra formación intelectual o emocional. Yo no conseguí reunir el valor (ni la curiosidad) suficiente para permanecer fuera unos momentos y observar objetivamente hasta después de haber repetido todo el proceso dieciocho o veinte veces. El miedo a la muerte quedaba sublimado o superado por la familiaridad. Hay quienes han probado esta técnica y lo han dejado después de la primera o segunda experiencia, incapaces de superar este primer aspecto de la barrera. El segundo aspecto de la barrera del miedo también está relacionado con el miedo a la muerte: ¿seré capaz de regresar al cuerpo físico o de volver a meterme «dentro» de él? Como carecía de orientaciones o instrucciones concretas, éste siguió siendo para mí un miedo fundamental durante varios años, hasta que di con una sencilla respuesta que siempre me ha funcionado. Lo mío fue una cuestión de racionalización. Había «salido» cientos de veces y había quedado claro que era capaz de volver sano y salvo de una u otra forma. Por lo tanto, existían probabilidades de volver sano y salvo la próxima vez. El tercer miedo fundamental era el miedo a lo desconocido. Las normas y los peligros de nuestro entorno físico pueden determinarse en grado razonable. Nos hemos pasado la vida elaborando reflejos para combatirlos. Ahora, de repente, nos encontramos con otras normas completamente diferentes, otro mundo de posibilidades muy distintas, poblado por seres que las conocen al dedillo. Pero no hay ningún código, ni mapa, ni protocolo, ni cursos de física o química aplicables, ni autoridad incontrovertible a la que recurrir en busca de consejo o respuestas. ¡Muchos misioneros han sido asesinados en tierras remotas en condiciones semejantes! Debo confesar que aún me asalta este tercer miedo, y con razón. Lo desconocido sigue siéndolo en gran medida. Con la cantidad de veces que he penetrado en el otro estado no he sacado en claro más que un puñado de normas inmutables y coherentes. Todo lo más que puedo decir hasta la fecha es que he sobrevivido a estas expediciones. Hay muchas cosas que no comprendo y que rebasan mi capacidad de comprensión. Otro miedo son las consecuencias sobre el cuerpo físico y la mente consciente por participar y experimentar con este tipo de actividad. Es verídico, ya que nuestra historia no parece contar con informes fiables al respecto, al menos que yo sepa. Tenemos estudios sobre paranoia, esquizofrenia, fobias, epilepsia, alcoholismo, enfermedad del sueño, acné, enfermedades víricas, etcétera., pero no disponemos de un cuerpo bien trabado de datos objetivos sobre la patología del Segundo Cuerpo. La única forma de saltar la barrera del miedo es andar al principio con pies de plomo para ir familiarizándose poco a poco. Confío en que la lectura de este libro proporcione ese «paso psicológico» por encima de la barrera. Puede contribuir a reconocer las condiciones y patrones familiares en los que al menos una persona ha tenido experiencias similares y ha sobrevivido.

Robert Monroe
Viajes Fuera Del Cuerpo, página 228


El requisito básico, quizás incluso el primer paso, es la capacidad de relajarse. Se genera deliberadamente, y es tanto física como mental. Unido a esto debe ir el alivio de cualquier sensación de apremio. No se puede tener prisa. No deben ocupar el pensamiento citas pendientes ni llamadas anticipadas que requieran nuestros servicios o atención. Cualquier manifestación de impaciencia puede echar por tierra las perspectivas de éxito.
(…)
2. Estado de vibración Producir este efecto es lo más importante de todo…
Una vez conseguido, se tiene la certidumbre de haberlo logrado y de haber superado así otro obstáculo considerable.

Robert Monroe
Viajes Fuera Del Cuerpo, página 231-236


El ritmo vibratorio original parece ser del orden de unos veintisiete ciclos por segundo (referido a las ondas como tales, no al circuito de la cabeza a los pies). Al principio este patrón responde lenta y levemente a las órdenes. El primer indicio de haberlo logrado es cuando las vibraciones ya no producen bruscas sacudidas. Se ha avanzado en el control una vez que se produce un efecto regular y sólido. Es esencial aprender a aplicar este proceso de aceleración. La intensificación de las vibraciones es lo que permite la disociación del cuerpo físico. Una vez fijado el impulso que da lugar a la aceleración, ésta se produce automáticamente. Por último, pueden sentirse las vibraciones sólo al principio. Van aumentando la frecuencia (como un motor al arrancar) hasta alcanzar niveles imposibles de percibir. En esta fase el efecto sensorial es un ligero cosquilleo y calor corporal, aunque no demasiado intenso. Cuando se llega a este estadio es señal de que se puede pasar a los primeros experimentos de disociación física. Aquí conviene hacer otra advertencia. Creo que a partir de este punto ya no hay vuelta atrás. Ya se está abocado a la realidad de esta otra existencia. Cómo afecta esto a la personalidad, la vida cotidiana, el futuro y el pensamiento es algo que depende completamente de cada uno. El caso es que, una vez expuesto a esta otra realidad, ya no se puede volver a ignorar del todo, por más esfuerzos que se hagan. La presión de los asuntos materiales puede sublimarla durante algún tiempo, pero de todas maneras volverá. No siempre se puede estar en guardia ante este retorno. Las vibraciones pueden presentarse de improviso estando en plena relajación al acostarse o al despertarse. Claro que se pueden acallar, pero al final se está demasiado cansado como para tomarse esa molestia, de tal forma que el proceso vuelve a dar comienzo. Se tiene la sensación de estar luchando contra uno mismo. ¡Y quién va a querer luchar contra sí mismo al precio de un sueño reparador!

Robert Monroe
Viajes Fuera Del Cuerpo, página 241


El método más sencillo de utilizar para separarse del cuerpo físico es el procedimiento de «elevación» … Un segundo método es la técnica de «giro».

Robert Monroe
Viajes Fuera Del Cuerpo, página 246-247


Ya ha quedado apuntado que el miedo a no poder volver a entrar en el cuerpo físico es un elemento disuasorio fundamental para no salir de él. Me encontré con este problema muchas veces en mis primeros experimentos. Afortunadamente, di también con una solución en todos los casos en que surgió esta dificultad. Tras un análisis minucioso de centenares de pruebas desarrollé una técnica infalible. La única garantía que puedo dar es mi propia experiencia: a mí siempre me ha funcionado. En primer lugar, no dejarse llevar por el pánico si surgen dificultades. Por encima de todo, mantener los procesos de pensamiento racional en posición dominante. El terror sólo agrava las cosas. Interiorizar este sencillo lema y recurrir a él: “Para regresar al cuerpo físico, dondequiera que se esté, pensar en él”. Empezar a mover mentalmente alguna parte del cuerpo físico. Mover algún dedo de la mano o del pie. Respirar hondo físicamente. Reactivar los cinco sentidos físicos o alguno de ellos. Mover la mandíbula. Tragar o mover la lengua. Vale cualquier acto que implique movimiento físico o empleo de energía física. Si alguno de ellos no surte un efecto inmediato, probar con otro. Este tipo de actos pensados acaban devolviéndole a uno al cuerpo físico sin la menor duda. Es cuestión de dar con el que mejor funcione. El regreso es prácticamente inmediato cuando se aplica esta técnica. Es una mezcla entre un localizador automático de dirección y el despegue de un cohete. La reintegración parece instantánea cuando se utiliza esto. De todas formas, este método de regreso inmediato anula cualquier capacidad de decisión. Una vez puesto en marcha no puede detenerse. Se regresa al cuerpo físico sin saber qué pasa ni cómo está sucediendo. Por lo tanto, hay que tenerlo como medida de emergencia en reserva más que como paso obligado. En condiciones normales hay que pensar en notar la dirección y ubicación del cuerpo físico. Después, emprender el regreso sin prisas, de un modo tranquilo y constante. La mecánica del movimiento. Ahora que ya se han establecido los controles adecuados, entre ellos la señal de regreso de emergencia, se está preparado para dar el paso más importante de todos: «ir» a un punto distante y regresar. Desde luego, no es nada aconsejable intentar realizar este ejercicio antes de haber superado todas las pruebas anteriores y de haberse sentido cómodo con el as. Cabe la posibilidad de haber ido inadvertidamente a lugares distantes al principio. Si éste es el caso, no es difícil reconocer la importancia de seguir ciertos procedimientos. En primer lugar, hay que fijar el «punto de destino». Recordar la norma: se debe «ir» a una persona, no a un sitio. Puede lograrse esto último si se tienen fuertes vínculos emocionales con determinado escenario, pero, hasta la fecha, los experimentos en este sentido han tenido poco éxito. Claro que puede deberse a la persona que esto escribe.

Robert Monroe
Viajes Fuera Del Cuerpo, página 252


La única forma de aceptar y conocer esta realidad ampliada es experimentarla. ¡Buena suerte!

Robert Monroe
Viajes Fuera Del Cuerpo, página 256


El Escenario I se corresponde exactamente con el mundo físico material en todos los aspectos. El Escenario II ofrece muchas facetas, si bien muestra pocos parecidos con el Escenario I. Es una zona de campos de energía a la vez familiares y extraños, donde no hay gravedad, aunque, curiosamente, sí se aplican varias leyes fundamentales de la Física. En un sentido social, histórico y filosófico hay muy poco paralelismo con el Escenario I. El Escenario III plantea cuestiones impenetrables. Tiene prácticamente las mismas características que el Escenario I, menos algunas desviaciones concretas que son inexplicables.

Robert Monroe
Viajes Fuera Del Cuerpo, página 288


Los detalles de esta hipótesis pueden ser erróneos, la motivación, diferente, pero la base no debe andar muy lejos de la realidad. De hecho, para «ellos» tal vez no seamos más que interesantes animales de laboratorio, útiles para diversos experimentos, pero nada más. Si este tipo de comunicación y/o experimentación se llevó y se lleva a cabo ahora, podría ser la causa de lo que queda por responder en nuestra historia humana.

Robert Monroe
Viajes Fuera Del Cuerpo, página 297


¿Somos acaso animales de laboratorio? Quizás es que el experimento sigue «en marcha».

Robert Monroe
Viajes Fuera Del Cuerpo, página 301


La amplitud del Escenario II no conoce límites. En las condiciones encontradas hasta ahora no parece haber medios para medir o calcular la anchura y profundidad de este extraño lugar familiar. El movimiento de una parte a otra es tan instantáneo que impide todo cálculo u observación de posiciones espaciales relativas entre unas u otras zonas. Al parecer, los lugares del Escenario II y este universo físico no están en conjunción. Simplemente, pueden coincidir o no, sitio a sitio. Desde luego, este ámbito no material no tiene por centro la tierra en que vivimos. Al contrario, parece que sólo una parte muy pequeña envuelve nuestro mundo físico y nos sirve de «puerto de entrada»

Robert Monroe
Viajes Fuera Del Cuerpo, página 313



















































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