El ruego

Una ardorosa lágrima de fuego
se desgranó de tus dolientes ojos,
cuando tu voz pletórica de enojos
con aspereza rechazó mi ruego.

Fui todo tuyo con pasión y, luego,
ya doblegado, con fervor, de hinojos
te fui diciendo en plenitud de antojos
cómo te amaba con locura, ciego.

No sé lo que ha pasado, pero insisto
en que estoy padeciendo como Cristo
porque vivo clavado en mis desvelos.

Al trágico madero del destino.
Y así voy caminando mi camino
con la cruz agobiante de mis celos.

Manasés Eduardo Capriles

No hay comentarios: