"José Martí dijo que hablábamos con la lengua de Quevedo, haciendo referencia a Éxodo 4:15, “Tú hablarás a él, y pondrás en su boca las palabras”. ¿Hay algo de teológico en eso? Se afirma que la modernidad ocurrió en España en el Siglo de Oro y que a partir del barroco comenzó la decadencia. Tal vez sea la ansiedad de influencia la que nos condena al pasado y nos hace postrarnos delante de Garcilaso y de Góngora como si fueran dioses.  
     Yo comencé a escribir sonetos a partir de la lectura de Lezama y de Sarduy, de los Sonetos a la Virgen y de Big Bang, pero debo admitir que el ascendiente mayor en mi poesía es la televisión. Esa caja severa es una ciudadela, o el solar que tú dices, donde “se negocian cuerpo, política, rabia, tristeza, burla, herejías, autobiografía” y todo lo demás. El soneto es una pantalla, una especie de ranura o ventana donde sucede la acción. 
     Recuerdo que Bob Colacello, al organizar la retrospectiva de Andy Warhol en el Moderna Museet de Estocolmo, en 1968, recomendó al artista que cubriera las paredes con el papel estampado con cabezas de "Vaca", y que colocara los cuadros encima. Colacello decía: "Andy, ¡tú eres un pintor barroco!". Quizás sólo exista modernidad en lo barroco. 
     Severo Sarduy, en una carta de 1984, comentó la "particular teatralidad... en la puesta en escena material de[l] texto", de mi libro Vida Nueva. Si das un paso atrás y miras esos estudios sobre la página, verás que se trata de cuadros, de encuadres. Son mis retrospectivas."

Néstor Díaz de Villegas




"La crítica me viene naturalmente debido a que en el país donde nací y crecí se trataba de una cuestión de vida o muerte. O hacías la crítica constante y despiadada del sistema, o el sistema te engullía. Así que la crítica se convirtió para mí, desde muy temprano, en segunda naturaleza. Crítica social porque el problema estaba alrededor mío, en mi medio ambiente. Aquella familia de mamá, papá, nené, tío y tía –la llamada familia “nuclear”– era un organismo monstruoso que había jugado con la realidad, había hecho una revolución.
Por eso Kafka sitúa a Gregorio Samsa en un ambiente típicamente hogareño, pues la metamorfosis comienza allí. Y la metamorfosis es la revolución, como ya sabemos. Yo desperté un día en mi camita de la calle Menéndez Peláez, en Cumanayagua, convertido en una cucaracha. De manera que mi crítica comienza por el núcleo familiar, ese núcleo del Partido (padres, hermanos, maestros, condiscípulos, jueces, carceleros) que me miraban espantados desde la altura de su revolución, mientras yo me retorcía en el piso. Ese es mi lugar, mi singularidad, de donde arranca toda mi literatura."

Néstor Díaz de Villegas


La oscura cantidad...

La oscura cantidad que se insinúa
debajo de tus blancos pantalones
es como un dios detrás de los telones
transformándose en héroe. Continúa

la acción: el dios escapa entre botones
de nácar, le abre paso una ganzúa
al brillante escenario. Sobreactúa
en la parte del rompecorazones.

Le hago llegar al triste camerino
un manojo de rosas tatuadas
y un ánfora del foro con su vino

hecho de aguas metamorfoseadas
cual corresponde a un pícaro divino
que ha encarnado el papel del rey de espadas.

Néstor Díaz de Villegas


"La patraña de la patria parte de la idea errónea de la soberanía. Pero hoy es imposible ignorar que el patriotismo desembocó en el éxodo y la alienación. El Apóstol José Martí fue el primer cubanoamericano, y escribió en un idioma amañado por el inglés, su espanglish causaba asombro entre los lectores porteños de La Nación. Como a Jorge Luis Borges, se le acusó de escribir en castellano traducido. ¿Olvidamos que el Modernismo es newyorkino? ¿Que los Versos Sencillos son gringos? ¿Será éste el famoso “canon cubensis” de que habla Gerardo Muñoz? La renuencia a concebirnos como cubanoamericanos nos ha costado cara. Rechazamos la noción de "destino manifiesto", que fue la gran idea revolucionaria del siglo XIX.  
     Pero, si a lo que se refiere Muñoz cuando mienta mi apellido es a un abolengo, debo avisarle que en 1959 los Díaz de Villegas no eran nadie: botelleros, como mi tío Víctor, que fue sargento político del senador Santiaguito Rey, o jornaleros, como mi padre y mis tíos. Estamos emparentados, es cierto, con Agustín de Santa Cruz, conde de Cumanayagua, cuyos nombres y títulos llevo yo por haber nacido, casualmente, el día 3 de mayo. Desde 1848 militábamos en el bando de los anexionistas. El caballo Mazepa, de mi primo Federico, sirvió de montura al general Narciso López en su fuga a galope desde Cumanayagua hacia Cárdenas: Mazepa oblige.
     En los albores de la nación, en el momento de las grandes conspiraciones, existían en Cuba ideas políticas profundas, que fueron descartadas. El colonialismo y el reformismo funcionaban maravillosamente (es la Cuba nostálgica que se promete a los nativos y se ofrece a los turistas) y, en todo caso, no había por qué aspirar a la independencia en una Barataria donde lo español se había introvertido. 
     Hay constancia de que en 1850 los cubanos estaban decepcionados de la independencia austral, y que no creían en las pretendidas virtudes de un gobierno autóctono. La naturalización en masa de los nietos de españoles y un gobierno gallego de más de medio siglo son las secuelas del independentismo. A los 160 años de la muerte de Narciso, Cuba es todavía una colonia española, sin haberse resuelto en territorio libre asociado de los Estados Unidos. He ahí la poesía y la patria explicadas, o más bien, intrincadas."

Néstor Díaz de Villegas



"No sé inventar nada, casi todo lo que escribo está basado libremente en mi experiencia personal. La vida es la calistenia que me permite seguir escribiendo. En los momentos de máxima vitalidad, mi motivación, mi objetivo, es transformar la vivencia en una línea perfecta. En un verso. No creo a los que afirman que la persona debe borrarse para que aparezca el escritor: ambos son una y la misma cosa. Por otro lado, mi cuerpo espiritual pertenece al libro. Mi destino humano ha sido modelado por el libro, y quizás hasta mi destino sobrehumano."

Néstor Díaz de Villegas


"Soy actor nato y un cineasta en mi propia cabeza. Mi primera poesía es televisiva. Mis sonetos son episodios dramáticos en mini-series. ¡Yo inventé la mini-serie! “Confesiones del estrangulador de Flagler Street” deberá ser llevada a la pantalla, grande o chica, algún día. Hice una sola película, que no tuvo mucho éxito, “Conozca Flagler primero”, en 1998, como acompañamiento visual de “Confesiones”. El camarógrafo se quedó con los originales y nunca he podido reconstruirla. En cuanto a la crítica, es mi respuesta espontánea a la realidad, una respuesta involuntaria que paso después por la moviola de mi voluntad."

Néstor Díaz de Villegas


"Soy un solipsista. No sigo a nadie, pero estoy al tanto de lo que pasa a mi alrededor y aprendo de los maestros. Que por cierto, están entre nosotros, solo hay que reconocerlos. Les debo tantas cosas a escritores y pensadores cubanos de la actualidad que sería imposible enumerarlas. Pero hace tiempo que entendí aquello que decía Borges: yo solo puedo ser NDDV. Si tuviera que enseñar algo, enseñaría eso, a ser uno mismo, a conocerse a uno mismo, que es, a fin de cuentas, el principio y el fin de toda crítica."

Néstor Díaz de Villegas










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