A la fortuna

 Frenética ambición devora a César,   
 Un amor venicial al grande Antonio,   
 Importuna codicia a un Alejandro:   
         He aquí tus favoritos.   

 Lejos de mí, fortuna, déjame ora   
 Con la indigencia mísera luchando,   
 Esas tus vanaglorias no las quiero,   
         No quiero tus favores.   

 Conquista adoradores, yo no vendo   
 A númenes extraños culto impuro,   
 Doblo mi frente a Providencia sacra   
         Con humilde respeto.   

 Si ella pobre me quiere, me conformo   
 Con el santo querer que así lo manda,   
 De la amable paciencia revestido   
         Recibiré sus golpes.   

 Por esto no trocara palmas, lauros,   
 Que ostentan los campeones triunfadores;   
 Yo triunfo de mí mismo; esta victoria   
         Debe cantar la fama.   

 Si pobreza importuna me persigue   
 Desde la cuna hasta el sepulcro triste   
 Si horrible enfermedad tiende sus alas   
         Y en mí su golpe asesta,   

 Y si la negra muerte me arrebata   
 Mi dulce protección, mi único asilo,   
 O me arranca los padres tan amados,   
         Espejo de virtudes,   

 La muerte, la orfandad, los males todos   
 Cual celestiales dones considero,   
 Beso la sacra mano que me hiere,   
         Sus decretos acato.   

 No tengo imprecación, no tengo queja,   
 Contra quien como padre que castiga   
 Deja luego entrever tierna, bondades   
         Que el llanto nos enjugan. 

Manuel Maria Barbosa du Bocage
Traducción del portugués de Marcelino Menéndez y Pelayo

Contrición

Gasté mi ser en lides de demencia:
¡un tropel de pasiones me arrastraba!
¡Ciego y mísero fui cuando soñaba
que era casi inmortal mi humana esencia!

Con fulgores de sol, una existencia
engañosa la mente me doraba.
Mas la naturaleza claudicaba,
del mal original a la presencia.

¡Tiránicos placeres, los despojos
vuestros hundió en un mar de desengaños
esta alma, que, sedienta, en sí no cupo!

Cuando la muerte, ¡oh Dios!, cierre mis ojos,
gane un instante lo perdido en años:
¡sepa morir el que vivir no supo!

Manuel Maria Barbosa du Bocage


Despedida

Ausentome de ti, ¡paterno Sado!
mansa corriente, deleitosa, amena,
en cuya playa el nombre de Filena
he mil veces escrito y mil besado.

No me verás, en medio a mi ganado,
tañer más la amorosa y blanda avena,
a cuyo susurrar ibas, serena,
a confundirte con el mar salado.

Debo blandir, por orden de la suerte,
cayados no: mortíferos alfanjes
en los campos de Marte, altivo y fuerte.

Y tal vez, entre impávidas falanges
haga testigos de mi propia muerte
a las riberas que humedece el Ganges.

Manuel María Barbosa de Bocage


Volaste, alma inocente

Volaste, alma inocente, alma querida,   
 Fuiste a ver otro sol de luz más pura;   
 Falsos bienes de vida que no dura   
 Truecas por bienes de la eterna vida;   

 Por Dios llamada, para Dios nacida,   
 Ya de vana ilusión vives segura;   
 Feliz te creo, pero mi ternura   
 Con puñal de tristeza queda herida.   

 ¡Desdichado el mortal, insano, insano,   
 En llorar por los hados de quien mora   
 En palacio de eterno soberano!   

 Perdona, Anarda, al triste que te adora;   
 Tal es la condición del pecho humano;   
 Si la razón se ríe, Amor te llora. 

Manuel Maria Barbosa du Bocage
Traducción del portugués de Marcelino Menéndez y Pelayo






No hay comentarios: