A Miguel Hernández
Hubo una voz, un llanto que fue canto,
sabor agraz de luna y limonero,
un amor que de amar se volvió fiero,
golpeado por la vida y el quebranto.
Hubo una voz, un viento hecho lamento,
de pueblo llano, pueblo jornalero,
que enérgica voló buscando acento
de niño pobre, trágico y yuntero.
¡Ay, Miguel, llevo al hombro tu figura
que me dio pan y hambre, a dentelladas,
en este mundo falso y decadente!
Pan redentor de pena y de amargura,
y hambre de amor, de almendros y de aladas
páginas de fervor adolescente.
Manuel Escudero
No hay comentarios:
Publicar un comentario