Crepuscular

Velado por las gasas de nube purpurina
A ocaso se encamina
Agonizante el sol;
Se escucha allá a lo lejos la voz de una campana,
Las perlas de sus trinos el ruiseñor desgrana
Y sube de las almas al cielo la oración.
De gala se ha vestido Naturaleza entera:
Los montes, la pradera,
La azul inmensidad;
Hay nubes de topacio, colinas de amatistas,
Que todos los colores el Soberano Artista
De su paleta regia quiso derramar.
El sol, en occidente, semeja inmensa pira;
El bosque es una lira,
La brisa un trovador;
El campo es un poeta del sol enamorado,
Las flores son estrofas de verso perfumado
Y la dorada tarde un ósculo de amor…

María Olimpia de Obaldía


Dádivas Divinas

Yo nada te pedía cuando me diste
una estrella esmeralda en el Oriente,
un horizonte ilímite,
un par de alas
y una chispa divina en el espíritu.

Yo nada te pedía cuando me diste
un huerto rumoroso,
una fuente tranquila
y guirnaldas de pájaros y flores.

Yo nada te pedía cuando me diste
el amor en un vaso cincelado
por la Vida y la Muerte:
yo me embriagué de luz con su ambrosía,
te comprendí mejor, y tus designios
bendije para siempre.

Tantos dones cayeron como estrellas
en mi vida, pequeña para darte
las gracias que merecen
tus dádivas divinas...

y ahora además te pido, Padre justo y eterno,
me permitas pasar, con mi esperanza,
el cáliz del amor que me ofreciste
y otras vidas que llegan -nueva aurora-
a iluminar tu cielo;
a alumbrar los caminos que se hicieron
con las huellas de Cristo.

Esta plegaria es también Acción de Gracias
por la vida, el amor y la esperanza,
nutridos por la fe, que es don de dones,
y ha de llegar a Ti -dulce rocío-
del hontanar de mi alma.

María Olimpia de Obaldía



Himno a la maternidad
(Homenaje a las maestras panameñas)

I
Concepción

Extraña sensación mi ser conmueve,
como si nueva vida me agitara;
en mi alma vibran la ansiedad del vuelo
y nostalgia de azul, de cumbre y alas.

Siento en mi entraña rebullir tan suave,
como el roce sedeño de las plumas,
y mis senos se esponjan cual las pomas
que a los besos del sol hinchan su pulpa.

¿Quién aumenta el calor de mis arterias
y abrillanta la luz de mi mirada?
"¡Es que ya eres fecunda como el surco!"
una secreta voz dice a mi alma.

Y al saber que mi seno era una cuna
do un infante dormía,
hubo en mi alma fulgores de alborada
y panal de ternura fue mi ser aquel día.
Y dije al viento: "séme suave y bueno
por la criatura amada
que reposa en mi seno";
a la fuente tranquila: "tu corriente
sea fresca y propicia
por el que en mí recibe tu caricia";
y a los tiernos rosales:
"desplegad los capullos más fragantes,
que hoy se asoma a mis ojos por mirarles
un adorado infante";
y le dije a la luz: "sé más brillante",
y a las aves: "rodeadme de armonía,
que quiero en este día
saturar mis sentidos de hermosura
por la tierna criatura
cuyas venas se filtran en las mías".

.................................................................

Corrió la brisa cadenciosa y leda;
suavidades de seda
tuvo la fuente, el sol más resplandores,
y conciertos de trinos y de aromas
me ofrecieron las aves y las flores.

Con los sentidos plenos de belleza
y con el alma de ternura llena,
sentíme noble y buena
y arranqué de mi pecho la tristeza
al contemplar dichosa y conmovida
que era mi ser un ánfora de vida.

II
Alumbramiento

Ya te acercas, ya siento tu presencia
en el fuerte temblor de mis entrañas;
solo el goce supremo de ser madre
es igual al dolor que me desgarra.
Siento crujir mis huesos, y en espasmos
dolorosos palpitan mis arterias;
las fuentes interiores se derraman
y la muerte famélica me acecha.
Al fin se entreabre el cofre del Misterio...
Llega hasta mí la música de un lloro...
Mis dolores acallan por encanto
y mi pecho se expande venturoso.

III
Lactancia

A mi lado te miro y con deleite
aspiro de tu carne la fragancia:
me pareces un ramo de claveles
entre una profusión de rosas blancas...
Al sentir el contacto de tus labios
cuando mimosos el pezón oprimen,
sueño que son las alas de un querube
que, rozando mis senos, los bendicen.

En la onda láctea que a tu boca llega,
continúo brindándote mi savia
donde se mezclan con mi amor de madre
mis supremos anhelos y esperanzas.

Y aromada y sutil como el incienso
va esta plegaria de mi pecho al Cielo.

IV
Oración de la Madre

Dulce Señor,
me hiciste renacer
por el amor
en otro ser
que dilata mi ardiente juventud.
Dame fuerza, Señor, para ampararlo,
rectitud y firmeza para guiarlo,
para criarlo, Señor, dame salud,
para formar su corazón, bondad,
para dar a su mente, claridad,
que en este ser
quiero, Señor,
ver florecer mi corazón…!

María Olimpia de Obaldía



Mi Bandera

De tela humilde o de luciente raso
-nada importan su brillo o calidad-
es mi bandera símbolo precioso
de mi Patria adorada, Panamá!

Se alza como ala de ilusión suprema
en vuelo majestuoso hacia el azul
buscando siempre la amplitud del cielo,
enamorada eterna de la luz.

Sus pliegues vibran como flores vivas
sedientas de los ósculos del sol
mientras enciende su divino efluvio
en las almas patriótica emoción.

Y cuando sube el pabellón que encierra
Pretérito, Presente y Porvenir,
es la Patria que expresa sus anhelos
de mantenerse libre y ser feliz.

Es Panamá que busca su destino
por senderos de Bien y de Verdad
haciendo suya la inmortal proclama:
Libertad, Igualdad, Fraternidad...!

María Olimpia de Obaldía


Ñatore May

"¿Comuniyó?" pregunto
a la india macilenta
que en pos de su hombre adusto
marcha con lento andar.

"Ñatore may" contesta
sin levantar los ojos:
-tan sólo mira el polvo,
remedo de su faz.

"Ñatore"... y la doblega
la mochila a la espalda
y la agobia la curva
de su misión fatal...
Y su hijo cuando nazca
acaso muera inerme,
que sólo puede darle
el jugo maternal;

su leche macerada
con golpes del marido;
caldeada por la piedra
en donde muele el pan:
mezclada con fermentos
de incógnitos rencores,
de anhelos subconscientes
inmensos como el mar...

¡"Ñatore"... y sus vestidos
son sucios, harapientos;
su hogar húmeda choza,
su lecho un pajonal...
"Ñatore"... y nunca supo
de mimos ni de besos...
Descanso jamás tuvo
su cuerpo de animal...!

¡Y la llaman "hermana"
los que siguen a Cristo
y "camarada" dicen
los que en vanguardia van,
pero ella no comprende
ni aquél ni el otro idioma,
ella tan sólo sabe
decir: "Ñatore may"...!

Prosigue con sus fardos
sin que el "hermano" diga:
"he de aliviar tu carga,
he de calmar tu mal";
sin que llegue tampoco
activo "camarada"
y logre en noble esfuerzo
su vida humanizar.

Continuará su marcha
doblada sobre el polvo
que pisaron caciques
del nativo solar,
diciendo a su Destino:
"Ñatore may, ñatore"
porque piensa que es éste
su círculo fatal...

Los cuatro siglos fueron
sobre su casta humilde
cuatro hojas desprendidas
del árbol secular;
las humanas reformas
no han rozado su vida,
en ella se hizo carne
todo el zumo ancestral.

Retornará a la tierra
sin saber que vinieron
hombres de gran espíritu
su raza a libertar:
¡Colón con sus navíos
Bolívar, con su espada,
y, sobre todo ellos,
Jesús con su verdad...!

Y al caer a la tumba
cual bestia fatigada,
gozará las caricias
de la madre eternal
y entonces, sólo entonces
será justa su frase
al decir resignada
a Dios: "Ñatore may"...!

María Olimpia de Obaldía



"No seré yo crítica de mi propia obra, pero sí quiero decirles que estos versos expresan fielmente mi sentir de mujer cristiana y mi solidaridad con los humildes, con los más desamparados de la vida. Yo considero que la mujer guaymí, por india y por mujer, es el ser más digno de compasión en el istmo de Panamá. Por ella y para ella estará siempre mi palabra a flor de labio, como una oración."

María Olimpia de Obaldía
Lo que dijo después de comentar su poema Ñatore May a través del cual plasma el sufrimiento de la mujer Ngöbe



Rimas de Otoño

Te dije ayer: ""Llegó la primavera...
Cogidos de la mano
vamos a la pradera a cortar flores,
amado, sin temores, que es temprano.""

Hoy te digo: ""Murió la primavera
y también el verano;
pero vamos al huerto,
que aún pueden nuestras manos
extraer de las uvas
el jugo que rebosa en nuestras cubas.

Antes que el hielo llegue,
vamos al campo, unidos de la mano;
nuestra hoz de plata las espigas siegue,
que aún es temprano.""

Mañana te diré: ""Dulce bien mío,
la nieve nos rodea,
llegó el invierno frío,
pero aún el fuego del amor caldea
nuestras almas dichosas;
ya la vida nos niega frescas rosas,
madura fruta y rica mies dorada;
ya en nuestras venas la pasión no arde;
ya la tierra nos brinda suave almohada.
Amado: ¡vamos a dormir, que es tarde...!""

María Olimpia de Obaldía



Tú llegaste al hogar...

Tú llegaste al hogar como primero
fruto de amor en estación dorada
y tu presencia –lumbre de lucero–
hizo más bella la feliz morada.

El tiempo discurrió suave, ligero,
sobre tu infancia siempre iluminada
por el amor, que desde enero a enero
es del hogar la lámpara sagrada.

Y llegas hoy, dichosa y conmovida,
sin saber de dolor ni desengaños,
al dorado balcón de quince años:

¡es la edad más hermosa de la vida!
Pero guarda el recuerdo de tu infancia,
¡rosa celeste de inmortal fragancia!

María Olimpia de Obaldía








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