Amor que siempre acrece y nunca muere,
lluvia que alegra el prado y no lo anega,
mano que siempre cura y nunca hiere

Luis Martínez Güertero firmaba sus composiciones poéticas con el seudónimo de Larmig



Sé que la dicha que el humano anhela
en este valle lóbrego no anida,
es ave cautelosa, que no vuela
sino en alta región desconocida.
¿Qué es la dicha? El amor que no recela,
que nada teme, que jamás olvida.
¿Dónde el perenne amor tiene su imperio?
Del cielo en el recóndito misterio.

Y, ¿qué fuera ese cielo prometido
sin el encanto del amor dichoso?
Un desierto sin linde conocido,
y cuanto más inmenso más penoso,
vasto templo con oro revestido
encerrando sepulcro silencioso:
y es la pena mayor del negro averno
eterna vida, sin amor eterno.

Luis Antonio Ramírez Martínez y Güertero

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