El niño pintor

Sé de una mujer pintada
con el carbón que un niño
halló en su alma olvidada
y le entregó su cariño.

Como padres no tenía
ni familia que querer,
el niño pintó a la mujer
y junto a ella se dormía.

Entonces pudo saber
que en su pobre corazón
tenía una madre de carbón
y otro padre por hacer.

Max Rangel Fuentes


El tiempo

El tiempo es lo eventual de lo inminente,

una extraña dimensión de la miseria…
una guerra por vencer la misma muerte,
un afán de eternidad de la materia.

Es la exacta condición de lo existente,
la limitada infinitud que nos destroza,
el transcurso natural de lo presente
y la constante evolución de cada cosa.

Es la mano de Dios que nos consiente,
y la garra de un demonio que nos odia,
es un grito desgarrado hacia la gloria,
y un reloj desesperado en nuestra mente.

Es la ilusión vital que engaña siempre,
es un cofre de esperanzas ilusorias,
el enorme cementerio de la historia,
y el dolor de no vivir eternamente.

Max Rangel Fuentes


Infancia

Tú me piensas con tu cerebro chiquito
y yo te siento deambular mis entrañas.
Tu cuerpo en gran parte es del mío…
y de la mía ha nacido tu alma.
Tú no tienes lenguaje de hombres
y he aprendido a entenderte en tu habla.
Tú no sabes decir “yo te quiero” …
pero sabes reir… y eso basta.
Vas creciendo en el patio, en la casa,
y yo te hago juguetes de tablas,
y te beso, niño, te beso…
ya no sé vivir si tú faltas.
Me enseñaste a jugar. Estoy viejo…
pero juego contigo en tu cama,
y quisiera bajarte luceros
y bordar otro cielo en tu almohada.
Tus ojos tienen ternura,
cristal de diamantes y plata…
¡Tú eres un héroe en tu cuna
y yo tu feliz guardaespaldas!
… Me extiendes tus manos pequeñas
y llorando me azotas y arañas…
Tu furia es en mí una caricia…
caricias de manos muy blandas.
Te gusta el juguete… y yo sufro
de verte sufrir por tus ansias…
pero olvidas y juegas de nuevo
con tus cuatro juguetes de tablas.
Me conoces, niño, y me ríes
con tus dientecitos de pasta,
y yo te llevo en mis brazos colgando
como un gajo de rosas livianas.
Tus ojos tienen ternura…
cristal de diamantes y plata
y quisiera bajarte luceros
y bordar otro cielo en tu almohada.
Tú eres un niño grosero
que quitas el sueño a tu “papa”
y si reyes y santos te miran,
a reyes y santos arañas.
Tus pecados son tan pequeños
Que en mi mano se pierden, se escapan…
Y si Dios se pone a contarlos,
el Pobre se aburre y se cansa.
Tú eres mi voz, hijo mío…
eres mi voz en mi casa…
eres un rey, un tirano,
que quitas el sueño a tu “papa”.
¡De mi cuerpo has brotado tú al mundo!
…Soy un padre feliz que te ama.

Max Rangel Fuentes


La Tierra

Todos los días nuestra Tierra cumple años 

y los pájaros solfean sus trinos y sus cantos,

sus alas de oro dúctil, oros de su encanto…
colores de los cielos… azul en el espacio.

Todos los días la Tierra hace un milagro
de niños en las cunas, de ángeles dorados,
milagros de colores, de ríos enamorados…
milagros de luceros, de estrellas en el patio.

Max Rangel Fuentes


Nací un quince de octubre

En octubre quince yo vine al mundo
a las cinco y treinta de la mañana:
había en el cielo un azul profundo,
y había un canario entre las ramas.

Quiso mi Dios que yo naciera
un día de flores y de canarios,
y aunque era pobre mi casa vieja
tenía las rosas de un millonario.

Mi padre, mi madre, y Dios que amo,
estaban allí en la casa aquella:
la lámpara gris era mi estrella,
y los tres que dije, mis Reyes Magos.

Max Rangel Fuentes


Quisiera

Quisiera ser la luz de tus negruras,
la amable sensación de tus quimeras,
el hallazgo final de lo que esperas…
y la eterna realidad de lo que dudas.

Quisiera ser nostalgia de tus penas,
sacramento incumplido de conciencia,
tu sangre circulando por mis venas…
y mi muerte reencarnada en tu existencia.

Quisiera ser dolor que nunca duela,
gloria que ha emergido de un infierno,
ganancia que se inspire en lo que pierdo
y dádiva de amor que tú no dieras.

Quisiera ser la tarde de un desierto,
el origen de las alas de la brisa…
la suerte calculada de un acierto
y la abertura horizontal de tu sonrisa.

Quisiera ser el rumbo de un errante,
la historia de un amor que no ha nacido…
el ímpetu de amar sin que haya amantes
¡y la doble soledad de estar contigo!

Quisiera ser el fin de un ser eterno,
y los sórdidos finales de un comienzo,
el olvido fraternal de lo que pienso
y la seca acuosidad de los inviernos.

Quisiera ser el pan de los hambrientos,
la táctica puntada de un remiendo…
la anestésica piedad que yo no siento
y la gran incomprensión de lo que entiendo.

Quisiera ser el verso de una prosa…
la impar atrocidad de un ente único,
la virgen soledad de un hombre público
y el tallo mutilado de una rosa.

Max Rangel Fuentes


Resurrecciones

I

Viví una infancia de años minúsculos
con mi sabia ignorancia de niño…
y corrí por campos ajenos
creyendo que todo era mío.
Las cosas se daban silvestres:
la finca, el solar y los ríos…
Saltaba por valles y prados,
dormí bajo lunas y estíos.
Iba dando nombre a las flores,
al cielo, a la planta, al olivo…
y fui descubriendo tesoros:
muchas estrellas y nidos.
Viví una infancia minúscula
con mi sabia ignorancia de niño.
El cielo era un globo de viento
incrustado de soles chiquitos.
Yo tuve mi reino flotante:
mi reino fue el mar, el camino…
La Tierra era una finca sin dueños
que colgaba de cuerdas, de hilos.
Seguí descubriendo tesoros:
¡hallazgos de hombres y niños!

II

Pero yo sólo era dueño del mundo…
¡ese mundo pequeño era mío!
Jugué con juguetes de barro,
dibujé con mi lápiz mordido…
Más nadie era dueño de nada
¡ya nada aceptaba dominio!

III

Todo tiene un comienzo lejano,
quizá una causa, un motivo…
me bastaba saber que las cosas
de alguna manera han nacido.
No tuvo jamás importancia
en mi edad de rosa y de niño,
cosas distintas del agua,
del juego, del hambre y del frío.

IV

Papá era un hombre muy fuerte…
yo amaba a mi padre querido
que supo cubrirme de besos,
abrazos, palabras y mimos.
Todo se daba silvestre:
la casa, el solar y los ríos…
Y yo era dueño del mundo…
¡ese mundo pequeño era mío!

V

La desgracia llegó con los años.

Con los años llegó mi destino…

Eran distintas las cosas:
el tesoro, la estrella y el nido.
Ya no colgaba la Tierra
ni de pitas, ni cuerdas, ni hilos:
la Tierra estaba cercada
en porciones de mundos vendidos.
Nada se daba silvestre,
todo costaba un martirio…
Y era mi padre un esclavo…
… ya ni mi padre era mío.

Max Rangel Fuentes











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