Madre Campesina

La he visto amanecer en los manglares
en busca de las conchas enlutadas;
también por las sabanas calcinadas
segando arroz, con golpes regulares.

La vi encorvarse bajo las brazadas
de leña seca, allende los palmares;
la vi trazar los signos seculares
con manos fuertes, por el sol doradas.

La vi peinar la negra cabellera
del hijo triste que el destino afina
para el rudo camino que le espera.

Duro es el pan donde el dolor domina:
tan sólo es fresco y claro en la pradera
el amor de la madre campesina...

Matilde Real de González



Madre prisionera

Para el amor, capacidad silente
su fortaleza, en el dolor intensa
la vocación de sacrificio inmensa
y de perdón inagotable fuente.

El darse toda con ternura densa
por ser más sabio cuanto más prundente
morir mil muertes por el hijo ausente
sin esperar ni en Dios la recompensa.

Si es de humanos tan gran desprendimiento,
si lo podemos concebir siquiera,
como el ideal del más puro sentimiento.

Es por que todos en nuestra primera
y más profunda acción del pensamiento
llevamos una madre prisionera.

Matilde Real de González


Recuerdo Al Maestro de La Palabra Azul

Los cristales de belleza libertaria
que formaron la teoría de tu vivencia
magnifican en la cósmica cintura
tu dolor de Prometeo sobre las rocas.
Y tu sed, la de los vértigos azules
sin colores y sin formas suficientes,
te llevó por los senderos sin orillas,
la llevaste por el fuego y la vigilia.

Tu pasión clarividente
por los brotes
maduró los verdes surcos
de tu sombra.

Y un volar de mariposas en el cielo
presidió la ocupación de tus sandalias,
fugitivo, peregrino, navegante,
con tus brújulas de esteta atormentado
fabricaste los espejos de señales
y los faros y los signos y las cruces
para guiar los argonautas sin sirenas
por el camino infinito de la noche.

Te diste en la esperanza
y el desvelo
donde todos los marfiles
fructifican
por tu clara voz, Enrique Ruiz Vernacci.

Matilde Real de González



Saloma Aguacero

Llueven sombras y hace frío
sobre el camino y el huerto
un blanco geranio muerto
flota en las aguas del río.
Es que en su canto bravío
verde viento de montaña
hace llorar la cabaña
con su saloma aguacero
y tiende sobre el potrero
un manto de luz extraña.

Matilde Real de González


Testimonio de Amor

La madre dice:
Si amor mío,
jugaremos al rey y a la reina.
Una campánula amarilla te corona,
el viento azul de la montaña
se te prende como un manto.
Tienes un reino de posibilidades
de ansias que desean crucificarse
para redimir al limonero.
Un ministerio del recuerdo,
mil puertas abiertas,
frescas huellas de 1903.
Y banderas, muchas banderas
en desfile interminable
por campos y ciudades
y tú, pobre hijo mío, esperando
los límpidos zapatos y las sonrisas blancas.

Matilde Real de González



Tu Nombre

Tu nombre!
Claro fusil en la tiniebla
daga heroica de amor
clavada en tu bandera,
y tus estrellas:
nacarados alfabetos de la Patria.

Tu nombre!
Desconocida espuma
heroicas raíces
débiles auroras
y el mismo dolor para esta noche.

Tu nombre!
Lágrima y bala
tierra dura, voces de mi madre,
falda amplia y suave
donde mi sangre llora
por la palabra más aguda.

Tu nombre!
Canal Zona
enrojecida margarita del destino
frágil cintura,
niños, rostros, hombres,
martirio, perdón y esperanza.

Matilde Real de González











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