A Puerto Rico

A Tomás Carrión

La América fue tuya. Fue tuya en la corona
embrujada de plumas del cacique Agüeybana,
que traía el misterio de una noche de siglos
y quemóse en el rayo de sol de una mañana.

El África fue tuya. Fue tuya en las esclavas
que el surco roturaron, al sol canicular.
Tenían la piel negra y España les dio un beso
y las volvió criollas de luz crepuscular.

También fue tuya España. Y fue San Juan la joya,
que aquella madre vieja y madre todavía,
prendió de tu recuerdo como un brillante al aire

sobre el aro de oro que ciñe la bahía.
¿Y el Yanki de alto cuerpo y alma infantil quizás?…
¡E1 Yanki no fue tuyo ni lo será jamás!

Luis Llorens Torres


Anhelos

Oh, los anhelos de mi amor insanos.
Quiero empañar tus límpidos cristales
y ver palidecer esos corales
sobre las perlas de tu boca ufanos.

Quiero que llore, herida en sus arcanos,
tu fuente de rosados manantiales
y que tiemble en tus tiernos maizales
la panoja rindiéndome sus granos.

Yo quiero ser tu vórtice y tu freno;
en el oleaje de tu amor, la roca;
noche en el sol de tu mirar sereno;

sol en la noche que tu trenza evoca;
serpiente en los nidales de tu seno;
y abeja en los panales de tu boca.

Luis Llorens Torres


Barcarola

Déjame, niña, bogar,
en el esquife de un verso,
por el oleaje perverso
de tus pupilas de mar.
Quiero en ellas desafiar
las rachas de tu ilusión,
y que una ola de pasión
me envuelva en sus espirales,
me ahogue entre sus cristales.
y me hunda en tu corazón.

Luis Llorens Torres



Cuando salí de Collores

Ay, la gloria es sueño vano.
Y el placer, tan sólo viento.
Y la riqueza, tormento.
Y el poder, hosco gusano.
Ay, si estuviera en mis manos
borrar mis triunfos mayores,
ya mi bohío de Collores volver
en la jaca baya por el sendero
entre mayas arropas de cundiamores.

 Luis Lloréns Torres



El drama del olvido

El: la historia de nuestro amor,
que aún sahúma tu memoria,
fue breve como la historia
de la abeja con la flor.

Prisionera de la flor,
la abeja sabe libar
en su cárcel de azahar.

Y cuando liba la esencia,
recobra su independencia
y se vuelve al colmenar.

Ella: te di el libro de mi vida,
para que tú lo leyeras,
y en sus páginas primeras
te deslumbraste en seguida.

Tu curiosidad herida
quiso el final conocer.

Y hoy lo cierras sin saber
que entre sus hojas extremas
hay los más bellos poemas
que dejaste sin leer.

Luis Llorens Torres


El negro

Niño, de noche lanzábame a la selva,
acompañado del negro viejo de la hacienda,
y cruzábamos juntos la manigua espesa.
Yo sentía el silencioso pisar de las fieras

y el aliento tibio de sus bocas abiertas.
Pero el negro a mi lado era una fuerza
que con sus brazos desgajaba las ceibas
y con sus ojos se tragaba las tinieblas.

Ya hombre, también a la selva del mundo fui
y entre hombres y mujeres de todas las razas viví.
Y también su pisar silencioso sentí.

Y tuve miedo, como de niño... Pero no huí...
Porque en mi propia sombra siempre vi
al negro viejo siempre cerca de mí.

Luis Llorens Torres


“La belleza es la compenetración de la carne con el espíritu de las cosas.”

Luis Llorens Torres



La hija del viejo Pancho

Cuando canta en la enramada mi buen gallo canagüey
Y se cuela en el batey el frio de la madrugada,
Cuando la mansa bueya da se despierta en el corral
Y los becerros berrear se oyen debajo del rancho
Y la hija del viejo Pancho va las vacas a ordeñar
Entonces viene a mi hamaca un olor como de selva.
Todo tiene un hondo y ancho olor a felicidad
Y ese olor quien meloda es la hija del viejo Pancho."

Luis Llorens Torres




La luna durmió conmigo

Esta noche la luna no quiere que yo duerma.
Esta noche la luna saltó por la ventana.
Y, novia que se quita su ropa de azahares,
toda ella desnuda, se ha metido en mi cama.

Viene de lejos, viene de detrás de las nubes,
oreada de sol y plateada de agua.
Viene que huele a besos: quizá, esta misma noche,
la enamoró el lucero galán de la mañana.

Viene que sabe a selva: tal vez, en el camino,
la curva de su cola rozó con la montaña.
Viene recién bañada: acaso, bajo el bosque,
al vadear el arroyo, se bañó en la cascada.

Viene a dormir conmigo, a que la goce y bese,
y a cantar la mentira de que a mi solo me ama.
Y como yo, al oírla, por vengarme, le digo
mi amor es como el tuyo , ella se ha puesto pálida.

Ella se ha puesto pálida, y al besarme la boca,
me ilumina las sienes el temblor de sus lágrimas.
Ahora ya sé que ella, la que en suntuosas noches
da su cuerpo desnudo, a mi me ha dado el alma.

Luis Llorens Torres


Madrugada

Ya está el lucero del alba
encimita del palmar,
como horquilla de cristal
en el moño de una palma.
Hacia él vuela mi alma,
buscándote en el vacío.
Si también de tu bohío
lo estuvieras tú mirando,
ahora se estarían besando
tu pensamiento y el mío.

Luis Llorens Torres


Muerta

Cuando yo más la queria,
se fue para el camposanto.
Toda la sal de mi llanto
no sazona el alma mía.
En mi choza ya vacía,
el ave del luto arrulla.
Y el can del recuerdo aúlla
las veces que en ansias locas
por ir en pos de otras bocas
dejé de besar la suya.

Luis Llorens Torres


“Seamos piadosos con el manso Agueybaná, pero rindamos todo nuestro culto al que vibró y soñó y murió por la libertad de su pueblo; y que el laurel de la inmortalidad sea para Agueybaná el Bravo.”

Luis Llorens Torres


Valle de Collores

Cuando salí de collores
fue en una jaquita baya,
por un sendero entre mayas
arropás de cundiamores.
Adiós, malezas y flores
de la barranca del río,
y mis noches del bohío,
y aquella apacible calma,
y los viejos de mi alma,
y los hermanitos míos.

Que pena la que sentía,
cuando hacia atrás yo miraba,
y una casa se alejaba,
y esa casa era la mía.
La ultima vez que volvía
los ojos, vi el blanco vuelo
de aquel maternal pañuelo
empapado con el zumo
del dolor. Mas allá, humo
esfumándose en el cielo.

La campestre floración
era triste, opaca, mustia.
Y todo, como una angustia,
me apretaba el corazón.
La jaca a su discreción,
iba a paso perezoso.
Zumbaba el viento, oloroso
a madreselvas y a pinos.
Y las ceibas del camino
parecían sauces llorosos.

No recuerdo como fue
(aquí la memoria pierdo)
Mas en mi oro de recuerdos,
recuerdo que al fin llegue,
la urbe, el teatro, el café,
la plaza, el parque, la acera...
Y en una novia hechicera,
halle el ramaje encendido,
donde colgué el primer nido
de mi primera quimera.

Después, en pos de ideales.
Entonces, me hirió la envidia.
Y la calumnia y la insidia
y el odio de los mortales.
Y urdiendo sueños triunfales,
vi otra vez el blanco vuelo
de aquel maternal pañuelo
empapado con el zumo
del dolor. Lo demás, humo
esfumándose en el cielo.

Ay, la gloria es sueño vano.
Y el placer, tan solo viento.
Y la riqueza, tormento.
Y el poder, hosco gusano.
Ay, si estuviera en mis manos
borrar mis triunfos mayores,
y a mi bohío de Collores
volver en la jaca baya
por el sendero entre mayas
arropas de cundiamores.

Luis Llorens Torres su pseudónimo era "Luis de Puerto Rico".






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