Bacante

La cabeza de pámpanos ceñida,
Desnuda, palpitante, voluptuosa,
Ostenta su blancura luminosa
En el sagrado pórtico extendida.

Ebria de ardiente juventud, la vida
Corre bajo su piel de tuberosa,
Y, erecto el seno mórbido, reposa
como la estatua del placer, caída.

La rebosante crátera de vino
Rueda a su flanco, un éxtasis divino
Brilla en su faz, con lúbrico embeleso;

Y, por sus labios entreabiertos, gira,
Cual fugitivo acorde de una lira,
La suspirante languidez de un beso.

Leopoldo Díaz


Lejos de toda pompa, de todo ruido vano...

Lejos de toda pompa, de todo ruido vano,
tallando lentamente los mármoles prosigo;
¡oh, soledad, oh fuente fecunda, te bendigo
aunque la meta es ardua y el triunfo está lejano!

¡No importa! Desterrado del torbellino humano,
la gran visión interna del ideal persigo;
quien niega la divina belleza es mi enemigo;
el que medita y sueña y armoniza, mi hermano.

Todo laurel inclina la hostilidad del viento;
de insomnio y de fatiga se nutre el pensamiento;
alza en la noche su zafir lejana estrella…

Artista, el bloque duro tu genio desafía;
arranca de sus hondas entrañas poesía
y surgirá la estatua deslumbradora y bella.

Leopoldo Díaz


Nuestro idioma

Claro y limpio raudal
es la lengua que yo adoro,
la lengua de versos de oro
y de vibración marcial.

Es dúctil como el metal
y rica como el tesoro
que dejó Boabdil el moro
allá en su Alhambra oriental.

Como clarines al viento
vibra su broncíneo acento
en la ira o el dolor.

Y son sus cláusulas graves
amorosos trinos de aves
sobre las lilas en flor.

Leopoldo Díaz



Patria

Patria es la tierra donde se ha sufrido,
Patria es la tierra donde se ha soñado,
Patria es la tierra donde se ha luchado,
Patria es la tierra donde se ha nacido.

Patria es la selva, es el oscuro nido,
La cruz del cementerio abandonado,
La voz de los clarines que ha rasgado
Con su flecha de bronce nuestro oído.

Patria es la errante barca del marino
Que en el enorme piélago sonoro
Deja una blanca estela en su camino.

Y patria es el airón de la bandera,
Que ciñe con relámpagos de oro
El sol, como una virgen cabellera.

Leopoldo Díaz


Remember

Pon, cuando muera, sobre mi féretro
aquel ramito de flores pálidas,
de altos jazmines y de miosótides
que hallé-¿ recuerdas?- en tu ventana.

Rayo de luna sobre las flores,
blanco nenúfar sobre las aguas,
¿por qué me envuelves en tu caricia
y con tu aroma por qué me embriagas?

Tu imagen cruza por mis ensueños
cual esas nubes de ópalo y grana
que por la fúlgida región del cielo
como los cisnes volando pasan.

En la penumbra de los salones
te vi -¿recuerdas?- como las hadas,
toda de blanco como los lirios,
como los lirios de las montañas.

¿Quién al mirarte no fue tu esclavo?
tu voz es trémula como las arpas,
tu paso es rítmico, paso de diosa
que a son de lira mueve la planta.

Tu cabellera tiene reflejos
de sol poniente, fulgor de llamas;
es el cabello de las princesas,
de las sibilas y de las magas.

Y con tus ojos, ojos de náyade, 
ojos que besan con la mirada...
¡Ay del que miran, ay del que besan
tus ojos verdes como esmeraldas!.

¡Oh, quien me diera ser tu poeta,
ser tu poeta de rimas áureas,
y por la noche tañer la guzla
en los jardines de Scheherazada!

Leopoldo Díaz


Vago rumor

Vago rumor se extiende en las riberas
de la ondulante soledad callada,
donde, su sueño prolífero, la nada
incuba la legión de sus quimeras.

Tritones, hepocampos y legeras
náyades, surcan la estensión sagrada,
y, por conjuro mágico evocada,
vibran su voz las sirtes plañideras.

Como en sonante caracol mrino,
se oye del ponto en las entrañas hondas
un misterioso acorde sibilino:

Y en la caricia de sus trenzas blondas,
relampagueante el óvalo divino,
surge Afrodita de las glaucas ondas ...

Leopoldo Díaz








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