“Con el encanto misterioso que según antiguas crónicas encierra esta sencilla confección dicen que Madame Scarron -después marquesa de Maintenon- curó a su marido de la embriaguez. El paralítico, para distraerse, en su inmovilidad, dio en beber y diariamente se embriagaba. Maldita la gracia que hacía a esto a una dama tan acicalada como ella. Pero qué hacer. Necesario era contemporizar con aquella naturaleza humana en el pobre infirme que a ratos se aburría. Más ¿para cuándo la astucia diplomática de la mujer ha servido sino para estos casos supremos?

Madame Scarron sabía cuánto gustaba a su marido la sangría helada; y queriendo darse cuenta de que era bien servido la confeccionaba ella misma. De repente Scarron vio llegar, en una calurosa jornada de julio, la hora del mediodía sin la refrescante copa. La esposa llegó y se sentó a su lado, pero… con las manos vacías.

Scarron la miró consternado, creyendo que algo de extraordinario había sucedido. Nada: su mujer tenía un aire plácido y serio. El paralítico se atrevió a más y preguntó por su refresco:

-Ah, querido. Anoche en casa de Ninon oí una conversación entre dos científicos que fue providencial. Dicen que la combinación del vino con el agua, hielo, azúcar, limón, canela y nuez moscada, forma un todo tan extraño que al beberse se torna despótico y celoso de toda asimilación, destruyendo al recipiente que lo recibe. Pensad querido cuántos combates habían de comenzar a torturarlo, antes de su final destrucción, si yo no acudo a impedirlo. A partir de hoy destierro a ese enfadoso déspota que busca vuestro mal para dejar libre paso y tranquila residencia a otros amables huéspedes que vienen a alegraros.

¿Fue su propia experiencia o la de Monsieur de Laclos la que había enseñado a esta
mojigata que el hombre es un espíritu de contradicción? ¡Quién sabe! Lo cierto es que excepto  los dos vasos de vino del Rhin que bebía con las comidas, la sangría helada dejó de reinar en los dominios de Scarron.

Pero por si os interesa, aquí va la receta.

Se corta muy delgada la piel de seis limones maduros y se ponen en infusión por dos horas, con tres vasos de agua, trozos de buena canela y el azúcar suficiente para endulzar.

Se cuela todo por un tamiz; se baten dos claras de huevo y se mezclan con un polvo de nuez moscada. Se vierte sobre todo esto una botella de buen vino tinto y se hiela.

Yo, de ser madame Scarron, habría atenuado su rigor, y en invierno hubiera servido la sangría en la ponchera dándole en el fuego un hervor y, convertido en un exquisito ponche, sobre bandeja de plata y en copa de medio litro, la habría llevado a mi pobre paralítico para calentar sus enfriados huesos.”

Mercedes Cabello de Carbonera
para Cocina ecléctica de Juana Manuela Gorriti (1890), en La vida escrita por las mujeres, vol. La pluma como espada, Anna Caballé (ed.), Lumen, 2004



"Educada   la   mujer,   ilustrada   suinteligencia, tendréis en ella un néctar poderoso y universal para el progreso ycivilización del mundo, y una columna fuerte e inamovible en que cimentar lamoral y las virtudes de las generaciones venideras."

Mercedes Cabello Llosa de Carbonera



"El positivismo que todo lo reduce al oro haciendo consistir la gloria, el saber, la virtud, el poder, la caballerosidad, en crearse una fortuna o como se dice hay una posición a cualquier precio, a cualquier costa, nos invade cada día más y más."

Mercedes Cabello Llosa de Carbonera


"Estos y otros semejantes, eran los diálogos, que Blanca sostenía con frecuencia, para mantener, como las vírgenes dé Yesta, el fuego sagrado del amor, en el corazón de sus adoradores.
Así daba pábulo á las pretensiones de los vanidosos, de los necios y de los pequeños que necesitaban del nombre de amantes de ella, como de un pedestal, para levantarse algo más arriba del suelo.
Ninguno de sus enamorados consideraba ser el único excluido de los favores de la señora de Bubio; lejos de esto, esperaban su turno, para cuando ella se cansara del preferido, del que todos miraban con envidiosos ojos. Por entonces el preferido era, al decir de ellos, un Ministro de Estado, un señor de muy altas campanillas que Blanca como en los tiempos de su soltería, aceptaba tan sólo por interés, por especulación, y puesto que Alcides era hombre acaudalado no le sería difícil realizar su propósito.
Si la noche de la cena se dijo, que' Blanca se reía de Alcides como se había reído de todos los presentes, y no tan sólo como medio de herir su amor propio, Luciano se frotaba las manos de contento. Estaba en posesión de un gran secreto que debía llenar de asombro á la señora de Bubio.
Qué diría cuando él la dijera. —Su honor está en peligro; yo poseo la clave para salvarlo, para descubrir el complot urdido contra Ú. Yo que la amo y en servicio de U. traiciono la amistad á cambio de una mirada cariñosa, de una palabra de afecto."

Mercedes Cabello Llosa de Carbonera


"Mientras no exista el progreso de la inteligencia humana y el libre desarrollo del pensamiento, tendrá siempre un contrapeso, mientras la mujer  permanezca estacionaria y no preste su poderoso influjo en bien del progreso social."

Mercedes Cabello Llosa de Carbonera
















No hay comentarios: