Dios entre la niebla

...Y yo buscando a Dios tantas mañanas,
perdido entre la niebla...

Y yo buscando la amplitud del limpio
misterio de las cosas
que mis abiertos ojos no entendían...

Y sólo hallaba amor.

Las cosas eran luz, amor dulcísimo
brotando a cada paso.
Y era amor la quietud de la mañana
besándome en los ojos.
Y era amor el crujido de la hierba
que mis pasos herían.
Y era amor el silencio y el murmullo,
el pájaro, la piedra,
la soledad, la gota de rocío,
que en la niebla brillaban levemente...

Y era un grito angustiado
esta duda constante que yo llevo
despierta entre los ojos,
esta duda constante que destrenza
el duro pensamiento...

Y así, buscando a Dios, buscando, amando
la flor, la amanecida, aquella estrella
que traiciona a la noche...,
sólo he encontrado amor.

Y aunque la angustia vuelve, sigo, sigo
buscando y encontrando amor –¡Dios mismo
vertido en sus criaturas! ...-.

...Y así siempre...

...Y así siempre, buscando...

Jacinto López Gorge



Dónde la luz

Dame, Señor, tu mano guiadora,
dime dónde la luz del sol se esconde,
dónde la vida verdadera, dónde
la verdadera muerte redentora.

Que estoy ciego, Señor, que quiero ahora
saber. Anda, Señor, anda, responde
de una vez para siempre. Dime dónde
se halla tu luz que dicen cegadora.

Dame, Señor, tu mano, dame el viento
que arrastra a ti a los hombres desvalidos
o dime dónde está para buscarlo.

Que estoy ciego, Señor, que ya no siento
la luz sobre mis ojos ateridos
y ya no tengo Dios para adorarlo.

Jacinto López Gorge



Estás aquí

Estás aquí. Te siento. Y bien quisiera
tenerte siempre al lado, como ahora.
Pero a veces te busco y no hay aurora
que alumbre tu existir. Te quedas fuera

de mi oración entonces... Si pudiera
tenerte y contemplarte siempre, hora
tras hora sin dudar, con tu sonora
luz junto a mi razón, qué bien me fuera.

Pero a veces no estás. Y no te siento
por más que rozo tu amorosa mano.
No estás aquí, Señor. Yo no te miento.

No te puede mentir quien va temprano,
con las primeras luces, a tu encuentro,
y a veces, oh Señor, te busca en vano.

Jacinto López Gorge




“La religiosidad de mi poesía viene determinada por aquello que alguien llamó “agobio de lo divino”. El poeta –irrenunciablemente religioso– siempre estuvo –aunque no lo confesara– a la búsqueda de Dios. Duda a veces de la existencia divina. Pero no puede pasar sin ella. Y la siente opresivamente, entre dudas y luchas interiores.”

Jacinto López Gorge



No cesa, no

No cesa, no. La sed de Dios no cesa.
Y aquí estamos, perdidos en su abismo.
Tenemos libertad. Mas no es lo mismo
ser libres cuando somos fácil presa.

Presa de Dios que tiene la promesa
del castigo o del premio. Fatalismo
del hombre cuando nace. Con bautismo
o sin él somos pobres a su mesa.

Pobres criaturas, pobres los humanos,
en libertad condicional, viviendo
con una espada sobre la cabeza.

No somos libres, no. Somos hermanos
ungidos por la sed de Dios, latiendo
dentro del corazón de la tristeza.

Jacinto López Gorge



No es condición del hombre vivir solo

No es condición del hombre vivir solo.
El hombre debe estar en compañía.
Debe tender su mano, noche y día,
y amar, amar, amar, y no estar solo.

Yo, que mis soledades enarbolo,
y en soledad mal llevo mi agonía,
puedo gritarlo. Mi melancolía
es esta soledad donde me inmolo.

Y sin embargo sigo solo. Sigo
apartado de Dios y de los hombres.
Mi sed no tiene a nadie por testigo.

Y aunque contigo, oh Dios, dialogue a veces
y a veces de mi amor, oh Dios, te asombres,

solo estoy con mí mismo y con mis preces.



Jacinto López Gorge



"No es la rebelión mi nota más distintiva, sino la tristeza, la melancolía, la decepción. El poeta elegíaco que yo llevo dentro, siempre rebrotará por encima del rebelde. Mi rebelión religiosa será, al fin de toda una andadura, la rebelión de un hombre triste. Dios gravitará sobre el poeta. Y el poeta lo aceptará resignadamente."

Jacinto López Gorge


Rito de amor

Rito de amor, donde la flor se ofrece
al labio acariciante y ardoroso.
Roja herida entreabierta. No hay reposo.
Comienza una agonía. El mar se mece.

Aparece la miel. Desaparece
y vuelve a aparecer. Bebo, amoroso,
con avidez. Y gimes tú. Yo, ansioso,
sigo bebiendo. Hasta la cal florece.

Todo es flor en abierta calentura,
en lenta y apremiante mordedura,
en ascensión y vértigo a la estrella.

Todo un amanecer de vida estalla.
Es la explosión final de la batalla.
¿Lloras aún? ¡Qué dulce miel aquella!

Jacinto López Gorge





“Sí; ésta búsqueda de "Dios entre la niebla" ha sido y fue mi desazón más íntima...”

Jacinto López Gorge


Tan tuyo como mío

EL aire vegetal de tus pupilas.
La rama del almendro de tu frente.
El párpado alertado, la simiente
que allá en la rueca de tus ojos hilas.

Yo estoy contigo, pero tú vigilas
mi pensamiento: la mirada ausente
que a veces llega a hundirse en la corriente
de un río con aguas –¡de verdad!– tranquilas.

Y aunque contigo estoy y te lo advierto,
pese a que el pensamiento, la mirada,
se alejen hacia el mar por ese río,

tú me reprochas que este amor tan cierto
no es tuyo ya, que ya no tienes nada.
¡Y es un amor tan tuyo como mío!

Jacinto López Gorge



Tengo mi casa abierta

Tengo mi casa abierta y tú has entrado
calladamente, sin pisar apenas.
Y has venido a entregarme, a manos llenas,
todo el amor que al mundo has ocultado.

Y ahora mi corazón se ha iluminado
y se han iluminado mis almenas.
Ya no soy libre, ya tengo cadenas.
Vivo amorosamente maniatado.

Y mi casa ya está de luz poblada,
encendida de sueños noche y día,
y de lunas y soles ya colmada.

Tengo la más ardida melodía,
tengo a Dios en la voz y en la mirada.
Mi casa -¡y allí tú!- no está vacía.

Jacinto López Gorge











No hay comentarios: