En la cárcel

¿Seguiré con mi diosa incertidumbre.
O adoraré más bien mi fatalismo?.
 ¿Las escalas serán de excelsa cumbre...
 O serán mi descenso hacia el abismo?

 Yo no lo sé, mas siento que retumba
 algo que en mi interior nunca descansa;
!Ayúdame, Señor¡, me vuelvo tumba;
 una tumba sin fe y sin esperanza

!Oh muros¡ Que a los viejos criminales,
escucháis renegar tras tus cerrojos.
Si os preguntan después...muros brutales
sed testigos del llanto de mis ojos

!Oh muros¡ que a los viejos prisioneros,
miráis languidecer entre cadenas;
si os preguntan, después, muros groseros;
no les negueís contar mis hondas penas.

Un lucero cruzando el firmamento
y rosando mi ser una ala negra....
Aquí en el alma, algún presentimiento,
mi espíritu está enfermo, ya no alegra

Y estoy como la frágil trinitaria,
que a la luz del crepúsculo agoniza.
!Escuchadme, Señor¡ es mi plegaria}
de un labio moribundo y sin sonrisa.

Tú lo sabes muy bien; que ya contigo,
mi "viacrucis" moral, !Oh Dios Supremo¡
Que en mi vida jamás yo te maldigo,
que en mi vida jamás de Ti blasfemo.

Y aún cuando soy como un rebelde loto,
que en la charca del mundo se agiganta.
!Escúchame Señor, Soy tu devoto,
porque así me enseñó Mi Madre Santa.

Oh Mancebo Rabí, que el monte asirio,
también te vio llorar, mi buen judío
No me dejes morir, soy como un cirio,
que arde en la soledad de un claustro frío.

Mas, si caigo, que en noches tenebrosas,
cuando el astro sucumbe y todo muere;
los grillos, las cadenas, las esposas;
me cantan la canción del "Miserere"

Que en la paz de estos negros calabozos,
los fantasmas que pueblan el santuario,
oficien mi velorio, y fervorosos.....
eleven hasta Dios algún Rosario.

Y después.-!Que ebria sucumba¡
La torpe sociedad que me patea.
! Será la cárcel, mi gloriosa tumba¡
Y de la cárcel brotará la idea.

Luis Felipe de la Rosa


Flor de espino

Sé que violento arrancará el destino,
la vida estéril a que estoy ligado,
y, que esta carne que arruinó el pecado,
ha de llenar un hoyo en el camino.

Y que hollarán mi rastro peregrino,
seres que nunca mi semblante vieron,
amigos falsos que al pasar me hirieron,
y amigos nobles, que me dieron vino.

Pero, yo sé...que brotará un espino,
del negro fondo que me brinde calma,
en cuya rama, el ruiseñor de mi alma,
ha de soltar su delicado trino.

Luis Felipe de la Rosa


La parábola del tiempo

!Pues bien¡... Se dijo... apostrofando al cielo,
con tonos recios y rebeldes modos,
en su pasado esplín, aquel mozuelo,
que todos vieron ; pero a flor de suelo,
y que befaron y agredieron todos.

!Pues bien¡. si del renombre necesita,
este poco de vida transitoria;
si ante el placer un lauro me acredita;
yo escribiré la estrofa nunca escrita,
y entre mi verso enredaré la gloria.

Y alguien hablole: Mozo, el oro encierra
el vino de salud--<seré minero--
dijo, mi acero chispeará en la tierra;
la roca, el aluvión, la virgen sierra,
sus arcas me abrirán...Tendré Dinero.

Y si el humano bienestar consiste,
en la fruición de amar, si verse amado,
compensa el daño del Dolor que embiste,
ha de cantar, en mi ramaje triste
alguna alondra azul...seré adorado.

!Glorias, oro y mujer¡.-sabio consejo,
contra este can que el corazón me muerde¡
Que vuelva mi tristeza...pero en viejo,
!Yo he de obsequiarle un búcaro de añejo,
para que brinde por su viejo verde¡

Así se dijo apostrofando al cielo,
con tonos recios y rebeldes modos,
en su pasado esplín, aquel mozuelo
que todos vieron,  pero a flor de suelo,
y que befaron y agredieron todos.

Una mañana de impaciencia, amarga,
alzó la frente y contempló las cumbres;
tendió la vista hacia la linea larga
de su horizonte cruel--y ató su carga;
su fardelón de negras pesadumbres....

Y se marchó con su hembra, La Locura,
que cosas dulces le contó al oído,
y se fue ; de aventura en aventura,
ganó la orilla lóbrega y oscura,
y se embarcó en la nave del olvido.

Atrás quedaron, juventud y ensueños...
horas alegres y alboradas rosas;
llanos, jardines, cármenes risueños,
donde ensayaron los primeros sueños,
con alas de emoción, sus mariposas.

El mar, soberbio, turbulento y grave,
sacudió sus henchidos torbellinos,
y cargó del novel, la ilusa nave,
que viajaba al azar, con un! quién sabe¡,
en pos de los inciertos vellocinos.

Y lo llevó muy lejos.-Las riberas
de los mares del Sur, plenas de garzas,
alentaron sus íntimas quimeras,
y fueron las mejores compañeras
de aquel errante segador de zarzas.

Y después, a pesar de su perverso
mal, que la vida le enseño, inclemente,
y a despecho del sino, siempre adverso,
logró enredar en la ilusión de un verso;
un Destello Inmortal para su frente

!Pues bien¡ se dijo: Si el renombre es mío,
sobre mi triunfo labraré un tesoro.
Luego vendrá el Amor.-!Amor tardio¡
Es la mujer cual pájaro de estío,
que hay que atraerla con cimbel de oro.

Subió a las cimas yermas y nevadas;
bajó a las hoyas de macizos bancos;
cavó en las cordilleras desoladas;
y recogió riquezas sepultadas,
en rocas, aluviones y barrancos.

Transcurrieron los años, con su corte
de lutos, de amarguras y desengaños,
y, sin hallar para su mal deporte,
meditó en el amor, por sólo norte;
en la gran inquietud de sus engaños.

Buscó unos labios de dormidos besos;
halló unas manos de inefables roces;
y amó a unos ojos, pillos y traviesos
que, provocando en su pasión excesos,
le rindieron la bestia de sus goces...

Pero todo pasó; gloria y mujeres,
el oro infiel y la fortuna rara.......
y al añorar su fama y sus placeres,
solo en el alma se encontró alfileres,
y, solo arrugas se sintió en la cara.

Una tarde, a las sombras de la vida, 
sentose triste, y , contempló un espejo;
sus lágrimas gotearon sin medida,
al mirarse la sien encanecida
y al verse inútil, y abatido, y viejo.

Este es el cuento que narrome un día,
en las tierras del Sur, El Tiempo adusto,
cuando le preguntó , mi Hipocondría, 
si en su libro sapiente se escondía,
la ciencia de curarme este disgusto...

Desde entonces flaquearon mis anhelos
de cabalgar mi potro de aventuras......
Y he cifrado mis últimos desvelos
en mi cita solemne con los hielos.
de mi noche sin fin...mi sepultura.

Desde entonces venero a mi tristeza; 
y cuando todo en mí se palidece,
cuando la angustia a flagelarme empieza,
yo se bajar humilde mi cabeza, 
y se  dejar mi corazón que rece.

Si me halláis por las calles ambulante,
alegre, pensativo, o demacrado,
dejadme, que yo marcho a cada instante,
con un poco de risa en  mi semblante,
y una lanzada antigua, en mi costado.

Luis Felipe de la Rosa



Zarza Roja

¡Caravana del dolor!… Taciturnas golondrinas
que arribáis a los peñones de las márgenes marinas
con el ala desgarrada por el ábrego polar,
si pasasteis por la villa que trazó Lorenzo Aldana
bajo el cielo más hermoso de la tierra americana
¿qué vocablo percibisteis en el muro de mi hogar?
Una noche, ya borrosa, de callado novilunio,
por recóndito anatema que pesara en mi infortunio,
me perdí en las soledades de la cruda proscripción…
¡Desde entonces, aves trémulas, en el alma, desde entonces
vengo oyendo los plañidos incesantes de unos bronces,
duros, sordos, largos, lentos… ¡Son plegarias de panteón!
Yo también, como vosotras, fatigado aventurero
que pasea por el mundo la clorosis de Ahsevero,
he temblado. ..y he sufrido lo que lengua no dirá.
¡En las bárbaras arenas de la ruta de mi vida
no hay abrojo que no sepa de mi planta dolorida!
Compañeras emigrantes nuestra suerte ¿dónde está?
Si llegasteis a mi valle, una tarde de verano,
si dormisteis en la torre de su templo franciscano,
si en mi calle suspirasteis, al gemir de un rondador;
si sentisteis la dulzura del jilguero en la alcaparra,
si una cantiga escuchasteis, al compás de una guitarra,
¿qué trajeron vuestras alas para el mustio rimador?
Y ¿qué visteis en el patio de mi vieja casa umbrosa ?
¿Reverdece todavía, con la grata malvarrosa,
el naranjo, que mi padre cultivaba con afán?
¿Canta aún en sus ramajes olorosos el carillo
que en la calma de otro tiempo me enseñaba el caramilo?…
¡Frondas, tintes, aves, frutos, que mis ojos no verán!
¡Oh, mis años de bohemia…! ¡Turbia época insensata!
¡Adorada que embrujaste mis crisálidas de plata!
¡Cantinero que me diste agrio zumo en tu alcohol!…
¡Claro valle del Galeras extendido en mi amargura,
¡Tierra, tierra que miraste mi noctámbula figura,
desdeñada y abatida, bajo el rayo de un farol!…
¡Quién pudiera en este día de abrasado sentimiento
recorrer los horizontes como el águila y el viento!
¡Quién pudiera en un instante a la patria regresar!
Golondrinas, la distancia, la penumbra de la ausencia,
los azares, la injusticia, el rigor de la existencia,
si a sufrir me han amoldado, no me inducen a olvidar!
Frescas yacen en las cajas de la bóveda que escondo
aquí dentro… muy oscuro, muy horrible, muy al fondo,
las reliquias que me quedan de una huella de pavor…
yo las beso con ternura, las abrigo con mis rosas
y mis lilas, enguirnaldo con mi musgo sus baldosas
y sus sombras ilumino con mi lámpara de amor.
Cuando el tedio de las horas en mi cuarto me encarcela,
cuando el rostro de mi madre en la sien se me revela,
cuando aúlla en el silencio la espantosa adversidad…;
cuando tiendo la mirada hacia el límite lejano
y me quedo enmudecido en la playa del océano,
con el tul de los recuerdos amortajo mi orfandad…
¡Caravana del dolor!… ¡Taciturnas golondrinas
que partís de los peñones a las márgenes marinas
con el ala desplegada al embate del ciclón,
si pasarais por el cielo de la tierra colombiana,
visitad mi viejo muro y dejad en su ventana
estos versos… Estos versos, que escogí en mi corazón!

Luis Felipe de la Rosa




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