Imposible

Imposible que quepa en un instante        
tanta vida. Qué prisa tiene el tiempo. 
El tiempo llora a veces por nosotros,   
por nuestras lentitudes más felices.   
                                           
Estar de pie y no más. ¡Porque ya es mucho 
tener orillas y no edades,  
ser laberinto de la prisa,
playa para la muerte!  

Luis Alvarez Piñer


(PLATÓNICA)

Las criaturas se ignoran desde la pérdida del paraíso
y luchan ciegas en el amor
-el único residuo de aquel tiempo-
por la unidad soñada. Las aves, que olvidaron
el punto cardinal de su origen,
bajan a sus cabezas, dan contextura mágica
a su mirar ansioso y expectante.

Sólo en su duda toma algún sentido
la estrella y el charco en que se pudre.
Hace falta talante de iniciados
para hacerse capaz de decisiones,
para que de la vida no se libere el tiempo
y deje sin sentido lo que soñar no puede,
y el mar (a quien el sueño tanto debe)
no desborde los frágiles límites del espíritu.

Gotea siempre en torno
tanta necesidad de paraíso
que al fin nos entendemos:
el corazón es una brújula insegura
pero hace lo que puede
percutiendo en la sombra hasta la muerte.

Luis Alvarez Piñer


Quiero cantar la vida...

Quiero cantar la vida que me falta;
ser, todavía, material de fuego,
dar a la sangre su desasosiego
y a las cenizas su misión más alta.

Ser Fénix contra mí, día tras día,
conciencia repetida de la muerte
cada minuto, voz que me despierte
de cada sueño, de cada porfía;

Memoria que me dé su fortaleza
contra la sangre de cada jornada
y contra la ceniza en la memoria.

Quiero cantar. En cada canto empieza
nuestra vida, se siente enamorada
la sangre. la ceniza es la victoria.

Luis Alvarez Piñer


Sobre el último sueño...

Sobre el último sueño, en la incolora
solemnidad del ámbito vacío,
presagio de su póstumo desvío
un vuelo de gaviotas se incorpora,

latente jarcia, que abrirá a la aurora
la luminosa vela del navío
cuando aún será pasión el mar sombrío
debajo de la luna rondadora,

perdida ya de nuevo, entre la espuma
esponjada y gozosa en que la bruma
final se extrema, cauta y minuciosa.

Y al fin, de nuevo, el mar, ancha la vela
sin fatiga, glorioso. Y centinela,
otra vez en sus mástiles, la rosa.

Luis Alvarez Piñer










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