Cuando yo era vieja

Una mañana cuando yo era viejo,
en la estación de un pueblo ya lejano,
tuve un nidal de trenes en la mano
y una infancia en el fondo del espejo.

En la memoria, un día que destejo
en el verde cabello del verano,
y el acorde en el aire como un piano
le roza la nostalgia a mi entrecejo.

Y descubro en mis pieles las hogueras
esta tarde que gritan los asombros
al palacio de todas las quimeras,

que me pierdo al buscarme en los escombros
quemando con las nubes las maderas
con la edad de los cielos en los hombros.

Jesús Álvarez Pedraza


En la misma alfombra

Entra la noche, descalza camina
sobre el llanto que duerme en el espejo
lleva un tinte de luz a un niño viejo
y un silencio de polvo a cada esquina.

En esta noche, al rostro de la espina,
a sus ojos pinto el cuadro más triste.
Desnudo la noche, su piel se viste
con el toro verde de la neblina.

Ella y yo vagabundos del espacio
bebimos el tiempo aprisa y despacio,
y que nos importa si alguien lo nombra.

Oigo sus huesos goteando las calles,
y mientras el viento desteje los valles,
los dos soñamos en la misma alfombra.

Jesús Álvarez Pedraza


Escritos en el agua

El agua ha quedado ciega
de tanto esperarte.
Estancada en el óxido de los días
dialoga con los escritos de las cavernas,
con la cicatriz del recuerdo
donde subíamos a contemplar
el presagio de las nubes.
Ella, halla un trozo de esperanza
en el pañuelo del aire,
la exprime,
y permite que las uñas de la tristeza
pronuncien en la ceniza de los carbones,
que estuvo el tiempo silbándome
en los abismos de la hojarasca,
que la mujer que se perdió
en los entrepisos de la angustia,
ha sido encontrada
debajo de otra noche,
prisionera de los ojos de un poeta.

Jesús Álvarez Pedraza


Padre pueblo

Cuando mis hijos duermen
me pongo los zapatos de la noche,  
perforo el silencio de una isla
y guardo allí el reloj más antiguo de mi pecho
para que no descubran como es el alma de un poeta.
Cuando ellos duermen,
abro una ventana que casi no conozco, 
y mientras tiro a este patio 
huérfano de perros y palomas, 
una taza de tristeza, 
pienso en ti Padre Pueblo  
que vives en el búcaro de la memoria  
donde todavía existe una mujer arropada de otoño 
que se esconde de los aires 
tras la ventana rubia de los días.  
Anoche soñé contigo Padre Pueblo, 
que iba a besarte,que entré por tu pecho ancho, 
que te llevaba en mi hombro con tus cruces en la memoria,  
mientras en los portales, se amaban los labios de la juventud,  
y Cantinflas y Chaplin 
desbordaban de risa la boca de mi cine. 
¡Oh,cine mio! parado como un dios insomne frente al parque
donde sudó la infancia sus pantalones cortos. 
Cuando mis hijos duermen, 
camino por calles y recuerdos, 
por el olor de la panadería  
en aquél diciembre largo y húmedo  
que me hizo un castillo de amor en la sangre.  
Ayer soñé contigo, Padre Pueblo, 
y se están cansando los zapatos de la noche. 
Si supieras cuánto me dueles 
en el cielo más lejano de la garganta, 
y hay un presagio de tempestades  
en las cicatrices del único árbol  
que tengo sembrado en la frente  
junto a mis sandalias de madera 
las que hablaban con sus raíces.  
¿Te acuerdas, Padre Pueblo? 
Andan por el polvo del ayer todavía. 
Ahora dime, ¿ qué hago descalzo y mudo, ciego entre tantas espinas? 
Ahora dime, ¿qué hago, qué hago Padre Pueblo, 
qué estás en el horizonte de mis ojos? 

Jesús Álvarez Pedraza











































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