Conocimiento de la patria

Tengo todo el tamaño de la patria en mi mano
desde donde florecen las nieves preferidas
hasta donde se afirma la furia del verano,

desde las altas piedras del viento malheridas
hasta donde los mares disponen sus arenas
y recogen al alba las tristes despedidas.

Esta es la clara patria. La que amamos apenas.
La que nos presta un cielo de bandera salvaje
y se amansa en las manos codiciosas y ajenas.

Este es el desolado término de mi viaje.
Aquí se aprende el justo tiempo de la tristeza
y una antigua leyenda prestigiosa: el coraje.

He cantado el más alto dolor, aquel que empieza
en los jugos oscuros de la sangre perdida
y crece como un golpe de sombra en mi cabeza.

No tengo más razones que la desparecida
de amor, en cuya tierra me aguanto y me cobijo.
Todo lo que florece, todo lo que convida
es parido por ella. Yo también soy su hijo.

¿Dónde queda la patria? ¿Dónde está la dolida?
¿Qué gringos silenciosos la beben de mis venas?
¿Qué milagro del mundo la quita de mi vida?

José María Fernández Unsaín


Sur y Norte de América

Mírame donde estoy, apenas triste,
solitario desde hace tanto tiempo,
con las venas desechas , sin su sangre,
temblando con oscuro sentimiento.
Mírame donde estoy patria temible,
Desesperado sin posible espera,
Sin antes, sin bandera, sin consuelo.
Mírame patria, mírame llorando,
Adivinando el rumbo de tu viento,
Viendo crecer las fieras invasiones.
Ellos están aquí. Los extranjeros.
Aquí donde tu eras la certeza,
de un campo verde, un cielo azul,
Un pueblo:
un pueblo con vergüenza, con el coraje,
ya sin felicidad, pero creciendo.
Aquí donde la tierra miserable,
era nuestra nomás y era en el cielo,
Donde moría la mejor frontera,
donde la libertad paraba vuelo.
Esta patria era el sur, Bárbaro y alto,
el apampado sur, el sur violento,
Sin otra industria que la del coraje,
sin otro Dios que Dios, el del silencio.
Arriba de la rosa, por el Norte,
los ángeles malignos van creciendo,
Convocando su guerra prodigiosa,
pudriendo el aire con su largo aliento.
Yo estoy aquí, en el Sur. Pido con odio
que haya luz en los ojos de los ciegos,
Que velen los que duermen
y se afilen los filos de los dientes y el acero.
Ellos están aquí, fuertes y hermosos,
ya están sus fuegos en la patria ardiendo,
Ya se pervierte el alba y hay un soplo
de conquistas, de sombras y de miedo.
Yo digo: que este sur nos pertenece, que todo es nuestro,
Simplemente nuestro, y hay que defenderlo con las uñas,
con la voz, con el alma, con el pecho, o quedar una tarde azul y blanca
definitivamente libres. Muertos.

José María Fernández Unsaín



Quise decir

Es dulce, es insidioso, deprimente,
armonioso, tenaz, feroz y entero.
Es así mismo falso y volandero.
Es luminoso cálido y pendiente.

También es destrozante y excluyente,
sutil, codificado y altanero.
Es mugre y resplandor y pasajero.
Es asesino aleve y deprimente.

Es hacedor y destructor de todo,
basura flor carroña y mariposa.
Es el agua corriente y es el lodo.

Puede oler a dolor y oler a rosa,
pero jamás le encontrarás el modo.
Quise decir amor con tanta cosa.

José María Fernández Unsaín








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