"Durante el «Terror» [...], sacerdotes y monjas corrían peligro de ser guillotinados y muchos murieron cuando se negaron a prestar un juramento de fidelidad al nuevo régimen y a abandonar su vocación. Las tropas clausuraron las iglesias, se llevaron las campanas, destrozaron altares y crucifijos y encendieron hogueras donde quemaron las vestiduras y los confesionarios.Un espectáculo popular consistía en ver a un sacerdote abjurar de su vocación y se inventó una ceremonia de «desbautismo» para los laicos. Se prohibió todo el culto, tanto público como privado.
El 10 de agosto de 1793, el artista Jacques-Louis David, gran partidario de la Revolución, organizó una ceremonia secular de aceptación de la nueva Contitución. Se erigió una estatua enorme de la diosa Naturaleza [Isis], que lanzaba chorros de agua de sus pechos en una charca, en el lugar donde estaba la Bastilla, que había sido arrasada. Había un calendario nuevo, que, en lugar de
comenzar con el nacimiento de Cristo, comenzaba con la proclamación de la República. Los meses tenían nombres nuevos y la semana tenía diez días, la década.
Navidad, Pascua, Pentecostés y la fiesta de la cosecha, junto con los días de los santos, fueron abolidos; en su lugar pusieron treinta y seis fiestas nuevas, una en cada década, para celebrar la razón, el coraje, la maternidad, la templanza, el odio a los tiranos y otros ideales similares del régimen. El 10 de noviembre se celebró una gran fiesta de la Razón en la catedral de Notre­ Dame en París, donde dieciséis Luises Capetos habían sido coronados reyes de Francia. Una vez secularizada, Notre-Dame recibió el nombre de «templo de la Libertad».
El resto de Francia variaba en su manifestación del nuevo sistema: los admnistradores locales organizaron celebraciones que iban desde ceremonias lige­ramente paganas hasta la provocación activa del odio público contra todo tipo de religión. En El Havre, a una muchacha de buena conducta la nombraron
diosa Razón por un día, con tributos florales y danzas; en Poitiers, más al sur,
hubo ceremonias grotescas en las que personas vestidas de hechiceros, sacer- dotes, papas, monjes, ángeles y monjas fueron perseguidas por la iglesia de Saint­ Porchade."

Kathleen Jones 
Mujeres santas
Tomada del libro de Robert Bauval y Graham Hancock, Talismán, ciudades sagradas, una fe secreta, página 376-377







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