A la américa latina

Paraíso de luz, de sol y de ilusiones
Incrustado en feraz tierra americana
Donde se puede hablar entre naciones
Con la dulzura de la lengua hispana.

Edén de selvas, de pampas, de montañas,
Donde florece cual orquídea la riqueza,
Donde se siente alegría en las mañanas
Y en las tardes las sombras de tristeza.

Comarca de cumbias, de tangos, de sones,
De joropos, de zambas, de salsa y de rancheras
Que nacieron en los campos con blasones
Con el ritmo angelical de las palmeras.

En sus nevados cual copos de algodón,
Que sobresalen en Cordillera Andina,
Se ve el reflejo de la luz de la razón
De un pueblo con alma diamantina.

En los ríos, que van hasta los mares,
Llevan el agua dulce de límpidos cielos
La cual brota en pequeños manantiales
O en hilos después de los deshielos.

En los llanos se ven volar las aves
Cual enjambres en múltiples colores
Las que invitan a todos los mortales
A conseguir la paz sin más rencores.

En su seno se conserva la esperanza
De libertad y unión de todos los latinos
Para vivir en armonía, lejos de amenaza,
Sin temor al verdugo en los caminos.

¡Unión, unión, unión, hoy es el grito!
En la pampa, en los valles y en la sierra
El cual se oye en mares con eco infinito,
Para apagar el incendio de la guerra.

Héctor José Corredor Cuervo



Diosas colombianas

Bajo una fronda cargada de recuerdos,       
en medio de ilusión y sentimientos,         
viven las diosas que escriben versos         
llenas de amor y nobles pensamientos.       
Son herederas de Safo y de Rosalía           
que vieron luz en tierra colombiana         
para colmar el universo de poesía           
y engalanar la lengua castellana.           
Matilde es diosa que siente la tristeza     
al contemplar los rastros de la muerte       
dejados sobre los surcos de grandeza         
de hombres que se fueron para siempre.       
Dora es la Diosa pletórica de amor           
que llega al corazón con alegría             
en medio de la angustia y el dolor           
para impregnarlo de paz y armonía.           
Es Maruja la diosa de la ternura             
que ve en oscuridad más claramente           
para pintar con versos la hermosura         
cuando palpa clamores de su gente.           
Meira es la diosa de todo navegante         
que siente dentro el abrazo de las olas     
junto a la mar de belleza alucinante         
que la inspira al cantar sus odas.           
¡Oh bellas diosas de la patria mía           
de melodiosa voz y de afinada lira!         
oigan el canto de amor en lejanía           
de un oscuro bardo que solo las admira. 

Héctor José Corredor Cuervo


Te amo

Te amo mujer de nobles sentimientos,
que florecen de tu alma con pasión,
los que colman la vida y pensamientos
para soñar en el jardín de la ilusión.

Amo tus ojos profundos, soñolientos,
que muestran la blancura del corazón
donde asoman alegrías, sufrimientos,
bajo la luz de la ternura y la razón.

Amo tu cuerpo templo de la virtud
donde tesón y laboriosidad se esconden
en un remanso de eterna juventud.

Amo tu religiosidad que aún responde
a la gran luz del Señor sobre el almúd
para ser la constante guía de un hombre.

Héctor José Corredor Cuervo



Te amo Colombia

Te amo Colombia, hermosa Patria mía,
creada por mi Dios en primavera,
para vivir en paz y en alegría
con ritmo tropical de una palmera.

Amo el cielo azul turquí en armonía,
tus llanuras, tus mares, tus montañas,
tus poemas de amor con melodía,
y el trino de tus aves en mañanas.

Amo al pueblo lleno de fantasía,
tu escudo, tus glorias y tu bandera;
centauros recios cual alegoría
de libertad de hermanos sin frontera.

Mi pensamiento es preso en agonía,
al no tener sol de especial belleza
y al oír tu hermoso himno en lejanía,
mi corazón se rompe de tristeza.

Héctor José Corredor Cuervo


Soy amricano

En tierra libre de mil colores,
que descubierta fue por Colón,
nací un día entre las flores
bajo los rayos de ardiente sol.

Llevo orgulloso sangre mezclada
de indio nativo y de español
que se fundieran en la alborada
como oro y plata en un crisol.

Mi cuerpo es ónix color canela
cual talladura de un escultor
con la alegría chambaculera
de un caribe con el tambor.

Hablo la lengua del castellano,
que nos dejara el conquistador,
amo a mi tierra, amo al hermano
con gran nobleza a mucho honor.

Yo soy caribe, soy antillano,
cual la palmera de un malecón;
yo soy sureño, soy americano
y solo añoro lograr la unión.

Cuando me dicen que otros son
los que se llaman americanos
me duele el alma y el corazón
por la ignorancia de los humanos

Héctor José Corredor Cuervo







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