Al igual que la mayoría de la gente, yo también había
jugueteado con las teclas del órgano Hammerstein Mood, y lo había disfrutado.
Sin embargo, no tenía nada de creativo. Es verdad que se pueden crear nuevas
configuraciones de estímulos cerebrales, y con ello producir emociones
completamente nuevas en la cabeza, unas emociones que de otro modo nunca
habrían aparecido. En teoría, se podía incluso llegar a crear la combinación
que conduce al nirvana. Las dos corporaciones, la Hammerstein y la Waldteufel,
ofrecían un gran premio a quien lo lograse. Pero eso no es música. Es una forma
de escape. ¿Quién quiere tal cosa?
Philip K. Dick
Podemos fabricarte, página 6
Tráeme el futuro ahora mismo, con palabras que pueda
entender.
Philip K. Dick
Podemos fabricarte, página 9
—¿Quiere usted pasar? —le dijo mi padre por fin. Mantuvo
abierta la puerta y la cosa entró y desapareció de la vista. La puerta se
cerró, lo que dejó el porche iluminado pero vacío.
Philip K. Dick
Podemos fabricarte, página 17
Allí estaba el Stanton, en el salón, sentado en el centro
del sofá, con las manos en las rodillas y charlando con mi padre, mientras
Chester y mi madre continuaban viendo la televisión. —Papá, pierdes el tiempo
hablando con esa cosa —le dije—. ¿Sabes lo que es en realidad? Es una máquina
que Maury montó en su sótano por seis mil pavos. Mi padre y el Edwin M. Stanton
se callaron y me miraron. —¿Este amable anciano? —preguntó mi padre, y en su
rostro apareció una expresión justificada de ira. Frunció el ceño—. Recuerda,
Louis, que el ser humano es un junco frágil, la criatura más débil de la
naturaleza, pero, por Dios, mein Sohn, es un junco que piensa. No hace falta
que el universo se prepare contra él; una simple gota de agua puede matarlo.
—Me apuntó con el dedo mientras me seguía hablando—. Pero si el universo entero
intentara aplastarlo, ¿sabes lo que pasaría? ¿Sabes lo que te digo? ¡Que el ser
humano sería aún más noble! —Dio un golpe en el reposabrazos del sillón para
añadir énfasis a lo que decía—. ¿Sabes por qué, mein Kind? Porque sabe que
morirá, y te diré algo más: le lleva ventaja a todo el maldito universo porque
el universo no sabe absolutamente nada de lo que pasa. Y toda nuestra dignidad
consiste únicamente en eso. Quiero decir que el ser humano es pequeño y no
puede llenar el tiempo y el espacio, pero está claro que puede hacer buen uso
del cerebro que Dios le ha dado —remató, calmándose un poco—. Como es capaz de
hacerlo lo que tú has llamado «cosa». No es ninguna cosa. Es ein Mensch, un
hombre.
Philip K. Dick
Podemos fabricarte, página 17
—Le dije que podía hacerle de filtro de inútiles.
Philip K. Dick
Podemos fabricarte, página 29
Creo recordar que el señor Barrows me dijo que la señorita
Frauenzimmer quería subir el simulacro electrónico Stanton a un autobús de
largo recorrido y que viajara sin acompañante alguno hasta Seattle, donde se
encuentra el señor Barrows. Iba a ser su forma de demostrar la capacidad del
simulacro para interactuar con los seres humanos sin llamar la atención.
—Excepto por su curiosa barba partida y sus ropas anticuadas. —No conocía esos
factores. —A lo mejor el simulacro se ponía a discutir con algún taxista sobre
cuál es el camino más corto desde la estación de autobuses hasta la oficina del
señor Barrows —comenté—. Eso supondría una prueba más de su capacidad humana.
Philip K. Dick
Podemos fabricarte, página 44
Debe comprender que si esta terapia no funciona en su caso,
siempre podemos intentar operar los lóbulos temporales.
Philip K. Dick
Podemos fabricarte, página 56
—Cuando toco un órgano Mood, me afecta especialmente
interpretar la parte en la que el coro canta «Mus’ ein Lieber Vater wohnen», y
luego suben, como los ángeles, los violines y la parte soprano del coro canta
en respuesta «Ubrem Sternenzelt». —Lo cierto es que no estoy familiarizado con
esa pieza hasta ese punto —admitió Horstowski. —Preguntan si existe un Padre
Celestial, y luego llega la respuesta, muy alta, y es que sí, más allá de las
estrellas. Esa parte, si es que es capaz de encontrar una equivalencia en
términos de farmacología, podría beneficiarme muchísimo. El doctor Horstowski
sacó una enorme carpeta repleta de hojas sueltas y empezó a revisarla. —Lo
siento, pero no logro encontrar ninguna pastilla que corresponda a eso, pero puede
consultárselo a los ingenieros de la Hammerstein. —Buena idea.
Philip K. Dick
Podemos fabricarte, página 56
Vivimos en una sociedad donde el desapego es algo casi
esencial.
Philip K. Dick
Podemos fabricarte, página 57
Aquello me conmovió. Sentí de nuevo la primera impresión que
tuve al verlo: que Dios nos ayudara, pero, en muchos aspectos, era más humano
que nosotros, que Pris o Maury o incluso que yo mismo, Louis Rosen.
Philip K. Dick
Podemos fabricarte, página 64
La señorita Frauenzimmer es, básicamente, una buena persona.
Se superará. Es un poco impaciente, y es verdad que tiene todo un carácter.
Pero, señor, el carácter es el yunque de la justicia, sobre el que deben
forjarse los duros hechos de la realidad. Las personas sin carácter son como
animales sin vida. Es la chispa que convierte un trozo de pelo, piel, carne y
grasa en una expresión viva del Creador.
Philip K. Dick
Podemos fabricarte, página 65
—Lo que me preocupa de Priscilla —añadió el Stanton— no es
su fuego ni su espíritu. Muy al contrario. Cuando confía en su corazón, hace lo
correcto. Pero Priscilla no siempre sigue los dictados de su corazón. Siento
decirlo, señor, pero a menudo presta atención a los dictados de su cabeza. Y
entonces es cuando aparecen las dificultades
Philip K. Dick
Podemos fabricarte, página 66
—Quieres decir que tan sólo estamos creando una imitación
que camina y habla como el verdadero original. No tiene el espíritu, sólo la
apariencia. —Sí —le confirmé. —Louis, ¿alguna vez has ido a una misa católica?
—Nops. —Creen de verdad que el pan y el vino son el cuerpo y la sangre. Eso es
un milagro. A lo mejor, si conseguimos grabar unas cintas perfectas, y la voz y
el aspecto físico y… —Pris —la interrumpí—. Nunca pensé que te vería
atemorizada.
Philip K. Dick
Podemos fabricarte, página 69
—¿Crees que algún día alguien fabricará un simulacro de ti y
de mí? ¿Y que tendremos que volver a la vida? —Que idea más morbosa. —Ahí
estaremos, muertos y sin recordar nada… Y entonces sentiremos que algo se
mueve. Quizá un destello de luz. Y luego todo nos llegará de golpe, toda la
realidad de nuevo. Seremos incapaces de detener el proceso, tendremos que
volver… ¡resucitados! —Y se estremeció.
Philip K. Dick
Podemos fabricarte, página 70
Nadie puede atravesar tus barreras y llegar a tu interior.
¿Y sabes por qué? Porque así es como quieres ser. Lo prefieres así. Es más
fácil, es la forma más fácil. Eres perezosa, a unos niveles horribles, y
seguirás siendo así hasta que te veas obligada a actuar de otra manera. Nunca
cambiarás por propia voluntad. De hecho, irás a peor.
Philip K. Dick
Podemos fabricarte, página 75
Sin duda, estábamos contemplando el nacimiento de una
criatura.
Philip K. Dick
Podemos fabricarte, página 77
Sin duda, estábamos contemplando el nacimiento de una
criatura. Había comenzado a reparar en nuestra presencia. Sus ojos, de color
negro intenso, se movieron de un lado a otro, arriba y abajo, observándonos en
conjunto. No mostraba ninguna expresión en la mirada, tan sólo la simple
percepción de nuestra existencia, con una cautela que iba más allá de lo que se
podía imaginar en un ser humano. Era la astucia de una forma de vida procedente
de un punto situado en el límite de nuestro universo, de una tierra
completamente ajena. Una criatura que había caído en mitad de nuestro tiempo y
espacio, consciente de nosotros y de su propia existencia aquí. Los ojos negros
opacos giraron una y otra vez, enfocados y desenfocados repetidamente mientras
lo contemplaban todo, pero, en cierto sentido, sin captar nada. Como si todavía
se encontraran en suspensión. Esperaba con una prudencia tan inmensa que me
permitió adivinar el tremendo miedo que lo atenazaba, un miedo tan intenso que
no se lo podía considerar una emoción. Era el miedo como existencia absoluta.
La base de su vida. Lo habían separado, arrancado de alguna unión que nosotros
no podíamos experimentar, al menos de momento. Quizá en el pasado todos
nosotros habíamos yacido tranquilamente en esa fusión. Para nosotros, esa
ruptura se había producido hacía mucho tiempo ya; para el Lincoln acababa de
ocurrir, estaba teniendo lugar en ese mismo momento.
Philip K. Dick
Podemos fabricarte, página 77
Habían infundido vida en la oreja de aquella cosa, pero no
se trataba más que de una transferencia, no era una verdadera creación. Habían
transmitido la vida, pero ésta no se había originado en ninguno de ellos. Era
un contagio. Todos la habían cogido alguna vez y ahora esos materiales la
habían contraído también… durante cierto tiempo. Y menuda transformación. La
vida es una forma que la materia adopta. Llegué a esa conclusión mientras
contemplaba cómo la cosa Lincoln nos percibía a nosotros y a sí misma. Es algo
que la materia hace. La forma más asombrosa, la más asombrosa de verdad, de
todo el universo, aquella que, si no existiera, jamás se podría haber predicho
o ni siquiera imaginado.
Philip K. Dick
Podemos fabricarte, página 78
Llegué a la conclusión de que el nacimiento no es agradable.
Es peor que la muerte. Se puede filosofar sobre la muerte, y probablemente lo
harás. Todo el mundo lo ha hecho. Pero ¡el nacimiento!… No hay forma de tratar
filosóficamente el tema, ni de aliviar la situación. Y la prognosis es
terrible: todos los actos y acciones y pensamientos no harán otra cosa que
embrollarte aún más en la vida.
Philip K. Dick
Podemos fabricarte, página 79
—¡Hay que felicitarlos! —exclamó Blunk—. ¡Han creado un
monstruo! —Se echó a reír de forma ruidosa, encantado de su broma—. ¡Yo digo
que matemos esa cosa! ¡Busquemos a una muchedumbre con antorchas! ¡A por ella!
Philip K. Dick
Podemos fabricarte, página 108
—¿Me recuerda, señor presidente? —le dije al simulacro.
Philip K. Dick
Podemos fabricarte, página 112
Estamos mejor, pero no curados. Porque antes no estábamos
sanos, y no se puede recuperar la salud donde no la había. ¿Qué es esta
enfermedad?
Philip K. Dick
Podemos fabricarte, página 144
Se puede decir que un hotel es bueno cuando encargas algo al
servicio de habitaciones y el empleado no te mira en ningún momento al entrar
en la estancia. Mira hacia abajo, a través de ti y más allá; eres invisible,
que es precisamente lo que uno busca, aunque estés en pantalones cortos o
incluso desnudo. El empleado entra en silencio, deja la camisa planchada, o la
bandeja con comida, el periódico o una bebida; le das el dinero, dice «gracias»
con un pequeño murmullo y se marcha. La forma en la que no te miran es casi
japonesa. Te sientes como si nunca hubiera entrado nadie en tu habitación, ni
siquiera el huésped anterior; es tuya por completo, incluso cuando te
encuentras con las mujeres de la limpieza en el pasillo de fuera. Ellos, la
gente del hotel, tienen tal respeto por tu privacidad que resulta hasta
extraño. Por supuesto, cuando al final llega la hora de hacer cuentas en
recepción, tienes que pagarlo. Te cuesta cincuenta dólares en lugar de veinte.
Pero que nadie diga que no merece la pena. Una persona al borde de un brote
psicótico podría recuperarse pasando unos días en un hotel de primera clase,
con su servicio de habitaciones las veinticuatro horas y sus tiendas. Palabra.
Philip K. Dick
Podemos fabricarte, página 176
Cuando te estás quedando dormido vuelves a la infancia, no
cabe duda.
Philip K. Dick
Podemos fabricarte, página 176
No podía creer que Pris hubiese diseñado tal cosa. Entonces
me percaté de que, por descontado, no había sido ella. Áquella era la razón por
la que el simulacro no tenía un rostro real. Tan sólo había participado Bundy.
Gracias a él, habían desarrollado la maquinaria interna y después la habían
embutido en aquel contenedor humano en bruto que estaba sentado a la mesa,
sonriendo y asintiendo con la cabeza.
Philip K. Dick
Podemos fabricarte, página 217
—¿Cuántas horas habéis tardado en crear toda esta nada? —le
pregunté a Barrows—. ¿Media mañana? ¿Dónde ha quedado la fidelidad por el
detalle? ¿Adónde habéis mandado la artesanía? Aquí sólo hay chatarra, el
instinto asesino contenido en este artefacto, ¿no es así?
Philip K. Dick
Podemos fabricarte, página 218
El señor Barrows los tenía a todos atados como marionetas y
tiraba de las cuerdas con todas sus fuerzas.
Philip K. Dick
Podemos fabricarte, página 218
—¡Aj! Cierra la boca, Chester, tú no entiendes la
profundidad de su psique ni lo que él encuentra ahí. La psicosis mental tiene
dos caras, es también un retorno a la fuente original de la que todos nos hemos
alejado.
Philip K. Dick
Podemos fabricarte, página 235
Todo eso y mucho más salió, cómo no, en las pruebas a las
que Horstowski me había sometido. Por ejemplo, en el test de Rorschach,
interpreté que cada mancha y dibujo estaban cargados de golpes y choques de una
maquinaria dentada que había sido diseñada en el origen de los tiempos para
mecerse en un frenético balanceo letal cuyo propósito era el de causarme heridas
corporales.
Philip K. Dick
Podemos fabricarte, página 238
Cuán acertada estuvo Pris al decirme que guardaba en mi
interior una profunda veta de inestabilidad que algún día me causaría
problemas. Delirante, hastiado y sin esperanzas, al fin fui arrastrado por las
autoridades, al igual que habían hecho con ella unos cuantos años atrás. No
conocía el diagnóstico de Horstowski, pero no necesitaba preguntarle para saber
que había detectado síntomas de esquizofrenia en mis respuestas… En el fondo,
yo también los notaba. ¿Por qué negar la evidencia?
Philip K. Dick
Podemos fabricarte, página 238
—Estoy aquí porque ya no dispongo de ningún fundamento que
me permita comunicar mis deseos y sentimientos a otros seres humanos —le dije.
Mientras esperaba, había tenido tiempo suficiente para preparar aquel
comentario con exactitud—. De modo que, para mí, ya no hay posibilidad alguna
de satisfacer mis necesidades en el mundo de las personas reales. En lugar de
ello, he tenido que volcarme hacia mi interior, hacia una vida imaginaria.
Recostándose sobre su asiento, el doctor Nisea me estudió con aire reflexivo.
—Y desea que eso cambie. —Quiero alcanzar la satisfacción, pero quiero que sea
real.
Philip K. Dick
Podemos fabricarte, página 238
—Confusión, construcción o caos —comentaba el locutor—. Yo
te guiaré, querido amigo.
Philip K. Dick
Podemos fabricarte, página 259
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