Árboles en la tarde
Agoniza la luz desorbitada
con estertor de plumas y ramajes,
mientras pasa una larga campanada
subrayando una plana de celajes.
Un trino que cayó desde una herida
ha quedado menudo y palpitante
como gota de música prendida
en la pausa celeste de un instante.
En torno de los árboles en llamas
el viento gira pálido de frío
haciéndole cosquillas a las ramas,
hasta que con sus manos desiguales
hace que se desboquen en un río
de rubias carcajadas vegetales.
Irma Lanzas
Canto a la gestación
Era tu seno, Madre...
Sumergida en tu tiempo
la sustancia inicial de mi semilla
iba abriendo un latido,
germinaba en tu pulso
en el musgo tranquilo de tu entraña
dormitaba mi música incipiente,
mi voz de semiluna.
Era la suavidad de un mundo intacto,
de su insondable reino.
En tu esfera frutal brotaba el sueño
de mi primer raíz
y allí sentía el transcurrir silente
de tus ríos internos.
El agitado paso de las horas
que alzaban su marea
el entreabrirse lento y sigiloso
de invioladas corolas.
Allí mi pólen claro respiraba
tu clima vegetal,
mientras jugos nutricios recorrían
mis diminutos tallos.
Era todo tranquilo...
blanda prisión, atmósfera serena,
palpitación de albúmina sensible
que recogía en ignorados cielos
su alta conjugación de mar y estrella.
Después...
el desgarrarse de tu barro,
la floración de tu dolor que alzaba
su estalactita sorda, interminable,
mientras tu hoguera triste desbordaba
llantos insospechados.
Era tu inmensidad de campo fértil
te surco amable en conjugación suprema
que iba rasgando su ondulante ritmo
para entregar mi brote
al mundo de la luz...
Irma Lanzas
Deja que crezca el fuego
Deja que crezca el fuego aquí en la frente
Y que sobre este polvo del camino
Siga su andar la planta penitente.
Aquí estuvo y pasó lo peregrino.
En todas estas cosas puede verse
Que unas son levadura y otras vino.
Si ahora mi mosto empieza a removerse
Deja que vibre mi canción de hierba
Y arda un instante lo que va a perderse.
Mientras lo grande su quietud conserva
Que alce la brizna su temblor creciente
Y acoja a la belleza que la enerva.
Mientras la pulsación esté latente
Que abra la flor su gloria pasajera
Y no se vuelva muda la simiente.
Deja que el tiempo se deslice y pase,
Aunque con su guijarro abra una herida,
Que nos espere todo lo que yace
Y que siga quemándonos la vida.
Irma Lanzas
Tiempo de recordar
Tiempo de recordar: Arena ardida
de nuestro tiempo actual en que se siente
el flujo de la onda ya perdida.
Agua de ayer que besa luz presente,
mar que nos va siguiendo en cada paso
y llega al hoy y está a la vez ausente.
Vino que se versó del antiguo vaso,
que en un instánte viene a recogerse
y a madurarse bajo un nuevo ocaso.
Ángel de un alba que hoy no puede verse,
que se apagó en infierno o paraíso
y en nuestro tiempo actual vuelve a encenderse.
Irma Lanzas
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