Así, no sabiendo creer en Dios, y no pudiendo creer en una
suma de animales, me he quedado, como otros de la orilla de las gentes, en esa
distancia de todo a que comúnmente se llama la Decadencia. La Decadencia es la
pérdida total de la inconsciencia; porque la inconsciencia es el fundamento de
la vida. El corazón, si pudiese pensar, se pararía. A quien, como yo, así,
viviendo no sabe tener vida, ¿qué le queda sino, como a mis pocos pares, la
renuncia por modo y la contemplación por destino? No sabiendo lo que es la vida
religiosa, ni pudiendo saberlo, porque no se tiene fe con la razón; no pudiendo
tener fe en la abstracción del hombre, ni sabiendo siquiera qué hacer de ella
ante nosotros, nos quedaba, como motivo de tener alma, la contemplación
estética de la vida. Y, así, ajenos a la solemnidad de todos los mundos,
indiferentes a lo divino y despreciadores de lo humano, nos entregamos
fútilmente a la sensación sin propósito, cultivada con un epicureismo
sutilizado, como conviene a nuestros nervios cerebrales.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 22
Considero a la vida como una posada en la que tengo que
quedarme hasta que llegue la diligencia del abismo. No sé a dónde me llevará,
porque no sé nada. Podría considerar esta posada una prisión, porque estoy
compelido a aguardar en ella; podría considerarla un lugar de sociabilidad,
porque aquí me encuentro con otros. No soy, sin embargo, ni impaciente ni
vulgar. Dejo a lo que son a los que se encierran en el cuarto, echados
indolentes en la cama donde esperan sin sueño; dejo a lo que hacen a los que
conversan en las salas, desde donde las músicas y las voces llegan cómodas
hasta mí. Me siento a la puerta y embebo mis ojos en los colores y en los
sonidos del paisaje, y canto lento, para mí solo, vagos cantos que compongo
mientras espero.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 24
En la vida de hoy, el mundo sólo pertenece a los estúpidos,
a los insensibles y a los agitados. El derecho a vivir y a triunfar se
conquista hoy con los mismos procedimientos con que se conquista el
internamiento en un manicomio: la incapacidad de pensar, la amoralidad y la
hiperexcitación.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 26
Pertenezco a una generación que ha heredado la incredulidad
en la fe cristiana y que ha creado en sí una incredulidad de todas las demás
fes. Nuestros padres tenían todavía el impulso creyente, que transferían del
cristianismo a otras formas de ilusión. Unos eran entusiastas de la igualdad
social, otros eran enamorados sólo de la belleza, otros depositaban fe en la
ciencia y en sus provechos, y había otros que, más cristianos todavía, iban a
buscar a Orientes y Occidentes otras formas religiosas con que entretener la
conciencia, sin ella hueca, de meramente vivir. Todo esto lo perdimos nosotros,
de todas estas consolaciones nacimos huérfanos. Cada civilización sigue la
línea íntima de una religión que la representa: pasar a otras religiones es
perder ésta y, por fin, perderlas a todas. Nosotros perdimos ésta, y también
las otras. Nos quedamos, pues, cada uno entregado a sí mismo, en la desolación
de sentirse vivir. Un barco parece ser un objeto cuyo fin es navegar; pero su
fin no es navegar, sino llegar a un puerto. Nosotros nos encontramos navegando,
sin la idea del puerto al que deberíamos acogernos. Reproducimos así, en la
especie dolorosa, la fórmula aventurera de los argonautas: navegar es preciso,
vivir no es preciso.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 26
Si escribo lo que siento es porque así disminuyo la fiebre de
sentir.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 28
… ¿qué más puedo yo pedir a los Dioses o esperar del
Destino?
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 29
Todo se me evapora. Mi vida entera, mis recuerdos, mi
imaginación y lo que contiene, mi personalidad, todo se me evapora.
Continuamente siento que he sido otro, que he sentido otro, que he pensado
otro. Aquello a lo que asisto es un espectáculo con otro escenario. Y aquello a
lo que asisto soy yo.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 41
Al final de este día queda lo que quedó de ayer y quedará de
mañana: al ansia insaciable e innúmera de ser siempre el mismo y otro.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 43
Mi alma es una orquesta oculta; no sé qué instrumentos tañe
o rechina, cuerdas y harpas, timbales y tambores, dentro de mí. Sólo me conozco
como sinfonía
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 45
Hoy he llegado, de repente, a una sensación absurda y justa.
Me he dado cuenta, en un relámpago íntimo, de que no soy nadie. Nadie,
absolutamente nadie. Cuando brilló el relámpago, aquello donde había supuesto
una ciudad era una llanura desierta; y la luz siniestra que me mostró a mí no
reveló un cielo encima de ella. Me han robado el poder de ser antes de que el
mundo fuese. Si tuve que reencarnar, he reencarnado sin mí, sin haber
reencarnado yo. Soy los alrededores de una ciudad que no existe, el comentario
prolijo a un libro que no se ha escrito. No soy nadie, nadie. No sé sentir, no
sé pensar, no sé querer. Soy una figura de novela por escribir, que pasa aérea,
y deshecha sin haber sido, entre los sueños de quien no supo completarme.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 45
Dar a cada emoción una personalidad, a cada estado de alma
un alma
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 46
Estoy triste por debajo de la conciencia.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 53
La mayor acusación contra el romanticismo no se ha formulado
todavía: es la de que representa la verdad interior de la naturaleza humana.
Sus exageraciones, sus ridiculeces, sus poderes varios de conmover y seducir,
residen en que es la figuración exterior de lo que hay más dentro en el alma,
más concreto, visualizado, hasta imposible, si el ser posible dependiese de
otra cosa que no fuese el Destino.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 55
Me moriré como he vivido, entre el baratillo de los
alrededores, tasado al peso entre los proscritos de lo perdido.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 56
Duermo cuando sueño lo que no existe; me despierto cuando
sueño lo que puede existir.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 57
Me irrita la felicidad de todos estos hombres que no saben
que son desgraciados. Su vida humana está llena de todo cuanto constituiría una
serie de angustias para una sensibilidad verdadera. Pero, como su verdadera
vida es vegetativa, lo que sufren pasa por ellos sin tocarles el alma, y viven
una vida que se puede comparar únicamente con la de un hombre con dolor de
muelas que hubiese recibido una fortuna ―la fortuna auténtica de estar viviendo
sin darse cuenta, el mayor don que los dioses conceden, porque es el don de ser
semejante a ellos, superior como ellos (aunque de otro modo) a la alegría y al
dolor. Por eso, a pesar de todo, los amo a todos. ¡Mis queridos vegetales!
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 88
Recuerdo, lejano en mí, como si viajara para dentro, la
monotonía, todavía diferente, de aquella casa provinciana... Allí pasé la
infancia pero no sabría decir, si quisiese hacerlo, si con más o menos
felicidad que paso la vida de hoy. Era otro el quien soy que vivía allí: son
vidas diferentes, distintas, incomparables. Las mismas monotonías, que las
aproximan por fuera, eran sin duda diferentes por dentro. No eran dos
monotonías, sino dos vidas.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 90
De tal modo me he desnudado de mi propio ser que existir es
vestirme. Sólo disfrazado es cuando soy yo.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 91
Fijarse en todo por vez primera, no apocalípticamente, como
revelaciones del Misterio, sino directamente, como floraciones de la Realidad.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 93
Avanzo lentamente, muerto, y mi visión ya no es nada: es
sólo la del animal humano que ha heredado sin querer la cultura griega, el
orden romano, la moral cristiana y todas las demás ilusiones que forman la
civilización en la que siento. ¿Dónde estarán los vivos?
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 94
Todo se resume, en fin, en procurar sentir el tedio de modo
que no duela.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 94
La tragedia principal de mi vida es, como todas las
tragedias, una ironía del Destino. Recuso la vida real como una condenación;
recuso el sueño como una liberación innoble. Pero vivo lo más sórdido y lo más
cotidiano de la vida real; y vivo lo más intenso y lo más constante del sueño.
Soy como un esclavo que se emborracha por la siesta ―dos miserias en un solo
cuerpo. Si veo nítidamente, con la claridad con [que] los relámpagos de la
razón hacen destacarse de la negrura de la vida a los objetos cercanos que nos
la forman, lo que hay de vil, de laso, de abandonado y de facticio, en esta
Calle de los Doradores que es para mí la vida entera ―esta oficina sórdida
hasta su médula de gente, este cuarto mensualmente alquilado donde no sucede
otra cosa que vivir un muerto, esta tienda de ultramarinos de la esquina a cuyo
dueño conozco como la gente conoce a la gente, estos muchachos de la puerta de
la taberna antigua, esta inutilidad trabajosa de todos los días iguales, esta
repetición persistente de los mismos personajes, como un drama que consistiese
tan sólo en el escenario, y el escenario estuviese del revés... Pero veo
también que huir de esto sería o dominarlo o repudiarlo, y yo no lo domino,
porque no lo excedo dentro de lo real, ni lo repudio porque, sueñe lo que
sueñe, me quedo siempre donde estoy. ¡Y el sueño, la vergüenza de huir hacia
mí, la cobardía de tener como vida esa basura del alma que los otros sólo
tienen en el sueño, en la figura de la muerte con que roncan, en la calma con
que parecen vegetales que han progresado! ¡No poder tener un gesto noble que no
sea de puertas adentro, ni un deseo inútil que no sea de veras inútil! Definió
César toda la estatura de la ambición cuando dijo aquellas palabras: «¡Antes el
primero en la aldea que el segundo en Roma!» Yo no soy nada ni en la aldea ni
en Roma ninguna. Por lo menos, el tendero de la esquina es respetado desde la
calle de la Asunción hasta la calle de la Victoria [135]; es el César de una
manzana. ¿Yo superior a él? ¿En qué, si la nada no admite superioridad, ni
inferioridad, ni comparación? Es César de toda una manzana y les gusta a las
mujeres condignamente. Y así arrastro haciendo lo que no quiero, y soñando lo
que no puedo tener, mi vida (...), absurda como un reloj público parado.
Aquella sensibilidad tenue, pero firme, el sueño largo pero consciente (...)
que forma en su conjunto mi privilegio de penumbra.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 97
Hay días que son filosofías, que nos insinúan filosofías de
la vida, que son notas marginales, llenas de una gran crítica, en el libro de
nuestro destino universal.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 99
Hombre de ideales que soy, ¿quién sabe si mi mayor
aspiración no es realmente no pasar de ocupar este lugar a esta mesa de este
café? Todo es vano, como remover cenizas, vago como el momento en que todavía
no es alborada. ¡Y la luz brota tan serenamente y perfectamente en las cosas,
las dora tan de realidad sonriente y triste! ¡Todo el misterio del mundo baja
hasta delante de mis ojos a esculpirse en trivialidad y calle! ¡Ah, de qué
manera las cosas cotidianas rozan misterios para nosotros! ¡De qué manera en la
superficie, que la luz toca, de esta vida compleja de tan humana, la Hora,
sonrisa incierta, ¡sube a los labios del Misterio! ¡Qué moderno suena todo
esto! ¡Y, en el fondo, es tan antiguo, tan oculto, tan teniendo otro sentido
que el que luce en todo esto!
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 103
Mi aislamiento no es una busca de felicidad, que no tengo
alma para conseguir; ni de tranquilidad, que nadie obtiene sino cuando nunca la
pierde, sino de sueño, de apagamiento, de renuncia pequeña.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 104
Es en la armonía entre lo natural y lo artificial en lo que
consiste la naturalidad del alma humana superior.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 107
Somos todos esclavos de circunstancias exteriores…
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 107
¡Ah, otro mundo, otras cosas, otra alma con que sentirlas,
otro pensamiento con que saber de esa alma! ¡Todo, hasta el tedio, menos este
esfumarse del alma y de las cosas, este desamparo azulado de la indefinición de
todo!
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 110
Es domingo y no tengo nada que hacer. Ni soñar me apetece,
de tan bueno como está el día. Disfruto con una sinceridad de sentidos a los
que se abandona la inteligencia. Paseo como un dependiente liberado. Me siento
viejo, sólo para tener el placer de sentirme rejuvenecer.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 110
Y asomado al antepecho, disfrutando del día, sobre el
volumen variado de la ciudad entera, sólo un pensamiento me llena el alma: el
deseo íntimo de morir, de acabar, de no ver más luz sobre ninguna ciudad, de no
pensar, de no sentir, de dejar atrás, como un papel de envolver, el curso del
sol y de los días, de quitarme, como un traje pesado, al borde del gran lecho,
el esfuerzo involuntario de ser.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 116
No va borracho; va soñador.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 121
Dicen los ocultistas, o algunos de ellos, que hay momentos
supremos del alma en que ésta recuerda, con la emoción o con parte de la
memoria, un momento, o un aspecto, o una sombra de una encarnación anterior. Y
entonces, como regresa a un tiempo que está más cerca que su presente del
origen y del comienzo de las cosas, siente, en cierto modo, una infancia y una
liberación.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 125
Cuanto más alta la sensibilidad, y más sutil la capacidad de
sentir, tanto más absurdamente vibra y se estremece con las cosas pequeñas. Es
necesaria una gran inteligencia para sentir angustia ante un día oscuro. La
humanidad, que es poco sensible, no se angustia con el tiempo, porque siempre
hace tiempo; no siente la lluvia sino cuando le cae encima. El día empañado y
lánguido escalda húmedamente. Solo en la oficina, paso revista a mi vida, y lo
que veo en ella es como el día que me oprime y me aflige. Me veo niño contento
por nada, adolescente que aspira a todo, adulto sin alegría ni aspiración. Y
todo esto ha sucedido en la languidez y en lo empañado, como el día que me lo
hace ver o recordar. ¿Cuál de nosotros puede, volviéndose en el camino en el
que no hay regreso, decir lo que ha seguido como debía haberlo seguido?
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 126
Quien quisiera hacer un catálogo de monstruos no tendría más
que fotografiar con palabras esas cosas que la noche trae a las almas somnolientas
que no consiguen dormir. Planean como murciélagos sobre la pasividad del alma,
o vampiros que chupasen la sangre de la sumisión. Son larvas del declive y del
desperdicio, sombras que llenan el valle, vestigios que quedan del destino.
Unas veces son gusanos, nauseabundos para la propia alma que los alimenta y
cría; otras veces son espectros, y rondan siniestramente a nada; otras veces,
también, emergen, culebras, de los antros absurdos de las emociones perdidas.
Lastre de lo falso, no sirven sino para que no sirvamos. Son dudas del abismo,
echadas en el alma, que arrastran arrugas somnolientas y frías. Duran humos,
pasan rastros, y no hay más que el haberlo sido en la substancia estéril de
haber tenido conciencia de ellos. Uno u otro es como pieza íntima de fuego
artificial: chisporrotea un rato entre sueños, y el resto es la inconsciencia
de la conciencia con que lo vivimos. Cinta desatada, el alma no existe en sí
misma. Los grandes paisajes son para mañana, y nosotros ya hemos vivido. Ha
fracasado la conversación interrumpida ¿Quién diría que la vida había de ser
así? Me pierdo si me encuentro, dudo si opino, no tengo si obtuve. Como si me
pasease, duermo, pero estoy despierto. Como si durmiese, despierto, y no me
pertenezco. La vida, al final, es, en sí misma, un gran insomnio, y hay un
aletargamiento lúcido en todo cuanto pensamos y hacemos. Sería feliz si pudiese
dormir. Esta opinión es de este momento, porque no duermo. La noche es un peso
inmenso por detrás del ahogarme con el cobertor mudo de lo que sueño. Tengo una
indigestión en el alma, Siempre, después de después, llegará el día, pero será
tarde, como siempre. Todo duerme y es feliz, menos yo. Descanso un poco, sin
osar dormir. Y grandes cabezas de monstruos sin ser emergen confusas del fondo
de lo que soy. Son dragones del Oriente del abismo, con lenguas encarnadas al
margen de la lógica, con ojos que miran sin vida mi vida muerta que no los
mira. ¡La tapa, por el amor de Dios, la tapa! ¡Conclúyanme la inconsciencia y
la vida! Afortunadamente, por la ventana fría, con los postigos abiertos hacia
atrás, un hilo triste de luz pálida empieza a sacar sombra del horizonte.
Afortunadamente, lo que va a rayar es el día. Sosiego, casi, del cansancio del
desasosiego. Un gallo canta, absurdo, en plena ciudad. El día lívido comienza
en mi vago sueño. Alguna vez dormiré. Un ruido de ruedas hace carro. Mis
párpados duermen, pero no yo. Todo, en fin, es el Destino.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 127
He soñado mucho. Estoy cansado de haber soñado, pero no
cansado de soñar. De soñar nadie se cansa, porque soñar es olvidar, y olvidar
no pesa y es un sueño sin sueños en el que estamos despiertos. En sueños lo he
conseguido todo. También he despertado, pero ¿qué importa?
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 129
… hay una paz triste en la luz dura de la luna.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 143
Hoy me he despertado muy temprano, en un repente
embarullado, y me he levantado en seguida de la cama bajo el estrangulamiento
de un tedio incomprensible. Ningún sueño lo había provocado; ninguna realidad
lo podría haber hecho. Era un tedio absoluto y completo, pero fundado en algo.
En el fondo oscuro de mi alma, invisibles, fuerzas desconocidas trababan una
batalla en la que mi ser era el suelo, y todo yo temblaba con el embate
desconocido. Una náusea física de la vida entera nació con mi despertar. Un
horror a tener que vivir se levantó conmigo de la cama. Todo me pareció hueco y
tuve la impresión fría de que no hay solución para ningún problema.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 143
¡Ah, qué mañana es ésta, que me despierta a la estupidez de
la vida, y a su gran ternura!
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 144
Y desde la ventana de mi cuarto miro, pobre alma cansada del
cuerpo, muchas estrellas, nada, la nada, pero tantas estrellas...
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 148
Nubes... Me interrogo y me desconozco. Nada he hecho de útil
ni haré de justificable. He gastado la parte de la vida que no perdí en
interceptar confusamente cosa ninguna, haciendo versos en prosa a las
sensaciones intransmisibles con que hago mío el universo desconocido. Estoy
harto de mí, objetiva y subjetivamente. Estoy harto de todo, y del todo de
todo. Nubes... Son todo, desarreglos de lo alto, cosas hoy sólo ellas reales
entre la tierra nula y el cielo que no existe; harapos indescriptibles del tedio
que les supongo; niebla condensada en amenazas de color ausente; algodones en
rama sucios de un hospital sin paredes. Nubes... Son como yo, un pasar
desfigurado entre el cielo y la tierra, al sabor de un impulso invisible,
tronando o no tronando, alegrando blancas u obscureciendo negras, Secciones del
intervalo y del error, lejos del ruido de la tierra y sin tener el silencio del
cielo. Nubes... Siguen pasando, siguen siempre pasando, pasarán siempre
siguiendo, en un enrollamiento discontinuo de madejas empañadas, en un
alargamiento difuso de falso cielo deshecho.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 153
Hoy, de repente, he vuelto a lo que soy o me sueño.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 163
Mi alma está triste hoy, triste hasta el cuerpo. Todo yo me
duelo, memoria, ojos y brazos. Hay una especie de reumatismo en todo cuanto
soy. No influye en mí ser la claridad límpida del día, cielo de un gran azul
puro, marea alta parada de luz difusa. No me ablanda nada el leve soplo fresco,
otoñal como si el estío no olvidase, con que el aire tiene personalidad. Nada
es nada para mí. Estoy triste, pero no con una tristeza definida, ni siquiera
con una tristeza indefinida.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 166
Quisiera vivir distinto en países distantes. Quisiera morir
otro entre banderas desconocidas. Quisiera ser aclamado emperador en otras
eras, mejores hoy porque no son de hoy, vistas en vislumbre y colorido,
inéditas a esfinges. Quisiera todo cuanto puede tornar ridículo lo que soy, y
porque torna ridículo lo que soy. Quisiera, quisiera... Pero hay siempre sol
cuando el sol brilla y noche cuando la noche llega. Hay siempre la amargura
cuando la amargura nos duele y el sueño cuando el sueño nos arrulla. Hay
siempre lo que hay, y nunca lo que debería haber, no por ser mejor o por ser
peor, sino por ser otro. Hay siempre...
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 167
Ah, ¿quién me salvará de existir? No es la muerte lo que
quiero, ni la vida: es aquella otra cosa que brilla en el fondo del ansia como
un diamante posible en una caverna a la que no se puede descender. Es todo el
peso y toda la angustia de este universo real e imposible, de este cielo
estandarte de un ejército desconocido, de estos tonos que van empalideciendo por
el aire ficticio, de donde el creciente imaginario de la luna emerge en una
blancura eléctrica quieta, recortado en lejano e insensible. Es toda la falta
de un Dios verdadero que es el cadáver vacuo del cielo alto y del alma
encerrada. Cárcel infinita: ¡porque eres infinita no se puede huir de ti!
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 180
Regla es de la vida que podemos, y debemos, aprender con
todo el mundo. Hay cosas de la seriedad de la vida que podemos aprender con
charlatanes y bandidos, hay filosofías que nos proporcionan los estúpidos, hay
lecciones de firmeza y de ley que vienen en el acaso y en los que son del
acaso. Todo está en todo. En ciertos momentos muy claros de la meditación, como
aquellos en que, al principio de la tarde, vago observador por las calles, cada
persona me trae una noticia, cada casa me ofrece una novedad, cada letrero
contiene un aviso para mí. Mi paseo callado es una conversación continua, y
todos nosotros, hombres, casas, piedras, letreros y cielo, somos una gran multitud
amiga, que se codea con palabras en la gran procesión del Destino.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 80
… y ando como si nada tuviese remedio.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 181
Mi pasado es todo cuanto no he conseguido ser.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 183
Vacilo en todo, muchas veces sin saber por qué. Qué de veces
busco, como línea recta que me resulta propia, concibiéndola mentalmente como
la línea recta ideal, la distancia menos corta entre dos puntos. Nunca he
tenido el arte de estar vivo activamente. He equivocado siempre los gestos en
los que nadie se equivoca; lo que los demás nacieron para hacer, me he
esforzado siempre en no dejar de hacerlo. Deseo siempre conseguir lo que los
demás han conseguido casi sin desearlo. Entre mí y la vida ha habido siempre
cristales oscuros: no he sabido de ellos por la vista, ni por el tacto; no he
vivido esa vida o ese plan, he sido el devaneo de lo que he querido ser, mi
sueño empezó en mi voluntad, mi propósito ha sido siempre la primera ficción
del que nunca he sido.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 190
En lo más íntimo de lo que he pensado, no he sido yo.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 192
De repente, como si un destino médico me hubiese operado de
una ceguera antigua con grandes resultados súbitos, levanto la cabeza, desde mi
vida anónima, al conocimiento claro de cómo existo. Y veo que todo cuanto he
hecho, todo cuanto he pensado, todo cuanto he sido, es una especie de engaño y
de locura. Me maravillo de lo que he conseguido no ver. Extraño cuanto he sido,
y ver que, a fin de cuentas, no soy. Miro, como en una extensión al sol que
rompe nubes, mi vida pasada; y noto, con un pasmo metafísico, cómo todos mis
gestos más seguros, mis ideas más claras y mis propósitos más lógicos, no han
sido, al final, más que borrachera nata, locura natural, gran desconocimiento.
Ni siquiera he representado. Me han representado. He sido, no el actor sino sus
gestos. Todo cuanto he hecho, pensado, sido, es una suma de subordinaciones, o
a un ente falso que creí mío, porque actué de él para fuera, o de un peso de
circunstancias que supuse ser el aire que respiraba. Soy, en este momento de
ver, un solitario súbito que se desconoce desterrado donde se encontró siempre
ciudadano. En lo más íntimo de lo que he pensado, no he sido yo. Me asalta,
entonces, un terror sarcástico de la vida, un desaliento que traspasa los
límites de mi individualidad consciente. Sé que he sido error y extravío, que
nunca he vivido, que he existido tan sólo porque he llenado tiempo con
conciencia y pensamiento. Y mi sensación de mí es la de quien despierta después
de un sueño lleno de sueños reales, o la de quien es liberado, por un terremoto,
de la poca luz de la cárcel a la que se había acostumbrado.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 192
¡Cómo duele todo si lo pensamos como conscientes de pensar,
como seres espirituales en quien se ha dado ese segundo desdoblamiento de la
conciencia mediante el cual sabemos que sabemos!
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 195
Quiero ser una obra de arte, del alma por lo menos, ya que
del cuerpo no puedo serlo.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 196
Nadie me dirá quién soy, ni sabrá quién he sido.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 199
Tengo elementos espirituales de bohemio, de esos que dejan a
la vida irse como algo que se escapa de las manos y en tal momento en que el
gesto de obtenerla duerme en la mera idea de hacerlo. Pero no he tenido la
compensación /exterior/ del espíritu bohemio: el desnudo fácil de las emociones
inmediatas y abandonadas. Nunca he sido más que un bohemio aislado, lo que es
absurdo; o un bohemio místico, lo que es algo imposible.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 204
Fue en un mar interior donde terminó el río de mi vida.
Alrededor de mi solar soñado, todos los árboles estaban en otoño.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 204
Los momentos más felices de mi vida han sido sueños.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 204
Porque, predicador que soy de la renuncia, no he aprendido
todavía a practicarla plenamente.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 205
¡El tiempo! ¡El pasado! [...] ¡Lo que he sido y nunca más
seré! ¡Lo que he tenido y no volveré a tener! ¡Los Muertos! Los muertos que me
amaron en mi infancia. Cuando los evoco, toda el alma se me enfría y me siento
desterrado de unos corazones, solo en la noche de mí mismo, llorando como un
mendigo el silencio cerrado de todas las puertas.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 206
Dios me creó para niño, y me dejó siempre niño.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 207
Yo no fui destinado a la realidad, y la vida quiso venir a
verme.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 208
He matado a la voluntad a fuerza de analizarla.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 211
Y me sonrío, en la noche en que concluyo sin fin estas
consideraciones sin engranaje, de la ironía vital que las hace surgir de un
alma humana, huérfana, desde antes de los astros, de las grandes razones del
Destino.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 218
Para comprender, me he destruido.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 218
Esclavo del temperamento como de las circunstancias,
insultado por la indiferencia de los hombres lo mismo que por su afecto a quien
suponen que soy― (...) los insultos humanos del Destino.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 220
Para el hombre vulgar, sentir es vivir y pensar es saber
vivir. Para mí, pensar es vivir y sentir no es más que el alimento del pensar.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 220
Desearía construir un código de inercia para los superiores
de las sociedades modernas. —La sociedad se gobernaría espontáneamente y a sí
propia, si no contuviese gente de sensibilidad e inteligencia. Crean que es la
única cosa que la perjudica. Las sociedades primitivas tenían una feliz
existencia más o menos así. Es una pena que la expulsión de los superiores de
la sociedad tendría para ellos el resultado de morir, porque no saben trabajar.
Y quizás muriesen de tedio, por no haber espacios de estupidez entre ellos.
Pero yo hablo desde el punto de cura de la felicidad humana. Cada superior que
se manifestase en la sociedad sería expulsado a la isla [...] de los
superiores. Los superiores serían alimentados, como animales enjaulados, por la
sociedad normal. Creedme: si no hubiese gente inteligente que tomase nota de
los malestares humanos, la humanidad no se daría cuenta de ellos.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 220
Vivimos todos, en este mundo, a bordo de un navío zarpado de
un puerto que desconocemos hacia un puerto que ignoramos; debemos tener los
unos para con los otros una amabilidad de viaje
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 222
Es ésta mi vida moral, o mi metafísica, o yo: Transeúnte de
todo ―hasta de mi propia alma—, no pertenezco a nada, no deseo nada, no soy
nada: centro abstracto de sensaciones impersonales, espejo caído sintiente
vuelto hacia la variedad del mundo. Con esto, no sé si soy feliz o desgraciado;
ni me importa…
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 223
Más terribles que cualquier muralla, he puesto verjas
altísimas para demarcar el jardín de mi ser…
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 225
He tenido cierto talento para la amistad, pero nunca he
tenido amigos, ya porque me faltasen, ya porque la amistad que yo había
concebido fuese un error de mis sueños. He vivido siempre aislado, y cada vez
más aislado cuanto más consciente he sido de mí mismo.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 225
Como nunca he descubierto en mí cualidades que atrajesen a
nadie, nunca he podido creer que alguien se sintiese atraído por mí. La opinión
sería de una modestia estulta, si hechos sobre hechos ―esos inesperados hechos
que yo esperaba― no viniesen a confirmarla siempre. No puedo concebir que me
estimen por compasión, porque, aunque sea físicamente desmañado e inaceptable,
no tengo ese grado de encogimiento orgánico con que entrar en la órbita de la
compasión ajena, ni tampoco esa simpatía que la atrae cuando no es patentemente
merecida; y para lo que en mí merece piedad, no puede haberla, porque nunca hay
piedad para los lisiados del espíritu. De modo que he caído en ese centro de
gravedad del desdén ajeno en el que no me inclino hacia la simpatía de nadie.
Toda mi vida ha sido querer adaptarme a esto sin sentir en exceso su crudeza y
su abyección. Es necesario cierto coraje intelectual para que un individuo
reconozca valerosamente que no pasa de ser un harapo humano, aborto
superviviente, loco todavía fuera de las fronteras de la internabilidad; pero
es preciso todavía más valor de espíritu para, reconocido esto, crear una
adaptación perfecta a su destino, aceptar sin rebeldía, sin resignación, sin
gesto alguno, o esbozo de gesto, la maldición orgánica que me ha impuesto la Naturaleza.
Querer que no sufra con esto es querer demasiado, porque no cabe en el ser
humano el aceptar el mal, viéndolo bien, y llamarle bien; y, aceptándolo como
mal, no es posible no sufrir con él.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 226
He sufrido la humillación de conocerme.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 227
¡Ver claro en nosotros y en cómo nos ven los demás! ¡Ver
esta verdad frente a frente! Y, al final, el grito de Cristo en el Calvario,
cuando vio, frente a frente, su verdad: Señor, Señor, ¿por qué me has
abandonado?
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 227
Aprende a separar las ideas de voluptuosidad y de placer.
Aprende a disfrutar en todo, no lo que es, sino las ideas y los sueños que
provoca. Porque nada es lo que es: los sueños siempre son los sueños. Para eso
necesitas no tocar nada. Si tocas tu sueño, morirá; el objeto tocado ocupará tu
sensación. Ver y oír son las únicas cosas nobles que contiene la vida. Los
otros sentidos son plebeyos y carnales. La única aristocracia es nunca tocar.
No acercarse: he ahí lo que es hidalgo.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 230
Sólo quien no busca es feliz; porque sólo quien no busca
encuentra, visto que quien no busca ya tiene, y tener ya, sea lo que sea, es
ser feliz
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 232
¡Si nos quedásemos, así, más allá de siempre!
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 234
¡Si nuestra vida fuese un eterno estar a la ventana, si así
nos quedásemos, como humo parado, siempre, teniendo siempre al mismo instante
de crepúsculo doloriendo la curva de los montes! ¡Si nos quedásemos, así, más
allá de siempre! ¡Si por lo menos, de este lado de la imposibilidad, pudiésemos
así quedarnos, sin que cometiésemos una acción, sin que nuestros labios pálidos
pecasen más palabras! ¡Mira cómo va oscureciendo!... El sosiego /evidente/ de
todo me llena de rabia, de algo que es el amargor en el sabor de la aspiración.
Me duele el alma... Una mancha lenta de humo se eleva y se dispersa allá
lejos... Un tedio inquieto me hace no pensar ya en ti... ¡Tan superfluo todo,
nosotros y el mundo y el misterio de ambos!
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 234
¿Por qué no será todo una verdad enteramente diferente, sin
dioses, ni hombres, ni razones? ¿Por qué no ha de ser todo algo que ni siquiera
podemos concebir que no concebimos: un misterio totalmente de otro mundo? ¿Por
qué no hemos de ser nosotros ―hombres, dioses y mundo― sueños que alguien
sueña, pensamientos que alguien piensa, puestos siempre fuera de lo que existe?
¿Y por qué no ha de ser ese alguien que sueña o piensa alguien que no sueña ni
piensa, súbdito él mismo del abismo y de la ficción? ¿Por qué no ha de ser todo
otra cosa, y ninguna cosa, y lo que no es la única cosa que existe? ¿En qué parte
estoy que veo esto como algo que puede ser? ¿Por qué puente paso, que, por
debajo de mí, que estoy tan alto, están las luces de todas las ciudades del
mundo y del otro mundo, y las nubes de las verdades deshechas que flotan encima
y todas ellas buscan, como si buscasen lo que puede abarcarse?
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 242
Siempre habrá lucha en este mundo, sin decisión ni victoria,
entre el que ama lo que no hay porque existe, y el que ama lo que hay porque no
existe. Siempre, siempre, existirá el abismo entre el que reniega de lo mortal
porque es mortal y el que ama lo mortal porque desearía que nunca muriese.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 245
Dame otra vez la infancia y llévate contigo a Dios.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 246
El raciocinio es la peor especie del sueño, porque es la que
nos transporta al sueño la regularidad de la vida que no existe, es decir, es
doblemente nada. —Pero ¿qué quiere decir eso? (Poniéndole la mano en el otro
hombro, y envolviéndole en un abrazo) ―Ay, hijo mío, ¿qué quiere decir nada?
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 247
Todos los días suceden en el mundo cosas que no se explican
por las leyes que conocemos de las cosas. Todos los días, habladas durante un
momento, se olvidan, y el mismo misterio que las ha traído se las lleva,
convirtiéndose el secreto en olvido. Tal es la ley de lo que tiene que ser
olvidado porque no puede ser explicado. A la luz del sol, continúa siendo
normal el mundo visible. El ajeno nos acecha desde la sombra.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 247
Tengo mucho frío. Estoy tan cansado en mi abandono. Ve a
buscar, oh Viento, a mi Madre. Llévame por la Noche a la casa que no he
conocido... Vuelve a darme, oh Silencio. [...], mi alma y mi cuna y mi canción
con que me dormía.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 249
La vida es un ovillo que alguien ha enmarañado. Hay un
sentido en ella, si estuviera desenrollada y puesta a lo largo, o bien
enrollada. Pero, tal como está, es un problema sin ovillo propio, un
embrollarse sin dónde.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 249
Siento que, incluso al decir que soy siempre diferente, he
dicho siempre lo mismo; que soy más análogo a mí mismo que lo que querría
confesar; que, a fin de cuentas, no he tenido la alegría de ganar ni la emoción
de perder. Soy una ausencia de saldo de mí mismo, sin un equilibrio
involuntario que me desola y debilita.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 253
¡Qué tarde que es siempre!
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 257
Quien tiene que vivir entre los hombres, activamente y
encontrándolos ―y es realmente posible reducir al mínimo la intimidad que se ha
de tener con ellos (la intimidad, y no el mero contacto, con gente, es lo que
es perjudicial)—, tendrá que hacer helarse a su superficie de convivencia para
que todo gesto fraternal y social a él dirigido resbale y no entre o no se imprima.
Parece mucho esto, pero es poco. Los hombres son fáciles de alejar: basta con
no aproximarnos.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 266
La intimidad, y no el mero contacto, con gente, es lo que es
perjudicial.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 267
Y en el fondo de mi alma ―como única realidad de este
momento― hay una congoja intensa e invisible, una tristeza como el ruido de
quien llora en un cuarto oscuro.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 272
Quien tiene Dioses nunca tiene tedio.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 280
Yo no soy pesimista, soy triste. No me indigno, porque la
indignación es para los fuertes; no me resigno, porque la resignación es para
los nobles; no me callo, porque el silencio es para los grandes. Y yo no soy fuerte,
ni noble, ni grande. Sufro y sueño. Me quejo porque soy débil y, porque soy
artista, me entretengo en tejer musicales mis quejas y en organizar mis sueños
conforme le parece mejor a mi idea de encontrarlos bellos.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 281
Los muertos nacen, no mueren.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 288
Existe un cansancio de la inteligencia abstracta y es el más
horroroso de los cansancios. No pesa como el cansancio del cuerpo, ni inquieta
como el cansancio de la emoción. Es un peso de la conciencia del mundo, un no
poder respirar con el alma. Entonces, como si el viento en ellas diese, y
fuesen nubes, todas las ideas en que hemos sentido la vida, todas las
ambiciones y designios en que hemos fundado la esperanza en su continuación, se
rasgan, se abren, se alejan convertidas en cenizas de nieblas, harapos de lo
que no ha sido ni podrá ser. Y tras de la derrota surge pura la soledad negra e
implacable del cielo desierto y estrellado. El misterio de la vida nos duele y
nos empavorecemos de muchas maneras. Unas veces viene sobre nosotros como un
fantasma sin forma, y el alma tiembla con el peor de los miedos ―el de la
encarnación disforme del no ser—. Otras veces está detrás de nosotros, visible
sólo cuando nos volvemos para ver, y es la verdad toda en su horror
profundísimo de que la desconozcamos. Pero este horror que hoy me anula, es
menos /noble y más roedor/. Es un deseo de no querer tener pensamiento, un
deseo de nunca haber sido nada, una desesperación consciente de todas las
células del cuerpo y del alma. Es el sentimiento súbito de estar enclaustrado
en una celda infinita. ¿Hacia dónde pensar en huir, si sólo la celda es el
Todo? Y entonces me asalta el deseo desbordante, absurdo, de una especie de
satanismo que ha precedido a Satán, de que un día ―un día sin tiempo ni
substancia― se encuentre una fuga hacia fuera de Dios y lo más profundo de
nosotros deje, no sé cómo, de formar parte del ser o del no ser.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 290
Como todo individuo de gran movilidad mental, tengo un amor
orgánico y fatal a la fijación. Abomino la vida nueva y el lugar desconocido.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 328
La vida es un viaje experimental, hecho involuntariamente.
Es un viaje del espíritu a través de la materia y, como es el espíritu quien
viaja, es en él donde se vive. Hay, por eso, almas contemplativas que han
vivido más intensa, más extensa, más tumultuosamente que otras que han vivido
externas. El resultado lo es todo. Lo que se ha sentido ha sido lo que se ha
vivido. Uno se recoge de un sueño como de un trabajo visible. Nunca se ha
vivido tanto como cuando se ha pensado mucho.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 328
La vida es lo que hacemos de ella. Los viajes son los
viajeros. Lo que vemos no es lo que vemos, sino lo que somos.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 332
Transeúntes eternos por nosotros mismos, no hay paisaje sino
el que somos. Nada poseemos, porque ni a nosotros poseemos. Nada tenemos porque
nada somos. ¿Qué manos extenderé hacia el universo? El universo no es mío: soy
yo.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 336
Cuántas veces les he oído decir la misma frase que simboliza
todo lo absurdo, toda la nada, toda la ignorancia hablada de sus vidas. Es esa
frase que dicen a propósito de cualquier placer material: «es lo que uno se lleva
de esta vida» ... ¿A dónde se lo lleva? ¿Para dónde se lo lleva? ¿Para qué se
lo lleva? Sería triste despertarlos de la sombra con una pregunta como ésta...
Habla así un materialista, porque todo hombre que habla así es, aunque
subconscientemente, materialista. ¿Qué es lo que piensa llevarse de la vida, y
de qué manera? ¿A dónde se lleva las chuletas de cerdo y el vino tinto y la
chica casual? ¿A qué cielo en el que no cree? ¿A qué tierra a la que no se
lleva sino la podredumbre que toda su vida ha sido a escondidas? No conozco
frase más trágica ni más plenamente reveladora de la humanidad humana. Así
dirían de sus placeres sonámbulos los animales inferiores al hombre en la
expresión de sí mismos. Y, quién sabe si, yo que hablo, al escribir estas palabras
con una vaga impresión de que podrán durar, no creo también que la memoria de
haberlas escrito es lo que «me llevo de esta vida». Y, como el inútil cadáver
del vulgar a la tierra común, baja al olvido común el cadáver igualmente inútil
de mi prosa hecha atendiendo. ¿Las chuletas de cerdo, el vino, la chica del
otro? ¿Por qué me burlo yo de ellos?
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 344
Lo he sentido todo de repente.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 349
¿Quién soy yo para mí? Soy una sensación mía. Mi corazón se
vacía sin querer como un balde roto. / ¿Pensar? ¿Sentir? ¡Cuánto cansa todo, si
es una cosa definida! /
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 349
Nunca amamos a nadie. Amamos, tan solamente, a la idea que
nos hacemos de alguien. Es a un concepto nuestro ―en suma, a nosotros mismos― a
lo que amamos.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 349
Algunos tienen en la vida un gran sueño y faltan a ese
sueño. Otros no tienen en la vida ningún sueño, y también faltan a ése.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 353
Vivimos casi siempre fuera de nosotros, y la misma vida es
una perpetua dispersión. Pero es hacia nosotros hacia donde tendemos, como
hacia un centro en torno al cual hacemos, como los planetas, elipses absurdas y
distantes.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 354
A mí, cuando veo un muerto, la muerte me parece una partida.
El cadáver me produce la impresión de un traje que se ha dejado. Alguien se ha
ido y no ha necesitado llevarse ese traje único que vestía.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 361
Un día, al final del conocimiento de las cosas, se abrirá la
puerta del fondo, y todo lo que fuimos ―basura de estrellas y de almas― será barrido
hacia fuera de casa, para que lo que existe vuelva a empezar.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 364
… todo se va en el otoño, todo en el otoño, en la ternura
indiferente del otoño. Todo en el otoño, sí, todo en el otoño...
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 365
De repente, estoy solo en el mundo. Veo todo esto desde lo
alto de un tejado espiritual. Estoy solo en el mundo. Ver es ser distante. Ver
claro es parar. Analizar es ser extranjero. Toda la gente pasa junto a mí sin
rozarme. Sólo tengo aire a mi alrededor. Me siento tan aislado que siento la
distancia que hay entre mí y mi traje. Soy un niño, con una palmatoria mal
encendida, que atraviesa, en camisón de dormir, una gran casa desierta. Viven
sombras que me rodean ―sólo sombras hijas de los muebles rígidos y de la luz
que me acompaña. Ellas me rondan aquí, al sol, pero son gente.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 366
Cuanto más alto está el hombre, de más cosas tiene que
privarse. En la cumbre no hay sitio sino para el hombre solo.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 267
Todo cuanto el millonario ha tenido, este hombre lo ha
tenido; en menor grado, es cierto, pero en proporción a su estatura. Los dos hombres
han conseguido lo mismo; no hay diferencia de celebridad, porque, también allí,
la diferencia de ambientes establece la identidad.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 267
El alma humana es un abismo oscuro y viscoso, un pozo que no
se usa en la superficie del mundo. Nadie se amaría a sí mismo si de verdad se
conociese, y así, si no existiese la vanidad, que es la sangre de la vida
espiritual, moriríamos de anemia en el alma. Nadie conoce a otro, y menos mal
que no le conoce, y, si le conociese, conocería en él, aunque madre, mujer o
hijo, al íntimo, metafísico enemigo.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 369
Nos entendemos porque nos ignoramos.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 369
La vida que se vive es una incomprensión fluida, una media
alegre entre la grandeza que no hay y la felicidad que no puede haber. Estamos
contentos porque, hasta al pensar y al sentir, somos capaces de no creer en la
existencia del alma. En el baile de máscaras que vivimos, nos basta el agrado
del traje, que en el baile lo es todo. Somos esclavos de las luces y de los
colores, vamos en la danza como en la verdad, no hay para nosotros ―salvo si,
abandonados, no bailamos― conocimiento del gran frío alto de la noche exterior,
del cuerpo mortal debajo de los trapos que le sobreviven, de todo cuanto, a
solas, creemos que es esencialmente nosotros, pero al final no es más que la
parodia íntima de la verdad de lo que nos suponemos. Todo cuanto hacemos o
decimos, todo cuanto pensamos o sentimos, lleva la misma máscara y el mismo
dominó. Por más que nos quitemos lo que vestimos, nunca llegamos a la desnudez,
pues la desnudez es un fenómeno del alma y no de quitarse el traje. Así,
vestidos de cuerpo y alma, con nuestros múltiples trajes tan pegados a nosotros
como las plumas de las aves, vivimos felices o desgraciados, o hasta no
sabiendo lo que somos, el breve espacio que nos conceden los dioses para que
los divirtamos, como niños que juegan a juegos serios.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 369
¿Has pensado ya, /oh Otra, / cuan invisibles somos los unos
para los otros? ¿Has meditado ya cuánto nos desconocemos? Nos vemos y no nos
vemos. Nos oímos y cada uno escucha tan sólo una voz que está dentro de él.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 371
¡Bendita esa edad equivocada de la vida, cuándo se niega el
amor porque no hay sexo, cuando se niega la realidad por jugar, tomando por
reales a cosas que no lo son!
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 372
¿Será Dios un niño muy grande? El universo entero ¿no parece
un juego, una partida de niño Travieso? Tan irreal, tan (...), tan (...)
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 372
El creador del espejo envenenó al alma humana.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 372
La más vil de todas las necesidades: la de la confidencia,
la de la confesión. Es la necesidad del alma de ser exterior. Confiesa, sí;
pero confiesa lo que no sientes. Libra a tu alma, sí, del peso de sus secretos,
diciéndolos; pero qué bien que el secreto que dices nunca lo hayas dicho.
Miéntete a ti mismo antes de decir esa verdad. Expresar(se) es siempre
equivocarse. Sé consciente: decir sea, para ti, mentir.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 376
Vivimos una bibliofilia de analfabeto…
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 412
¿Por qué es bello el arte? Porque es inútil. ¿Por qué es fea
la vida? Porque es toda fines y propósitos e intenciones. Todos sus caminos son
para ir de un punto a otro. Ojalá hubiera un camino hecho desde un lugar del
que nadie parte hasta un lugar al que nadie va.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 414
Es legítima toda violación de la ley moral que se haga en
obediencia a una ley moral superior.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 415
El arte consiste en hacer sentir a los demás lo que nosotros
sentimos, en liberarlos de ellos mismos, proponiéndoles nuestra personalidad
como una especial liberación.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 416
La mentira es simplemente el lenguaje ideal del alma, pues,
así como nos servimos de palabras, que son sonidos articulados de una manera
absurda, para traducir a un lenguaje real los más íntimos y sutiles movimientos
de la emoción y el pensamiento, que las palabras por fuerza no podrán traducir,
así nos servimos de la mentira y de la ficción para entendernos los unos a los
otros, lo que, con la verdad, propia e intransmisible, no se podría hacer
nunca.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 417
Fingir es amar.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 418
Todos nos amamos los unos a los otros, y la mentira es el
beso que cambiamos.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 418
Escribir es olvidar. La literatura es la manera más
agradable de ignorar la vida. La música arrulla, las artes visuales animan, las
artes vivas (como la danza y la representación) entretienen. La primera, sin
embargo, se aleja de la vida porque hace de ella un sueño; las segundas, a
pesar de todo, no se alejan de la vida ―unas porque usan de fórmulas visibles y
por lo tanto vitales, otras porque viven de la misma vida humana. No es éste el
caso de la literatura. Ésta simula la vida. Una novela es una historia de lo
que nunca ha sido y un drama es una novela ofrecida sin narración. Un poema es
la expresión de ideas o de sentimientos en un lenguaje que nadie emplea, puesto
que nadie habla en verso.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 418
¿Qué me pesa que nadie lea lo que escribo? Lo escribo para
distraerme de vivir…
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 418
Soy como un ser de otra existencia que pasa indefinidamente
interesado a través de ésta. En todo soy ajeno a ella. Hay entre mí y ella una
especie de cristal. Quiero ese cristal siempre muy claro para poderla examinar
sin defecto de medio intermedio; pero quiero siempre el cristal.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 425
[Letanía de la desesperanza]
Junta las manos, ponías entre las mías y escúchame, oh amor
mío. Quiero, hablando con una voz suave y arrulladora, como la de un confesor
que aconseja, decirte cuan acá de lo que conseguimos queda el ansia de
conseguir. Quiero rezar contigo, mi voz con tu atención, la letanía de la
/desesperanza/. No hay obra de artista que no pudiese haber sido más perfecta.
Leído verso por verso, el mayor de los poemas tendría pocos versos que no
pudiesen ser mejores, pocos episodios que no pudiesen ser más intensos, y nunca
es su conjunto tan perfecto que no pudiese serlo muchísimo más. ¡Ay del artista
que se da cuenta de esto, que un día piensa en esto! Nunca más su trabajo es
alegría, ni su sueño sosiego. Es un joven sin juventud y envejece descontento.
¿Y para qué expresarse? Lo poco que se dice mejor sería que se quedase por
decir. ¡Si yo pudiese compenetrarme realmente de cuan bella es la renuncia, qué
dolorosamente feliz sería para siempre! Porque tú no amas lo que digo con los
oídos con que yo me oigo decirlo. Yo mismo, si me oigo hablar alto, los oídos
con que me oigo hablar alto no me escuchan del mismo modo que el oído íntimo
con que me oigo pensar palabras. Si me equivoco, oyéndome, y tengo que
preguntarme tantas veces a mí mismo lo que he querido decir, ¡cuánto no me
entenderán los demás! ―De qué complejas ininteligencias no está hecha la comprensión
que los demás tienen de nosotros. La delicia de verse comprendido no puede
tenerla quien se quiere no comprendido, porque sólo a los complejos e
incomprendidos les sucede esto; y los otros, los sencillos, aquellos a quienes
los demás pueden comprender, esos nunca sienten el deseo de ser comprendidos.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 431
He cogido para escribirlo el alma de todas las flores, y con
los momentos efímeros de todos los cantos de todas las aves he tejido eternidad
e inercia.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 432
Y porque este libro es absurdo, yo lo amo; porque es inútil,
yo quiero darlo; y porque de nada sirve quiero dártelo, yo te lo doy...
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 432
Un viento de sombras sopla cenizas de propósitos muertos
sobre lo que yo soy de despierto. Cae de un firmamento desconocido un relente
tibio de tedio. Una gran angustia inerte me manosea el alma por dentro e,
incierta, me agita, como la brisa a los perfiles de las copas.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 436
Una gran ansia pasiva es la vida falsa que me oprime...
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 437
¡Oh felicidad empañada!... ¡Oh eterno estar en la
bifurcación de dos caminos!... Sueño, y por detrás de mi atención sueña alguien
conmigo... Y tal vez yo no sea sino un sueño de ese Alguien que no existe...
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 437
¡Locura de sueño en aquel silencio ajeno!... Nuestra vida
era toda la vida... Nuestro amor era el perfume del amor... Vivíamos horas
imposibles, llenas de ser nosotros... Y esto porque sabíamos, con toda la carne
de nuestra carne, que no éramos una realidad...
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 441
La mañana ha roto, como una caída, desde la cima pálida de
la Hora... Han terminado de arder, amor mío, en el hogar de nuestra vida, las
astillas de nuestros sueños... Desengañémosnos de la esperanza, porque
traiciona, del amor, porque cansa, de la vida, porque harta y no sacia, y hasta
de la muerte, porque trae más de lo que se quiere y menos de lo que se espera.
Desengañémosnos, oh Velada, de nuestro propio tedio, porque se envejece de sí
mismo y no osa ser toda la angustia que es. No lloremos, no odiemos, no
deseemos... Cubramos, oh Silenciosa, con un sudario de lino fino el perfil
rígido y muerto de nuestra Imperfección...
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 443
… amontonaban adormecía de tristeza a la floresta. Ninguno
de nosotros quería saber del otro, aunque ninguno de nosotros proseguiría sin
él. La compañía que nos hacíamos era una especie de sueño que cada uno de
nosotros tenía.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 445
¿Quién éramos? ¿Seríamos dos o dos formas de uno? No lo sabíamos
ni lo preguntábamos. Un sol vago debía de existir, pues en la floresta no era
de noche. Un fin vago debía de existir, puesto que caminábamos. Un mundo
cualquiera debía de existir, pues existía una floresta. Nosotros, sin embargo,
éramos ajenos a lo que fuese o pudiera ser, caminantes unísonos e interminables
sobre hojas muertas, oidores anónimos e imposibles de hojas cayendo. Nada más.
Un susurro, ora brusco ora suave, del viento desconocido, un murmullo, ora alto
ora bajo, de las hojas presas, un resquicio, una duda, un propósito que había
terminado, una ilusión que ni siquiera había existido: la floresta, los dos
caminantes, y yo, yo, que no sé cuál de ellos era, o si era o dos o ninguno, y
asistía, sin ver el final, a la tragedia de no haber nunca más que el otoño y
la floresta, y el viento siempre brusco e incierto, y las hojas siempre caídas
o cayendo. Y siempre, como si por cierto hubiese fuera un sol y un día, se veía
claramente, sin ninguna finalidad, en el silencio rumoroso de la floresta.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 445
De tan suave y aérea, la hora era un ara donde orar. Por cierto,
que en el horóscopo de nuestro encuentro benéficas conjunciones culminaban.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 445
Reza por mí y quizás Dios exista por ser por mí por quien
rezas.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 445
Yo no poseo mi cuerpo, ¿cómo puedo poseer con él? Yo no
poseo mi alma, ¿cómo puedo poseer con ella? No comprendo a mi espíritu, ¿cómo
comprender a través de él? Nuestras sensaciones pasan ―cómo poseerlas pues ―o
lo que ellas muestran mucho menos. ¿Posee alguien un río que corre, pertenece a
alguien el viento que pasa? No poseemos ni un cuerpo ni una verdad ―ni siquiera
una ilusión. Somos fantasmas de mentiras, sombras de ilusiones y mi vida es
vana por fuera y por dentro. ¿Conoce alguien las fronteras de su alma, para que
pueda decir: yo soy yo? Pero sé que lo que yo siento, lo siento yo. Cuando otro
posee ese cuerpo, ¿posee en él lo mismo que yo? No. Posee otra sensación. ¿Poseemos
algo nosotros? Si no sabemos lo que somos, ¿cómo sabemos lo que poseemos?
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 456
Es grande nuestra simpatía por el ocultismo y por las artes
de lo escondido. No somos, sin embargo, ocultistas. Nos falta para esto la
voluntad innata y, además, la paciencia para educarla de modo que se convierta
en el perfecto instrumento de los magos y de los magnetizadores. Pero
simpatizamos con el ocultismo, sobre todo porque suele expresarse de manera que
muchos que leen, e incluso muchos que creen comprender, nada comprenden. Es
soberbiamente superior esa actitud misteriosa. Y, además de esto, fuente
copiosa de sensaciones del misterio y del terror: las larvas de lo astral, los
extraños entes de cuerpos diferentes que la magia ceremonial evoca en sus
templos, las presencias desencarnadas de la materia de este plano, que flotan
en torno a nuestros sentidos cerrados, en el silencio físico del sonido
interior ―todo esto nos acaricia con una mano viscosa, terrible, en el
desamparo y en la oscuridad.
Fernando Pessoa
Libro Del Desasosiego, página 472
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