Cada silencio es un sacrificio
El trayecto de la noche
se pierde en el sacrificio.
Cada silencio es un adiós
a la orilla de los ríos
a la intemperie
de las geografías pendientes.
Cada oscuridad ardiente
es un espacio en la tierra
cada cuerpo es un cofre de lluvia
emergente en la candidez del amor.
Cada silencio es un sacrificio
de las profecías de la luna.
Cada cueva es una habitación nocturna
donde las diosas cuecen
el origen del mundo entre los mares.
Ivonne Gordon Carrera Andrade
El abandono
La tierra palpita aromas de otros mundos.
El abandono cruel de Teseo
produjo un tufo nauseabundo
en cada rama del follaje.
Las lágrimas originarias de Ariadna se desparramaron
y cubrieron los rincones de la isla de Naxos.
Tejió la esperanza en el silencio
de otro cuerpo, de otro aleteo.
Dionisio apareció mientras ella dormía
su cuerpo se volvió suyo.
El calor de su boca abrigó el desasosiego
de la preñez del universo.
Ivonne Gordon Carrera Andrade
Trenza entre las piedras
Los cuerpos se rinden
y se buscan como bestias tiernas
en las cavernas de sus bocas
mientras la muerte espera.
En el mundo micénico
Ariadna está tranquila y paciente.
Nada mueve su inmutable silencio.
Detiene la muerte en una hoja de laurel
y esconde al minotauro en el laberinto del rey Minos.
El laberinto es el cuerpo de la diosa
que pide el sacrificio humano.
Nada puede contra su cuerpo tembloroso
su sed carnal cruje entre las bocas de los ríos.
Ariadna desenreda los hilos
de su hermético destino.
Las nubes cambian
para que la luna esté complacida.
Como toda mitología
lo único que cambia
es el rastro de tanta memoria encendida.
Ivonne Gordon Carrera Andrade
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