Cambié un jardín propio por un mar de altura,
una jaula cerrada por un cielo abierto,
mis dos ojos por una estrella lejana,
y por tu amor
¿qué puedo darte yo por tu amor?
no tengo nada que valga tanto.

Shakîr Wa'el


Caricia es también tu mirada
la brisa de tus pensamientos
el jardín de tu pelo
tu manera de retirar el cuello
tus hombros de luna en sombra
tus pezones en la tormenta de tus vestidos
el oasis en reposo de tu ombligo
las riberas mayores y menores de tus labios
tus muslos fluviales
la pulpa frutal de tus rodillas
tus pies tus dedos tus uñas de colores
y tu sonrisa también que rompe el cielo.

Shakîr Wa'el



Del amor

 I

Con la ceguera azul
de los que vuelven de alta mar
llegué a Granada
y la vi transparente
peinada de sueños
en su jardín de noches.

Bebí sus destellos
en las fuentes
y conocí el licuado
sexo de la nieve.

Respiré sus sombras
y llené mis pulmones
para futuras alboradas.

Ahora que mi padre me reclama
con lágrimas de arena
me duele alejarme
de su aroma.

II

Cambié un jardin propio
por un mar de altura,
una jaula cerrada
por un cielo abierto,
mis dos ojos
por una estrella lejana,
y por tu amor
¿qué puedo darte yo por tu amor?
no tengo nada que valga tanto

III

La soledad
es oír cómo se apagan las estrellas
sobre el firmamento en desorden de tu pelo.

Y la tristeza
un ventarrón vacío
que al amanecer se vuelve caricia. 

IV

Eras un libro expuesto a la ventisca,    
ave trémula en el paraíso,
manojo de plumas que oprime mi corazón.       

Mis sueños vuelan
por tus verdes silencios,
y mis labios de vino se humedecen
en las dulces sombras
que tu cuerpo deja.

V

Solitaria banderola de aire
traspasada y libre
así es mi pasión
flameada por tu mirada ciega.

VI

En mi corazón
los deseos se elevan
hacia un cielo de hierba
y bajo mis pies
se deshacen los senderos
como si fueran de nieve.

La temperatura del alma
llega aquí a igualar la de las flores.

(Pero no pretendo soñar)

Para los ojos es bueno seguir el rastro bicolor de las mariposas. Pétalos sin destino, jeroglíficos al sol. Se posan en la quietud del mundo, y turban mi espíritu.

VII

Las claras noches de tu piel
oscurecen mis ojos extranjeros
los echaré al agua
como dos peces
para sentir
el aleteo de tus párpados.

VIII

Te esperé, te esperé
y sólo llegó hasta mí
el brazo desnudo del amanecer

IX

Buscando la libertad
he terminado a las puertas de tu prisión
y ya no conozco otra llave que tu amor.

X

¿Cómo será el mar sin ti?
¿Se convertirán en arena mis recuerdos?
Me estremezco bajo la lluvia fina del olvido
pero mi embriaguez de ti no la he perdido

XI

Cuenta Sa'id al-Bistamí lo que le ocurrió a una pareja de amantes cuando ella enloqueció y empezó a delirar e insultar a su enamorado.

Los amigos de él le requerían: "¿Cómo puedes amar a una mujer que ha perdido el juicio y te maltrata?"

Pero él les respondía: "Antes no la quería por su cordura, ahora tampoco la voy a dejar de querer por su locura. La quiero simplemente porque es ella. Y loco también es el que ama."

Esta historia demuestra que el verdadero amor es independiente de las circunstancias de los amantes, por extremas que sean. También dice Ibn Hazm que "no tiene más causa ni motivo que la voluntad de amar". Porque es sinrazón, puro anhelo y une y separa con dureza.

XII

Ayer subí por las cuestas empedradas de tu atalaya, cuando el velo del atardecer dejó de arder y Granada se ensombrecía en los ojos de una gacela preñada de brasas. Te rondé a medianoche por veredas y terrazas polvorientas de luna, trasegando mis sueños a cielo abierto, con el vértigo de estar tan cerca y tan distante.

Hallé tu casa encendida, las ventanas de tus aposentos abiertas y las de tu alma entornadas. Adiviné cómo ordenabas tus utensilios domésticos, tus libros y tus deseos antes de dormir y en un silencio imantado de estrellas llegué a oír tu voz entre los muros como fina alfaguara. 

XII

Nada hay más superficial que una caricia, pero qué profundidades alcanza, como las huellas de las gaviotas en la arena que la marea desliza hacia los fondos marinos.

Caricia es también tu mirada
la brisa de tus pensamientos
el jardín de tu pelo
tu manera de retirar el cuello
tus hombros de luna en sombra
tus pezones en la tormenta de tus vestidos
el oasis en reposo de tu ombligo
las riberas mayores y menores de tus labios
tus muslos fluviales
la pulpa frutal de tus rodillas
tus pies tus dedos tus uñas de colores
y tu sonrisa también que rompe el cielo

XIII

Asombrado por la finura de Al-Andalus
que es como la piel de una gacela dormida
le pregunté al maestro Abu Ahmad Ibn Sa'id
y él me respondió:

Es una idea antigua
mantenida por los sabios de Persépolis,
que la tierra es un animal que se alimenta
con la boca en Bagdad, los ojos en Damasco
y el año en el país de los frany.
No te sorprendas pues
de la dulzura del paisaje
porque Granada cae a la altura del corazón.

XIV

Aún me corta tu frío aliento transparente,
la brisa de tus besos sin labios,
tu oscuro pelo lloviéndome en la boca.

Tus manos viajeras,
tu cuerpo tibio y vegetal,
la fronda de tu alma
en esa tarde de árboles y viento.

El cielo deja un brusco brillo,
un temblor cercano de hoja suelta
en los estanques manchados de noche,
ahora que ya no tienen peces,
rompiéndose el agua en mi interior.

XV

La tierra es habitable
hasta donde alcanza tu mirada
como el mar silencioso de tus ojos.

Más allá las tinieblas,
los pueblos sin nombre,
las ciudades que sólo brillan
en la imaginación de las piedras.

Y cuando tú te muevas
toda la bóveda celeste
girará conmigo.

XVI

Ahora que he crecido
como duna frente al mar
ahora que tengo los años de la arena
hubiera podido darte todo el viento de mi amor.

XVIII

Bajo mis pies la hojarasca
crepita
en el silencio de las veredas.
La escarcha de mi alma
resguarda
el amor helado en mis venas.

DEL DESAMOR

XIX

Oigo tus cabellos
cuando caen como lluvia
y me pregunto si tú lo sabes.

XX

Después de las tormentas
las palmeras se dejan acariciar
por la brisa.
Sobre nuestros lagos interiores
el viento no se detiene.

XXI

Escucho el corazón
de tu sombra
siento tu pulso de paloma
huida
sólo la luna
ilumina la neblina de mis sueños
donde una vez
te quedaste muy cerca de mí.

XXIII

Cuando haya acabado
de beberme una a una las estrellas
descubriré tu estela
fugaz como un ave
que anidó un día en mis costillas.

XXIV

En los desiertos azules
resplandecen las estrellas
del mar que los cubrió.

De mi amor que era
como un río que se ensancha
ahora sólo queda
un hilo de agua entre las rocas.

XXV

Durante muchas noches
no verte
fue como estar ciego
el olor oscuro de los árboles
en mis sábanas
susurros de alborada
en las ventanas
la estrella polar helándose
en tu pubis
y la vida remota
como una cascada de hierro
porque tu silencio
llenaba mi silencio
ruidosamente
entre la gente.

Shakîr Wa'el



Desencuentro

Te desprenderé del viento.
Te arrebataré del mar.
Seré lluvia en tu risa,
lágrima en tus ojos.
Beberé en tu copa azul
y me sumergiré
en el crepúsculo de tus muslos.

Shakîr Wa'el


¡Dios decrete en Sevilla la muerte mía,
y allí se abran las tumbas para ver la vida eterna!

Shakîr Wa'el



Durante muchas noches
no verte
fue como estar ciego
el olor oscuro de los árboles
en mis sábanas
susurros de alborada
en las ventanas
la estrella polar helándose
en tu pubis
y la vida remota
como una cascada de hierro
porque tu silencio
llenaba mi silencio
ruidosamente
entre la gente.

Shakîr Wa'el




Invisible a mis ojos, te traigo siempre en el corazón.
Te envío un adiós hecho de pasión, y lágrimas de pena e insomnio.
Inventaste como poseerme, y yo, el indomable, ¡sumiso voy quedando!
Mi deseo es siempre estar junto a ti, y ¡quiera Dios que tal voluntad se cumpla!
Asegúrame que el juramento que nos une, nunca la distancia quebrará
Dulce nombre es tu nombre y que escrito dejo en el poema: “Itimad”.

Shakîr Wa'el


La rosa

Los jardineros hablan alrededor de la rosa,
la flor perfuma sus palabras
sin saber que están decidiendo cortarla.

Shakîr Wa'el



La soledad
es oír cómo se apagan las estrellas
sobre el firmamento en desorden de tu pelo.

Y la tristeza
un ventarrón vacío
que al amanecer se vuelve caricia.

Shakîr Wa'el



Nada hay más superficial que una caricia, pero qué profundidades alcanza, como las huellas de las gaviotas en la arena

que la marea desliza hacia los fondos marinos.

Caricia es también tu mirada
la brisa de tus pensamientos
el jardín de tu pelo
tu manera de retirar el cuello
tus hombros de luna en sombra
tus pezones en la tormenta de tus vestidos
el oasis en reposo de tu ombligo
las riberas mayores y menores de tus labios
tus muslos fluviales
la pulpa frutal de tus rodillas
tus pies tus dedos tus uñas de colores
y tu sonrisa también que rompe el cielo.

Shakîr Wa'el




Noche gloriosa

Hice míos los versos de Ibn Safar para dedicarte
este poema:
Recorrí con mis besos las huellas de tus pasos,
como el lector recorre las letras en la linea.
Cubrí con sedas y velos de amor las dunas de tus pechos
mientras ocultabas la media luna de tu rostro.
Nos besamos y acariciamos
hasta que rompimos los hilos de las perlas
que abrazaban nuestros cuerpos
¡Oh, noche gloriosa!

Shakîr Wa'el


Oigo tus cabellos
cuando caen como lluvia
y me pregunto si tú lo sabes.

Shakîr Wa'el



Oración

Oh, Allah!
no puedo agradecerte
los bienes que me concedes
si se los quitas a otros.
Por eso me embriago
con la luz del vino,
por eso me sumerjo
en la oscuridad del sexo.
Eso no me lo otorgas
sino que me lo niegas.
Busco el placer
para mi y para los demás
sin causar sufrimiento alguno.

Shakîr Wa'el



Rosa de oriente

Eres como las rosas
que al céfiro regalan
sus mejores colores
y ocultan en la noche
sus fragancias secretas.
Te conocí en las sombras
de pálidas alboradas
con el vino carmesí
reluciendo en el cristal
sobre los labios amados.

Shakîr Wa'el


Sangre

Roja sangre que llegó como el viento del sur
a impregnar las verdes tierras de al-Andalus.
Los árboles ahítos de odio y venganza retorcieron sus ramas.
Hervía la nieve en Granada contra los hijos de Sion.
Los hombres de las montañas habían perdido el sosiego del desierto.
Un horizonte de estandartes se alejaba de nosotros
y el río ya se despojaba de su coraza de brillos
en el remanso oscuro creado por los hombres.

Shakîr Wa'el


Tus sueños

Tus sueños son como un árbol,
en calma ante el temporal,
pero si una golondrina
en su copa
se posara,
temblaría.

Shakîr Wa'el












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