El éter tiene sus ciudadanos y los astros son las ciudades del cielo y la morada de los dioses. Allá arriba, los reyes y los pueblos; y es allí donde habitan los verdaderos pueblos, los verdaderos reyes;; allí moran todas las cosas verdaderas. Aquí abajo, por el contrario, viven solo las sombras de las cosas (umbra simulacraque rerum) y los vanos simulacros que el tiempo destruye, corrompe y disuelve, y la muerte por fin aniquila. Es en los cielos donde viven los bienaventurados, los inmortales y los sabios. Los infelices, los mortales y los insensatos habitan en la Tierra. Allí arriba vive la paz, la luz, la alegría suprema. La Tierra está trastornada por una guerra continua, está cubierta de tinieblas y la atribulan dolores de toda suerte.

Marcello Palingenio Stellato
Zodiacus vitae
Tomada del libro de Eugenio Garin El zodiaco de la vida, página 144-145



¿Qué virtud puede atribuirse al cielo? Ciertamente, toda la fuerza reside en los astros. Son ellos los que gobiernan toda la Tierra, son ellos quienes mudan el rostro de la Naturaleza. Son ellos los que forman las criaturas de la Tierra y rigen todas las cosas.

Palingenio
Zodiacus vitae
Tomada del libro de Eugenio Garin El zodiaco de la vida, página 143

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