Eterno retorno

Quizá la eternidad sea el instante
purísimo en que el pájaro despierta
y al ver la roja flor recién abierta
de la alborada, estremecido cante.

Quizá no sea más que la inconstante
certidumbre, temida de tan cierta,
de que naciera, como el alma, muerta,
y nuestro amor la sueña retornante.

Miro los verdes chopos. Oigo el viento
del mar. Muerdo la pulpa del estío
a la sombra del pórtico. Presiento

que todo es cierto porque nada es mío.
Oh dioses, ¿sois también azar, fragmento,
o el incesante y pavoroso frío?

Juan Miguel González

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