Mi dieta cojea: Los mitos sobre nutrición que te han hecho creer



Un paso imprescindible para desmitificar la idea de que la grasa engorda es entender que nuestro cuerpo no fabrica grasa únicamente a partir de grasa dietética, sino que también lo puede hacer a través de otros nutrientes energéticos, por lo que, si nos pasamos en nuestra dieta, también transformaremos grasa a partir del exceso energético al que contribuyen tanto los hidratos de carbono como las proteínas.

Aitor Sánchez García
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Hoy sabemos que estos dos factores, saciedad y adherencia, son cruciales a la hora de afrontar cualquier tipo de cambio dietético. Este nuevo enfoque debe tenerse en cuenta, pues no se trata de recomendar planes dietéticos con fecha de caducidad, sino de conseguir cambios que se mantengan de por vida.

Aitor Sánchez García
Mi dieta cojea: Los mitos sobre nutrición que te han hecho creer, página 11


Se puede llevar una dieta tanto moderada como alta en grasas; el hecho de que sea saludable o no, dependerá de la calidad concreta de sus alimentos.

Aitor Sánchez García
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A día de hoy, sabemos que los etiquetados bajos en grasa, así como los light, predisponen a comer más durante el día.

Aitor Sánchez García
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Los alimentos que, de forma más clara, se asocian con el sobrepeso son: —Aquellos con alta densidad energética (muchas kilocalorías por unidad de peso). —Los poco saciantes. —Los que tienen pocos nutrientes asociados. —Aquellos que carecen de fibra o proteína en su estructura. Como se puede observar, no se hace referencia al contenido concreto de ningún nutriente ni a una cantidad específica, sino más bien a un perfil general a evitar que podríamos resumir como: Alimentos concentrados que nos den mucha energía, pero a la vez pocos nutrientes de interés fisiológico. Por poner cara a los culpables, hablamos de los dulces, de la bollería, de los refrescos, del alcohol, de los derivados refinados...; estos son los alimentos que deberíamos reducir al máximo en nuestra dieta.

Aitor Sánchez García
Mi dieta cojea: Los mitos sobre nutrición que te han hecho creer, página 14


Actualmente, el consumo de azúcar añadido y el abuso de alimentos ultraprocesados constituyen la verdadera amenaza para la obesidad y, por tanto, la prioridad a combatir desde la salud pública.

Aitor Sánchez García
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La decisión de reducir la grasa de la dieta ha sido uno de los mayores errores de la historia médica moderna, con terribles consecuencias.

Aitor Sánchez García
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Adelgazar es tan sencillo como gastar más kilocalorías de las que se consumen.

Aitor Sánchez García
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Tomar una buena decisión en nuestro mundo es muy complicado, porque eso implica elegir entre una amplia serie de opciones. Las buenas elecciones no son fáciles: hay que facilitarlas o «crearlas». Considerar que adelgazar es tan sencillo como ingerir menos kilocalorías o vivir en equilibrio es una reducción muy simplista. Este enfoque obsoleto es a día de hoy uno de los mayores discursos por parte de la industria alimentaria, que nos invita a consumir sus productos superfluos «dentro de un estilo de vida saludable y con una dieta equilibrada». ¡Como si eso fuera fácil con este entorno!

Aitor Sánchez García
Mi dieta cojea: Los mitos sobre nutrición que te han hecho creer, página 19


Creer que los alimentos bajos en kilocalorías contribuyen a hacer de nuestro entorno un lugar más sano es una idea errónea. Lo saludable que resulta un alimento no depende de su cantidad de kilocalorías, sino de sus componentes en conjunto.

Aitor Sánchez García
Mi dieta cojea: Los mitos sobre nutrición que te han hecho creer, página 20


Es muy curioso, pero tenemos datos de cómo la gente que toman lácteos etiquetados como bajos en grasa acaban consumiendo más kilocalorías a lo largo del día. Todo parece apuntar a dos motivos: Se subestima el contenido energético de los productos desnatados. Estos alimentos producen menos saciedad a lo largo del día.

Aitor Sánchez García
Mi dieta cojea: Los mitos sobre nutrición que te han hecho creer, página 22


… ¿de qué depende realmente lo sana que es o no una dieta? Sin lugar a dudas, de los alimentos que la componen. Entre un refresco y una fruta hay solo una opción saludable y no hay que dudar ni un momento en señalarlo claramente a la población. El mensaje de la «moderación» y el «Hay que comer de todo» es confuso y ha contribuido a que la gente subestime la importancia de sus malas elecciones. Quizá ha llegado el momento de decir sin miedo que hay alimentos sanos y otros que no lo son.

Aitor Sánchez García
Mi dieta cojea: Los mitos sobre nutrición que te han hecho creer, página 32


Lo primero que debemos entender es que el desayuno no es obligatorio y no tiene por qué ser la comida más importante del día. Esto es un mito, en especial si esa presunta «comida importante» está plagada de malas elecciones.
(…)
Es difícil concebir esta comida sin los cereales «de desayuno». Resulta curioso observar cómo la publicidad ha posicionado un alimento de manera específica para una ingesta. Este apellido, «de desayuno», no responde a una formulación específica ni a una estrategia nutricional que justifique llamarlo así. Al igual que tampoco hay alimentos «de cena» o «para merendar». Es la consecuencia de un proceso de publicidad que ha pretendido que formen parte de nuestro día a día de una manera crónica y establecida. Tras muchos años, este dogma se da prácticamente por asumido y es muy difícil de cambiar. Además, se trata de una de las ingestas más monótonas y establecidas en nuestra rutina. Muchas personas desayunan lo mismo mañana tras mañana, sin plantearse siquiera variarlo o que cada día pueda ser diferente. Porque es lo que nos han dicho que hay que tomar al levantarse. Si, por el contrario, comentásemos en nuestro círculo social que todos los días comemos lentejas, aunque se trata de un alimento saludable, probablemente nos toparíamos frente a un estupor y argumentos surgidos desde el subconsciente de las personas que nos dirían que eso no puede ser bueno y que no hay que tomarlas tanto. En cambio, a pocas personas les tiembla el pulso cuando ven que la bollería es el recurso más recurrido en el desayuno.

Aitor Sánchez García
Mi dieta cojea: Los mitos sobre nutrición que te han hecho creer, página 50


Las dietas bajas en hidratos son un recurso entre muchos otros. No son la clave ni la estrategia preferente. Lo que determinará realmente la pérdida de peso no será la exclusión o reducción de estos nutrientes en la dieta, sino el alcanzar un balance energético negativo y mantenido en el tiempo. Eso se puede hacer de muchas maneras

Aitor Sánchez García
Mi dieta cojea: Los mitos sobre nutrición que te han hecho creer, página 57


El horario de nuestras comidas influye en cómo responde nuestro cuerpo ante diferentes alimentos. Sabemos que toleramos mejor los hidratos de carbono por las mañanas, al igual que retrasar las horas de la comida principal del día predispone a una mayor ganancia de peso.
(…)
También somos conocedores de que las personas que descansan poco y duermen menos horas gastan menos energía al día siguiente, lo cual predispone al sobrepeso. Dormir poco nos aletarga. Descansar bien es clave para gastar la suficiente energía al día siguiente.
(…)
El hecho de que no haya un número de comidas ideal y tengamos que desterrar por tanto la idea de que cinco es el número perfecto, no justifica desatender otras cuestiones como el horario o el timing de nuestras ingestas. El horario de nuestras comidas influye en cómo responde nuestro cuerpo ante diferentes alimentos. Sabemos que toleramos mejor los hidratos de carbono por las mañanas, al igual que retrasar las horas de la comida principal del día predispone a una mayor ganancia de peso.

Aitor Sánchez García
Mi dieta cojea: Los mitos sobre nutrición que te han hecho creer, página 66





… un alimento puede ser de origen animal, tener colesterol y ser saludable: el pescado azul. Mientras que otro puede ser vegetal, exento de colesterol y no saludable: la bollería o los dulces.

Aitor Sánchez García
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Hay alimentos y sustancias que influyen mucho más en la salud cardiovascular que el colesterol y las grasas saturadas. Si hubiésemos tenido que priorizar algún aspecto en la composición y el etiquetado de los alimentos, las grasas trans habrían sido un objetivo claro. A día de hoy, son las sustancias de origen lipídico más relacionadas con problemas en nuestra salud. Predisponen a un mayor número de enfermedades cardiovasculares, facilitan algunos cánceres o la aparición de diabetes tipo 2. No solo suben el colesterol LDL (conocido vulgarmente como colesterol malo); también bajan el HDL (colesterol bueno). Además, hacen que esas proteínas que transportan grasa y colesterol en sangre (LDL y HDL) sean más oxidables, lo que favorece la aterosclerosis. Es muy común encontrar grasas trans en productos como bollería industrial, comida para llevar, cremas preparadas o liofilizadas, gran parte de la comida rápida o fast food, snacks (galletas o pasteles), palomitas de maíz para el microondas, pastelería, patatas fritas de bolsa u otros aperitivos similares, pizzas congeladas, postres, helados y precocinados ultraprocesados como empanados, croquetas, etc. Desgraciadamente, no es obligatorio señalar su cantidad en el etiquetado nutricional. La Unión Europea (UE) solo lo tiene regulado para lactantes, cuyos alimentos no pueden contener un nivel de ácidos grasos trans superior al 3 % del contenido total de materia grasa del producto. En Europa, solo Dinamarca, Austria, Suiza e Islandia han desarrollado una legislación que ha obligado a la industria a limitar al 2 % la cantidad de grasa trans utilizada en todos los productos. En toda esta corriente colesterofóbica se han hecho muy pocas llamadas de atención hacia el azúcar o los productos refinados. Hoy sabemos que son un riesgo que nos acerca al sobrepeso, al almacenamiento de grasa visceral, a la resistencia a la insulina... y con ello a enfermedades crónicas y cardiovasculares.

Aitor Sánchez García
Mi dieta cojea: Los mitos sobre nutrición que te han hecho creer, página 75


Intentar solucionar un problema de salud derivado de un comportamiento irresponsable (sedentarismo y dieta poco saludable) desde la farmacología es un error. Especialmente para una sociedad medicalizada en la que la prescripción de las estatinas se ha hecho demasiado a la ligera. Los fármacos para el control del colesterol sanguíneo son el eje del tratamiento de esta sintomatología; año tras año se han ido prescribiendo a niveles menores, pero la promoción y prevención de esta situación ha brillado por su ausencia. Paradójicamente, las personas que están tomando estas pastillas parecen comer peor, debido al efecto de externalizar la culpa. Ya saben, el típico «Si ya me estoy tomando la pastilla, me estoy tratando» que tan inconscientemente ronda en la mente de algunos. Un enfoque caduco y alejado de la verdadera salud de las personas. Eso sí, nuestros presentadores de televisión y el seleccionador nacional aparecen en los medios de comunicación para alertarnos del peligro del colesterol. Por supuesto, para corregirlo a base de comprar productos funcionales, no de cambiar nuestros hábitos.

Aitor Sánchez García
Mi dieta cojea: Los mitos sobre nutrición que te han hecho creer, página 77


Que nadie cambie su fruta de media mañana por una pulga o un sándwich integral si va a ser de embutido. Lo ideal sería sustituir aquellos cereales refinados que tomamos por los integrales. No obstante, para personas con patologías intestinales, digestiones pesadas o directamente para los que les sientan mal, es mejor no forzar su consumo.

Aitor Sánchez García
Mi dieta cojea: Los mitos sobre nutrición que te han hecho creer, página 79



¿CÓMO PODEMOS IDENTIFICAR UN PRODUCTO INTEGRAL DE VERDAD?

Deberíamos ignorar las declaraciones de «rico en fibra» o «integral» que aparecen en los envases e irnos directamente a mirar los ingredientes. Ni siquiera a la tabla nutricional, ya que allí no encontraremos los nutrientes y podríamos despistarnos con el contenido en fibra. En el listado de ingredientes deberíamos poder identificar el origen de las harinas de nuestro producto. Lo crucial es que en el primer ingrediente ponga «integral» o «de grano entero», independientemente del cereal que sea. Si el principal ingrediente no es harina o sémola integral, el producto nos está indicando que es refinado. Volvemos a la máxima anterior: si fuese integral lo diría.

Aitor Sánchez García
Mi dieta cojea: Los mitos sobre nutrición que te han hecho creer, página 85


Es muy común encontrar panes de centeno y avena con un porcentaje aceptable, pero refinados. El hecho de tener tres, cinco o siete cereales no compensa la realidad de que al fin y al cabo son cereales refinados.

Aitor Sánchez García
Mi dieta cojea: Los mitos sobre nutrición que te han hecho creer, página 86


Pasar de una leche convencional a otra sin lactosa debería estar reservado a aquellas personas que cumplan dos condiciones: 1) Que quieran seguir tomando leche (porque no es imprescindible). 2) Que les siente mal su consumo.

Aitor Sánchez García
Mi dieta cojea: Los mitos sobre nutrición que te han hecho creer, página 90


La introducción de leche de vaca de manera muy temprana en bebés se ha asociado con la aparición de algunas alergias e intolerancias. La causa parece ser que, si se introduce muy pronto y el intestino del niño no está maduro todavía, alguna de las proteínas puede predisponer a alergias por la permeabilidad intestinal del bebé. Resulta más adecuado, por tanto, esperar a que el intestino esté lo suficientemente maduro, lo que suele ocurrir a partir de los doce meses. Es a la fracción proteica de la leche a la que la gente es alérgica en caso de sufrir la alergia de la proteína de leche de vaca. Es un error usar el término «alérgico a la lactosa», puesto que no es una alergia; se trata de una confusión muy común pero que tiene implicaciones muy diferentes. Las personas intolerantes a la lactosa pueden tolerar pequeñas cantidades de la misma, y consumirla solo podría desencadenar síntomas gastrointestinales, que además serían proporcionales a la cantidad de lactosa consumida. Por el contrario, las personas alérgicas a la proteína de leche de vaca tienen que evitar todo tipo de lácteos, puesto que hasta las más pequeñas cantidades de proteína pueden provocar síntomas inmunológicos muy graves.

Aitor Sánchez García
Mi dieta cojea: Los mitos sobre nutrición que te han hecho creer, página 91

Las personas que desde siempre se han querido cuidar han optado por la leche desnatada, pero no produce mejores efectos de salud y, sin embargo, empobrece bastante la fórmula, a varios niveles. Desnatar la leche es quitarle la grasa a solo los algo más de 3 g que tiene por cada 100 ml. No se produce una gran reducción a nivel de kilocalorías, pero en cambio le quita gran parte de las vitaminas y de la capacidad saciante.

Aitor Sánchez García
Mi dieta cojea: Los mitos sobre nutrición que te han hecho creer, página 92
   


Las posturas que mantienen que el uso de carne es conveniente u óptimo para ciertos niveles de rendimiento están todavía sin justificar. Se basan en que es la única fuente de creatina y taurina dietética; sin embargo, no hay datos que apoyen con rigor esta hipótesis. Tampoco hay un déficit en vegetarianos ni un efecto reseñable de estas sustancias procedentes de la carne.

Aitor Sánchez García
Mi dieta cojea: Los mitos sobre nutrición que te han hecho creer, página 103


… es recomendable reducir la carne procesada, cuyo consumo debería estar guiado por una norma: cuanto menos mejor.

Aitor Sánchez García
Mi dieta cojea: Los mitos sobre nutrición que te han hecho creer, página 103

Debido a que no existe ninguna justificación dietética para un consumo obligatorio, la ingesta de carne es una elección más en la dieta. Sin embargo, es recomendable reducir la carne procesada, cuyo consumo debería estar guiado por una norma: cuanto menos mejor. La carne fresca y sin procesar puede ser una buena fuente de proteína más saludable, pues no se asocia con el cáncer colorrectal. Pero debemos considerar que nunca debe ser la base de nuestra dieta, ya que esta tendría que ser abundante en frutas, verduras y hortalizas. Tras considerar otros aspectos como la eficiencia energética o los residuos que genera su producción, podemos afirmar que la carne, en especial la de vacuno, es el medio más ineficiente de introducir proteínas en nuestra dieta. La cantidad de recursos (CO2, agua, superficie) que implica la producción de carne es minimizable con elecciones dietéticas más sostenibles (pescado o huevos para las dietas con productos de origen animal y legumbres para las basadas solo en alimentos de origen vegetal). Después de todo este acúmulo de información, cabría decir sin ningún tipo de dudas que la carne no solo no es imprescindible, sino que con un menor consumo nuestro entorno sería más saludable, más ético y más sostenible.

Aitor Sánchez García
Mi dieta cojea: Los mitos sobre nutrición que te han hecho creer, página 103
Mito 13 «No es seguro llevar una dieta vegetariana»

Las dietas vegetarianas son objeto frecuente de ataques que, en muchas ocasiones, vienen formulados desde el desconocimiento o desde el prejuicio. Entre otras cuestiones, es también un campo de intereses para parte de la industria, terapeutas y vendedores de productos de dudoso rigor. Esto ha provocado también cierta reticencia entre algunas profesiones sanitarias. Los prejuicios, unidos a la deficiente formación reglada que hay sobre este tipo de dietas, provocan que muchas veces se desaconseje por sistema en lugar de asumir las limitaciones propias. Ha sido muy común catalogarla a menudo como «dieta incompleta» o «dieta peligrosa», en lugar de preocuparse por cómo hacer para que se practique de manera saludable.

¿ES LA DIETA VEGETARIANA UNA DIETA PELIGROSA?

No. Tampoco es ni justo ni responsable definirla así. Cuando una persona la llama peligrosa, normalmente lo hace basándose en algunas cuestiones como la posibilidad de que presente deficiencias o la probabilidad de enfermar si no se realiza de manera adecuada. Este miedo no es una característica exclusiva de la dieta vegetariana. Cualquier dieta puede presentar deficiencias si está mal diseñada, pero el objetivo es planearla de tal manera que no presente ninguna y tenga una distribución correcta de nutrientes. ¿Acaso es justo decir que la dieta omnívora es peligrosa porque hace engordar a muchos niños y jóvenes en nuestro entorno? No, no es justo, porque no es una particularidad de la dieta omnívora. Si una dieta presenta problemas, simplemente hay que corregirlos o incluso evitarlos antes de que aparezcan. La dieta vegetariana es una dieta de restricción, en la que las personas, de manera voluntaria, deciden dejar de comer ciertos alimentos. Esto no debe presentar un gran problema si se compensa la restricción de estos alimentos con la incorporación de otros. Todas las dietas vegetarianas tienen en común que no están compuestas por animales. Es el único factor común, pero podemos encontrar diferentes variantes cuando hablamos de los productos de origen animal. Sobre esta base existen varias clasificaciones como: Ovolactovegetarianos: comúnmente llamados «vegetarianos» a secas, sí que consumen huevos y lácteos. Ovovegetarianos: dentro del origen animal, solo consumen huevos. Lactovegetarianos: dentro del origen animal, solo consumen lácteos. Vegetarianos estrictos: no toman ningún producto de origen animal. Esta filosofía dietética, llevada a otros aspectos de la vida, es lo que se conoce como «veganismo». Por tanto, un vegano no comerá queso o huevos, mientras que un vegetariano sí. Pero ninguno de los dos consumirá atún. Lo único que habría que tener en cuenta a nivel dietético es que, con este tipo de dietas, resulta necesario aportar los nutrientes que contienen los alimentos de origen animal mediante otras fuentes vegetales.

¿SEGURO QUE SE PUEDE SUSTITUIR ABSOLUTAMENTE TODO?

Sí, todos los nutrientes salvo uno: la vitamina B12. El resto de nutrientes esenciales, ya sean hidratos de carbono, proteínas, lípidos, minerales o las otras vitaminas, sí que se pueden incorporar. Esto se debe a que la vitamina B12 es la única que solo se encuentra en alimentos de origen animal, por lo que todas las personas, tanto veganas como vegetarianas, deberían suplementar su dieta con esta vitamina. Hasta no hace mucho, pensábamos que una persona vegetariana, gracias a los huevos y lácteos, podía incorporar a su dieta suficiente B12, pero la cantidad de estos alimentos que tendríamos que incluir sería muy alta y desplazaría una dieta saludable; por tanto, a día de hoy, la suplementación resulta imprescindible para personas veganas, y segura y recomendable también paras las vegetarianas.

¿VEGETARIANOS CON POCA PROTEÍNA?

Una de las cuestiones que más se le ha echado en cara a la dieta vegetariana o vegana ha sido la de, supuestamente, la ingesta insuficiente de proteínas y hierro. Este ataque corresponde a un desconocimiento dietético y de la composición de los alimentos. Porque la proteína no solo se encuentra en la carne, el huevo y el pescado; también podemos encontrar proteína vegetal de una calidad similar a la de la carne en algunas legumbres como la soja o los garbanzos. La desventaja que se le ha achacado a las legumbres es que son deficitarias en aminoácidos como la metionina, mientras que los cereales lo son en lisina. Se entendía que eran «alimentos incompletos», sin poner en valor el hecho de que tenían el resto de aminoácidos que necesitamos los humanos. Al ser supuestamente incompletos, se ha recomendado históricamente que se combinen en una misma ingesta cereales y legumbres (como en un plato de arroz con lentejas) para obtener una proteína completa. No obstante, esto no es necesario hacerlo en cada comida; basta con ingerir tanto cereales como legumbres a lo largo del día. Además, con una dieta variada y suficiente se compensan los pocos aminoácidos que le puedan faltar a los cereales o a las otras legumbres. No resulta tan difícil como nos lo han pintado si alternamos cantidades suficientes de legumbres, cereales y frutos secos. Los vegetarianos que toman lácteos y huevos tienen una gama mayor donde elegir.

VEGETARIANISMO Y HIERRO: ¿UNA FÁBRICA DE ANEMIA?

Esto se creía así hasta hace bien poco, porque el hierro de los vegetales se absorbe menos que el de la carne debido a que tiene una estructura química diferente (hierro no hemo). Por ese motivo, se recomendaba como medida de precaución que se tomara más hierro en la dieta. Además, algunas sustancias como los fitatos, presentes en los cereales integrales o en las legumbres, dificultan la absorción de este mineral. Estos dos motivos, unidos además a que las fuentes de hierro más conocidas son la carne y el marisco, hacía entender a la gente que una dieta vegetariana o vegana podría ser deficitaria en hierro. Sin embargo, según los datos que tenemos en sociedades occidentales, los vegetarianos no tienen más anemia que las personas omnívoras, por lo que pueden solventar el problema manteniendo una ingesta dentro de los valores de la población general y una buena dieta que ayude a mejorar la absorción de hierro. Esto se debe a que nuestro organismo sufre modificaciones adaptativas. Las personas con menores depósitos de hierro tienden a absorber más hierro en el intestino y, además, excretan menos, por lo que pierden menos ferritina (que es la proteína que almacena el hierro) a través de las heces. De ahí que sus reservas de hierro no bajen en tanta cantidad. Esto hace que el ser humano pueda adaptarse a ingestas de hierro muy variadas sin tener problemas de salud. La adaptación se da, por ejemplo, en mujeres embarazadas y en vegetarianos de largo recorrido. Otros compuestos como la vitamina C, que es un elemento abundante en una dieta vegetariana bien diseñada, ayudan a la absorción del mismo, además de desactivar la acción de los fitatos. No obstante, no hay que olvidar que en los países del norte del planeta, que disponen de dietas suficientes y variadas, los motivos principales de anemia no son los déficits dietéticos, sino los problemas de salud asociados y las hemorragias.

¿TIENEN MÁS PROBLEMAS DE OSTEOPOROSIS?

… la leche no es imprescindible, ni tampoco es nuestra única fuente de calcio dietético. La creencia de que el calcio es solo cosa de los lácteos es un mito. Hay vegetales con unas cantidades muy aceptables de este mineral y con unas tasas de absorción muy altas. Las necesidades de calcio que tiene los vegetarianos o veganos son las mismas de una persona omnívora. Solo habría que tener en cuenta que sus fuentes no provienen de los lácteos, y deberían priorizar los frutos secos y las legumbres, principalmente. Alimentos vegetales muy ricos en calcio son las almendras, el tofu, las alubias y las crucíferas (col, berzas, coliflor, brócoli) y muchas hojas verdes. Aunque los vegetarianos ingieran menos calcio o proteína total, no repercute en su densidad ósea, y es improbable, por tanto, que eso aumente el riesgo de fracturas en esa población. Sin embargo, sí que se ha apreciado un mayor riesgo de fracturas óseas en personas veganas con ingestas insuficientes de calcio. En estos casos, lo recomendable es corregir los hábitos de vida o las ingestas dietéticas en aquellos casos donde las dietas no están bien diseñadas. Lo fundamental es considerar que la salud ósea depende de muchos otros factores más allá del calcio. Nos hemos centrado demasiado en él y no tiene la exclusiva del estado de nuestros huesos. De hecho, un estilo de vida que combine el papel de la actividad física y la exposición solar resulta crucial para su salud. Aquí entran en juego otros factores, como la vitamina D. Hacer ejercicio físico, entrenamientos de fuerza y exponerse de manera responsable a la luz solar son hábitos de vida que repercuten en nuestra salud más allá de si nuestra leche está enriquecida con calcio. También influye una ingesta suficiente de magnesio y vitamina K, acompañada de una dieta no muy alta en sodio. La sal en exceso no es recomendable, ya que aumenta la excreción de calcio en la orina. Tomar menos sodio ayuda a que se reabsorba más calcio en el riñón.

¿QUÉ SUCEDE CON OTROS COMPUESTOS QUE SOLO ESTÁN EN LOS ALIMENTOS DE ORIGEN ANIMAL?

Otra de las cuestiones que se ha estudiado en la dieta vegetariana es la supuesta necesidad de otros compuestos; es el caso de minerales como el zinc (muy abundante en los moluscos), así como los ácidos grasos omega-3, que se encuentran en el pescado y en algunas microalgas (EPA y DHA). También la leche materna o la carne de animales alimentados con pasto la contienen. En la dieta vegetariana, aunque se consuma una menor cantidad de zinc, ello no parece tener repercusiones clínicas, por lo que a día de hoy no implica ningún problema, siempre y cuando esté dentro de unos valores normales, algo que se consigue con un adecuado consumo de frutos secos, legumbres y cereales integrales. En el caso de la serie omega-3, nuestro cuerpo es capaz de convertir, aunque en muy baja cantidad, los ácidos grasos EPA y DHA a partir de otros como el ALA, que encontramos en las nueces y en las semillas como el lino. Se ha observado que estos ácidos grasos tienen un papel cardioprotector y de prevención de enfermedades cardiovasculares. Sin embargo, recomendar en esta población una mayor ingesta de ácidos grasos omega-3 por motivos de salud cardiovascular tampoco está justificado, ya que los vegetarianos y veganos tienen de partida un menor riesgo de estas enfermedades, debido a su mayor consumo de frutas, verduras y hortalizas, además de la mayor práctica de actividad física que suelen realizar. Se ha demostrado que los ácidos grasos EPA y DHA son esenciales en el desarrollo cognitivo de los bebés y de su maduración ocular. No obstante, los bebés vegetarianos no tienen un menor desarrollo ni menos capacidades mentales que el resto. De hecho, los vegetarianos tienen el mismo nivel de DHA sanguíneo que las personas que no comen habitualmente pescado, por lo que, en caso de necesitar suplementación, este criterio sería extensible a los millones de personas que no suelen comer pescado en abundancia. Todo indica, por tanto, que es suficiente con un aporte de ácidos grasos poliinsaturados, presentes en frutos secos como las nueces o en alimentos como el lino.

¿ES LA DIETA VEGETARIANA SEGURA PARA NIÑOS O EMBARAZADAS?

Existen muchas veces personas que piden demostraciones de la seguridad de ciertas cuestiones complicadas de demostrar. En ciencia, no se pueden demostrar las realidades negativas. No podemos asegurar que alguien de nuestro entorno no vaya a cometer un delito mañana o que vaya a haber un accidente de tráfico. ¿Son seguras las galletas? ¿Es seguro cenar cereales? ¿Es seguro hacer deporte en ayunas? Lo que sí que podemos hacer es evaluar la seguridad de las cosas atendiendo a su trayectoria. En el caso de la población vegetariana, existen millones de personas que durante siglos han seguido una dieta vegetariana sin que hayan aparecido alertas sanitarias. Este hecho debería tomarse como una muestra de suficiente seguridad. Como hemos dejado claro, lo importante es que la pauta esté bien diseñada. Ninguna dieta es garantía de ser sana o segura solo por su nombre, hay que cerciorarse. La dieta mediterránea puede ser peligrosa si no está bien elaborada. En el caso de las embarazadas y los niños, la dieta vegetariana no conlleva ningún problema, siempre que sea completa (pasa exactamente igual que con una dieta omnívora). Es de especial importancia seguir una suplementación correcta. Si la madre es vegetariana y está suplementándose, no resulta necesario hacerlo con el bebé hasta que inicie la alimentación complementaria, porque le está llegando la cantidad de B12 suficiente a través de la leche materna. El peligro real es que el niño o la madre no sigan una dieta o una suplementación correcta. Esto puede pasar, ya que hay muchas falsas creencias en estas etapas y es prioritario ponerse en buenas manos. La recomendación que hay que dar es que se dejen aconsejar por profesionales de la salud. Y si su pediatra en concreto no tiene experiencia suficiente para poder aconsejar dietéticamente, que lo derive a un dietista-nutricionista. NO OLVIDEMOS... Que la dieta vegetariana o vegana no responde a criterios exclusivos de salud: es una decisión personal que implica muy diversas motivaciones, como son la sostenibilidad, la justicia social, la ética animal o el cuidado del medio ambiente. No olvidemos que, bien diseñada, se corresponde en gran medida con la propuesta dietética que deberíamos seguir todas las personas (abundante en productos vegetales frescos de origen vegetal). Por tanto, más allá de preocuparnos por los posibles déficits que podría tener si no está bien diseñada, deberíamos considerar también qué beneficios para la salud conlleva un seguimiento adecuado. Entre otras cuestiones, hay un riesgo menor de padecer algunos cánceres, sobrepeso, obesidad, diabetes mellitus y síndrome metabólico. No obstante, es un error prejuzgar los motivos por los que una persona lleva a cabo una elección dietética. Se trata de una decisión personal que, según el código deontológico de las profesiones sanitarias, debe respetarse. No es función del sanitario juzgar o alertar desde el desconocimiento, sino formarse y dar el mejor consejo dietético a cada persona. Y en caso de no poder abordar el problema, sin duda derivar a un profesional que pueda dar una respuesta.

Aitor Sánchez García
Mi dieta cojea: Los mitos sobre nutrición que te han hecho creer, página 104-119



Más mercado y menos supermercado. Compre alimentos que no tengan etiqueta.

Aitor Sánchez García
Mi dieta cojea: Los mitos sobre nutrición que te han hecho creer, página 120


El azúcar es una de las sustancias más consumidas en nuestra alimentación. Esto no sucede generalmente como un acto consciente, con la adición del azúcar de mesa o sacarosa a nuestros alimentos, sino que es una consecuencia de incluir en nuestra dieta productos alimentarios que incorporan azúcar o derivados en su composición.

Aitor Sánchez García
Mi dieta cojea: Los mitos sobre nutrición que te han hecho creer, página 120


¿TENEMOS QUE TOMAR ALGUNA CANTIDAD MÍNIMA DE AZÚCAR?

Si lo miramos única y estrictamente desde el punto de vista de la salud, el azúcar es totalmente prescindible, y sería recomendable reducirlo todo lo posible. Durante mucho tiempo hemos recibido el mensaje de «Hay que tomar azúcar por la mañana» o «Voy a tomar algo de glucosa para espabilarme», a pesar de que eso realmente no funciona así. Como hemos visto en el capítulo 6, no hay ningún motivo para tener que hacer un desayuno azucarado ni incorporar sacarosa en ningún otro momento del día. Esto es lo que nos han hecho creer año tras año. Muy diferente es la necesidad de tomar hidratos de carbono, molécula conveniente para nuestro organismo, puesto que nuestro cuerpo la utiliza para obtener energía. Hay muchos tipos de hidratos de carbono que finalmente acaban transformándose en glucosa. Pero cuanto más complejos se los facilitemos al cuerpo, menos nocivo será el impacto en nuestra salud. Esto es lo que convierte a los cereales integrales y a las legumbres en fuentes saludables de hidratos de carbono, ya que su azúcar se absorbe de manera más pausada, mientras que los zumos, los refrescos, los dulces y la bollería contienen azúcares libres que generan una respuesta glucémica muy exacerbada. El hecho de que no sea saludable no debe hacernos pensar que tiene que eliminarse por completo de nuestra dieta. Se puede hacer un uso social responsable dentro de nuestras vidas, siempre y cuando su ingesta sea muy reducida. Insisto: muy reducida.

Aitor Sánchez García
Mi dieta cojea: Los mitos sobre nutrición que te han hecho creer, página 123


Hay estudios que muestran cómo las investigaciones sobre los efectos del azúcar financiadas por la industria alimentaria dan resultados completamente opuestos a los públicos. Mientras que el 80 % de los estudios independientes suelen mostrar una relación contundente entre el azúcar y los problemas de salud, aquellos pagados por la industria muestran todo lo contrario. Si un proyecto que pretende determinar cómo el azúcar influye en la salud está financiado por la industria, suele concluir diciendo que existe ambigüedad o que la relación no es clara. En cambio, si el estudio es independiente, muestra esta relación de una manera mucho más contundente.

Aitor Sánchez García
Mi dieta cojea: Los mitos sobre nutrición que te han hecho creer, página 126




¿CÓMO DEFIENDE LA INDUSTRIA LA PRESENCIA DEL AZÚCAR?

El azúcar es importante para la dieta de cualquier persona, ya que es el principal motor del cuerpo. Esta frase es una verdad a medias: es cierto que el azúcar es importante en nuestras dietas, ¡demasiado importante!, pero por su excesiva presencia.  Sin embargo, no ocurre en el sentido crucial que se da a entender. No hay ningún producto alimenticio que sea obligatorio como tal; no importa que sea azúcar, leche, carne o cereales. No hay ningún alimento que sea imprescindible, ni siquiera ningún grupo de alimentos. Por lo que la frase induce a error y da a entender que el azúcar es necesario. Nada más lejos de la realidad: el azúcar no solo no es necesario, sino que es contraproducente.

Aitor Sánchez García
Mi dieta cojea: Los mitos sobre nutrición que te han hecho creer, página 127


La actividad física puede servir para amortiguar los efectos de una mala dieta, pero es la alimentación la que causa el sobrepeso y la obesidad. Para poner un ejemplo clarificador: solo excepciones metabólicas o problemas de salud desencadenan que una persona se vuelva obesa si se alimenta bien. En cambio, hay millones de personas obesas, a pesar de hacer actividad física, porque tienen una mala dieta.

Aitor Sánchez García
Mi dieta cojea: Los mitos sobre nutrición que te han hecho creer, página 128


En la actualidad, los factores de riesgo que matan a más personas en el mundo son: la obesidad provocada por una dieta poco saludable, el consumo de alcohol, el sedentarismo y el tabaco. Hoy por hoy, la mayor causa de muerte en el planeta es matarse a uno mismo, poco a poco...

Aitor Sánchez García
Mi dieta cojea: Los mitos sobre nutrición que te han hecho creer, página 128


A día de hoy, la paradoja francesa se entiende como desmentida. Sus hipótesis no son ciertas y sus resultados son explicables por cuestiones socioeconómicas.

Aitor Sánchez García
Mi dieta cojea: Los mitos sobre nutrición que te han hecho creer, página 131



¿ES SALUDABLE EL ALCOHOL CON MODERACIÓN?

No podemos olvidar que el alcohol es una de las tres áreas prioritarias mundiales en salud pública. A pesar de que solo la mitad de la población mundial bebe alcohol, su consumo es la tercera causa de enfermedad y muerte prematura a nivel mundial, después del bajo peso al nacer y las prácticas sexuales sin protección, incluso por encima del tabaco. En Europa, el alcohol también es el tercer factor de riesgo más importante de enfermedad y mortalidad, después del tabaco y la hipertensión arterial. El documento que ha elaborado la Oficina Regional de la OMS en Europa presenta algunas relaciones con la supuesta prevención que ejercería el consumo moderado de alcohol en la enfermedad cardiovascular. Es importante que sean conocidas por los profesionales sanitarios: El efecto protector del consumo moderado de alcohol solo se observa en la enfermedad isquémica, que solo es un tipo de los muchos tipos de enfermedades cardiovasculares existentes. Dicho efecto protector no es aplicable a jóvenes. Este efecto protector, en personas mayores, es despreciable si se compara con el efecto del ejercicio y la dieta sana. El efecto protector es probable que se observe en los estudios sin haber tenido en cuenta factores de confusión (mayor nivel socioeconómico, cultural, etc.). El alcohol es, según la OMS, perjudicial para el sistema cardiovascular. Una vez dado el varapalo a la cañita juvenil, al anís de la abuela, a la propia metodología de los estudios que lo venden como panacea, y limitar su efecto a la enfermedad isquémica, el informe sentencia con una frase para que no haya dudas: El alcohol es teratogénico, neurotóxico, adictivo, inmunosupresor, perjudicial para el sistema cardiovascular, carcinogénico y aumenta el riesgo de muerte. El estudio EPIC (European Prospective Investigation of Cancer) concluye con la existencia de un 10 % de cánceres en hombres y un 3 % en mujeres atribuibles al alcohol. Traducidos a cifras: 57.600 y 21.500 cánceres, respectivamente.

Aitor Sánchez García
Mi dieta cojea: Los mitos sobre nutrición que te han hecho creer, página 133





En el año 2008 la OMS ya lo dijo claramente: «No hay un nivel de consumo de alcohol libre de riesgos». Los problemas de salud empiezan a ser perceptibles incluso desde consumos presuntamente moderados.

Aitor Sánchez García
Mi dieta cojea: Los mitos sobre nutrición que te han hecho creer, página 134


Tomar bebidas alcohólicas no debería recomendarse para prevenir la enfermedad cardiovascular o la mortalidad por cualquier causa.

Aitor Sánchez García
Mi dieta cojea: Los mitos sobre nutrición que te han hecho creer, página 135


Actualmente, hay 600 millones de personas con obesidad y la mayoría de ellas están en países en vías de desarrollo. La obesidad muestra su cara más cruel con quienes más lo necesitan y se convierte en un problema añadido a lo que es un drama de por sí. No es la opulencia la que causa el sobrepeso, sino la falta de información y recursos.

Aitor Sánchez García
Mi dieta cojea: Los mitos sobre nutrición que te han hecho creer, página 139


EL HAMBRE: UN FRACASO COMO SOCIEDAD

Si se analiza fríamente, podríamos concluir que la perpetuación del hambre en el siglo XXI es un fracaso de la humanidad. Es una derrota como especie dominante de este planeta. Tan especista en unas cosas y tan poco empática en otras. Nos enorgullecemos de nuestro impacto en ámbitos intrascendentes, pero no somos incapaces de actuar de una manera organizada ante la desnutrición de nuestros iguales. Esta situación no solo es deleznable desde el punto de vista humano. Dejar que se muera gente por una mala distribución de nuestros recursos es vil y cruel; es el fiel reflejo de nuestro fracaso como sociedad. Pero ahora se recrudece con una industria que saca tajada económica a costa de vender alimentos baratos e insanos a toda esta cuña de población. Esta crueldad ya no solo se produce por no querer entender este problema como una prioridad mundial. No supone solo dar la espalda al sur del planeta, sino ignorar a los hambrientos y pobres que caminan a nuestro lado, con los que nos cruzamos en los bares, cajeros, bancos y parques de nuestras ciudades. ¿Cuánto cuesta un plato de lentejas y un techo para dormir? ¿De verdad no puede un gobierno local, regional o nacional habilitar una zona digna y garantizar un plato de comida y una litera para cada persona que vive en la calle? ¿No hay dinero o no hay voluntad?

Aitor Sánchez García
Mi dieta cojea: Los mitos sobre nutrición que te han hecho creer, página 142


Si las declaraciones nutricionales, que son aparentemente fáciles de evaluar, inducen a confusión, cuando entramos en las declaraciones de salud, la cosa se complica todavía más. Las de salud son un reclamo muy goloso, por lo que muchas empresas buscan incorporarlas a sus etiquetados para aumentar las ventas. Son aquellas frases que relacionan los alimentos con nuestra propia salud: ya no se trata de hablar exclusivamente de qué contiene un alimento, no nos habla del producto en sí, sino de lo que nos va a provocar en nuestro organismo. Son mensajes que aluden a que un alimento pueda, por ejemplo, «ayudar al normal funcionamiento de las defensas del cuerpo» o a «un normal aprendizaje». Anteriormente, conseguir una declaración de salud era un proceso muy arduo que implicaba una dura evaluación por parte de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, organismo europeo que lo regula). Muy pocos alimentos lograban demostrar que mejoraban nuestra salud por sí mismos; ni siquiera un 1 % de las solicitudes llegaban a traducirse en realidad. Actualmente, conseguir una declaración de salud es mucho más fácil mediante el uso de varias lagunas legales. Esta realidad ha provocado un excesivo fraude en este ámbito, y a numerosas empresas alimentarias ya no les es necesario invertir en I+D+I para poder alegar estas declaraciones en sus etiquetados. Estas declaraciones está especialmente valoradas, siendo muy importantes para la industria alimentaria y las marcas, debido a que pueden incrementar la reputación y las ventas de un producto. Es fácil entender que si conseguimos declarar que nuestro yogur «ayuda al normal funcionamiento del sistema inmunitario» podremos venderlo más caro y sacar un margen mayor de beneficio.

Aitor Sánchez García
Mi dieta cojea: Los mitos sobre nutrición que te han hecho creer, página 145


Los edulcorantes aportan sabor dulce sin aportar las calorías y efectos fisiológicos que obtenemos con el azúcar.

Aitor Sánchez García
Mi dieta cojea: Los mitos sobre nutrición que te han hecho creer, página 152


La palabra cancerígeno asusta mucho, pero todo depende de la dosis: si tenemos un consumo dentro de los límites establecidos, no hay riesgo de aparición de la enfermedad.

Aitor Sánchez García
Mi dieta cojea: Los mitos sobre nutrición que te han hecho creer, página 153


¿Por qué invertimos dinero en tratar enfermedades evitables pero no en impedir que las personas lleguen a tener factores de riesgo cardiovascular?

Aitor Sánchez García
Mi dieta cojea: Los mitos sobre nutrición que te han hecho creer, página 160

No podemos tener un entorno saludable si no hay políticas que promuevan un entorno saludable.

Aitor Sánchez García
Mi dieta cojea: Los mitos sobre nutrición que te han hecho creer, página 165


Necesitamos una verdadera revolución alimentaria.

Aitor Sánchez García
Mi dieta cojea: Los mitos sobre nutrición que te han hecho creer, página 166


UNA GUÍA RÁPIDA SOBRE QUÉ COMPRAR

Si no tiene etiqueta, mejor. Compre materias primas en un mercado.
En caso de ser envasado, cuantos menos ingredientes, mejor. Suelen estar menos procesados algunos congelados, botes, latas o conservas.
Ignore el nombre comercial y los anuncios. Enfréntese al producto sin condicionarse.
Ignore las declaraciones de salud.
Entienda que las declaraciones nutricionales son útiles, pero no una garantía.
No compre alimentos con un exceso de azúcar o de sal.
Preste atención a los ingredientes más representativos del listado.
Compre local y de temporada (consulte el origen).
Por supuesto, considere otra información práctica no relativa a nutrición: alérgenos, fecha de consumo preferente/caducidad, peso escurrido, raciones...

Y en resumen, busque que su dieta sea abundante en alimentos de origen vegetal y acompáñelos de proteína y grasas de calidad. En definitiva, materias primas saludables y sin procesar en exceso. Esto se traduce en una pauta tan sencilla como:
  
¿QUÉ DEBO COMER EN ABUNDANCIA?

Verduras y hortalizas.
Frutas.

¿QUÉ ES GRASA DE CALIDAD?

Frutos secos.
Aceites saludables.


¿QUÉ ES PROTEÍNA DE CALIDAD?

Legumbres.
Huevos.
Carne sin procesar (limitar).
Pescado sin procesar.
Lácteos (limitar).


¿CON QUÉ PUEDO COMPLEMENTAR Y ALTERNAR?
  
Cereales integrales.
Tubérculos.


¿QUÉ BEBO?

Agua en abundancia.
Acompañe con infusiones si lo desea.


¿QUÉ DEBO EVITAR? 

Productos alimentarios que, aunque sean comestibles, no sean materias primas.


No era tan difícil, ¿no?

Aitor Sánchez García
Mi dieta cojea: Los mitos sobre nutrición que te han hecho creer, página 175-176








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