A Fernando de Soria
Yo vi romper aquestas vegas llanas,
y crecer vi y romper en pocos meses
estas ayer, Sorino, rubias meses,
breves manojos hoy de espigas canas.
Estas vi, que hoy son pajas, más ufanas
sus hojas desplegar para que vieses
vencida la esmeralda en sus enveses,
las perlas en su haz por las mañanas.
Nació, creció, espigó y granó un día
lo que ves con la hoz hoy derrocado,
lo que entonces tan otro parecía.
¿Qué somos pues, qué somos? Un traslado
desto, una mies, Sorino, más tardía;
y ¡a cuántos sin granar, los ha segado!
Francisco de Medrano
Bien sé que se ríe el mundo
Bien sé que se ríe el mundo,
de ver cómo taño y canto,
auiendo llorado tanto
mi dolor graue y profundo.
Sepan que en esto me fundo,
que en los tormentos mortales
y las penas desiguales,
no me aprobecha llorar;
y ansi procuro cantar
por ver si espanto mis males.
Canta el presso alegremente,
los duros grillos tocando,
y el trabajador, cantando,
su trabajo menos siente;
cata dulcíssimamente
el paxarillo enjaulado.
Y yo, de penas rodeado,
procuro cantar un poco;
mas no piensen que estoy loco,
sino de llorar cansado.
Vn tiempo alegre canté,
mas fue tal mi suerte auara,
que lloré porque cantaba,
y oy canto porque lloré.
Si de mí mismo no sé,
¿por qué se espantan si canto,
y auiendo llorado tanto
y sabiendo en qué consiste,
pues siempre el canto del triste
suele conuertirsse en llanto?
Burle el mundo de mi canto,
y burle quien me mató;
mas sepan que entiendo yo
que fue disparate el llanto.
Ya me alegro, taño y canto,
ya no quiero más llorar
que me quisieron matar;
mas pues el cielo lo ordena,
para mitigar mi pena,
quiero tañer y cantar.
Francisco de Medrano
El rubí de tu boca
El rubí de tu boca me rindiera
a no me haber tu bello pie rendido;
hubiéranme tus manos ya prendido
si preso tu cabello no me hubiera;
los del cielo por arcos conociera
si tus cejas no hubiera conocido;
fuera su polo norte a mi sentido
si la luz de tus ojos no lo fuera.
Así le plugo al cielo señalarte
que no ya sólo al norte y arco bello
tus labios venzan y ojos soberanos,
mas, queriendo a ti misma aventajarte,
tu pie la fuerza usurpa y tu cabello
a tu boca, Amarili, y a tus manos.
Francisco de Medrano
Romance de la muerte
Al son cuerdo de las cuerdas
de cordura y de prudencia,
en la vigüela de vida,
porque siendo vida vuela,
un officio de difuntos
cantar si puedo quisiera;
váyase quien no gustare
de este mi requiem eternam.
De mill engaños çercados,
no vemos cómo se açerca,
ay, nuestra çercana muerte
para saltar nuestras çercas.
Yo mismo que canto agora,
si un punto me detubiera,
no cantara más que un canto
ni hablara más que una piedra.
Digo, pues, que vendrá día
quando la rara belleza
pierda su bella figura
y no aya quien quiera vella;
quando verá más el alma
a la luz de una candela,
que agora ve a medio día
quando la deel sol esfuerça;
quando los ojos que viuos
christales de roca fueran
derrocando coraçones,
se derruequen a la tierra;
quando la cara más cara
tan barata se nos venda
que miralla cara a cara
por caro preçio se tenga,
y a las delicadas manos,
que en todo la mano lleuan,
ya todos les den de mano,
y aun de pie si las enqüentran,
y de los rubios cauellos
de que mill ánimas cuelgan,
cuelguen doblados gusanos
que por ellas se descuelgan;
quando el pecho de alabastro
a quien oy el mundo pecha,
a la tierra pague pecho,
andando pecho por tierra,
y la cabeça cargada
de perlas y ricas pieças,
hecha pieças, sobre sí
tenga una carga, de piedras;
y perdiendo el propio nombre,
le tome de calauera,
porque quien cala verá
en qué paran las cabeças;
quando por la cama blanda,
la tierra dura suçeda,
dura que al que en ella dura
durar mucho no le deja,
y por ropa libre y ancha,
justa y angosta librea;
y por las joyas, la hoya;
y las piedras, por las perlas;
quando con nueuos cantares
y músicas de tristeza,
casen nuestros huessos tristes,
por ser huessos, con la güessa.
Razón es, pues, aprestamos,
pues la muerte viene presta,
y en su presto y breve tranze
aprestarse sólo presta.
Con la consideraçión
paseemos la carrera:
carrera que emos de dar
sola una carrera en ella.
Y quien la memoria de esto
tiene por agora presa,
entonçes la presa, rota,
le molerá de represa.
Francisco de Medrano
Soneto III
A S. PEDRO, EN UNA BORRASCA, VINIENDO DE ROMA
Pescador soberano, en cuyas redes
los monarcas mayores han estado
dichosamente presos, y cambiado
en gloria sus prisiones y en mercedes;
tú que abrir y cerrar el çielo puedes,
con poderosa llave, a tu ganado,
y alcaçar en la tierra has alcançado
con colunas de pórfido y paredes:
los ojos vuelve al mar enfureçido,
y pues tal vez osó mojar tu planta
aun siendo 'ollado de tu fee animosa,
su 'inchazón rompe, acalla su rüido,
y enseñado dicípulo, levanta
mi fee y mis pies con mano poderosa.
Francisco de Medrano
Soneto XXVI
A LAS RUINAS DE ITÁLICA, QUE AHORAN LLAMAN SEVILLA LA VIEJA, JUNTO DE LAS QUALES ESTÁ SU EREDAMIENTO MIRARBUENO
Estos de pan llevar campos ahora,
fueron un tiempo Itálica. Este llano
fue templo. Aquí a Teodosio, allí a Trajano
puso estatuas su patria vençedora.
En este çerco fueron Lamia y Flora
llama y admiraçión deel vulgo vano;
en este cerco el luchador profano
deel aplauso esperó la voz sonora.
¡Cómo feneçió todo, ay!; mas erguidas,
a pesar de fortuna y tiempo, vemos
estas y aquellas piedras combatidas.
Pues si vencen la edad y los estremos
deel mal, piedras calladas y sufridas,
suframos, Amarilis, y callemos.
Francisco de Medrano
Tus ojos, bella flora
Tus ojos, bella Flora, soberanos,
y la bruñida plata de tu cuello,
y ese, embidia del oro, tu cabello,
y el marfil torneado de tus manos,
no fueron, no, los que, de tan ufanos
quanto unos pensamientos pueden sello,
hiçieron a los míos, sin querello,
tan a tu gusto vitorioso llanos.
Tu alma fue la que vençió la mía,
que spirando con fuerça aventajada
por ese corporal apto instrumento,
se lançó dentro en mí, donde no avía
quien resistiese al vencedor la entrada,
porque tuve por gloria el vencimiento.
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