"A la VERDAD, tan difícil siempre de alcanzar por ir de ordinario apartándola de los que la buscan el fanatismo y la ignorancia. A los que en todos los tiempos y lugares fueron incansable y valerosamente tras ella. En fin, a otro gran defensor de la verdad: a aquel que “molido y aturdido, sin alzarse la visera, como si hablara dentro de una tumba, con voz debilitada y enferma dijo: Dulcinea del Toboso es la más hermosa mujer del Mundo, y yo el más desdichado caballero de la Tierra, y no es bien que mi flaqueza defraude esta verdad: aprieta, caballero, la lanza y quítame la vida, pues me has quitado la honra”. Y, por supuesto, a la memoria siempre querida del ingenio sin par que le imaginó."

Juan B. Bergua
(Triple Dedicatoria, El Libro de los Muertos y el Bardo Thodol, 1978)


“Los sabios antiguos no eran fáciles de hallar, nadie sabía dónde vivían ni con quién."

Juan Bautista Bergua


"Me casaron mi madre y mi hermana con una amiga de ésta que siempre me había querido y que, nuevo ejemplar de dulzura y de bondad femenina, no vaciló en unir su suerte a la mía aun sabiendo, pues no dudé en confesarlo, la gran amargura que me embargaba y que me embargaría por mucho tiempo. Tan buena y tan dulce era (¡pobre Isabel querida!), que mi angustia no hizo sino estimular su propósito de hacerme feliz en lo que de ella dependiese. Y, en efecto, calladamente, prudentemente, inteligentemente, siempre disculpándome, siempre tolerante y compresiva con todos mis errores y debilidades, fue poco a poco ocupando en mi corazón el hueco que poco a poco también iba dejando, al esfumarse dulcemente, fatalmente, el puesto que había llenado Bharati. Fueron un puñado de años de vida feliz, sin una nube a su lado. Luego el primer dolor, cuando llegado el 37 tuvimos que separarnos. El segundo, cuando supe que, lejos de mí, había acabado bendiciendo mi nombre (Libro de los Muertos y el Bardo Thodol, p. 322). Otro nudo en mi garganta…"

Juan B. Bergua



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