Akullico
En larga hora
complacido y paciente
exprimo el zumo ácido y tinto
del oval desecado de esta hoja verde
porque une mi pecho a la tierra
ensalza el núcleo del cual soy y vengo
agiliza mis nervios
conserva sereno mi pacífico espíritu
Sin morderla la retengo
suave hoja desecada y frágil
en el templo que es mi boca
agradecida mi saliva la envuelve
la presiono contra paladar y encía
lento paso sus gotas de verde vino
intermitente hilito de clorofila
que aguardaba mi sed angustiante
La recuerdo fresca
brillando bajo cielo
alumbrado de naranjales
sembrada en graderías como de estadio
con emoción satisfecha
Aguarda su energía mi cuerpo
su húmedo puñado de vitaminas
cuando acabo el jornal tan débil
molido tembloroso
desliza calma al hambre que golpea
paliativo pasajero de fatiga y cansancio
de dolores
y calambres que no pasan
por el esfuerzo abusivo
Carlos Vargas Guevara
Ama sua ama llulla ama qhella
No seas ladrón, no seas mentiroso, no seas flojo.
Consigna quechua
Ésta es la leche que nos alimenta
al succionar ávidos
las repletas tetas de nuestra madre,
es alfabeto, luz y sombra de cada día hasta el fin;
cordón umbilical que ata hombre y comunidad.
En la mar de esas letras que navegan
como capitanes por los ríos de nuestra sangre
nos empapan al nacer
para fincarnos la verdad
de nuestra mirada erguida y veloces nervios.
En ella abrevamos durante la sequía,
en los impasses con que pretenden rendirnos;
a ella volvemos por claridades;
la sabemos firme mástil
donde ondea nuestra esperanza,
y desde ella reiniciamos la marcha por las demandas.
Y como nada impide a los nevados Mallkus
nos obsequien manantiales de vida;
ningún designio y fuerza barrerán nuestro silabario,
su fundamental espíritu de promesa y batalla;
y si dispersaran nuestras cenizas,
ellas irán preñadas por estos signos de fuego:
Ama sua, ama llulla, ama qhella.
―No robes, ni mientas: ¡trabaja!―
Esta es la línea que ahondamos
¡nuestra ante las edades!
y se vuelve cóndor para alzarnos la frente.
Carlos Vargas Guevara
El hombre
Atiendan ciudades
Andrajo que alguien tira
es el niño de la calle
Dientes contra la noche
temblores al medio día
De largo pasa sin fin
el carrusel de los apáticos
Tirados como los ven
fluyen estaciones y años
sin oídos a ciegas
Zumba un zancudo bufón
ávido de sus arterias
Pronto muy pronto
se saciarán las moscas
Carlos Vargas Guevara
En su rostro la luna
Una hora la tuve a un paso
portadora de ternura inefable
prendida del abultado pecho
Solecito que alumbra las noches
y el desvelo continuo
con una succión bulliciosa
Parpadea y desfilan los astros
llueven luciérnagas
cuando abre sus ojos vivaces
Arrulla la casa antes desierta
reorienta la luz
da brillo al tiempo y su brújula
Abre sus gordas manitas
revuelan los sueños
se atomiza la indiferencia
Rebelde de nacimiento
aprieta los puños
y chilla hasta ser atendida
Carlos Vargas Guevara
La curandera
Nobles dones demuestra la hoja de coca
que nada malo tiene sólo virtudes
talentos que en siglos
le concentró la tierra
Una ama de casa la hierve
la clorofílica tizana que resulta
calma dolencias estomacales a sus niños
machacada detiene el infierno de las caries
y como emplasto
ella fricciona sus propias reumas
Entera reluce
si la toma en sus manos el kallawaya
trashumante médico naturista
viaja a pie semanas y meses
de orilla a orilla de mar a mar
misión específica desde la cuna
sanar al enfermo
calmar al doliente
Tierna o seca
cosechada en surco o silvestre
amasada cataplasma
en cocciones o en sabroso mate
viaja esta hoja en morral kallawaya
sin límites ni premio
elemental del afán curandero
Su jugo normaliza al corazón
cuando la altura golpea con la asfixia
su consumo frecuente
previene males sin remedio
y que figuras esbeltas acaben redondas
Demuestra habilidades la hoja de coca
una tarde terrible la más fría noche
saca a relucir bondades y talentos
brilla y repone
manzanitas coloradas
en mejillas de cántaro
y terrón mojado
Carlos Vargas Guevara
Naranjas naranjitas
Una gota
se desliza
vacilante
en un lugar cercano
donde brillantes se mecen
las naranjas naranjitas
con suspiros del sol
lenta
suaviza y expande
jala y abraza
Yo cierro mis ojos
entre temblores
y luego
te miro
laxa
¡Cómo reposan tus glorias
de la vida naranjales
naranjitas tan jugosas!
Carlos Vargas Guevara
No hay comentarios:
Publicar un comentario