Al recuerdo, sin fin...
Al recuerdo, sin fin, de mi ventura,
aun el alma vibrando se estremece
como tiembla, de noche, allá en la altura,
Sirio, que nace cuando ya oscurece.
Y es que beber en tu mirada pura
lágrimas de otros tiempos me parece,
y creo sentir en tu vital blancura
ese suave calor que crece y crece...
Deja, deja que goce, amada mía,
de aquel tiempo pasado en mi agonía;
pues aunque mi cariño vive muerto,
ahogada la ilusión, te sigo amando...
¡qué no hay cosa mejor que estar soñando
si se sabe soñar y estar despierto!
Eduardo Villegas
Ódiame
Aunque siempre me miras con desprecio,
altivo el ademán y el continente,
ni me asustan los surcos de tu frente
ni el golpear de tu carácter recio.
Mi delito, lo sé, es delito necio:
¡haberle dicho lo que el alma siente
a un corazón sin vida, indiferente,
que menos me ama cuanto más le aprecio!
Más prefiero que me ames con encono
dejándome a tu ímpetus tan terca
que te premie «El Odiar» con su guirnalda;
pues yo, con la esperanza, te perdono,
porque el amor y el odio están tan cerca
que se estrechan las manos por la espalda.
Eduardo Villegas
No hay comentarios:
Publicar un comentario