“Cada tertulia suele tener una especie de jefe o presidente, que es el que da el tono a la reunión. Si la preside un poeta, como Antonio Machado, la conversación recae generalmente sobre los poetas de la España moderna; Antonio Machado habla lento y mesurado, maravillando con su imaginación y sus agudezas de andaluz a todo el que le escucha."

Walter Fitzwilliam Starkie




“Desde las siete hasta las nueve, todas las noches, los madrileños, tan parecidos a los irlandeses, de los cuales el doctor Johnson observó elegantemente: «Son un pueblo justo: nunca hablan bien unos de otros», se reunen en sus tertulias. Con la excepción de Dublín, en ninguna ciudad de Europa se derrocha en la conversación tanta mordacidad como en Madrid. Pero mientras los ingleses de Dublín viven bajo el crepúsculo céltico y se guardan de las flechas de sus adversarios con la niebla, los francotiradores de Madrid, bajo su atmósfera limpia, casi nunca fallan el blanco.”

Walter Fitzwilliam Starkie



"Es natural que cada viajero que vaya a España lleve su pequeña dosis de locura quijotesca. (…)"

Walter Fitzwilliam Starkie



"Es una peregrinación extraña la que está usted haciendo, porque mientras avanza hacia Galicia y el Oeste por todo el norte de España, se va acercando al culto de los muertos."

Walter Starkie
El Camino de Santiago
Tomada del libro de Fernando Sánchez Dragó Gárgoris y Habídis, página 47



"Fuenterrabía es una ciudad enervada, que ve transcurrir la vida moderna sin preocuparse de abrir los ojos para enterarse. Esto es una gran ventaja para el extranjero a condición de que sea un espíritu contemplativo. (…)
Fuenterrabía es pequeña, con menos de mil habitantes (1934) (…) Parecería una ciudad muerta sino fuese por los gritos y  el alboroto de innumerables chiquillos que juegan en la calles y patios vacíos. Una de las primeras impresiones del viajero en España es la de ver tantos niños y la libertad que gozan. En ningún país los chicos corren, saltan y juegan con tanta alegría y libertad como lo hacen en España.
En las demás naciones se procura inculcar a las criaturas desde muy pequeñas el principio del orden y disciplina, incluso para sus juegos. En España se deja en absoluta libertad al individualismo personal de cada niño; saltan en las calles como gatitos; gritan y persiguen a los extranjeros con preguntas curiosas, que acaban por molestar, pero que al mismo tiempo le dan la sensación especial de que estos niños son los más encantadores del mundo.
¿Cómo es que estos chicos y chicas de ojos grandes, sonrientes, se transformen luego en vascos corteses, lentos y taciturnos?"

Walter Fitzwilliam Starkie


“La tertulia más pintoresca que conocí en Madrid fue, sin duda, la de Valle-Inclán (…) posee una fuerte dosis de la sal picaresca de Quevedo y del Arcipestre de Hita. Valle-Inclán es alto y delgado, de rostro pálido y cadavérico y lleva enormes gafas de concha que le dan el aspecto de un ave de rapiña. Ostenta larguísima barba gris y suele usar una fúnebre y negra capa que envuelve holgadamente su cuerpo enjuto. (…)
Don Ramón habla con una voz ceceante, que hipnotiza a sus oyentes. Cada palabra suya cae cae en el silencio de sus oyentes como una nota aguda y cristalina de música.. El ascenso y descenso de sus tonos vocales me hicieron evocar a aquellos taumaturgos que acertaban a ahuyentar las enfermedades y la muerte con el conjuro de su voz de plata. Cada frase era una melodía, el poeta gozaba escuchando los ritmos maravillosos de su propia voz.”

Walter Fitzwilliam Starkie


"Muchas noches acampo fuera de los pueblos; pero mis vestidos son demasiado ligeros para este País Vasco, que suele tener un verano traidor. (…)
Al salir de San Sebastián hacía sol y yo supuse que podría acampar en noches sucesivas bajo los árboles. Al pasar por Zarauz busqué un rincón apropiado (…) Por fin encontré lo que buscaba fuera del camino, al pie de unos árboles.
Serían las nueve de la noche y no se oía ningún ruido, excepto el ladrido distante de los perros de alguna casa de labor. Encendí un fuego (…), tendí mi capa en el suelo y me dispuse a dormir.
¡Cuán humildes son las necesidades de un solitario errante por los caminos del mundo!
La capa que llevo, a cuadros negros y blancos, se la compré a un pastor; es una capa tosca, pero abriga mucho y que me gusta echar sobre los hombros cuando el frío arrecia. Hay un proverbio español que dice: « Debajo de mala capa se esconde un buen bebedor.» Mi capa es pobre, pero tengo en mi mano la bota de vino. Nadie debe dormir al raso en España sin llevar una bota de vino, pues, como nos advierte otro proverbio español: « A mala cama, buen colchón de vino»." 

Walter Fitzwilliam Starkie


“Un vagabundo que se lance por los caminos de España necesita ir bien provisto de refranes. Le será tan necesario en el campo como en la taberna o en la plaza. Los campesinos castellanos están armados hasta los dientes de refranes y se los arrojan incesantemente unos a otros. (…)
Al principio el extranjero queda desconcertado. Un refrán es un golpe mortal en el duelo de la conversación. Cuando ha sido pronunciado no hay más que hacer que dejar el tema y buscar en el cerebro otro. (…)
El español saca su proverbio del gran fondo del saber popular con tan reverente cuidado como un anfitrión saca una botella de amontillado seco que desde muchos años guarda con amor en su bodega. No hay disntinción de frase entre los refranes; el vagabundo o el bandido los usa en su conversación no menos que el rey o el aristócrata.”

Walter Fitzwilliam Starkie


“Un violinista vagabundo que quiera sacar dinero a los gallegos testarudos tiene que tocar una nota baja de zángano en la cuerda como acompañamiento de su aire. Ha de imitar la gaita o marcharse sin un céntimo.”

Walter Fitzwilliam Starkie












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