Cuánto te amara
La mujer, la viuda, la que no tenía marido,
vive con su hija cerca del panteón.
Levemente almidonadas, suaves rosas
de rizos retintos saturados de nogal.
Modosas, algo infantiles soportan
la luz cenital
al centro de su casa,
luego salen por el difuso zagüán.
Chispeantes y acharoladas
a la Fiesta de San Juan.
-Madrecita, lucero del alba, lucerito...
respondía al saludar. -¿Quieres llevarla
a la Plaza, a la Fiesta de San Juan?
Niña de sombras tiernas,
niña de helado color,
Salidas de una novela sentimental.
Olían a limoneros antiguos
Sobre la alberca
tornasolada
de aquella hacienda colombiana.
mariposas muertas, María,
flotantes
azahares.
Nadie espera, lucerito del alba.
La hija de la viuda hierbaluisa y cedrón
su madre se hace de papel crepé.
Estrellas, días de vacaciones.
Historia de una joven
asediada por la nada.
Madrecita, olvido que no nos deja.
Señora, aunque la vista de negro
y con medias de seda,
Tiene la piel palpitante
Y usted, con sus manitas perfectas
Es una mujer sin marido que huele
A puro miedo y amor.
Cecilia Bustamante
Leyenda
Desnuda
la rosa subrepticia
guarda silencio
secreto
entre los dioses.
Su quietud asedia
la copa del día.
Tiñamos de sangre
sus espinas.
Que nos hieran.
Quebremos la rosa
escondida,
libre
en algún corazón.
Silencio.
Es el dios del silencio.
La rosa es silencio
y siempre será
la única rosa.
Ella misma
será el fuego
siempre en la memoria.
Los dioses compasivos
persiguen con sus flechas.
Amor – acaso ya
en eterno silencio
¿Quién es
el guardián de la rosa?
Cecilia Bustamante
“Lo peor que pasa en el Perú es la falta de respeto a la inteligencia y a los logros personales. Es absurdo. Ese don y características se podrán ignorar selectivamente por motivos personales, pero no borrarse, como si todo fuera una tábula rasa...”
Cecilia Bustamante
Mes de junio
El sol persiste
haciendo primaveras.
Horas largas
atraviesan los trópicos,
sus mañanas prontamente
abren el párpado del cielo.
En los espacios
la pupila del sol.
Días y noches triunfales
del verano.
Nunca como hoy
el día es largo,
la noche nunca
tan corta como hoy.
El sol persiste
con su nombre quieto
en lo antigüo del día.
Otras estaciones se oponen -
a lo lejos, reversos,
diferencias.
La tierra se inclina
en el fiel -
la Estrella del Norte,
la estrella de Orion.
¿Qué imaginaria historia
controla su rayo,
qué se inventa en los trópicos de Cáncer?
¿Quién puede negar a la rosa
su reverso de luz?
Cecilia Bustamante
Paisaje en verano
A ritmo de olvido
con mucho silencio
los acantilados
la oscuridad detienen
y a la espuma finamente
abolida
por la caricia del mar.
La marea sube
bebiendo los escombros
penetrantes,
las banquetas plegadas,
carpas veraniegas,
toldos bien lavados del estío.
Los pies desnudos
bajo la cabeza romana
ella destaca
mordida por el viento,
los mariscos, el agua,
sales amarillas…
El agua siempre resbala,
brilla por el cuerpo
esquivo del mar.
Mareas intactas
de la memoria:
cucuruchos, barquillos.
Ya no existes llamando a los niños
a que se portaran bien.
Cambiaron -
uno cerró la puerta
y se voló los sesos.
Otro no quiso sino el azar
y a la que se embarcó
se la tragó el rencor.
Entre frías imágenes
pasa la noche
y me preguntas
por tu miedo a morir
como una necesidad que persiste.
Amigo,
noble amigo.
Nadie te cerró los ojos,
los tristes vacíos del tiempo
se quedaron eternos
y eso
no lo puedo remediar.
Cecilia Bustamante
Reloj de arena
Péndulo monótono ritmo,
Profundidades sin estabilizar.
Niñas, curiosos vampiros
Crueles en Bergen-Belsen.
Ejercicio en deslizarse por el hilo
Su íntegra reducción repitiendo,
Su poder anundándose, aterrándonos.
Para que el fuego transmita
sus sinónimos, marca que transcribo.
Delgadas redes de una sospecha feliz
La mano de Kafka "forcejeando
Con mi miedo que forcejea conmigo"
Carta de amor, aférrate a ella
En testimonio de su bien precioso,
Canto rodado en sus aristas sin cura
Don de la existencia y trance del poema.
Cecilia Bustamante
Símbolos del Corazón: 9
¡Ah, cómo declinan las mareas
igualando la arena
sobre las costas doradas!
Levanta su cuerpo el ave
entre dos espejos profundos
allí se encierran las edades
que nos hicieron jóvenes.
Lanza su recorrido el pez
y el mar permanece
rodeado del eco
de primitivas borrascas
en el mar sin fondo de su historia.
Tantean su camino las algas
y sobre las playas
el cielo vigila
a los caracoles muertos,
presos en su movimiento
Inextinguible.
Cecilia Bustamante
Son en el aire
En las alturas andinas
el aire es un cuchillo
que nos empezó a templar.
Altivamente
soy de la puna
como ese huayno que rueda
entre las cabuyas,
sobre los cactus florecientes,
sobre la laguna deslumbrante
y llega donde nace el río
en un momento de amor.
Por las quebradas
con cariño y voluntad,
como dicen los quechuas,
la temida danza empieza.
Por el Quispicanchis
en la última isla
que pisó el Wiracocha.
Cecilia Bustamante
Vísperas de san juan
La noche blanca
era el mundo un pozo de vidrio
en su luna
trepaba la tierra las ramas
la noche dura y blanca de San Juan.
Monedas amarillas
adivinación del alhelí
adormidera metal de buena ley
berilo amuleto piedra del verano
mundos ligeros y térreos
de nombre dulce y uniforme
en los jardines
como una sola aleta
en el lomo de la noche.
Noche
máquina en alta mar
noche antiguo movimiento
Tirana azul indiferente
pero frágil
emblema del consuelo
real-y-medio para el pobre
abre su fortuna
en el cascarón cerrado
de tus vísperas eternas
símbolos armados donde cuajan
en el aire
hirvientes estrellas
ciegas y sencillas razones
la constancia
la máquina de guerra su figura
cola de escorpión
sus grados exactos su amplitud
que el sol recorre cuando otoño media
hacia oriente gira sin soltar amarras
y es todo rojo y vive
en su nivel más bajo se resguarda
porque vela el sueño de las colegiales
sus tres deseos bajo las almohadas
los del año venidero
que nos quema cerrado entre las manos
Juego en el que se perderán todas las piezas
que sin embargo se ganan.
La voluntad la voluntad
de ser felices
la voluntad el deseo de algo
por sí mismo querido
y que es bueno saberlo en edad temprana
en la desazón que incita a la osadía
tras ese animal imaginario
que es desgracia
hasta la cruz
es desgracia
con su color pálido siempre desgracia.
Queremos semejantes privilegios
corteza del silencio
cuerda que nos derriba y ata
para que giremos juntos
en verdad o engaño
conformidad.
Pero en la transparencia de las noches de junio
San Juan cubre el sueño sobre la noche blanca
y en el pozo de vidrio parte en dos en destino
nos desnuda del plomo y aquilata
sereno bajo lluvia de fuego
sus letras pesadas nos hunde en la memoria.
Cecilia Bustamante
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