El poema de las sombras
Entre triunfales púrpuras se aleja
el sol, celeste Apolo que fustiga
luminoso y soberbio, su cuadriga
que un áureo polvo en el espacio deja.
La noche de los crímenes amiga,
fúnebre avanza cual callada queja;
la Noche taciturna, que semeja
misterioso crespón que al mundo abriga.
El crepúsculo, heraldo de la bruma,
la tierra en tenue claridad esfuma.
Se borran de la luz los rojos rastros;
se extiende de las sombras el imperio,
y vibra de la Noche en el misterio
la celeste armonía de los astros.
Golondrinas
Regresaban las obscuras golondrinas
Con el dulce despertar de los retoños;
Peregrinas
Que volvían de países
Invadidos por los grises
Melancólicos otoños.
— Como pájaros de luz, las alegrías
Así vienen a las almas y l¿s pueblan de armonías.
Fugitivas de las brumas y del frío,
De otras tierras regresaban los heraldos del estío.
— Mensajeras
De las rientes primaveras,
Dadle al alma vuestras alas
Para huir de las tristezas y el hastío,
De la enorme lobreguez de los pesares;
Dadle al alma vuestras alas
Que ligeras
Atraviesan los desiertos y los mares.
Para huir de los inviernos y alcanzar las verdes galas
De perdidas primaveras;
Para oír de nuevo el coro
De las aves melodiosas
Del amor y la fortuna,
Y embriagarse en las caricias luminosas
De un sol de oro.
Pero el alma queda sola, sola en una
Larga noche, cuando el cruel dolor la inmola;
Queda sola
Como un pájaro sin alas refugiado en unas ruinas. —
Bajo el ala del alero de su rústica morada,
En eróticos concilios
Ervar ve dos golondrinas
Reanudando los idilios
Que el otoño interrumpió. En su mirada
Se refleja
La penumbra de una angustia dolorosa;
El contempla la pareja
Que aletea rumorosa,
Y murmura:
— "¡Todo ama!
" Sólo mi alma no conoce tus delicias,
" Sacro Amor, vida de vidar, sombra y llama;
"En la misa misteriosa que tú oficias,
" ¿Por qué, excelso sacerdote, no me inicias?
" ¡Todo ama! ¡Todo ama!
" En el lago van los cianes deshojando sus caricias,
"Blancos, suaves;
"En el monte aman las aves,
" En el prado aman las flores;
"Veo amar las golondrinas, y mi voz en vano llama:
I ¿Dónde estás, ¡oh! golondrina ideal de mis amores?
"Yo no tengo más cariño que el cariño de la tierra;
" Ella encierra
" Mi esperanza, mis anhelos;
"Es mi amor la gleba impura,
" Y con ella yo celebro mis connubios
" Cuando rasgo con el hierro de mi reja la llanura,
" Como quien rasga los velos
" Que cobijan un tesoro;
" Ella bebe mis sudores y yo aspiro sus efluvios,
" Y amorosa me devuelve frutos de oro.
" Pero el alma en vano espera
" La divina golondrina que le anuncie primavera."
Carlos Ortiz
La agonía de la rosa
Infiriendo al armiño aleve ultraje
con su púrpura intensa y lujuriosa
prendida sueña la purpúrea rosa
entre las blondas del nevado traje.
Arrancada al misterio del follaje,
languidece en la curva voluptuosa
del virgen seno, triste y misteriosa
en la pálida bruma del encaje.
Agoniza; del lánguido capullo,
que fue de las florestas el orgullo,
un pétalo marchito se desprende
con la tristeza de los hondos duelos,
y un perfume sutil, ligero asciende
como un alma que sube hacia los cielos.
Carlos Ortiz
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