Libro de la Mal Sentada - Soneto I

Con un pañuelo encima no, que nada
niegue el golpe de luces prometido,
que nada esconda lo que de escondido
hizo al bosque bramar, gemir la espada.

Con una cinta no, la flor ahogada,
que mi decoro rueda desabrido,
y un capitán muy pálido, rendido
busca la flota que le fue burlada.

Pólvora y yesca y pájaros de hondura
hieran de cuajo al centinela breve
de la casa que exhibes y me alejas.

Yo por los campos voy de tierra dura
mordiendo mudo tu puñal de nieve
con que me dejas ver que no te dejas.

Demetrio José Fábrega


Poemas Amorosos

Ven a llenar las blancas soledades,
el huerto donde la marchita
violeta alumbra el capitel perdido,
ven a llenar tus nombres
que he recogido por el mundo.

Entre los sauces de la noche vi
cómo venías por las losas húmedas
dejando atrás estrellas agitadas.

Escuchar las voces de la ciudad.
Risas y máquinas,
crímenes y festejos.
Todas distintas ahora
que todo me habla de que voy a ti.

Hollada tu inocencia, lloro
sobre tu cuerpo sosegado.

Firme tu boca y blanda y fiera
y repentina y loca,
sobre la carne estremecida.

¡Todo, perderse! Mi pensar, la verde
revolución del viento en los pinares,
y las pálidas islas despidiéndose,
hoy prodigio, mañana sombra huida.

Sí, pero mírate cruzar los campos,
la fuente que regala tu reposo,
los blancos, derramados mediodías.

Adiós, playas azules,
lagos ardientes,
bosques floridos.

¡No! que no puedo dar con las palabras
que a mi me digan que te digo adiós.

Demetrio José Fábrega
Del Libro: Cuerpo Amoroso


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