“A diferencia de la vejez, que siempre está de más, lo característico de la juventud es que no pasa de moda.”

Fernando Savater


"Ay, esa ciencia ingenua de los entendidos en el turf, que analizan hasta el escrúpulo los orígenes y las actuaciones, el estado de la pista, los pesos, las montas, y las distancia, en un intento de convertir en predicción exacta lo que luego los azares de la carrera, la gloriosa incertidumbre se encargará de desbaratar."

Fernando Savater


"Citar es otra forma de decir “no he vivido en vano” (en este caso, “no he leído en vano”) y también “estaba pensando en ti”. En el fondo, quien no cita no hace más que repetir, pero sin saberlo y sin elegirlo. Las personas que no comprenden el encanto de las citas suelen ser las mismas que no entienden lo justo, equitativo y necesario de la originalidad. Porque donde se puede y se debe ser verdaderamente original es al citar."

Fernando Savater




“… creo que la libertad de pensamiento y la libertad de comercio son la base de la prosperidad de las naciones.”

Fernando Savater
El jardín de las dudas, 1993



“Cuando alguien dice yo pienso o yo creo, la mayoría de las veces debería en realidad decir: yo repito…”

Fernando Savater
Mira por donde, autobiografía razonada, 2003




“Cuando se habla de “moral” la gente suele referirse a esas órdenes y costumbres que suelen respetarse, por lo menos aparentemente y a veces sin saber muy bien porqué. Pero quizá el verdadero intríngulis no esté en someterse a un código, sino en intentar comprender. Comprender por qué ciertos comportamientos nos conviene y otros no, comprender de qué va la vida y qué es lo que puede hacerla “buena” para nosotros los humanos.”

Fernando Savater


"Dentro de una campana de cristal, sólo se piensa en vacío."

Fernando Savater



“Detesto a quienes se toman la vida como si fuera una oposición a cátedra y procuran acumular doctorados, méritos diversos, certificados, cursos de aquello o de lo otro, de lo que sea.”

Fernando Savater
Mira por donde, autobiografía razonada, 2003


"Dios ya no está en uso, hace tiempo que se le colgó el cartelito de "no funciona."

Fernando Savater



"El aburrimiento es la explicación principal de por qué la historia está tan llena de atrocidad."

Fernando Savater



"El amor sin ternura es puro afán de dominio y de autoafirmación hasta lo destructivo. La ternura sin amor es sensiblería blanda incapaz de crear nada."

Fernando Savater



"El hombre es un ideal de conducta libre."

Fernando Savater



“El poeta ama lo dado incluso más de lo que ama su propia vida.”

Fernando Savater



“El secreto de la felicidad es tener gustos sencillos y una mente compleja. El problema es que a menudo la mente es sencilla y los gustos complejos.”

Fernando Savater



"El tren estaba a punto de partir y un empleado de la estación me daba las últimas instrucciones para llegar a Berwick. Me hablaba en alemán, yo no sé alemán, era milagroso que le entendiera a ratos. Debía continuar hasta Halle (¿o Hull? ¿o Hule?), bajar en esa estación y tomar allí el expreso a Berwick. Era preciso seguir a todo trance hasta Halle (¿Halle? ¿Hule?) porque si perdía esa conexión no encontraría otra, no habría más remedio que volver atrás, empezar de nuevo. Intenté que me escribiera el nombre de la estación crucial en un trozo de papel, pero yo no tenía bolígrafo y él tampoco. Me prometió ir a buscarlo, se fue, no volvía. Y el tren estaba arrancando ya. Subí sin más equipaje que mi zozobra, sonó el silbato y el convoy se puso en marcha. Traca-taca, traca-taca...
No recuerdo por qué voy a Berwick. Nunca he estado allí, no sé cómo es Berwick. ¿Existe Berwick? Supongo que sí, creo recordar que hubo o quizá hay todavía tal cosa como un duque epónimo de dicho lugar. ¿O era un nombre parecido? En cualquier caso, desde luego mi viaje nada tiene que ver con el duque. ¿Por qué deberé yo ir a Berwick? Sólo sé que es urgente mi viaje, imprescindible, inexcusable. El resto me da igual. Hasta el viaje en sí mismo me da igual, una vez que tengo asumido el destino que debo alcanzar. El paisaje que veo desde la ventanilla del vagón es monótono y gris, monótono y gris. Las edificaciones —bajas, cuadradas, como bunkers— alternan con árboles desmochados y caducos, casi tímidos en su desnudo patetismo. Así kilómetro tras kilómetro, aunque no debemos de haber recorrido muchos porque el tren va bastante despacio, incluso se diría que nunca arranca decididamente del todo o no se decide a acelerar, como si después de haber finalmente arrancado fuese a parar en cualquier momento. Pero ahora frenamos sin lugar a dudas, probablemente estamos llegando a una estación.
El nombre de la estación es ilegible, impronunciable, borroso: un jeroglífico más que un rótulo. Me esfuerzo por descifrarlo con impaciencia, con ansiedad también, aunque estoy seguro —¡naturalmente!— de que aún no puede ser Halle, Hulle o Hule. Sube al tren una señora, en fin, señora es mucho decir, una mujer mayor, desgarbada, chillonamente emperifollada pero que no me da impresión de ser de clase alta sino más bien modesta, muy modesta: una mendiga quizá, una vagabunda. Arrastra una gigantesca maleta con ruedas (las ruedas también son muy grandes, casi de carretilla) y dos sombrereras de las que escapan ruidos metálicos, como si estuvieran llenas de cacerolas. Con una voz desabrida y grave, casi de barítono —hasta el punto que pienso de pronto que podría ser un travesti—, reclama mi ayuda para transportar sus pertenencias. De forma imperiosa, impertinente, impúdica pero a la que soy incapaz de negarme. Cargo con sus dos sombrereras, clang, clang, quizá lleve una armadura repartida entre ellas, en la una el yelmo y el peto, en la otra las manoplas y las calzas acorazadas, luego desfilamos por el estrecho pasillo del vagón en busca de acomodo. Precedo a mi esclavizadora y voy abriendo la puerta corredera de cada departamento, pero todos están llenos, atiborrados de gente, de niños, de militares despechugados y con cara de borracho. Pasamos por uno ocupado en su totalidad por árabes, envueltos en túnicas y velos, que nos lanzan a través de su máscara de tela una mirada fija y hostil. Entretanto el tren avanza, ahora parece que mucho más de prisa, da bruscos parones que casi me hacen caer con mis embarazosas sombrereras y vuelve a arrancar con no menos aspereza. ¡Por fin un departamento semivacío! Sólo viajan en él dos niñas idénticas, con tirabuzones y sonrisa maligna, que nada dicen pero intuyo que se burlan de nuestras fatigas. Las odio en silencio, mientras me esfuerzo por poner las sombrereras en la red superior portaequipajes. Imposible, claro, no caben, ruedan una y otra vez hacia abajo, clang, clang.
Dejo las sombrereras una sobre otra en un asiento, después de todo hay sitio libre de sobra. La virago pretende ahora que ponga la maleta gigante, viejísima, en la red superior, lo que es a todas luces imposible. Mientras trato de convencerla, el tren se detiene con humeantes resoplidos en otra estación. Me excuso confusamente y salgo a toda prisa del departamento, seguido por las invectivas groseras de la desagradecida y por las risitas tenues, pero mucho más hirientes, de las dos niñas paralelas. Recorro el pasillo lateral del vagón hacia la puerta, mientras trato de vislumbrar por las ventanillas sucesivas el nombre de la estación en que nos hemos parado. Pero no hay ningún rótulo a la vista que pueda informarme. ¿Será Halle o Hulle? Ahora que lo pienso, probablemente el tren ya habrá hecho alto en una o varias estaciones más, mientras yo me debatía con las malditas sombrereras. Desde la portezuela del vagón pregunto a gritos a un anciano caballero, con gabán y sombrero tirolés de fieltro verde, que pasea fumando por el andén: «¿Estamos en Halle?» No me oye bien, se lleva la mano en forma cóncava a la oreja para señalármelo, pero se detiene y se acerca amablemente. Repito varias veces mi pregunta, cada vez con mayor premura porque oigo varios pitidos que probablemente anuncian la inmediata partida del convoy. ¿Halle? Parece que no me entiende, seguramente no habla mi lengua o puede que yo no pronuncie bien el nombre. ¿Hulle? ¿Hule? Por fin niega rotundamente con la cabeza y sonriendo hace un gesto con la mano, señalando hacia la parte trasera del tren, al camino de dónde venimos. Lo que yo me temía, me he pasado de estación."

Fernando Savater
La hermandad de la buena suerte


"En lo que más nos diferenciamos de los animales es en nuestra posibilidad de sentir complejos, sea de superioridad, de inferioridad o de identificación."

Fernando Savater




“En realidad soy un moribundo crónico. Sufro mucho, pero sufro con paciencia y resignación. No como un cristiano, sino como un hombre. Hay mismo me encuentro tan mal que si mañana me dijesen que me he muerto no me extrañaría nada.”

Fernando Savater
El jardín de las dudas



“Es mejor saber después de haber pensado y discutido que aceptar los saberes que nadie discute para no tener que pensar.”

Fernando Savater


"Es que este quererse a sí mismo de la voluntad, este querer conservarse y preservarse, querer potenciarse, querer experimentar la gama de posibilidades en busca de las más altas, querer trasmitirse y perpetuarse, es lo que debe entenderse como amor propio."

Fernando Savater
Ética como amor propio


"Escribir y publicar son cosas imprescindiblemente unidas: o uno escribe, y por tanto, publica, o gusta tan sólo de las bellas letras y, por tanto, le basta con leer."

Fernando Savater



"Existe, seguro, si no, no podríamos preguntarnos por él. Pero como su definición no está demasiado clara y suele ser caprichosa, resulta imposible saber si también "existe" fuera de nuestra pregunta."

Fernando Savater
ante la pregunta ¿existe Dios? tomado la La guía de las grandes ideas de Filosofía hoy, nº 2



"GERMINAL.—¿Quién tiene autoridad para establecer de antemano lo que pueden alcanzar nuestros cuerpos y nuestras almas? De un modo u otro, nuestro deseo de volar logrará hacernos volar. Los medios no faltan, aunque hay que encontrar el más adecuado. Se han propuesto tantas extravagancias... (Murmurando como para sí y regañando a un interlocutor invisible, en ocasiones.) Desde luego, lo de Cyrano de Bergerac fue despropósito. ¡Atarse botellas de rocío a la cintura para que el Sol las atrajera hacia sí! ¡Habrase visto! ¡No, señor mío, un poquito de sensatez, por favor! Porque también lo de Leonardo... El gran Leonardo da Vinci quería construir un pájaro mecánico, pero no encontró quién se lo financiara.
DUQUE.—¿Y por qué habría nadie de financiarle semejante locura?
GERMINAL.—Subido en su pájaro colosal, Leonardo esperaba llegar hasta la nieve que cubre la alta cima de las montañas y recogerla para refrescar las calles de Florencia durante el estío.
DUQUE.—¡Un objetivo digno del medio propuesto para alcanzarlo!
ARGENSOLA.—También Don Quijote y Sancho creyeron volar montados en Clavileño, el mágico corcel de madera. Y oían voces que les gritaban: “¡Ya, ya vais por esos aires, rompiéndolos con más velocidad que una saeta! ¡Ya comenzáis a suspender y admirar a cuantos desde la tierra os están mirando! ¡Dios te guíe, valeroso caballero! ¡Dios sea contigo, escudero intrépido!” Pero todo era una burla organizada por los duques para divertir a sus invitados, una simple y triste chanza de señoritos...
DUQUE.—Más bien me parece que era el medio para dar gusto a Don Quijote en su locura.
GERMINAL.—Ni chanzas ni locuras. Estoy convencido de que volar es posible por medios rigurosamente científicos. Pero bueno, ¿acaso no estoy en una sociedad científica precisamente? ¿Qué clase de científicos son ustedes, que pretenden imponer limitaciones a los logros de la ciencia?
DUQUE.—Sepa usted, señor mío, que yo soy un verdadero científico, no un quijote ni un tontiloco soñador.
Germinal.—Pe... pero... ¡pero la ciencia existe para ayudar a los hombres a cumplir sus sueños y para que consigan lo que por su condición natural parece estarles vedado!
DUQUE.—En modo alguno, señor mío, en modo alguno. La verdadera ciencia no sueña paganamente con violentar a la naturaleza o con proporcionar al hombre lo que éste ambiciona en los delirios de su soberbia, sino que se conforma humildemente con estudiar el orden admirable en que Dios ha dispuesto las cosas de nuestro mundo. ¡No olvide usted el castigo de los impíos constructores de Babel!
ARGENSOLA.— (Socarrón.) O el de los habitantes de Sodoma y Gomorra, que también eran propensos a los experimentos antinaturales...
GERMINAL.—Pero ¿y las máquinas? ¿Para qué inventamos entonces máquinas?
DUQUE.—Aquí tiene usted todas las máquinas que quiera, caballero. Fíjese en ésta: sirve para estudiar las transmisiones y transformaciones del movimiento. ¿Ve usted? ¡Todo se mueve: poleas, émbolos, tornillos, pistones, bielas...! Y en condiciones ideales, todo seguiría moviéndose perpetuamente. Así, fíjese bien. ¿Eh? ¿Qué me dice usted de esto?
GERMINAL.—Pues que me parece muy bonito, pero poco útil.
DUQUE.—Y no tiene por qué ser útil, faltaría más. Aquí estamos entre caballeros y estas máquinas son para nuestra instrucción y solaz exclusivamente. Practicamos la ciencia re-crea-ti-va, ¿se entera usted?, recreativa. ¡Pues bueno sería! ¿O es que quizá pretende usted quitar el pan de la boca a los que se lo ganan con el sudor de su frente, sustituyéndolos por máquinas? ¡Vaya idea! ¿Acaso es usted un anarquista, señor mío? A ver, Antonio, ¿qué te parece a ti lo que dice este señor?"

Fernando Savater
Vente a Sinapia





"Idiota.- Del griego idiotés, utilizado para referirse a quien no se metía en política, preocupado tan sólo en lo suyo, incapaz de ofrecer nada a los demás."

Fernando Savater


"La envidia es la raíz de los grandes males de la sociedad."

Fernando Savater


"(La ética) es el arte de vivir, el saber vivir. Por tanto, el saber discernir lo que nos conviene (lo bueno) de lo que no nos conviene (lo malo)"

Fernando Savater



"La ética no es el respeto y reconocimiento de lo vivo por lo vivo, sino el respeto y reconocimiento de lo humano por lo humano. Lo que merece respeto desde el punto de vista ético es la búsqueda humana de la vida buena, no los irremediables vecinazgos impuestos por la biología: de lo que habla la ética es de mi vida o nuestra vida, no de la vida. (...) No sé si los hombres son mejores en todo sentido que los animales (...). Pero desde luego sus intereses son supremos, es decir, son los únicos a partir de los cuales podemos interesarnos o valorar cualquier realidad existente. Los intereses de los hombres son supremos para los hombres, única especie explícitamente axiológica."

Fernando Savater


"La juventud es el suplemento vitamínico de la anémica rutina social."

Fernando Savater



“La política es el conjunto de las razones para obedecer y de las razones para sublevarse.”

Fernando Savater



"La única raza perseguida es la de los pobres. Al sultán de Brunei nadie le falta al respeto ni hay hotel en el que no le pongan una alfombra roja."

Fernando Savater
Tomada del libro El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica de Jano García, página 125




“La vida es poca cosa. Gozad de ella cuanto podáis mientras aguardemos a la muerte, que no es nada.”

Fernando Savater
El jardín de las dudas, 1993



“Las mayores crueldades, las matanzas más atroces se han perpetrado siempre por motivos religiosos y con la bendición de untuosos clérigos.”

Fernando Savater
El jardín de las dudas, 1993




“Lo que merece respeto desde el punto de vista ético es la búsqueda humana de la vida buena…”

Fernando Savater




“Lo único que puede escandalizarme y parecerme poco respetuoso sería descubir que no sois totalmente sinceros conmigo…”

Fernando Savater
El jardín de las dudas, 1993



“Los puritanos se consideran la gente más “moral” del mundo y además guardianes de la moralidad de sus vecinos (...). Su modelo suele ser la señora de aquel cuento... ¿te acuerdas? Llamó a la policía para protestar de que había unos chicos desnudos bañándose delante de su casa. La policía alejó a los chicos, pero la señora volvió a llamar diciendo que se estaban bañando (desnudos, siempre desnudos) un poco más arriba y que seguía el escándalo. Vuelta a alejarlos la policía y vuelta a protestar la señora. “Pero señora –dijo el inspector-, si los hemos mandado a más de un kilómetro y medio de distancia...” Y la puritana contestó, “virtuosamente” indignada: “¡Sí, pero con los gemelos todavía sigo viéndoles!”:

Fernando Savater


"Mi sueño es el de Picasso: Tener mucho dinero para vivir tranquilo como los pobres."

Fernando Savater


"Nada puede reclamarse cuerdamente a la vida."

Fernando Savater


"No hay educación si no hay verdad que transmitir, si todo es más o menos verdad, si cada cual tiene su verdad igualmente respetable y no se puede decidir racionalmente entre tanta diversidad."

Fernando Savater



"Respecto a los tan cacareados -nunca mejor dicho- derechos de los animales, confieso que no me resulta fácil entender a qué se refiere semejante expresión. Si al menos se hablara de derechos para los animales, es decir, concedidos por real decreto humano a éstos...
¿Cómo va a haber derecho ético donde falta la reciprocidad de reconocimiento? ¿Tienen acaso deberes los animales? ¿Se respetan las especies de animales y de seres vivos sus derechos entre sí? Si se admiten los derechos humanos de los animales, ¿no habría también que aceptar los derechos animales de los humanos: incesto, canibalismo, infanticidio, etcétera? Rota la homogeneidad específica racional el término “derecho” no resulta ser más que un mejor o peor intencionado abuso de lenguaje."

Fernando Savater
El alma de los brutos


“¿Sabe el amor que el tiempo existe? Lo sabe: el tiempo es la pérdida o el silencio del amor.”

Fernando Savater

  

"¿Sabes cuál es la única obligación que tenemos en esta vida? Pues no ser imbéciles (...)
Hay imbéciles de varios modelos, a elegir:
a)   El que cree que no quiere nada, el que dios que todo le da igual, el que vive en perpetuo bostezo o en siesta permanente, aunque tenga los ojos abiertos y no ronque.
b)   El que cree que lo quiere todo, lo primero que se le presenta y lo contrario de lo que se le presenta: marcharme y quedarme, bailar y estar sentado, masticar ajos y dar besos sublimes, todo a la vez. c)   El que no sabe la que quiere ni se molesta en averiguarlo. Imita los quereres de sus vecinos o les lleva la contraria porque sí, todo lo que está dictado por la opinión mayoritaria de los que le rodean: es conformista sin reflexión o rebelde sin causa.
d)   El que sabe qué quiere y sabe lo que quiere y, más o menos, sabe por qué lo quiere, pero lo quiere flojito, con miedo o con poca fuerza. A fin de cuentas, termina siempre haciendo lo que no quiere y dejando lo que quiere para mañana, a ver si entonces se encuentra más entonado. e)  El que quiere con fuerza y ferocidad, en plan bárbaro, pero se ha engañado a sí mismo sobre lo que es la realidad, se despista enormemente y termina confundiendo la buena vida con aquello que va a hacerle polvo."

Fernando Savater
"Ética para amador"



“Se puede vivir de muchos modos, pero hay modos que no dejan vivir.”

Fernando Savater


“Sí, en el toreo está presente la muerte, pero como aliada, como cómplice de la vida: la muerte hace de comparsa para que la vida se afirme.”

Fernando Savater


“Si la alegría fuese patrimonio sintomático de los felices, habría poquísima en el mundo.”

Fernando Savater



“Si no somos corresponsables del pasado, tampoco tendremos derecho a reclamarnos legítimos propietarios del futuro.”

Fernando Savater



“Sin prestar atención no se puede aprender nada, pero tampoco se puede disfrutar de un buen libro o de una película, ni gozar con un cuadro o con una melodía…”

Fernando Savater
Mira por donde, autobiografía razonada, 2003
Tomada del libro GuiaBurros Las mejores citas (Las Mejores Citas De Pensadores Españoles) de Delfín Carbonell, página 8



“Todos somos optimistas, no por creer que vayamos a ser felices, sino por creer que lo hemos sido.”

Fernando Savater


"Uno no puede hacer nada por las personas que ama, sólo seguir amándolas."

Fernando Savater



“Vuelve a tu sopor, pobre alma mía: tirita y sueña, bien arropada, hasta que lo irremediable venga a buscarte.”

Fernando Savater
Tomado del prólogo del libro de E. M. Cioran “Adiós a la filosofía y otros textos”



"Ya conoces a las termitas, esas hormigas blancas que en África levantan impresionantes hormigueros de varios metros de alto y duros como la piedra. Dado que el cuerpo de las termitas es blando, por carecer de la coraza quitinosa que protege a otros insectos, el hormiguero les sirve de caparazón colectivo contra ciertas hormigas enemigas, mejor armadas que ellas. Pero a veces uno de esos hormigueros se derrumba, por culpa de un riada o de un elefante (a los elefantes le gusta rascarse los flancos contra los termiteros, qué le vamos a hacer). Enseguida, las termitas-obrero se ponen a trabajar para reconstruir su dañada fortaleza, a toda prisa. Y las grandes hormigas enemigas se lanzan al asalto. Las termitas-soldado salen a defender a su tribu e intentan detener a las enemigas. Como ni por tamaño ni por armamento pueden competir con ellas, se cuelgan de las asaltantes intentando frenar todo lo posible su marcha, mientras las feroces mandíbulas de sus asaltantes las van despedazando. Las obreras trabajan con toda celeridad y se ocupan de cerrar otra vez el termitero derruido... pero lo cierran dejando fuera las pobres y heroicas termitas-soldado, que sacrifican sus vidas por la seguridad de las demás. ¿No merecen acaso una medalla, por lo menos? ¿No es justo decir que son valientes?
(…)
A diferencia de otros seres, vivos o inanimados, los hombres podemos inventar y elegir en parte nuestra forma de vida. Podemos optar por lo que nos parece bueno, es decir, conveniente para nosotros, frente a lo que nos parece malo e inconveniente. Y como podemos inventar y elegir, podemos equivocarnos, que es algo que a los castores, las abejas y las termitas no suele pasarles. De modo que parece prudente fijarnos bien en lo que hacemos y procurar adquirir un cierto saber vivir que nos permita acertar. A ese saber vivir, o arte de vivir si se prefiere, es a lo que llamamos ética."

Fernando Savater
Ética para Amador











No hay comentarios: