"A través de su propia experiencia extasiada, conoce los caminos de las regiones extraterrestres... santificado por su iniciación y equipado con espíritus de la guardia, el shamán es el único ser humano capaz de desafiar al peligro y aventurarse hacia una geografía mística."

Mircea Eliade
tomado del libro de Ralph Meztner, Las grandes metáforas de la tradición sagrada, página 178


"Al cabo de dos semanas, Oana los había agotado. Ahora la evitaban, se ocultaban en los barrancos y los declives para escaparse de su vista y poder dormir. A la tarde sólo iban al redil para llevar los rebaños. Muchas veces Oana fue por la noche a buscar al jefe de los pastores pero él también se había hecho presa del pánico y dormía con el vergajo al lado. «¡Eh, chica! ¡No te me acerques!», le gritaba. «Soy un hombre mayor y quiero volver a ver a mis hijos. Quiero morir en el pueblo y que sean ellos los que me entierren. ¡No te me acerques, si no, te golpeo!» Y Oana, movida por la piedad, lo perdonaba. Se iba entonces a la montaña para hacer salir a los otros pastores de sus escondites. Pronto se extendió por las montañas el rumor del comportamiento de Oana y los pastores iban y Oana los extenuaba en su camastro y a la mañana ya no lograban llegar a su manada. Se desmayaban de sueño y se tendían para dormir no importaba dónde. Las ovejas, dejadas al cuidado de los perros, se dispersaban, se separaban, se iban por la pendiente, balaban de terror, se sentían abandonadas. Ya sólo se escuchaban en las montañas los ladridos de los perros perdidos y las ovejas heridas que gemían y se dejaban caer al fondo de los barrancos para morir. En los poblados del valle supieron de estos acontecimientos y los notables ascendieron acompañados por matones, pero Oana los acogía y reventaba a uno por uno. Al otro día descendían extenuados, agotados. Incluso algunos no volvían a su pueblo sino que se quedaban dormidos al borde del camino todo el día y la noche siguiente. Se diría que salían de una grave enfermedad. Las mujeres comenzaban a temer y muchas pensaban que habían perdido de veras a sus maridos, porque Oana los había vuelto impotentes después de haberlos agotado algunos días y algunas noches allá arriba, en su guarida de la montaña.
Entonces las esposas decidieron ojearla y, una vez atontada, golpearla, pisotearla y torturarla. Unas cincuenta mujeres de todos los poblados del valle subieron y cuando la vieron bella y desnuda bañándose en una fuente buscando, con los ojos entre las rocas y los altos arbustos, a un hombre que no hubiera tenido todavía entre sus brazos, se quedaron petrificadas y se persignaron. Oana avanzó a su encuentro, desnuda como estaba, simplemente con su cabellera muy larga cubriéndole el pecho y les preguntó: «¿Qué quieren señoras?». Una salió del grupo y le dijo: «Venimos para hechizarla, señorita, para que deje a nuestros maridos en paz, pero ahora que la vemos, entendemos que no serviría de nada hechizarla. No es como nosotras, pobres mujeres y simples criaturas de Dios. Usted es de una raza de gigantes. Probablemente desciende de judíos gigantes que atormentaron a Nuestro Señor Jesucristo. Eran lo bastante altos y poderosos como para torturar incluso a él, al Hijo de Dios. Siendo así, ¿para qué ojearla? No daría resultado. Pero le rogamos que deje a nuestros maridos en paz. Los pobres no son para usted. Son bastante buenos para nosotras, mujeres valientes que vivimos en el temor de Dios. Vuelva allá de donde vino, busque un marido de su clase. ¡En el país donde nació, debe haber algún hijo de gigante, un muchacho que se case con usted y con el que se podrá entender bien!...». «Señoras, les contestó Oana, si vine a la montaña fue con un propósito deliberado. Está escrito en mi destino que debo buscar aquí a mi marido, y cómo debo encontrarlo. Descenderá un día a mi encuentro, sobre dos caballos a la vez... Y si el jefe de los pastores no me hubiera sometido con un vergajo en la nuca no hubiera conocido varón todavía, porque de todos los pastores que quisieron someterme ninguno ha logrado echarme por tierra. Pero fue por sorpresa que fui violada. Así que no es mi culpa si ahora quiero seducirlos y conocerlos a todos. ¡No soy de madera, yo tampoco!...». «¡Oye, chica, gritó una de las mujeres, un hombre montado en dos caballos a la vez no existe en todo el país! Si eres de una raza de gigantes sería mejor que buscaras un dragón del cielo."

Mircea Eliade
En la calle Mantuleasa



"El bosque es un símbolo que contiene muerte."

Mircea Eliade
Tomado del libro de Donald Tyson, El Necronomicon, página 151



"El hombre arcaico no conoce ningún acto que no haya sido vivido por otro que no era hombre."

Mircea Eliade



"El «miedo a lo desconocido» es y ha sido, desde los tiempos de Lucrecio, un pretexto «suculento» para todos los filósofos y aficionados que se proponían descifrar los orígenes de las religiones, de las mitologías y de la moral. Cada vez que quieres hablar del «hombre primitivo», te ves casi obligado a recordar su miedo a lo «desconocido», fuente inagotable de todas las creencias, supersticiones o éxtasis que han humillado la condición humana.
El miedo a lo desconocido ha ofrecido a los eruditos la oportunidad de verter sus cajones repletos de fichas, y no sería exagerado decir que la biblioteca escrita por el prodigioso sir James Frazer se fundamenta, en gran parte, en el miedo y la fascinación que lo desconocido ha ejercido siempre sobre el alma humana. Por eso sería arriesgado lanzarnos a una discusión en la que los argumentos, en su mayoría de orden estadístico, se suceden a lo largo de miles y miles de páginas de etnología, antropología y folklore.
Pero podríamos apuntar aquí unas cuantas observaciones relacionadas con este controvertido problema y dedicárselas a aquel lector inconformista y curioso para quien escribo, casi exclusivamente, desde hace bastante tiempo. Me parece que no se ha subrayado con suficiente claridad uno de los motivos del miedo a lo desconocido, del miedo que experimentan los «hombres primitivos», les moins civilisés [los menos civilizados], ante las cosas o las personas nuevas. Podríamos formularlo así: el hombre primitivo teme las cosas o las personas desconocidas, porque no coinciden con, ni se adaptan a, la imagen que tiene de sí mismo.
Cualquier cosa o persona que modifique o, para decirlo más exactamente, que contradiga el conocimiento que el hombre primitivo tiene de sí mismo, se vuelve peligrosa; pero no porque sea «desconocida», porque no hubiera sido conocida hasta entonces, sino porque no cuadra ni se armoniza con el icono que había plasmado de sí mismo. En esta interpretación del miedo a lo desconocido, el acento se desplaza desde el océano de fenómenos que le rodean a la idea de hombre, tal como es intuida o vivida por cada tribu salvaje y por cada nación. La imagen que se construye de sí mismo ejerce una influencia tanto más tiránica y rígida en sus limitaciones, cuanto menos «civilizado» es el hombre. La norma domina la conciencia humana desde sus inicios tan oscuros, desde las así llamadas etapas prelógicas.
Un «primitivo» que piensa haber nacido de una planta tiene una imagen de sí mismo (y del hombre en general) tan coherente y exacta como la de un hombre que se sabe vivíparo. El primero, presuponiendo que no conoce todavía la metalurgia, experimentará ante el primer herrero el mismo miedo que ha podido sobrecoger a cualquier hombre civilizado ante el primer aeroplano. En ambas situaciones, el miedo deriva de la violenta deformación sufrida por la imagen antropológica y no del carácter «desconocido» del herrero o del aeroplano. A veces, este miedo puede revestir formas paroxísticas; y aun cuando los hombres han dejado de temblar o aullar delante de una cosa o persona nueva, el miedo seguirá persistiendo. Nada puede atemorizar más el alma del hombre que el miedo que provoca la deformación o la supresión de la imagen que tiene de sí mismo. El miedo a la muerte hunde sus raíces en esta misma imagen antropológica. No es éste el lugar adecuado para plantear este grave problema, pero intentaré demostrar, en un trabajo de próxima aparición, que el miedo a la muerte hunde sus raíces en la negación de la idea que el hombre se ha construido de sí mismo. Lo que llamamos «sentimiento de la muerte» y «miedo a la muerte» es, por otra parte, algo derivado; al principio existía solamente el miedo a los muertos."

Mircea Eliade
Fragmentarium



“El pasado no es sino la prefiguración del futuro.”

Mircea Eliade



"El psicoanálisis aún preserva el patrón iniciatorio. Se le pide al paciente que descienda a lo profundo de sí mismo para revivir su pasado, para enfrentarse con sus experiencia traumáticas otra vez... Esta peligrosa operación se parece al descenso iniciatorio al infierno, al reino de los fantasmas y los combates con los monstruos."

Mircea Eliade
Lo sagrado y lo profano



"El símbolo revela ciertos aspectos de la realidad -los más profundos- que desafían todo medio de conocimiento."

Mircea Eliade
Imágenes y símbolos


"El tiempo puede superarse."

Mircea Eliade



"En la perspectiva del hombre religioso... el mundo existe porque fue creado por los dioses, y la existencia del mundo mismo "significa" algo, "quiere decir" algo... El mundo no es ni mudo ni opaco; no es algo inerte sin propósito o significado. Para el hombre religioso, el cosmos "vive" y "habla"."

Mircea Eliade
Lo sagrado y lo profano




“En la prehistoria, la caverna, muchas veces asimilada a un laberinto o transformada ritualmente en laberinto, era a la vez teatro de las iniciaciones y lugar donde se enterraba a los muertos.”

Mircea Eliade



"La agricultura dio origen a una serie de revelaciones que no pueden producirse en sociedades preagrícolas. Las transformaciones sucedidas en el mundo material abren el espíritu a nuevas formas de enfrentarse con la realidad."

Mircea Eliade
Tomada del libro Hijos del cielo de Cristina Martín Jiménez, página 299



"La cena tocaba a su fin. La medianoche estaba próxima y los jóvenes se mostraban impacientes: querían levantarse ya y pasar a una pieza vecina. Allá podrían hablar con más libertad, imaginar otros juegos y quizás, también bailar.
La señora Solomon recordó que había tomado el gramófono de Vladimir. Poniendo un pañuelo en el amplificador, no se le escucharía desde afuera. Además, agregó, a esa hora todos los monjes estarían durmiendo.
La cena pareció frugal sólo en apariencia: pocos platos, servilletas de papel y vasos desparejos. Pero la señora Solomon y la señora Zamfiresco habían cubierto la mesa de carnes frías, de fiambres, sardinas, quesos y frutas. Eligieron expresamente esa habitación como sala comedor, dejando las otras, más vastas y limpias, para organizar los juegos y bailar. Todos sabían que ese buffet froid, como decía la señora Zamfiresco, no duraría mucho y nadie tenía intenciones de dispersar vasos y platos en las otras piezas. Dos de ellas se habían reservado para ser dormitorio de las damas, que habían dejado allí sus bártulos de viaje, sus vestimentas y paquetes. Los lechos estaban uno al lado del otro por razones de comodidad. La señora Solomon anunció que se quedaría aunque había sentido ya la presencia de los mosquitos.
Vladimir fue el primero en levantarse. Había bebido bastante y se sentía lleno de coraje y de un entusiasmo irresistible. En la mesa, estuvo sentado entre la señora Solomon y la señora Zamfiresco, que se lo habían disputado. Cada una quiso decirle un secreto al oído, aproximando muy cerca el pecho a su hombro. Además, la cena había sido sumamente alegre. El vino conventual acaloró a todo el mundo, aun a los miembros del grupo Zamfiresco, que no eran, realmente, de gran amistad.
—Vayamos a ver si la luna está alta —propuso Vladimir, tomando por el brazo a la señora Zamfiresco.
—¿Y si hiciéramos un paseo en barca? —propuso alguien.
La algarabía de las sillas que se retiraban, los agradecimientos a la anfitriona, las risas y las palabras mezcladas ahogaron la respuesta. Se dirigieron en conjunto hacia la gran sala del medio. El señor Solomon se había impuesto el deber de contar a los que tomarían otro café cuando vio a Andronic pálido, los ojos fijos en la puerta. Desde que se levantó de la mesa, no había dicho una sola palabra. Parecía preocupado, nervioso, observando ansioso todos los rincones."

Mircea Eliade
La serpiente



"La dialéctica de la epifanía es la misma, trátese de un churinga australiano o de la encarnación del Logos. En ambos casos nos hallamos ante una manifestación de lo sagrado en un fragmento del Cosmos; en uno y otro caso está implícitamente planteado el problema del carácter «personal» o «impersonal» de la epifanía."

Mircea Eliade
Tomada del libro Hijos del cielo de Cristina Martín Jiménez, página 299



"La meditación despierta ciertas fuerzas ocultas, que dormitan dentro de cada hombre, y éstas, una vez que han sido despertadas, transforman el cuerpo humano en un cuerpo místico."

Mircea Eliade
Técnicas del yoga



"La memoria colectiva es ahistórica."

Mircea Eliade



“La religión de la tierra, aún suponiendo –como algunos suponen- que no sea la religión más vieja de la humanidad, no muere fácilmente. Una vez consolidada en las estructuras agrícolas, los milenios pasan sobre ella sin alterarla.”

Mircea Eliade


"Las pupilas, excesivamente desplazadas, casi desaparecen en las órbitas. Ciertos tipos de muerte provocan el mismo fenómeno. La salida del mundo de las formas y del devenir elimina la pupila. Todo éxtasis tiende a anular la mirada."

Mircea Eliade
Diarios 1945-1969


"La técnica chamánica por excelencia consiste en el paso de una región cósmica a otra: de la Tierra al Cielo, o de la Tierra a los infiernos. El chamán conoce el misterio de la ruptura de niveles. Esta comunicación entre las zonas cósmicas se ha hecho posible gracias a la propia estructura del universo. El universo, en efecto, se concibe, grosso modo, como constituido por tres regiones (Cielo, Tierra e Inframundo), unidas entre sí por un eje central (Axis mundi). […] Este eje pasa por una abertura, por un agujero, y por este agujero los dioses descienden a la tierra y los muertos bajan a las regiones subterráneas; así mismo, por él, el alma del chamán en éxtasis puede subir o bajar durante sus viajes."

Mircea Eliade
Tomada del libro DISTORSIÓN. Ovnis, apariciones marianas, bigfoots, hadas, fantasmas y extrañas criaturas ¿una teoría explicativa? de José Antonio Caravaca




"Llegó a la plataforma en el preciso instante en el que se paraba el tranvía. Fuera se encontró de nuevo con el bochorno y el olor a asfalto reblandecido. Cruzó penosamente la calle para esperar el tranvía en dirección contraria. El recuerdo y la memoria de los años murmuraba que el ser es teología negativa. La camelia, la flor de la vida, es como un oasis en sombra."

Mircea Eliade
El burdel de las gitanas



"Los autores franceses no pusieron de relieve la función pararreligiosa de la astrología, aunque el descubrimiento de que la vida está relacionada con los astros le otorga a ésta un significado nuevo. El hombre no es ya meramente el individuo anónimo descrito por Heidegger y Sartre, un extraño alojado a un mundo absurdo y sin sentido, condenado a ser libre, como solía decir Sartre, con una libertad limitada por su situación y condicionada por su momento histórico. El horóscopo le revela una dignidad nueva; le muestra cuán íntimamente relacionado está con el universo entero. Es cierto que la vida está determinada por los movimientos de los astros, pero por lo menos el determinante posee una grandeza incomparable. Aunque en última instancia no sea más que un títere movido por hilos invisibles, de cualquier modo el hombre es parte del mundo celeste. Por otra parte, la predeterminación cósmica de la existencia constituye un misterio: significa que el universo se mueve de acuerdo con un plan preestablecido; que la vida y la historia humanas se desenvuelven según un patrón y avanzan progresivamente hacia un fin. Este fin último es secreto o está más allá del entendimiento del hombre; pero al menos le otorga significado a un cosmos que la mayoría de los científicos considera un resultado del azar ciego, y le da sentido a la existencia humana, que según Sartre está de trop. Esta dimensión pararreligiosa de la astrología se considera superior incluso a las religiones existentes, porque no se ve enfrentada con ningún difícil problema teológico: ni la existencia de un Dios personal o transpersonal, ni el enigma de la creación, ni el origen del mal se plantean en ella."

Mircea Eliade
Ocultismo, brujería y modas culturales



"Puesto que el hombre religioso no puede vivir excepto en un ambiente impregnado de lo sagrado, debemos encontrar un gran número de técnicas para consagrar el espacio."

Mircea Eliade
Lo sagrado y lo profano


"Se ve que tras el éxtasis iniciático aparecen determinados temas ejemplares: el novicio encuentra muchas figuras divinas (la Dama de las Aguas, el Señor de los Infiernos. la Dama de los Animales), antes de ser conducido por sus guías animales al Centro del Mundo, en la cima de la Montaña Cósmica, donde están el Árbol del Mundo y el Señor Universal; recibe del Árbol Cósmico y de parte del propio Señor, madera para construirse un tambor; unos seres semidemoniacos le revelan la condición y el tratamiento de todas las enfermedades, y, por último, otros seres demoniacos le cortan el cuerpo en pedazos que ponen a cocer y sustituyen algunos de sus órganos por otros mejores. [...] Es bastante estrecha la analogía entre las iniciaciones de los chamanes siberianos y las de los hombres-médico de Australia. Tanto en uno como en otro caso, el candidato sufre, de manos de unos seres semi-divinos o de los antepasados, una operación que abarca el despedazamiento del cuerpo y la renovación de los órganos internos y de los huesos. En ambos casos, esta operación se efectúa en un «infierno» o lleva aparejado un descenso a los Infiernos. En lo que respecta a los trozos de cuarzo u otros objetos mágicos que se supone que los espíritus introducen en el cuerpo del candidato australiano, es práctica que tiene mínima importancia en Siberia. En efecto y como se ha visto, solo raramente se alude a pedazos de hierro y otros objetos que se ponen a fundir en la misma caldera donde se han echado los huesos y la carne del futuro chamán."

Mircea Eliade
Tomada del libro DISTORSIÓN. Ovnis, apariciones marianas, bigfoots, hadas, fantasmas y extrañas criaturas ¿una teoría explicativa? de José Antonio Caravaca


"Según los naasenos, el drama cósmico comporta tres elementos: 1° El Logos preexistente en tanto que totalidad divina y universal; 2° La caída, que tuvo como resultado la fragmentación de la creación y el sufrimiento, y 3.°, la venida del Salvador, que devolverá su unidad a los infinitos fragmentos que constituyen actualmente el universo. Para los naasenos, el andrógino es uno de los momentos en el grandioso proceso de totalización cósmica.
En la Epístola de Eugnostio el Bienaventurado, cuyos dos manuscritos han sido recientemente descubiertos en Khénoboskion, el Padre engendra de sí mismo un ser humano andrógino. Éste, uniéndose con Sofía, procrea un hijo andrógino. «Este hijo es el Padre primer engendrador, el Hijo del Hombre, que se llama también Adán de la luz. [...] Éste se une con su Sofía y engendra una gran luz andrógina, que es, por su nombre masculino, el Salvador, creador de todas las cosas, y por su nombre femenino, Sofía, generadora de todo, que se llama también Pistis. Por estas dos últimas entidades son engendradas otras seis parejas de andróginos espirituales, que a su vez engendran setenta y dos, después trescientas setenta entidades...». Como se ve, se trata de una progresión a partir de un Padre andrógino y que se repite en forma de tramos decrecientes (cada vez más alejados del «centro» en que se encuentra el Padre autógeno)."

Mircea Eliade
Mefistófeles y el andrógino



“Si el mundo le habla a través de sus astros, de sus plantas, de sus animales, de sus ríos y sus rocas, sus estaciones y sus noches, el hombre le responde mediante sus sueños y su vida imaginaria.”

Mircea Eliade



“Si hubiera dicho que su abrazo iba más allá del abrazo, tanto que al final se confundían sus contornos, tanto que nuestra carne desaparecía, tanto que perdíamos nuestra respiración devorados ella y yo por la misma boca sangrienta e insaciable.”

Mircea Eliade


"Si venimos de la nada y volvemos a la nada, ninguna moral tiene ya sentido, ninguna creación ni ningún esfuerzo."

Mircea Eliade
Diario portugués


"Son únicamente esta muerte y esta resurrección iniciáticas lo que consagra a un chamán."

Mircea Eliade
El chamanismo y las técnicas arcaicas del éxtasis









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