A una amiga que envidia a los poetas

¿Sabes la suerte de los que cantan
goces y penas del corazón?
Son hortelanos que un huerto plantan,
do jamás gustan fruto en sazón.

Son peregrinos que nunca encuentran
en su camino dicha ni paz,
y dondequiera que habitan ó entran,
ven la injusticia de torva faz.

Viven buscando luz y consuelo,
viven ansiando grandeza y bien;
pero sólo hallan en este suelo
duras espinas para su sien.

Nadie comprende los sinsabores,
que para ellos en todo están;
aunque regando de bellas flores
siempre un camino de abrojos van.

No los envidies: tú eres dichosa
sin ese triste, nulo poder
con que ellos cantan la dicha hermosa
que nunca llegan a poseer.

Juana Rosa de Amézaga


Al despertar

Dejan las aves el nocturno abrigo
de las vecinas y coposas frondas,
y con sus trinos de placer adulan
a la naciente y sonrosada aurora.

Engastadas en nítido rocío,
bellas se ostentan las gentiles rosas,
y envidiando su aroma delicioso,
lucen sus galas las cucardas rojas.

Cerca se escucha el majestuoso ruido
que hacen del mar las bullidoras olas,
y al retirarse, cual de blancas perlas,
con sus espumas las riberas bordan.

¡Oh! ¡Cuánto goza en este cuadro el alma
si lo contempla recogida y sola!
Y Dios parece que al oído le habla
en tan solemne y apacible hora.

Para la mente que inquietud agita,
es lo que fresca, deliciosa copa,
para el enfermo que la fiebre siente,
en sus entrañas y abrasada boca.

Mi amante pecho dilatarse siento
viendo, Señor, de tu poder las obras;
y al contemplarlas con filial confianza,
mi humilde labio tu grandeza adora.

Juana Rosa de Amézaga


Armonías

Hay armonía entre las almas puras
que el bien practican, ignorando el mal,
y gustan de la vida las dulzuras
sin mezcla de lo ruin y material.

Hay armonía entre las artes bellas
y el humano sensible corazón
que se retrata y reproduce en ellas
su rica y elevada inspiración.

Hay armonía entre el valor heroico
y la abnegada superior virtud
que sacrifica con valor estoico
placeres, ambiciones y quietud.

Armonizan del rostro la belleza
y del alma la plácida bondad,
formando con su gracia y su nobleza
los lazos de purísima amistad.

Son armoniosos los alegres trinos
que las aves entonan con placer
y los bellos celajes purpurinos
que rodean la aurora al renacer.

Hay armonía entre la fuerza inmensa
del insondable, bullicioso mar,
y la potencia incalculable, intensa
de la cabeza en su tenaz pensar.

Hay armonía entre las gayas flores
de corta vida y delicioso olor
y los gratos ternísimos amores
que viven lo que aromas en la flor.

Armonizan también la noble ciencia
buscando sin descanso la verdad,
y la recta, austerísima conciencia
condenando sin tregua la maldad.

Juana Rosa de Amézaga













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