“Aceptar el hecho de que después de la fecundación un nuevo ser humano ha venido a la existencia ya no es una cuestión de gusto o de opinión.”

Jérôme Lejeune



“Ante la enormidad de la tarea y la formidable necesidad de tener éxito, nuestro deber se resumen en una frase: ¡”No abandonaremos jamás!”

Jérôme Lejeune



"El racismo cromosómico es esgrimido como un estandarte de libertad. Que esa negación de la medicina, de toda la fraternidad biológica que une a los hombres, sea la única aplicación práctica del conocimiento de la trisomía 21 es más que un suplicio. ¡Proteger a los desheredados!, ¡qué idea más reaccionaria, retrógrada, integrista e inhumana!"

Jérôme Lejeune



"En un debate ante la televisión francesa, Jérôme Lejeune, el genetista que identificó el origen genético del Síndrome de Down consultó a su “rival” científico Jacques Monod:

- Padre sifilítico y madre tuberculosa con cuatro hijos: uno ciego, otro nació muerto, otro es sordomudo y el cuarto, tuberculoso. ¿Qué haría si la madre queda embarazada de nuevo?”
- Interrumpiría ese embarazo”, contestó Monod sin dudarlo.
- Un minuto de silencio” -pidió Lejeune-. "Acaba usted de matar a Beethoven"."

Jérôme Lejeune



"Es mucho menos pesado tener a un niño en brazos que cargarlo sobre la conciencia."

Jérôme Lejeune


"Esparta fue la única ciudad griega en la que se eliminaba a los recién nacidos que creían que serían incapaces de portar armas o engendrar futuros soldados. Fue la única civilización griega que practicó este tipo de eugenesia, esta eliminación sistémica… Y no queda nada de ella; no nos ha dejado a un solo poeta, ni un músico, ni una ruina. Esparta es la única ciudad griega que no ha contribuido en nada a la humanidad."

Jérôme Lejeune


 “Hoy he perdido el Premio Nobel.”

Jérôme Lejeune



"La genética moderna se resume en un credo elemental que es éste: en el principio hay un mensaje, este mensaje está en la vida y este mensaje es la vida”. Este credo, verdadera paráfrasis del inicio de un viejo libro que todos ustedes conocen bien, es también el credo del médico genetista más materialista que pueda existir. ¿Por qué? Porque sabemos con certeza que toda la información que definirá a un individuo, que le dictará no sólo su desarrollo, sino también su conducta ulterior, sabemos que todas esas características están escritas en la primera célula. Y lo sabemos con una certeza que va más allá de toda duda razonable, porque si esta información no estuviera ya completa desde el principio, no podría tener lugar; porque ningún tipo de información entra en un huevo después de su fecundación. (…).
Pero habrá quien diga que, al principio del todo, dos o tres días después de la fecundación, sólo hay un pequeño amasijo de células. ¡Qué digo! Al principio se trata de una sola célula, la que proviene de la unión del óvulo y del espermatozoide. Ciertamente, las células se multiplican activamente, pero esa pequeña mora que anida en la pared del útero ¿es ya diferente de la de su madre? Claro que sí, ya tiene su propia individualidad y, lo que es a duras penas creíble, ya es capaz de dar órdenes al organismo de su madre.
Este minúsculo embrión, al sexto o séptimo día, con tan sólo un milímetro y medio de tamaño, toma inmediatamente el mando de las operaciones. Es él, y sólo él, quien detiene la menstruación de la madre, produciendo una nueva sustancia que obliga al cuerpo amarillo del ovario a ponerse en marcha.
Tan pequeñito como es, es él quien, por una orden química, fuerza a su madre a conservar su protección. Ya hace de ella lo que quiere ¡y Dios sabe que no se privará de ello en los años siguientes! A los quince días del primer retraso en la regla, es decir a la edad real de un mes, ya que la fecundación tuvo lugar quince días antes, el ser humano mide cuatro milímetros y medio. Su minúsculo corazón late desde hace ya una semana, sus brazos, sus piernas, su cabeza, su cerebro, ya están formándose.
A los sesenta días, es decir a la edad de dos meses, cuando el retraso de la regla es de mes y medio, mide, desde la cabeza hasta el trasero, unos tres centímetros. Cabría, recogido sobre sí mismo, en una cáscara de nuez. Sería invisible en el interior de un puño cerrado, y ese puño lo aplastaría sin querer, sin que nos diéramos cuenta: pero, extiendan la mano, está casi terminado, manos, pies, cabeza, órganos, cerebro… todo está en su sitio y ya no hará sino crecer. Miren desde más cerca, podrán hasta leer las líneas de su palma y decirle la buenaventura. Miren desde más cerca aún, con un microscopio corriente, y podrán descifrar sus huellas digitales. Ya tiene todo lo necesario para poder hacer su carné de identidad. (…).
El increíble Pulgarcito, el hombre más pequeño que un pulgar, existe de verdad; no se trata del Pulgarcito del cuento, sino del que hemos sido cada uno de nosotros.
Pero dirán que hasta los cinco o seis meses su cerebro no está del todo terminado. ¡Pero no, no!, en realidad, el cerebro sólo estará completamente en su sitio en el momento del nacimiento; y sus innumerables conexiones no estarán completamente establecidas hasta que no cumpla los seis o siete años; y su maquinaria química y eléctrica no estará completamente rodada hasta los catorce o quince.
¿Pero a nuestro Pulgarcito de dos meses ya le funciona el sistema nervioso? Claro que sí, si su labio superior se roza con un cabello, mueve los brazos, el cuerpo y la cabeza en un movimiento de huida. (…).
A los cuatro meses se mueve tanto que su madre percibe sus movimientos. Gracias a la casi total ingravidez de su cápsula cosmonauta, da muchas volteretas, actividad para la que necesitará años antes de volver a realizarla al aire libre.
A los cinco meses, coge con firmeza el minúsculo bastón que le ponemos en las manos y se chupa el dedo esperando su entrega. (…).
Entonces, ¿para qué discutir? ¿Por qué cuestionarse si estos hombrecitos existen de verdad? ¿Por qué racionalizar y fingir creer, como si uno fuese un bacteriólogo ilustre, que el sistema nervioso no existe antes de los cinco meses? Cada día, la Ciencia nos descubre un poco más las maravillas de la vida oculta, de ese mundo bullicioso de la vida de los hombres minúsculos, aún más asombroso que los cuentos para niños. Porque los cuentos se inventaron partiendo de una historia verdadera; y si las aventuras de Pulgarcito han encantado a la infancia, es porque todos los niños, todos los adultos que somos ahora, fuimos un día un Pulgarcito en el seno de nuestras madres."

Jérôme Lejeune
Clara Leujene, Dr. Leujene. El amor a la vida, Ed. Palabra, Madrid 1999, pp. 47-50


"La vida comienza en el momento en que toda la información necesaria y suficiente se encuentra reunida para definir un nuevo ser. Comienza, por tanto, exactamente en el momento en el que toda la información aportada por el espermatozoide se une a la aportada por el óvulo. Desde la penetración del espermatozoide se encuentra constituida una realidad nueva. No es un hombre teórico, sino que es ya quien más tarde llamaremos Pedro, Pablo o Magdalena."

Jérôme Lejeune



"La vida tiene una historia muy larga, pero cada individuo tiene un comienzo muy preciso: el momento de su concepción." 

Jérôme Lejeune


“Lo vi claramente en San Francisco después de mi exposición (…) la gente se apartaba ante mí sin decir palabra, me dejaban el paso libre sin una palabra ni un apretón de manos. Sé pertinentemente y lo sé desde hace tiempo que el mundo científico no me perdonará este texto. Ser bastante anticonformista para creer aún en la moral cristiana y para ver cómo concuerda plenamente con la genética moderna, eso es demasiado.”

Jérôme Lejeune
Escribía en su diario el 14 de diciembre de 1969



"Los que tenemos esta profesión, qué tenemos que hacer para saber qué se debe hacer y qué debe ser rechazado. Necesitamos una referencia y tal vez una referencia mucho más fuerte que la ley natural… y esta referencia es muy sencilla… la conocéis todos. Mejor dicho es una frase, pero una frase que lo juzga todo y lo explica todo, que lo contiene todo… y esta frase es: “Lo que hagáis al más pequeño de los míos es a mí a quien se lo hacéis”."

Jérôme Lejeune



"No tengo gran cosa, ya lo sabéis. Pero les he dado mi vida. Y mi vida era todo lo que tenía. Hijos míos, si puedo dejaros un mensaje, este es el más importante de todos: estamos en manos de Dios. Yo mismo lo he comprobado varias veces."

Jérôme Lejeune


“Se podría imaginar, ciertamente, una sociedad tecnocrática en la que se matara a los viejos y a los deficientes, y donde se acabara con los heridos del camino. Esta sociedad sería quizá económicamente eficaz. Pero esta sociedad sería inhumana. Estaría pervertida por un racismo tan tonto y tan abominable como los otros, el racismo de los sanos contra los enfermos.”

Jérôme Lejeune















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