"Bolivia es hoy la nación más asaltada
en su vida, y la que necesita mayores
energías para resurgir en el concierto
de las potencias de América. Sufrió
una dura prueba y una dolorosa tensión con los obstáculos que detienen
su paso a través de las edades.
Está hecha la nacionalidad. Hay un
sentimiento enérgico que caracteriza
el alma de la raza. Porque los pueblos,
para tener un Yo, deben fundir sus
sentimientos, sus glorias y sus desgracias en un gran periodo de tiempo, en
inmortales tradiciones y en inmensos
sacrificios. He ahí porqué el espíritu
de la Grecia ha vivido después de
veinte extrañas dominaciones.
La cruda campaña que sostiene Bolivia contra las proyecciones de otros
países, si embarga hoy todas sus fuerzas, servirá, en cambio, para reconcentrar el espíritu de la nacionalidad,
y para darle todo su carácter en la historia e inmortal permanencia en el
tiempo.
El genio boliviano no tiene lugar para
el culto a las ideas y para el afinamiento de su sentido estético. Están
formándose las capas en que debe fecundar. Todo lo atrae un instinto de
conservación nacional y de combinación política. De ahí que las manifestaciones más numerosas del pensamiento se encuentren en los escritorios de polémica internacional y en la
prensa partidista. Poco, muy poco,
queda para los vacilantes y olvidados
intelectuales que se esfuerzan por formar y enseñar el sentido superior de
la vida. “La estética, ha dicho Flaubert, no es sino una justicia superior”.
El esfuerzo más sostenido del pensamiento boliviano ha sido, en 1897,
guiado por el peligro que encierran
las contiendas de límites y las soluciones de paz y comercio con cinco
naciones: Perú, Brasil, Paraguay, Argentina y Chile.
La prensa ha palpitado con todos los
corazones y aún no ha apuntado el
verdadero sentimiento común, que
no luce sino cuando las pasiones se
han acallado ante la verdad de las
consecuencias...
Varios y tan valientes como doctores,
escritores han tratado en sus libros el
problema de límites con el Perú, y
han obtenido que los estadistas de
América fijen con interés y simpatía
su mirada en el derecho de Bolivia,
planteado con intenso y ardoroso
convencimiento
Y el tema más vibrante, ventilado por
la prensa diaria, ha sido el de los tratados boliviano-chilenos de 1895 y
1896. En el seno mismo de Chile y en
sus órganos mas autorizados han hallado sitial dos escritores bolivianos -
Rodolfo Soria Galvarro y Alberto Gutierrez- y han hecho inclinar, respetuosa, la frente de los pensadores
americanos ante las nobles aspiraciones de nuestra patria.
Bolivia está, pues, empeñada en un
problema grandioso, entre cuyos
factores se siente repercutir la desesperada frase lanzada por Hamlet:
ser o no ser.
Malsana es, como en todos los tiempos y en todos los pueblos, la red política. Tiene algo de Sirena y algo de
Medusa. Atrae, pero mata. Mata los
puros ideales, barre las flores primaverales del espíritu como tibio huracán, acariciándolas.
Pocos son los corazones que la huyen,
para consagrar su simpatías a la eterna tarea de la ideas. Hay en ello un peligro moral y un peligro social.
Los pueblos no pueden caer en el olvido de la verdad. Sus radiaciones deben ser mantenidas por algunos espíritus, para que no aparezcan como
viejas máximas, fosilizadas. De otro
modo el error y la mentira merecerían las simpatías, al preludiar una tenebrosa degeneración.
Y el peligro social: la estética es un
esfuerzo para crear una vida mejor.
Pule el carácter, acrecienta las simpatías y modela el genio y las tendencias del hombre y de la patria, dejándoles la noble aspiración de lo bueno
y lo mejor. Sin ella la sociedad se
marchita y se apaga.
Eso va dicho para probar que una de
las causas de nuestra pobre saturación intelectual está en la preferencia
que la juventud da a la prensa de combate, donde pocas veces no aparece la
mano negra de la calumnia, y donde
se alzan rencorosos monumentos a
los que mejor saben manejarla...
Hay, no obstante, algo que notar para
nuestra historia literaria, en algunos
diarios de la República.
“La Industria” y “La Prensa” de esta
capital, donde se conoce el brillante
estilo de José Maria Urdininea y el
robusto talento de Samuel Oropeza,
y, a veces, la rabeleniana gracia de
Osvaldo Molina. “El Telégrafo” de La
Paz sería el periódico más intelectual de Bolivia si Julio Cesar Valdés,
que es el más literato de los escritores de su generación, quisiera segar
un poco los documentos oficiales y
dar allí campo a la juventud de La
Paz, cuyos avanzados escritores son
Bautista Saavedra, Abel Iturralde,
Pedro Kramer, Alfredo Ascarrunz,
José Zarco y varios otros, cuya lista
sería larga de contar. ”El Comercio”
de Cochabamba luce unos bríos,
una gallardía capaces de grandes cosas...; pero todo, absolutamente todo, para honra y prez del partido
que sostiene con apocalíptica intransigencia.
En Potosí y Oruro hay un renovado
movimiento intelectual. Muchos
son los órganos de prensa, y algunos, como “La Unión” de Oruro y “La Palabra” de Potosí, tienen artículos conceptuosos, de hechura influida por la corriente moderna. Pero a todos falta perseverancia en
propagar, fijeza en los rumbos intelectuales y cierta emancipación de
las rutinas del círculo.
La poesía en acción cuenta dos egregios representantes. Ricardo Mujía
en el Sud y Rosendo Villalobos en el
Norte. De ambos habría mucho que
decir. Por ahora baste anotar que son
los consagrados por el público boliviano: son los más constantes en
mantener el fuego de su inspiración.
Mujía la tiene soberbia y sus versos
llevan algo de armonía de las turbulencias cascadas. Villalobos es el poeta de los delicados ritmos y filigranas:
un manantial de diamantes. La estructura de sus pensamientos requiere atención detenida, y deja un ligero
sabor psicológico. Tiene algo del latino Horacio.
Entre los nuevos despierta Jorge
Mendieta, que es todo un ingenio conquistado por el espíritu contemporáneo del arte en América. Será uno de
nuestros mejores poetas si sabe perseverar en sus lindos versos.
Como hojas voltarias y fugaces han
aparecido algunas poesías de Ángel D.
Medina y Luis Ampuero, que, desde
Antofagasta, y en medio del embrollo
de números, no dejan de enviar sus
cantos a periódicos bolivianos. Son
dos literatos de vocación y dos altivas
y bien alimentadas cabezas.
Y basta de poetas...
Un grupo de jóvenes, en Sucre, fundó
“El Eco Moderno”, proclamando
abiertamente una escuela tan nueva
como mal comprendida; el modernismo. Cayó sobre ellos una lluvia de
equívocas alusiones y de pobres prejuicios. Creyóse que era el satanismo,
el decadentismo...: un remedo de toda la colonia de desequilibrados parisienses, condenados por los maestros
de la crítica.
El modernismo boliviano desea seguir, apropiando a nuestra manera, la
corriente de los mejores ingenios:
Bourget, Prevost, Maurras, Strindberg... en la crítica y en la novela, Ibsen, Maeterlinck, Dicenta... en el drama, y Leconte de Lisle, Heredia... en
la poesía. ¡Y tantos otros!...
El carácter propio del modernismo
boliviano es buscar inspiración en la
conciencia contemporánea; es el deseo de abandonar al pesada trivialidad de una poesía sentimental y rancia; es la ascensión del espíritu crítico a las nuevas concepciones de lo
bello; es la soltura y la originalidad
en la frase, saliendo de trilladas figuras y traduciendo las armonías del
alma. Y por cima de todo: la nueva vida, las nuevas ideas. Una febril propaganda.
Escritores y prosistas no nos faltan.
Largo sería el inventario. Pero para
coordinar el esfuerzo de capacidades que viven tan alejadas, unas de
otras, es menester cohesión y unidad. Hay en las manifestaciones del
espíritu una ley que corresponde a
las de la formación de la materia.
Los átomos disociados son polvo,
nada... Pero en cuanto las fuerzas vivas los reúnen y los condensan, brotan soberbios los astros y los seres.
La comunidad de los ingenios, su
contacto, su dirección a un fin nacional, son indispensables para formar el espíritu de un pueblo, su historia, su ciencia y su literatura. Entre nosotros todo está informe, disperso e ignorado: es una parcial y emancipada singularidad por todas
partes y en todas las ciudades.
Es el tiempo de pensar en la coordinación y en la armonía de los fines.
Aquí está el suelo de los luminosos
paisajes y de la loca fecundidad: corazón de los valles de América. El
pensamiento radia por doquiera, la
voluntad no reposa, y, sin embargo,
el progreso intelectual se retarda...
Está esperando el surco a la simiente
de nuestra cohesión, de nuestra personalidad colectiva y del común esfuerzo..."
Daniel Sánchez Bustamante
"La aspiración es el núcleo racional de los deseos que agitan el espíritu: los deseos son fuerzas sociales y fuerzas morales, fuerzas indómitas al despertar y aun fatales en su desenfreno; pero son también fuerzas disciplinadas y eficaces cuando la inteligencia tiene el hábito de gobernarlas."
Daniel Sánchez Bustamante Vásquez
"La misión del hombre no es gozar, sino sublimar la porción de tarea que le ha tocado por el pensamiento o por la nobleza de la conducta."
Daniel Sánchez Bustamante
"Mientras haya sociedades en la tierra, habrá la eterna controversia entre los que sostienen la libertad y la plenitud luminosa de su pensamiento y los derrotistas mortales que sólo incuban inquisiciones, logias, despotismos."
Daniel Sánchez Bustamante
"No hay hombre de acción que no haya visto multiplicadas sus energías y que no haya maravillado a sus contemporáneos."
Daniel Sánchez Bustamante
"No hay poder más grande que el poder moral: despierta la veneración, el amor y la obediencia. Los otros poderes obligan, pero no seducen: la obediencia ante ellos casi siempre oculta la callada hipocresía."
Daniel Sánchez Bustamante
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