Canción del otro yo

El reloj suena, salto de la cama,
me quito el pijama y hago una flexión;
abro las ventanas, saludo al canario,
me lavo los dientes, canto una canción,
y por dentro tengo unas ganas tremendas
de darle dos hostias al despertador.

Salgo a la calle, saludo al vecino
con gesto muy fino que es todo un señor;
sale su señora con la escoba en mano
con una sonrisa le dejo un adiós,
tan de su casa, rulo y redecilla
que pienso por dentro al verla tan sencilla:
ya está la cotilla al pie del cañón.

Me meto en el metro loco de contento,
hay un solo asiento pero somos dos,
sube una viejita toda arrugadita,
le doy el asiento, le tengo el bastón,
y por dentro pienso al verla tan graciosa:
tenía que subir la vieja hinchapelotas,
tenía que subir justo en este vagón.

Pasa una muchacha, la noche en el pelo,
los ojos de cielo, la miel en la voz;
me dice: “permiso”, y siento el hechizo
de tanta tersura, de tanto candor;
y siento que el alma se me va y me viene,
que pienso por dentro, qué culo que tiene;
me importan un pito la miel y el candor.

Llego a la oficina algo adelantado,
para un buen empleado es la obligación,
por eso es que el jefe me ha puesto a su lado
como un buen ejemplo de nuestra sección
y a mis compañeros bien que se les nota
que piensan por dentro que soy un pelota y tienen razón.

A la salida, tomo una copita
que es algo que incita, tras de la jornada,
junto a alguna piba seudo-liberada
en un “pub”, de ésos con la luz bajita
y mientras le hablo de mi alma enferma,
de la soledad, de la vida moderna,
la piba se pone comprensiva y tierna,
y le toco... las piernitas
y cuando tengo todo decidido,
me dice al oído:
son tres mil y la cama.
Y ya estando a solas le digo:
La carne no supera nunca los goces del alma.
Ella no contesta, ¿estará avergonzada?,
no, está buscando las lentillas en la cama.

Le doy las tres mil y me voy para casa.
Ya llego a casa, tomo un bocadillo,
algo bien sencillo para dormir bien,
pongo el reloj en hora, me tiendo en el lecho
siempre satisfecho como en un edén;
y por dentro pienso en algo que me aterra,
que estamos viviendo una vida de mierda.
Y quiero dormirme... sin pensar por qué.

Rafael Amor


Con la libertad

Amar la libertad, sentirse pájaro,
agitar el cielo con las alas.
Amar la libertad, sentirse mar,
dejar la espuma de la risa en cualquier playa
o quebrar el llanto allá en las rocas
donde nadie encuentre nuestras lágrimas.
Vivir la libertad, de cara al viento
con el brazo fuerte y la razón alzada,
aunque tengamos que morirnos ¡libres!
Morir en libertad, la voz quebrada,
que alguno ha de pasar por el camino
y acunará en los brazos nuestra verdad cansada
y nuestros huesos desde abajo de la tierra,
irán apuntalando sus pisadas
que cuando grite, en el vigor del puño,
habrá de alzarse nuestra sangre renovada.

Con la libertad, los trigales nuevos.
Con la libertad, pájaros al viento.
Es la libertad ese grito eterno
que sacude el mar, que rompe el silencio,
que abate la roca, que desanda el viento,
que pone en la boca el azul del cielo.
Con la libertad, campanas al vuelo,
lágrimas de paz y los ojos buenos,
banderas de luz, canto a pecho abierto,
la sangre que va creciendo, creciendo,
las manos tendidas a horizontes nuevos,
dar hasta la vida por sentir su beso.

Libres, libres, con la luz y el canto,
libres con el llanto, con la tierra arada,
rica o desolada, con trigales nuevos,
con los ojos buenos, libres hasta ciegos,
libres con campanas, libres con mañana,
con el horizonte, sin cielo ni nada.
Con las manos yertas, aunque la miseria
derrumbe las puertas, aunque naufraguemos
sin estrella ni puerto.
¡Libres!, ¡siempre libres!, ¡libres hasta muertos!

Rafael Amor



Corazón libre


Te han sitiado corazón y esperan tu renuncia,
los únicos vencidos corazón, son los que no luchan.
No los dejes corazón que maten la alegría,
remienda con un sueño corazón, tus alas malheridas.

No te entregues corazón libre, no te entregues.
No te entregues corazón libre, no te entregues.

Y recuerda corazón, la infancia sin fronteras,
el tacto de la vida corazón, carne de primaveras.
Se equivocan corazón, con frágiles cadenas,
más viento que raíces corazón, destrózalas y vuela.

No los oigas corazón, que sus voces no te aturdan,
serás cómplice y esclavo corazón, si es que los escuchas.

Adelante corazón, sin miedo a la derrota,
durar, no es estar vivo corazón, vivir es otra cosa.

Rafael Amor



Elegía a un tirano

¿Adónde irás tirano, adónde irás?
tus manos ensangrentadas, ¿dónde las esconderás?
¿Adónde irás tirano, adónde irás?
si el pueblo encuentra tu rastro, sus plantas has de besar.

Te esconderás en las balas, la balas vienen y van,
en la cadena que oprime, la rompe la libertad,
¿dónde empieza la cadena, dónde tiene su final?
¿cuál de los dos desde lejos el prisionero será?

Te esconderás en los niños, a odiar les enseñarás,
no te servirá de nada, también a ti te odiarán.
Te esconderás en las sombras, el sol te delatará
y cuando salgas al sol, serás sombra y te verán.

En el pavor de las madres un refugio buscarás,
el vientre que parió un hijo, puede parir otro más.
Soltarás tus perros flacos, sin aflojar el collar,
cuidado del perro hambriento, muerde y no quiere largar.

Te esconderás en la flor, en el tranquilo trigal,
la flor morirá de pena, el trigo se agitará.
Te descubrirán los hombres al gusto amargo del pan
cuando llevarlo a los hijos les cueste la dignidad.

Querrás escapar de noche, ¿a qué horizonte?
¿dónde ir que no amanezca?, la luz te perseguirá
y con las manos cruzadas, las mismas de tu impiedad
ante los pies de tu pueblo, suplicante caerás.

Sentirás su voz por dentro que te dice:
Tienes manchadas las manos con sangre de libertad,
deshojaste la alegría, torturaste por pensar,
sembraste el odio, la guerra y mataste por matar,
cercenando la belleza que podía emocionar,
traicionaste a tus hermanos a la hora de luchar
por una justa manera de vivir, de trabajar.

Y no sé si el Dios que tanto invocas
te podría cobijar de la furia de los hombres
cansados de soportar la injusticia, la impotencia,
por ser mansos nada más.
Solo los que se liberan, conocen la libertad,
los que han vivido negándola siempre esclavos morirán.
En las calles las sonrisas, la flor nueva y el trigal,
todas las voces del pueblo gritarán una vez más: paz, paz, paz.

Rafael Amor



"Esa canción (No me llames extranjero) se ha convertido en un himno y lamentablemente ahora tiene más vigencia que cuando la escribí. Las xenofobias se han disparado curiosamente en la pretendida globalización. Y el hambre legaliza a todo el mundo en el planeta. Tienes hambre y emigras a donde hay comida."

Rafael Amor


"Hay que ser buenos, muy buenos, si no, los reyes magos no te traen nada este año”. Lo difícil era saber qué era ser buenos, más que [saber quiénes son] los reyes magos. Ser buenos es hacer siempre lo que ellos dicen. Lo supo con los años."

Rafael Amor




"La poesía es algo vivo y viene de la raíz más profunda del pueblo."

Rafael Amor


No me llames extranjero

No me llames extranjero porque haya nacido lejos,
o porque tenga otro nombre la tierra de donde vengo.
No me llames extranjero porque fue distinto el seno
o porque acunó mi infancia otro idioma de los cuentos.
No me llames extranjero si en el amor de una madre
tuvimos la misma luz en el canto y en el beso
con que nos sueñan iguales las madres contra su pecho.

No me llames extranjero, ni pienses de dónde vengo,
mejor saber dónde vamos, adónde nos lleva el tiempo.
No me llames extranjero porque tu pan y tu fuego
calmen mi hambre y mi frío, y me cobije tu techo.
No me llames extranjero, tu trigo es como mi trigo,
tu mano como la mía, tu fuego como mi fuego,
y el hambre no avisa nunca, vive cambiando de dueño.

Y me llamas extranjero porque me trajo un camino,
porque nací en otro pueblo, porque conozco otros mares,
y un día zarpé de otro puerto,
si siempre quedan iguales en el adiós los pañuelos
y las pupilas borrosas de los que dejamos lejos,
y los amigos que nos nombran y son iguales los rezos
y el amor de la que sueña con el día del regreso.

No, no me llames extranjero, traemos el mismo grito,
el mismo cansancio viejo que viene arrastrando el hombre
desde el fondo de los tiempos, cuando no existían fronteras,
antes que vinieran ellos, los que dividen y matan,
los que roban, los que mienten, los que venden nuestros sueños,
ellos son, ellos son los que inventaron esta palabra: extranjero.

No me llames extranjero, que es una palabra triste,
que es una palabra helada, huele a olvido y a destierro.
No me llames extranjero, mira tu niño y el mío
cómo corren de la mano hasta el final del sendero,
no los llames extranjeros, ellos no saben de idiomas,
de límites, ni banderas, míralos, se van al cielo
por una risa paloma que los reúne en el vuelo.

No me llames extranjero, piensa en tu hermano y el mío,
el cuerpo lleno de balas besando de muerte el suelo,
ellos no eran extranjeros, se conocían de siempre
por la libertad eterna e igual de libres murieron.
No me llames extranjero, mírame bien a los ojos,
mucho más allá del odio, del egoísmo y el miedo,
y verás que soy un hombre, no puedo ser extranjero.

Rafael Amor



"Soy un juglar que le canta a la vida y sus contradicciones."

Rafael Amor


Yo seré tu compañero

Yo seré tu compañero para la farra y el vino,
la guitarra, los caminos, los amores lisonjeros,
impuros y libertinos,
pero si se acaba el vino, si te sientes prisionero,
sin amores verdaderos y no encuentras tu destino
entre todos los senderos, yo seré tu compañero.

Y seré tu compañero para el abrazo y la gloria,
para perder la memoria con el tiempo y el dinero
y palmadas laudatorias.
Mas recuerda, si el fracaso te muestra su rostro fiero:
los vencidos siempre fueron despreciados en su ocaso
por los que ayer los quisieron. Yo seré tu compañero.

Y seré tu compañero para el sueño y la poesía,
lo que llaman utopía, los que nunca la entendieron
por torpeza o cobardía,
Y en la realidad más dura y en el llanto más sincero,
el rebelde desafuero, con toda mi encarnadura,
para andar juntos, me quedo. Yo seré tu compañero.

Y seré tu compañero en razón, paz y verdad,
en justicia y libertad, que es todo lo que más quiero
aunque traigan soledad.
Para el odio y la traición o la envidia del artero
o el soplón del carcelero, yo no presto el corazón,
y aunque me duela no quiero, que me llames, compañero.

Rafael Amor




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