"En el lenguaje no hay milagros, más que los que nos da la propia maquinaria increíble de la naturaleza."

Juan Uriagereka


"Mi trabajo no es más que una nota a pié de página al de Noam Chomsky, lo digo sin ningún rubor ni falsa modestia. Hay que leer a Chomsky, y como dice mi amigo Carlos Otero, primero a él, luego a nadie, y luego a todos los demás. Entre los demás, yo no quiero personalizar, porque son todos excelentes colegas, y hay muchos, sobre todo gran cantidad de jóvenes llenos de ideas y con muchas posibilidades (la entrada de Wikipedia sobre biolingüística menciona a algunos, aunque no a todos). Hay revistas como Biolinguistics que acaban de empezar, y la Biolinguistics Network, y grupos que empiezan a trabajar juntos, en América, en Europa, en el Este Asiático, ahí en la península (en el propio País Vasco, un grupo de los mejores de Europa) y no me cabe duda de que (si les damos la oportunidad) los habrá en otros lugares. El futuro se me antoja lleno de posibilidades, si sabemos trabajar en equipo, y desde luego hay una nueva hornada preparadísima que puede darnos verdaderas sorpresas. No va a ser fácil, pero sin duda va a ser una gozada. Ya lo es, y esto no ha hecho más que empezar."

Juan Uriagereka


"No existe ningún sistema conocido ahí afuera, en el mundo animal, que le deje a un ser preguntarle a otro qué demonios (sic) es lo que están haciendo. Esa reflexividad es increíble. Por supuesto, hoy en día sabemos acerca de las neuronas-espejo, y cómo llevan a muchos animales a repetir gestos producidos en frente de ellos. Y con ser eso extraordinariamente interesante, el lenguaje es mucho más. Fíjese en esta conversación: usted me escribe una pregunta y yo se la contesto días después. No tiene nada que ver con las cosas que, probablemente, le preocupen a usted sobre su entorno inmediato, y yo se la contesto sin meter por medio lo que me puede preocupar ahora mismo, si tengo hambre, necesidades fisiológicas de otros tipos, miedo o cosas por el estilo -que son las que, normalmente, desencadenan las conductas animales comunicativas. Con el lenguaje hacemos referencia a cuestiones totalmente distantes, lúdicas y carentes de valor práctico, perfectamente complicadas desde un punto de vista lógico… Y lo hacemos a través de condiciones implícitas interesantísimas. Fíjese que usted me preguntó qué demonios es el lenguaje, y yo le estoy respondiendo en otro orden: el lenguaje es esto-y-lo-otro. Esas especificaciones sintácticas tienen patrones universales fascinantes, con cosas que se pueden hacer y otras que no. Por ejemplo, usted me podría haber dicho, resaltando el aspecto evolutivo, algo como cuándo es el lenguaje qué cosa, para que yo responda que hace un millón de años era, tal vez, un un proto-lenguaje, hace cien mil años más o menos, algo como lo actual, etc. En ese caso, observe que ha puesto la pregunta qué cosa en el mismo lugar que va el predicado que le responde, es decir, después del verbo ser. O sea, ya no dice *cuándo qué cosa es el lenguaje? (Los lingüistas ponemos un asterisco ante oraciones imposibles). Y por otra parte, usted enfatizó su pregunta con qué demonios, pero eso no puede hacerlo en la situación que le digo, observe: *cuándo es el lenguaje qué demonios? La tarea del lingüista es explicar por qué son posibles las oraciones gramaticales y por qué son imposibles las inaceptables para los hablantes, algo que hoy en día, además, podemos reflejar como anómalo en varios tipos de neuro-imágenes que registran la anomalía. Por todo esto el lenguaje es, en fin, un verdadero milagro, que además, probablemente, se relacione con otros aspectos humanos únicos, como las matemáticas, la música, los juegos de nuestros niños, o desgraciadamente las guerras y explotaciones organizadas. Todo eso y más es el lenguaje, y por esto, por lo increíblemente único que parece, discutían tanto sobre el tema Wallace y Darwin, porque no sabían cómo encajarlo en su teoría. Dicho esto, lo que es probable es que el lenguaje, por único que acabe siendo, tenga su lugar dentro de la evolución, como lo tiene todo lo biológico, con los matices que haga falta. Es precisamente en ese sentido que nos interesa estudiar no solo a los babuinos, como quería Darwin, sino también, como recalca usted, a las aves canoras, o para el caso a cualquier otro organismo que nos de alguna pista. Al fin, aquí no hay milagros en un sentido estricto, más que los que nos da la propia maquinaria increíble de la naturaleza. Dentro de esa gran marmita natural, los recorridos que ejecutan los canales genéticos, las distribuciones proteínicas dentro de pliegues tan majestuosos, a su escala, como auroras boreales, las idas y venidas de membranas celulares o intracelulares… todo eso, de algún modo, contribuye a lo que experimentamos en la naturaleza. Desde la estructura de una hoja de hierba, como insistía Goethe, hasta… bueno, el lenguaje que nos une en este momento. Y, en fin, esos canales, pliegues, encendidos y apagados de genes, se pueden estudiar en cerebros de varios animales, o para el caso en otras estructuras vivas. No olvidemos que uno de los bichos que más nos ha enseñado ha sido el humilde nematodo. No es que el gusanito nos diga más que Locke, sino que él, Locke digo, o cualquier otro verdadero filósofo natural, si viviera hoy día haría metafísica sobre los circuitos del nematodo, la drosófila, el calamar o similares…"

Juan Uriagereka



"Yo es que no estoy de acuerdo con Pinker (otro genio de las relaciones públicas), con eso de que el lenguaje es un instinto. Instintiva es la agresión, la atracción sexual, el hambre, cosas de esas, para las cuales, además, tenemos buenas explicaciones adaptativas. Ya decir que, por ejemplo, el sistema inmunológico sea instintivo, me empieza a parecer una exageración. Es demasiado complejo, ese sistema, y habrá aspectos instintivos (probablemente el estornudo tenga algo de eso, digamos), y otros que no lo sean (qué tiene de instintivo la manera en que funcionan mis anticuerpos contra ciertos virus, o el que falle todo en mis alergias?). La vida es complicada, y los sistemas de este calibre -el lenguaje incluido- tienen muchos niveles de complejidad, desde los instintivos hasta los puramente físicos. Yo personalmente creo que lo más radical que ha dicho Chomsky es que algunos aspectos del lenguaje, los que se manifiestan como óptimos estructurales, tienen una base físico/química, cosa que por otra parte no es milagrosa, pues la vida se da dentro de las leyes del universo, incluidas las físicas. Y la verdad que no le veo nada de instintivo a la física! Dicho esto, el tema del medio, al menos para el lenguaje, no es cuestión baladí. Yo estoy dispuesto a admitir que dentro del cerebro hay una gran cantidad de dimensiones en las estructuras que nos ocupan. Ahora mismo mientras contesto esto oigo de fondo la CNN, y el ruido de más de un electrodoméstico, y siento varias cosas a mi alrededor, y de vez en cuando, además, se me mezclan ideas de todo lo que tengo que hacer mañana o lo que me recordó mi hija sobre su disfraz de Halloween. Y eso que ahora estoy relajado, y hay gran tranquilidad alrededor. Mi cerebro, en todo caso, está procesando todo eso y más, como revelaría una simple hipnosis. Ahora bien, cuando uno habla (oral o gestualmente, como en las lenguas de signos), ese tipo de multidimensionalidad se tiene que aplastar a la unidimensionalidad que permite cualquier sistema motriz. Todos hemos visto lo que le pasa a un mosquito al pasar de sus cuatro dimensiones habituales a las dos de la palma de nuestra mano. La comparación es injusta, porque en el caso del lenguaje probablemente las cosas sean todavía más complicadas: toda la semántica, pragmática, información en el sentido amplio, todo eso que pugnamos por expresar, tiene que atravesar el tamiz de la garganta o las manos, controladas por un sistema rítmico que probablemente no sea mucho más complejo que el de un jilguero. Esa es una situación típica de pérdida de información, al pasar del mensaje al medio. Por eso que las condiciones que han hecho posibles la evolución de un sistema como el que tenemos han tenido que ser extremadamente sofisticadas, un equilibrio tan sutil como el del sistema inmunológico. Estas cosas pasan pocas veces en la evolución, y cuando se dan pueden cambiar el destino de un planeta. En el caso inmunológico, hasta cierto punto seguro que contribuyó a la vida fuera del agua, y tal vez a cosas menos obvias. En el lingüístico, no lo sabemos. El planeta sólo parece haber ‘experimentado’ con este sistema unos ciento cincuenta mil años. Hemos cambiado mucho nuestro entorno en ese tiempo, pero la historia completa está por escribir."

Juan Uriagereka


"Yo soy muy escéptico, para empezar, con respecto al tema del tamaño de los cerebros. Sabemos tan poco del tema, como nos recuerda David Poeppel, que apostar por el tamaño es como apostar por la densidad, las rugosidades, las interconexiones, o para el caso el color o el olor. Yo creo que los verdaderos avances no se van a dar a ese nivel. Si uno quiere explorar, digamos, el espacio exterior, la verdad que ponerse a mirar cómo de lejos sube un globo, o incluso un cohete, si hasta la estratosfera o hasta la luna, es un paso muy rudimentario, algo que impulsó la carrera espacial hasta los sesenta, pero poco más. Los verdaderos avances se darán cuando se entienda mejor la naturaleza del universo. Parece evidente. No está claro para mí por qué la estructura del sistema más complejo del universo conocido debería ser diferente, y de repente en ese caso nos ponemos a hablar de tamaño. Se imagina una biología molecular seria diciendo, por ejemplo, que las células evolucionaron de procarióticas o eucarióticas por una cuestión de tamaño? No tiene mucho sentido. Dicho esto, la evolución de todas estas cuestiones, para mí, es por ahora algo fundamentalmente misterioso, y esto sobre todo porque no sabemos, en detalle, ni cómo funciona el lenguaje ni cómo funciona la evolución. Insistir en contar historias es un poco como ponerse a buscar las llaves perdidas donde da la luz de una farola."

Juan Uriagereka



















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