Existencial

"La mano intenta asirse
a las magras costillas del silencio

No es el fin
es sólo un ademán
en el dédalo justo de las alternativas.
Los ojos tersos en el augurio de la luz
Nada salvará la rosa
que se tragaron los abismos
No soy el vencedor ni el vencido
En la noche un ala roza la mirada
y se fugan las imágenes
Visión del maestro Zen
mientras los cuervos
saquean el vientre del caracol
y un olor escamoso
a saliva después de la tormenta
envuelve el reposo de los decapitados
La apariencia del encantador de la luz
en el ritual es el péndulo
que va marcando la cabeza del tiempo
En el gesto del maestro
yacen las monedas inexistentes
Alcanzar la plenitud del horizonte
fue el intento profundo del suicida
pero el límite estaba como una profecía
en la naturaleza de los pasos."
  
Zoelia Frómeda Machado


Más allá del azul

"Más allá del azul
está el límite
donde el azul es sólo una utopía
del pájaro y sus alas.

Más allá del límite
las ventanas y los rostros
el ala y el azul
el gesto que mata y silencia."

Zoelia Frómeda Machado


“Soy mujer de palabras y elogios.”

Zoelia Frómeda Machado


Olimpia 

Olimpia fue un escándalo
a la casta lujuria de los inquisidores.
La amante del pintor
sabía que inmortalidad
se ofrece sólo una vez
y no temió a las preguntas
a las miradas aviesas de los moralistas
por eso es toda desnudez y donaire
en su lánguido reposo de vestal
donde exhibe el esplendor de unas carnes lacias.
¿Quién es esta mujer que absorta deja caer
sobre el pubis blandamente su mano
con perversa soberana ingenuidad que asusta?
Es como si en tal desafío dijera:
“Miradme no hay culpas en la belleza
después asolarán las huestes del tiempo
y quien será testigo de lo que fuimos”.
Y allí permanece
tal y como quiso que la viéramos
entre la fragancia de unas sábanas
y el brillo púrpura de unas rosas.
Serena, febril, triunfal
ostentando la turgencia de uno senos
vanidosamente licenciosos
y unos ojos que recuerdan
la egregiedad de las ninfas coribantes
que hacen nos preguntemos
qué ansiedades
qué temores
qué libertad amenazaron esa cabeza
ahora en su grácil abandono.
Olimpia es más que una mujer que exhibe su desnudez.
Olimpia recuerda la fragilidad silenciosa
de los girasoles al atardecer.
Es una remota melodía
que se súbito despierta pasiones olvidadas.
Pero que lejana entre sedas escapas, Olimpia
dejándonos exhaustos
ante el esplendor de la eterna belleza.

Zoelia Frómeda Machado












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